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02 de octubre de 2010

Resolución política sobre las tareas actuales del Partido Comunista Revolucionario

Informe del Comité Central del PCR / 10 de abril de 1969

IEl momento político y social de nuestro país está signado por una sostenida ofensiva de la dictadura de Onganía. Frente a ella no se configuran movimientos de oposición reales, de envergadura nacional. Pero, de tanto en tanto, algún estallido de lucha, en particular luchas obreras, muestran cómo se tensan las contradicciones sociales en nuestro país; ilumina el mar de fondo sobre el cual se realiza el proceso de concentración y centralización monopolista.Los monopolios imperialistas y la oligarquía burguesa terrateniente, dueños de las palancas fundamentales de la economía del país y del poder del Estado, continúan su ofensiva contra la clase obrera y el resto del pueblo, con el objetivo de concentrar y centralizar las finanzas, la producción y el comercio, y obtener el máximo de beneficios posibles a través de la intensificación de la superexplotación de los trabajadores y la opresión monopolista de los campesinos pobres y medios, de las capas medias urbanas.Salarios de hambre, agotadoras jornadas de trabajo, “racionalización” de la producción dejando en la calle a miles de obreros y trabajadores; impuestos agobiantes para los campesinos pobres y medios y para la pequeña burguesía urbana; cada día más y mejores construcciones para los ricos y peores condiciones de vivienda para los pobres; un constante apretar del torniquete limitacionista en la universidad estatal cerrándola cada día más a las capas populares y adaptándola totalmente a las necesidades de los monopolios; acelerado avance de la penetración de los monopolios extranjeros en la economía nacional; falta total de libertades públicas para los trabajadores y el pueblo privados de las libertades sindicales, de palabra, de reunión, de prensa, de asociación y reprimidos a diario por el gobierno de Onganía que es expresión fiel de la dictadura de los monopolios, los terratenientes y el gran capital sobre el pueblo argentino.Aprisionada por las redes que el reformismo tejió durante años, la clase obrera ha estado imposibilitada, hasta ahora, para encabezar la resistencia popular, y menos aún la necesaria contraofensiva, contra la política de la dictadura, en el camino de imponer un gobierno popular revolucionario que, liquidando la dependencia del país al imperialismo, nacionalizando los monopolios e impulsando una profunda revolución agraria, abra el camino ininterrumpido al socialismo y el comunismo.                                                     IIEn la actual coyuntura política, el proceso de concentración monopolista crea problemas a las grandes masas populares, que solo la clase obrera puede enfrentar con soluciones de fondo, creando y hegemonizando una verdadera alternativa revolucionaria de poder. Solo el proletariado puede dar contenido liberador a la lucha antidictatorial y al enfrentamiento a las medidas de concentración monopolista. En el actual momento político, la dictadura procede a forjar situaciones, para acelerar la reorganización de la economía y las instituciones jurídicas y políticas en beneficio de los grandes monopolios y capitalistas, y los terratenientes. Existen contradicciones secundarias entre diversos sectores de las clases dominantes, que provocan diferenciaciones de las mismas sobre aspectos no esenciales del proceso que impulsa la dictadura de Onganía. Pero las clases que controlan las palancas fundamentales de la economía y del Estado -oligarquía burguesa terrateniente, monopolistas extranjeros y nacionales- ven satisfechas con el gobierno de Onganía lo esencial de sus aspiraciones actuales. La burguesía no ligada a los terratenientes y monopolios, es absolutamente incapaz de enfrentar seriamente a la dictadura de Onganía y a lo que ella representa; solo el proletariado puede ir a fondo en la lucha contra la dictadura y acaudillar contra ella a las capas medias de la ciudad y el campo.Nuestra táctica antidictatorial está firmemente ensamblada con nuestra estrategia liberadora y socialista. Nuestro Partido cuestiona con una perspectiva liberadora y socialista el conjunto del proceso de concentración monopolista, cuestionando así la esencia de la dictadura de Onganía, y todo nuestro trabajo entre las masas obreras y populares debe procurar romper los lazos políticos e ideológicos, que atan a la clase obrera y al pueblo al sistema, utilizando cada conflicto y cada reivindicación, y esencialmente la lucha política, para crear la conciencia socialista del proletariado y aglutinar en torno suyo a las otras capas populares en una perspectiva liberadora fortaleciendo continuamente el Estado Mayor político-militar de la clase obrera para su lucha por el poder: el Partido.                                  