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02 de diciembre de 2010

Comité Central  -  30 octubre de 1976

Unidad patriotica y democratica contra la dictadura proimperialista y proterrateniente

Documentos del PCR / tomo 4

La Argentina atraviesa una aguda crisis económica. Ella se origina en una estructura económica dependiente y atrasada por la subsis­tencia del latifundio que permite al imperia­lismo descargar sobre nosotros y demás países oprimidos la crisis económica mundial.

La Argentina atraviesa una aguda crisis económica. Ella se origina en una estructura económica dependiente y atrasada por la subsis­tencia del latifundio que permite al imperia­lismo descargar sobre nosotros y demás países oprimidos la crisis económica mundial.
La crisis económica mundial se da en el marco de una acentuada disputa entre las dos superpotencias (EE.UU. y Rusia) por un nuevo reparto del mundo. Esta disputa se manifiesta en nuestro país a través de la pugna entre los distintos sectores de terratenientes y de gran burguesía en el seno de la dictadura mili­tar, y en la sorda lucha por apoderarse de las palancas claves del país: desde la tierra a las industrias y los resortes económicos controlados por el aparato estatal.
La crisis golpea a la economía nacional atenazada por una estructura basada en el lati­fundio (el 6,2 por ciento de los establecimien­tos controla el 74,6 por ciento del total de la tierra apta para la producción agropecuaria) y por la dependencia al imperialismo. Terra­tenientes y monopolios imperialistas, principalmente yanquis, han sido, directa o indirectamente, los principales beneficiarios de esa estructura.
Hoy la Argentina es uno de los principales países en disputa en el mundo entre las dos superpotencias (los EE. UU. y la URSS). Apo­yándose en fuertes posiciones ganadas por sus testaferros y agentes, que controlan una gran parte de la industria, la explotación agrope­cuaria y minera, y fundamentalmente las finan­zas y disfrazándose de antiimperialista y democrático, el socialimperialismo soviético ha pasado a disputar el poder a los yanquis v sus socios en la Argentina. A partir del gobierno de Lanusse, y luego con el ministerio Gelbard y 1a infiltración y el copamiento de gran parte del gobierno peronista crearon las condiciones para expandir su poderío económico y son, junto a los monopolios yanquis y terratenientes, responsables del descalabro económico del país al que sangraron con grandes negociados (caso Aluar), el mercado negro, o la fuga de divisas (caso Graiver). Hoy, los militares prosoviéticos y los terratenientes y grandes burgueses inter­mediarios, o asociados, al socialimperialismo, tienen predominio precario en la dictadura. No tiene nada de extraño que apliquen una política fascista a imagen y semejanza de sus amos socialfascistas.
El gobierno peronista, que tomó el gobierno condicionado por compromisos con la dictadu­ra anterior, al no destruir la estructura de atraso y dependencia sobre las que operan los terratenientes y los imperialistas, y el Estado que le sirve, fue impotente para impedir el golpe de Estado del 24 de marzo. Su conciliación frente al chantaje de los enemigos del pueblo y de la patria fue aprovechada por éstos para hacer sus grandes negocios y promover el golpe de Estado. También la conciliación de fuerzas populares, como las que expresan el radicalismo y el socialismo, fue aprovechada sibilinamente por los golpistas imperialistas.
Así, la clase obrera se encontró aislada, y el pueblo dividido, y sus enemigos pudieron imponerse a través del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Los personeros de la dictadura militar preten­den utilizar como chivo emisario de la crisis al peronismo, y demás fuerzas populares, a los que acusan de ser responsables de la misma. Entretanto aplican una política económica que al estar al servicio de sus intereses, descarga todos sus efectos sobre la clase obrera y el con­junto del pueblo. Y para hacer efectiva esa política, recurren a la más sangrienta represión y terror fascista. Reiteran así el camino fracasado de las dictaduras militares anteriores que, al basarse en la “ayuda” imperialista y el forta­lecimiento del latifundio en el campo, acentua­ron las condiciones de atraso y la dependencia que originan las crisis. El resultado es la quie­bra de la pequeña y mediana empresa, agrícola, comercial e industrial; la desocupación ma­siva y la caída del salario real; 1a carestía de la vida unida a la recesión económica.
La lucha contra la dictadura militar proterrateniente y proimperialista requiere la más am­plia unidad de todas las fuerzas populares y patrióticas. Para unir fuerzas contra la dictadu­ra, es necesario además luchar por una respuesta revolucionaria en materia económica, que per­mita resolver la crisis a favor de los intereses del pueblo y de la Patria. Ello solo se puede hacer golpeando a los verdaderos responsables de la crisis, que son quienes hoy se mueven tras la dictadura. Para ello es necesario derro­car revolucionariamente a esta dictadura y el poder que la sustenta, e imponer un gobierno provisional revolucionario que exprese la unidad de todas las fuerzas patrióticas antidictatoriales, llame a elecciones totalmente libres, para una Convención Constituyente plenamente soberana, y entretanto aplique un programa de emergencia.

