Noticias

23 de julio de 2014

Durante la visita del presidente de China Xi Jinping se suscribieron una veintena de acuerdos, y una declaración conjunta donde se eleva el vínculo bilateral a “asociación estratégica integral”, un estatus que China sólo tenía en América latina con Brasil, México y Perú, y supone una mayor atadura con esa nueva potencia imperialista.

Los acuerdos con China

Con el formato jurídico de Chevron

“Lo que hoy hemos firmado es la continuación y la perseverancia también, que inició el presidente Kirchner, en el año 2004, con el entonces presidente Hu Jintao, cuando firmaron el Acuerdo Estratégico, y que hoy usted y yo estamos profundizando, porque ya no es solamente un acuerdo estratégico, es un Acuerdo Estratégico Integral, que contempla prácticamente todas las ramas de la economía, de la cultura, de la infraestructura, del comercio, en fin todo lo que vincula a los pueblos”, dijo la presidenta Cristina Fernández en la Cena en honor del presidente de China, el viernes 18 de julio: http://www.presidencia.gov.ar/discursos).
Los mandatarios firmaron veinte convenios que implicarán inversiones chinas por 7.500 millones de dólares en represas hidroeléctricas y en infraestructura ferroviaria en nuestro país. Además, suscribieron una operación de pase de monedas o swap entre el Banco Popular Chino y el Banco Central de la República Argentina, equivalente a 11.000 millones de dólares.
En realidad, más que inversiones lo principal de esos acuerdos son créditos para importar máquinas y equipos de China, lo mismo que trenes y material ferroviario, asegurándose con ello su participación en esos proyectos estratégicos. Más de la mitad de esos 7.500 millones son 4.714 millones de financiación por el banco chino ICBC para las compras de las maquinarias y equipos para las represas hidroeléctricas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner, en la provincia de Santa Cruz. Y la mayor parte del resto, 2.099 millones de dólares son para financiar la renovación del Ferrocarril Belgrano Cargas, con una contraparte de 370 millones de dólares por el Tesoro nacional. Esta renovación consistirá en 1.500 kilómetros de vías nuevas, 100 locomotoras, 3.000 vagones, e insumos chinos para la reconstrucción de 2.000 vagones.
A estos acuerdos de estratégica importancia en la relación con China se suma el de financiación del equipamiento y participación en el proyecto de la cuarta central nuclear eléctrica en el país, Atucha III, de 700 megavatios, de agua pesada y uranio natural (ver nota en página 3). Otros acuerdos firmados fueron de cooperación entre la Comisión de Comunicaciones y su par china, un proyecto de acceso de banda ancha nacional, colaboración entre YPF y la Corporación del Banco de Desarrollo de China y un compromiso entre la provincia de Entre Ríos y la Corporación Estatal China para proyectos de riego y la construcción de tubos de presión de agua pesada, entre otros.
Lo más grave de todos esto, de lo que no se habla, son los anexos de los convenios bilaterales en los que el gobierno kirchnerista cede la soberanía jurídica, pues en ellos se establece que las obligaciones estarán regidas por el derecho y los tribunales de Inglaterra. También se dispone que los eventuales arbitrajes tengan sede en la Cámara de Comercio Internacional, con sede en París. Es decir con el mismo entreguismo de los canjes de deuda de Cavallo (con Menem y De la Rúa) y los propios de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de 2005 y 2010. 
Claro que ahora la jurisdicción no es Nueva York sino Londres, como si los ingleses fueran “imperialistas mejores”, al igual que los franceses para los arbitrajes, repitiéndose asíel mismo formato jurídico de las cláusulas secretas del acuerdo con la imperialista norteamericana Chevron, también sin que siquiera tome conocimiento el Congreso Nacional.
Además se suscribió una nueva operación de pase de monedas (“swap”, en inglés) entre el Banco Popular de China y el Banco Central de la República Argentina, de pesos por yuanes equivalente a 11.000 millones de dólares, que requirió una ley especial de inmunidad por parte de China para evitar embargos como los de los “fondos buitres”. 
Si bien este “pase” se presenta como un acuerdo para el reforzamiento de las reservas, eso no podría ser así mientras el yuan sea inconvertible al dólar u otras monedas de reserva. Podría servir para facilitar las mayores importaciones desde China, aliviando los requerimientos de dólares por el déficit comercial, aunque si China utiliza los pesos para pagar lo que nos compra, se disminuiría la cantidad de dólares que podría entrar al país por esas ventas (ver “El nuevo cuento chino”, en hoy, número 1527).
 
El pez por la boca muere
En su disputa con el imperialismo de Estados Unidos y demás viejos imperialismos por un nuevo reparto del mundo, los imperialistas de Rusia y de China avanzan en sacar tajadas en América Latina, y dentro de eso de Argentina, como lo hemos podido ver estos días con las visitas de Putin y de Xi Jinping. La presidenta Cristina Fernández afirmó en el banquete que ofreció a este último: “es hora de valor esta magnífica oportunidad, que tenemos en este mundo que vuelve a ser multipolar. Y vuelve a ser multipolar –y no es porque esté usted presente– en gran medida por el surgimiento de economías como la china, que permiten alternativas frente a un mundo que se creía agotado en un tipo de vinculación comercial. Ustedes han planteado otra realidad y otro mundo, y me atrevería a decir que en muy poco tiempo, si no es ya, van a ser la primera economía del mundo, que exhiben, además, con la República Argentina un gran grado de complementariedad”.
Es cierto que el mundo “vuelve a ser multipolar” y eso podría ser aprovechado por los pueblos y naciones oprimidas en la lucha por su liberación. Pero esa no es la conclusión que saca la presidenta en su condición de exponente de sectores de la gran burguesía intermediaria argentina, que no se plantea romper con el latifundio y la dependencia sino “alternativas frente a un mundo que se creía agotado en un tipo de vinculación comercial”. Es decir, que busca reflotar ese mundo dominado por los imperialistas que “creía agotado”, con las nuevas relaciones con los imperialistas de Rusia, y en particular de China, con la que –en su concepción de burguesía intermediaria– la Argentina tiene “un gran grado de complementariedad”.
Una “complementariedad” semejante a la que a fines del siglo XIX nos impuso la vieja oligarquía con el imperialismo inglés: “granos por trenes”. Porque para esta nueva oligarquía de la Argentina latifundista y dependiente no habría otra que “atarse” a este nuevo imperialismo. Así lo dijo la Presidenta al máximo jerarca de China: “Hoy usted mencionaba que los usuarios, los argentinos, usan los confortables trenes que hemos adquirido, recientemente, en la República Popular China y tiene usted razón, allá por el año 49 los fabricábamos nosotros. Estos avatares (¿?) nos impidieron seguir con este desarrollo, pero hoy no es hora de lamentar lo que no hemos hecho (¿y la “década ganada”?), es hora de valorar esta magnífica oportunidad, que tenemos en este mundo que vuelve a ser multipolar”.
Pensar que los nuevos imperialismos de China y de Rusia vienen a ayudar al país a liberarse de los viejos imperialismos, en nuestro caso en particular de los Estados Unidos e Inglaterra, es algo que va contra la lógica de unos y de otros: su disputa es por quien se queda por la mayor tajada, para explotarnos y oprimirnos más. La vieja consigna de los patriotas de Mayo en 1810 es hoy más vigente que nunca: Ni amo viejo, ni amo nuevo.