IIILas condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera empeoran constantemente, dado que para subsistir o satisfacer las necesidades actuales, debe encadenarse cada día más al yugo de la explotación capitalista. La lucha económica de la clase obrera por sus reivindicaciones inmediatas, contra la explotación capitalista, la lucha ideológica contra la burguesía y su expresión en el movimiento obrero, el reformismo y el nacionalismo burgués, y la lucha política por el poder, se entrelazan íntimamente. Hoy la lucha por el salario presupone el combate a fondo contra el reformismo y el enfrentamiento político contra el gobierno de los monopolios y el gran capital.Lo mismo sucede con la lucha contra la “racionalización”. Esta es impulsada por los monopolios acuciados por la necesidad de reducir los costos ante una competencia feroz incrementada por la revolución científico-técnica y por la lucha por el mercado. Cada avance en la producción apareja en este régimen superexplotación y miles de obreros en la calle. Al capitalismo no le preocupa la suerte de los obreros, sino cómo extraer más plusvalía de ellos. Es la causa del actual conflicto de Fabril, que por eso, no tiene salida para los obreros afectados en el marco de la lucha de una comisión interna contra la empresa, sino que requiere una lucha unida de todo el gremio y el conjunto de la clase obrera contraponiendo soluciones concretas, desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores, a la “racionalización” capitalista. Soluciones que no tiendan a integrar a la clase obrera en el régimen de los monopolios, que no tiendan a que aquella actúe como correctora de éste, sino que apunte, a través de cada lucha, a obtener conquistas parciales que se integren en un combate general por hacer conciencia en el proletariado de la necesidad de organizarse para destruir el régimen e instaurar el régimen social que puede combinar el proceso técnico y científico con el progreso social: el socialismo y el comunismo.Las luchas contra la “racionalización” confirman la crisis de las direcciones reformistas para dirigirlas frente a la dictadura de Onganía y para darles una perspectiva liberadora.El proletariado es el principal afectado por la política de Onganía y los monopolios. La lucha contra éstos puede también acaudillar a los campesinos pobres y medios, a masas estudiantiles y de capas medias y urbanas, a un numeroso sector de la intelectualidad. El reformismo y el nacionalismo burgués, que predominan en la mayoría de la clase obrera, le imposibilitan a ésta jugar ese papel dirigente en nuestro país. El reformismo y el nacionalismo burgués estarán superados, como trabas fundamentales para la lucha política de la clase obrera por el poder, cuando la clase obrera tenga conciencia de su rol de clase dirigente y lo practique. La “racionalización” actual en numerosas empresas y la concentración monopolista de la producción, las finanzas y el comercio, apareja sufrimientos enormes a la clase obrera. Al mismo tiempo, al supeditar cada día más el país a la supremacía de las metrópolis imperialistas, acentúa con cada progreso en la producción o en los servicios, la dependencia del país al imperialismo; con cada inversión -como ha sucedido en la siderurgia, la petroquímica, el petróleo, la energía, la química básica, la industria automotriz, el tabaco- aumentan los lazos que atan la economía del país al imperialismo, se refuerza su carácter de país dependiente. Esto da vigencia actual al pensamiento de Lenin desechado o ignorado por los revisionistas y los trotsquistas, que luego de demostrar que la esencia del imperialismo es la distinción entre naciones opresoras y oprimidas indicó que si entre éstas hay colonias, semicolonias y países dependientes, Argentina era el modelo del país dependiente. Ayer de Inglaterra. Hoy de los yanquis y de otras metrópolis imperialistas.También la lucha contra la desocupación, por la defensa de las fuentes de trabajo, requiere ser encarada con esa perspectiva política. Onganía en su discurso del 28 de marzo planteó la situación “crónica” de las actividades azucareras, tabacaleras, del quebracho. Se