 

El PCR propone el siguiente programa de emergencia

Ante la grave situación de crisis nacional, y para enfrentar y derrocar la dictadura proimpe­rialista y proterrateniente, el Partido Comunista Revolu-cionario de la Argentina convoca a la más amplia unidad de todas las fuerzas patrióticas y democráticas, llamando a movilizarse por las siguientes reivindicaciones.
 

1) Frenar el terror fascista de la dictadura
Unidad, organización y movilización popular para enfrentar el terror fascista de la dictadura videlista, luchando por la libertad de todos los presos políticos y sociales y contra toda su política represiva, llamando a todos los sectores patrióticos y democráticos de la burguesía na­cional y de las FF.AA. y de Seguridad a tomar una posición decidida junto al pueblo.
Enfrentar masivamente los llamados “opera­tivos antisubversivos”, denunciando los atropellos y coordinando las fuerzas para el levanta­miento popular armado frente a la dictadura que reprime al pueblo y nos lleva a una guerra civil con el pretexto de la lucha antisubversiva.

2) Libertad y democracia para el pueblo
Lucha por garantizar el libre accionar del mo­vimiento obrero, campesino, estudiantil, barrial y popular. Asambleas por lugares de trabajo y de vivienda, fabricas, escuelas y colonias, para organizar la lucha, eligiendo delegados, remo­viendo a los dirigentes conciliadores con la dic­tadura y expulsando a sus representantes. Lu­char por un autentico federalismo y la defensa de las autonomías comunales, levantando las reivindicaciones provinciales y municipales, en­frentando a los interventores de la dictadura videlista.

3) Acabar con la política de hambreamiento
–     Aumento, general de salarios llevando el salario mínimo vital a 35.000 y a 50.000 pesos para la familia tipo, con 3.000 por esposa y cada hijo y 1.500 de escolaridad por hijo.
–     Respeto de las 8 horas como jornada de trabajo para los obreros rurales.
–     Cumplimiento estricto de las reivindicacio­nes establecidas originariamente por la Ley de contrato de trabajo para la mujer trabajadora.
–     82 % y 75 % móviles para todos los jubi­lados y pensionados.
–     Reapertura de las fuentes de trabajo cerra­das y apertura de nuevas, especialmente en el interior. Reincorporación de los cesanteados lue­go del 24 de marzo.
–     Tierra, precios compensatorios y diferen­ciales y rebaja de impuestos para el campesi­nado pobre y medio.
–     Congelación de alquileres en un porcentaje que no exceda el 15 % del ingreso del jefe de la familia inquilina.
–     Remedios gratuitos y presupuesto suficiente para los hospitales.
–     Ingreso irrestricto y becas para los obreros y campesinos y sus hijos en la escuela secunda­ria y en la Universidad.
–    Créditos y rebajas de impuestos para la pequeña y mediana industria y comercios na­cionales. Créditos a profesionales y científicos.
–     Congelación de precios de los artículos de primera necesidad y de las maquinarias e in­sumos claves para el agro y la industria.

4) Severa represión de la especulación y el sabotaje
–     Control obrero de la producción y de los libros (abolición del secreto comercial) casti­gando con la confiscación de bienes y el encar­celamiento a todo aquel que acapare la producción, oculte los ingresos, falsee los balances, sa­botee la producción y no adopte las medidas conducentes a elevarlas.
–    Control por comisiones de consumidores designados en asambleas de vecinos con participación de los sindicatos y comisiones internas de la zona, de la entrega de los productos, su facturación y el respeto de los precios máximos.
–    Expropiar las viviendas desocupadas pro­piedad de las compañías constructoras que se dedican a la especulación; adjudicación de las mismas a obreros y empleados.

5) Defensa de los pequeños productores agrarios y del comercio e industria nacionales
Créditos y compra preferencial por el Estado a los campesinos pobres y medios.
Rebaja del flete ferroviario y por ruta a Ios quinteros y granjeros que deseen vender sus productos directamente a los consumidores en mercados, ferias, plazas y calles, liberando a estas ventas de todo impuesto.
Créditos preferenciales con bajo interés y re­baja de impuesto para las pequeñas y medianas industrias, comerciantes, profesionales y artesanos. Preferencia para los mismos en las licita­ciones y compras del Estado.
Nacionalizar la banca y las grandes compañías financieras y de seguros extranjeras, res­petando los derechos de los pequeños y me­dianos depositantes y/o accionistas, y asegu­rando un estricto control del crédito dirigido a satisfacer las necesidades inmediatas de los distintos sectores populares y del empresariado nacional.