olvidó de otras también en crisis o próximas a estarlo, y, claro está, no señaló que la dramática situación de los obreros y campesinos de esas zonas está originada en los problemas causados por la dependencia de la economía nacional al imperialismo. Mientras tanto Cuba se propone producir el doble de azúcar para 1970 -partiendo del hecho de que las necesidades mundiales de ese y otros productos alimenticios no deja de crecer-, preparando, al mismo tiempo, las condiciones de desarrollo industrial que permitirán, al mecanizar progresivamente el corte de caña, absorber la mano de obra ocupada hoy en los cultivos azucareros mejorando simultáneamente sus condiciones de vida y trabajo. Aquí, los monopolios y su gobierno primero cierran ingenios y luego, si la agitación es grande, organizan actividades caritativas como el llamado “operativo Tucumán” para distraer la atención de los obreros y campesinos afectados por la desocupación y la crisis. No hay solución al problema del azúcar, el tabaco, el quebracho, la yerba mate, el algodón, la vid, la lana, que no sea la de las nacionalizaciones y una reforma agraria profunda que defienda, transforme y modernice las fuentes de trabajo, asegurando siempre el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de los obreros y campesinos pobres. Esto solo será posible con un gobierno popular revolucionario que, hegemonizado por la clase obrera, defienda los intereses de los obreros y campesinos de esas actividades de crisis “crónica”, en vez de defender, como el gobierno de Onganía, a los monopolios, a los terratenientes, a los capitalistas y especuladores culpables precisamente de la crisis de las mismas.Es con esa perspectiva liberadora y socialista, tendiente a crear una alternativa revolucionaria de poder dirigida por la clase obrera, que nuestro Partido debe, de aquí al Congreso, encabezar las luchas de la clase obrera por un salario vital y móvil con ocho horas de trabajo y contra la superexplotación y desocupación.La actual organización sindical, cada vez más integrada al Estado de las clases dominantes, a través del descuento obligatorio de la cuota sindical, del control estatal y patronal y de la liquidación de los derechos sindicales, encuadrada cada vez más en el “legalismo” del régimen, es un instrumento incapaz de servir hoy, en su estado actual, como instrumento eficaz para esa lucha. La dictadura se propone completar ese proceso “reunificando” al movimiento obrero con una CGT participacionista. No se trata de abandonar el trabajo en los sindicatos. Se trata de desarrollar una poderosa corriente clasista en el movimiento obrero, y, para ello, se requiere romper esos mecanismos que atan a la clase obrera al régimen de explotación capitalista y al Estado de este régimen, lo que impone, en las actuales condiciones, centrar nuestro trabajo en las empresas y gremios en la creación de agrupaciones sindicales clasistas clandestinas o comisiones clandestinas de lucha que, en el proceso, arranquen al aparato sindical “legal” dominado por los agentes de los monopolios y la burguesía, y a los dirigentes reformistas, la dirección efectiva de los trabajadores. Esto no se contrapone a la realización de alianzas más amplias que hoy tienen como objetivo inmediato, en torno a la lucha por los puntos reivindicativos mencionados y a la solidaridad con los gremios en lucha, el combate contra la reunificación sindical impulsada por los dirigentes traidores, la patronal y el Estado. En torno a este objetivo es posible nuclear un frente de oposición relativamente importante.Luego de la huelga petrolera se han producido las huelgas y luchas de Fabril, Citröen, automotor, bancarios, empleados públicos y, especialmente, una reactivación de las luchas del proletariado azucarero.En general las mismas han sido estallidos, que pese al lastre del reformismo y a la incipiencia de la vanguardia política de la clase obrera, confirman nuestra apreciación sobre la existencia en las masas de un polvorín potencial determinado por la agudización de las contradicciones sociales que produce la concentración monopolista y la creciente dependencia al imperialismo, y han mostrado, también, la búsqueda en sectores considerables de los trabajadores de nuevas formas de luchas aptas para enfrentar y derrotar a la patronal y su sirviente: la dictadura de Onganía. Estas luchas han mostrado también que nuestro Partido no estaba ni política ni orgánicamente preparado para accionar apoyándose en ellas y elevarlas al plano político y a la acción directa, no “legal”, contra la dictadura y el régimen. La preparación del Congreso del Partido no debe ser obstáculo para que nuestras organizaciones se adecuen para actuar efectivamente en torno de las luchas de la clase obrera que, con seguridad, se incrementarán en el futuro. IVLa dictadura prosigue aplicando su plan de erradicación de villas de emergencia, el plan de las llamadas “viviendas transitorias” que no son más que “villas de emergencia transitorias”. Aquí, también la dictadura tiene dos caras: una, con la que realiza las razzias, incendia viviendas, desaloja villas dejando en el desamparo absoluto a sus habitantes, etc.; otra, la “buena”, con la que ofrece “solucionar” el problema de la vivienda a los habitantes de las villas (aproximadamente 800.000 solo en el Gran Buenos Aires), pese a que la dictadura sabe que esta solución es imposible bajo este régimen. El objetivo del llamado “plan de erradicación” de las villas es político. Se trata de alojar y aislar los posibles focos de rebelión popular situados, algunos con decenas de miles de habitantes, a minutos de la Casa Rosada y del estratégico centro de la Capital Federal. Se trata de crear aquí las “aldeas estratégicas” que han creado los yanquis en Vietnam, con el mismo sistema de vigilancia político y militar con su “director del núcleo habitacional transitorio” y “jefes de sectores”, que garanticen aquel objetivo estratégico de las clases dominantes.Nuestro Partido debe fortalecer seriamente su trabajo en las villas de emergencia destinando más cuadros y tratando de asentar y consolidar organizaciones del Partido en ellas. Nuestro Partido levanta la consigna “por una Argentina liberada y sin villas”, y en los próximos meses nuestra labor en este frente debe tener como eje fundamental la lucha contra el plan de “villas transitorias” de la dictadura, levantando también las luchas de las reivindicaciones de cada villa. Esto exige se promuevan reuniones y asambleas parciales en cada villa, por sectores de cada una de ellas, en donde se debatan estos problemas y la política de la dictadura, y se elijan delegados de sector que integren organizaciones de lucha que transformen las actuales organizaciones existentes o les arranquen, si son oficialistas o es imposible su transformación en organismos de lucha, la dirección efectiva de las masas, lo que requiere un arduo trabajo de elevación de la conciencia política de las masas de las villas. Todo este trabajo debe confluir en marchas y manifestaciones de lucha de los habitantes de las villas contra el plan de “villas provisorias” y contra la dictadura.La organización de la violencia de las masas y la realización de acciones directas, violentas, que enfrenten o castiguen la violencia de las clases dominantes es de importancia trascendente en nuestro trabajo en este frente.                                           VEn la universidad, se observan signos de reactivación de la lucha estudiantil de resistencia, como lo evidencian las luchas de Tucumán y U.T.N. de Buenos Aires contra los ingresos, y la de los estudiantes rosarinos contra la represión policial y el cierre de los locales de los Centros. Estos signos expresan una respuesta, aun primaria y aislada, a la agudización de las contradicciones que genera la dictadura al acelerar la transformación de la universidad en una pieza del engranaje monopolista, a través de su reestructuración tecnocrática y empresarial, caracterizada por el verticalismo y las trabas para que estudien en ella los sectores empobrecidos de las capas medias. Para enfrentar a la dictadura en este terreno, es preciso un viraje radical de nuestra política universitaria. En primer lugar superar, romper, una vieja desviación de la política de los comunistas consistente en rebajar y diluir el perfil de la línea del Partido tras las organizaciones de masas o de tendencia en la universidad.Los comunistas universitarios no son un agrupamiento tendencial más de la universidad, sino un destacamento del partido del proletariado en el seno del movimiento universitario. Su labor como comunistas no es solo la ideología y propagandística general. Deben además insertarse, con una estrategia y una táctica específica, en la lucha universitaria, actuando no solo como vanguardia en general, sino como vanguardia en concreto hacia los estudiantes, en sus organizaciones representativas y las luchas de la universidad.En segundo lugar es preciso un viraje de línea, es decir, que nuestra estrategia y nuestra táctica universitaria tengan