6) Tierra para todo aquel que quiera trabajarla
Expropiación de los grandes latifundios que traban el progreso del agro y del país entre­gando la tierra a las masas de los obreros rura­les y campesinos para posibilitar la entrega de unidades económicas a todo aquel que quie­ra trabajarla, en particular a los campesinos po­bres y medios y sus hijos, con control de estos sectores y de los obreros rurales, y permitir el desarrollo de la producción agropecuaria.

7) Independencia económica y plena soberanía nacional
–    Expropiar los monopolios yanquis (Esso, Standard Electric, IBM, Cargill, Ducilo, Minera Aguilar, Squibb, Ford, Chrysler, General Motors, Transax, Rigolleau, etc.), para asegurar un ma­nejo independiente de la economía nacional, y a los grandes monopolios del comercio inter­mediario como Bunge y Born. Conclusión del contrato y expropiación de las acciones prefe­ridas de FATE en Aluar, respetando los inte­reses de los pequeños y medianos ahorristas y las empresas nacionales. Castigar severamente a los responsables de vaciamientos y contratos dolosos contra el Estado.
–    Nacionalización del comercio exterior, apli­cando una política activa de convenios bilate­rales en beneficio mutuo, con todos los países del mundo. Severa represión del contrabando.
–    Recuperar el control de los medios de co­municación en manos de los testaferros rusos y yanquis.
–    Prohibición de importación de aquellos ele­mentos que se producen internamente y provi­sión por el Estado a precios estables de los in­sumos y maquinarias importadas necesarios para el funcionamiento y desarrollo de la industria nacional.
–    Anulación de todos los pactos y acuerdos militares (de Río de Janeiro, operativos Unitas, misiones militares y extranjeras, etc.), que com­prometen la soberanía popular.
–    Defensa de la soberanía nacional sobre las 200 millas marítimos. Recuperación de las islas Malvinas.
–    Política de defensa de los derechos nacio­nales sobre el Atlántico Sur y la Antártida ar­gentina y los estrechos y pasos marítimos sobre los que el país debe ejercer su soberanía auto­rizando o desautorizando el tráfico de naves de guerra, y monopolio nacional de la explotación petrolera en general y en especial el de la pla­taforma marítima.
–    Desarrollo de la pesca marítima en manos estatales y privadas nacional.
–    Estímulo al desarrollo de una poderosa in­dustria naval en manos estatales y construcción del puerto de aguas profundas.

8) Liquidar definitivamente la inflación
Estipular un valor fijo para el peso en rela­ción con las monedas extranjeras y prohibición a toda circulación interna de moneda extranjera.
Establecer el canje obligatorio, y con plazo determinado, del dinero circulante por un nue­vo billete cuyo valor será estable. Severa apli­cación del principio de no emitir cantidad alguna de papel moneda que no este relacionada con una producción equivalente de bienes.
–    Eliminación del déficit fiscal, aplicando un impuesto de hasta un 5 % del activo a los mo­nopolios imperialistas, a los terratenientes y el gran capital. Evitar la evasión fiscal, con la abolición del secreto comercial y el control de los obreros y empleados. Reducir los impuestos a la pequeña y mediana empresa agraria, in­dustrial y comercial.

9) Saneamiento financiero externo
Severo control de cambios y en el uso de las divisas, en función de los intereses del pueblo y del progreso nacional.
Desconocer la deuda externa contraída por los gobiernos entreguistas con el imperialismo yanqui y los organismos internacionales por él controlados. Moratoria y renegociación del resto de la deuda.

10) Política firmemente antiimperialista y de unidad con el Tercer Mundo
Participación activa junto a los demás países del Tercer Mundo en la defensa de las materias primas y alimenticias.
Firme política de unidad antiimperialista con los pueblos revolucionarios y del Tercer Mundo en particular con los de América Latina, man­comunando esfuerzos con todos los países que enfrentan a las dos superpotencias, EE.UU. y la Unión Soviética.

La unidad de todas las fuerzas patrióticas y populares es clave para frenar la política de entre­ga, hambre y represión de la dictadura videlista. La lucha por imponer una política auténticamente nacional y popular es parte de la lucha por derrocar a esta dictadu­ra, destruyendo el Estado oligárquico-imperia­lista en que se sustenta, para iniciar un camino de verdadera liberación. Muchas veces hemos derrotado a las fuerzas proimperialistas y pro­terratenientes y a los gobiernos que las expre­san, pero también todas las veces han vuelto; para que esta sea la definitiva, la lucha debe dirigirse a garantizar la insurrección popular armada, el argentinazo triunfante, que destruya para siempre el poder de la oligarquía y el imperialismo.