por base, partiendo de elaborar las contradicciones esenciales inherentes a la universidad del régimen de los monopolios y la oligarquía burguesa terrateniente, elevar a los estudiantes a la comprensión de que la resolución de las contradicciones que los afectan implica la destrucción del actual régimen económico-social. Ello exige combatir la concepción de la lucha universitaria que deriva la táctica y las consignas a partir de las luchas de resistencia, concepción que tiene por base la idea espontaneísta de creer que la lucha económica, en la medida en que recrudezca y se agudice, se transformará en lucha política, por la mecánica misma de la práctica de masas. Nuestra táctica, en cambio, integrando y estimulando las luchas de resistencia por las reivindicaciones específicas debe tender a golpear el corazón mismo del régimen, para lo cual las consignas, partiendo de determinar con la mayor exactitud el nivel de conciencia de las masas, deben servir para que éstas visualicen los objetivos estratégicos.Esto significa hoy desatar una lucha nacional dirigida a romper el esquema de reestructuración universitaria de la dictadura (cuyos pilares básicos son la supeditación de la universidad a los intereses de la empresa monopolista, la alineación ideológica, el verticalismo, los aranceles, la limitación y la represión policial) levantando la alternativa de la universidad popular, científica y democrática del pueblo liberado, reivindicando el protagonismo estudiantil y marchando a desarrollar, y saliendo del libreto de la dictadura, embriones de cuestionamiento global de la actual universidad, formas de expresión orgánica de un protagonismo universitario paralelo a las formas de consenso del régimen y enfrentadas a él. Para ello, en esta etapa del proceso argentino, la violencia organizada, tanto en lo atinente a la lucha contra la presencia policial en la universidad (creando comandos antirrepresivos) y a la autodefensa de las masas, como en lo que hace a contribuir a deteriorar y debilitar el aparato estatal (del cual la universidad configura hoy un eslabón débil por la presencia contradictoria en su seno del movimiento estudiantil) pasa a constituirse en un elemento decisivo de nuestra táctica universitaria.La situación política general de la universidad muestra para 1969 dos hechos centrales: el plan de reestructuración universitaria de la dictadura y la realización del IX Congreso de la FUA. Este Congreso será un momento en el que confluirá la polémica que se da en la universidad sobre la estrategia revolucionaria en la lucha contra la dictadura y su expresión en la universidad, polémica que los comunistas revolucionarios debemos llevar a las masas y que presidirá el debate sobre las tareas del movimiento estudiantil en la hora actual.La reestructuración global proyectada por la Ley Orgánica de Educación, apunta a ajustar todos los niveles educacionales en función del proceso de concentración monopolista. A nivel de la enseñanza secundaria se observa progresivamente la puesta en marcha de múltiples convenios entre las escuelas técnicas (que tienen el porcentaje mayor de alumnos en la escuela media) y las grandes empresas monopolistas (Esso, Shell, Olivetti, Ford, etc.) a fin de producir, a bajo costo, técnicos (capataces “baratos” o simples asalariados) conforme al plan combinado de perfeccionamiento científico-técnico para la superexplotación de los trabajadores. Potenciales condiciones de lucha se abren ante las medidas limitacionistas y antidemocráticas (exámenes cuatrimestrales, supresión del turno de diciembre, decreto “mordaza” Jorge de la Torre, etc.) en una batalla que unificándose al combate universitario debe golpear junto a docentes y profesores, al plan educacional reaccionario y su Ley Orgánica en perspectiva, apuntalando en la lucha los lazos objetivos que ligan a la mayoría estudiantil con la clase obrera en su perspectiva liberadora y socialista.                                                     VIEl Partido impulsará el trabajo en los otros sectores populares en los que trabajamos o debemos trabajar, obreros rurales y campesinos pobres y medios, intelectuales, profesionales. Es muy importante para nuestro Partido el valorar acertadamente la crisis que sufre la Iglesia Católica argentina, que es expresión de la crisis mundial del capitalismo y crea nuevas posibilidades para incorporar a la lucha revolucionaria a extensos sectores sociales de nuestro país. La crisis se ha manifestado por un poderoso movimiento de rebeldía a la anquilosada jerarquía dirigente de la Iglesia argentina. El movimiento rebelde es heterogéneo. Se perfila en él una corriente que procura “adecuar” la Iglesia a la actual situación de luchas crecientes antiimperialistas y antimonopolistas, y a los profundos cambios sociales ocurridos en las últimas décadas, para desviar esas luchas, para amortiguarlas e impedir que cuestionen al régimen en su conjunto y, al mismo tiempo, para impedir que la clase obrera se apropie de su verdadera ideología de clase: el marxismo-leninismo. Y se perfila otra corriente con fuerza en los sectores del clero más ligados al pueblo, que tiende a integrar el actual movimiento de rebeldía en marcos revolucionarios.Nuestra independencia política y nuestra polémica ideológica con ese movimiento católico, debe servir a la defensa del marxismo-leninismo para fortalecer la unidad de acción con los sectores del mismo, que se lanzan a la lucha contra el imperialismo y la oligarquía burguesa terrateniente.En los meses próximos se prepara la Asamblea Constitutiva del Movimiento de Acción Revolucionaria, expresión orgánica de un trabajo de unidad de fuerzas revolucionarias que nuestro Partido encaró junto a otros sectores, casi desde su origen. El MAR es el germen de un movimiento de fuerzas revolucionarias que puede crear, en la política argentina, un polo de izquierda potencialmente poderoso. Dirigentes sindicales, políticos y estudiantiles, sectores peronistas, socialistas, católicos, independientes, nacionalistas, han confluido allí, junto a nuestro Partido, en torno a un programa de liberación social y nacional, a un rechazo de las opciones burguesas y de “recambio” y a la necesidad de la vía armada para conquistar un poder revolucionario. El Partido debe prestar, de aquí al Congreso, todo su apoyo al desarrollo y fortalecimiento de este movimiento.                                                     VIIAnte nuestro Partido y todas las fuerzas revolucionarias, se plantean en lo inmediato tareas políticas de urgente concreción entre las que mencionamos:. La solidaridad con la lucha del pueblo vietnamita y con la lucha liberadora de la clase obrera mundial y los pueblos de Asia, Africa y América Latina.. El repudio masivo a la “visita” que hará al país el representante de los monopolios yanquis Nelson Rockefeller. El grito de ¡Fuera Rockefeller!, ¡Abajo los monopolios! debe estremecer al país y a América Latina como el grito de ¡Fuera Nixon! conmovió hace pocas semanas a Europa.. Decenas de presos políticos llenan las cárceles del país. Condenados a prisión perpetua (los heroicos guerrilleros Jouvet y Méndez), a penas de prisión de uno a diez años (como los jóvenes obreros condenados por su actividad durante la huelga general de marzo de 1967), procesados como los de Taco Ralo y Jujuy o por la Ley Anticomunista de la dictadura, exigen todos ellos, de nuestro Partido, una inmensa lucha y labor solidaria para arrancarlos de las cárceles de la dictadura.. Ante la próxima conmemoración del 1º de Mayo debemos reivindicar ante la clase obrera su carácter de jornada internacional de lucha del proletariado. Debe permitirnos realizar una amplia labor de agitación y propaganda en las grandes empresas de concentración obrera sobre los fines y posiciones de nuestro Partido. Los comités zonales del Partido y el Comité Nacional deben comenzar a preparar ya las actividades zonales y centrales del Partido para ese día.. Tanto la proyectada visita de Rockefeller, como la conmemoración del 1º de Mayo, deben servirnos para incrementar la agitación callejera del Partido, especialmente las pintadas que difundan nuestro nuevo nombre.. Cada célula del Partido debe elaborar una política concreta que oriente su acción política entre las masas en los próximos meses.

. Tarea de tareas debe ser la de fortalecer a nuestro Partido. La preparación del Congreso debe ayudar a ello. Es parte fundamental de ello. Pero no exclusiva. Mejorar nuestra organización, nuestra prensa y propaganda y su difusión, garantizar finanzas estables, son tareas permanentes del Partido. En definitiva, todas las tareas que encaramos se miden en cuanto a sus resultados, por el fortalecimiento político, orgánico e ideológico del Partido. Y requiere mención especial la necesidad de superar el retraso en la preparación militar del Partido, tarea revolucionaria que no espera, que debe realizarse permanentemente para que el Partido pueda jugar el rol de Estado Mayor de la clase obrera que queremos juegue en la revolución argentina.