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22 de marzo de 2017

Se cumplen 41 años del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que derrocó al gobierno constitucional de Isabel Perón e inauguró la etapa de terror fascista más sangrienta del siglo 20. Es una de las heridas abiertas de pueblo y nuestra patria. 41 años después, seguimos peleando por memoria, por verdad y por justicia.

 

El golpe de Estado genocida de 1976

Cómo y quiénes instauraron la dictadura

 
El gobierno macrista, como parte de su ofensiva reaccionaria en su política de hambre y entrega, se mete en el debate de balance, tratando de reinstalar la “teoría de los dos demonios”, es decir que acá hubo una “guerra sucia” entre militares y “subversivos”. Junto con esto, niega que los desaparecidos sean 30 mil. 

 
El gobierno macrista, como parte de su ofensiva reaccionaria en su política de hambre y entrega, se mete en el debate de balance, tratando de reinstalar la “teoría de los dos demonios”, es decir que acá hubo una “guerra sucia” entre militares y “subversivos”. Junto con esto, niega que los desaparecidos sean 30 mil. 
Desde el mismo momento del golpe, incluso antes, se puso en discusión su objetivo. Luego de que la lucha popular arrinconara a la dictadura y lograra su retirada condicionada en 1983, se abrió el debate sobre el balance, en el que cada clase y sector buscó y busca imponer el suyo. Por eso conviene repasar qué pasaba en la Argentina y en el mundo en esos años, y por qué hubo un golpe de Estado.
 
El mundo en 1976
Hace 41 años el mundo era distinto. Frente al imperialismo yanqui había surgido otra superpotencia: la Unión Soviética, donde pese a su nombre, “desde 1956 han enterrado las banderas de Lenin y el proletariado para restaurar el capitalismo”, como denunció el líder de los mecánicos cordobeses secuestrado el mismo día del golpe, René Salamanca. 
Este es un punto central de una polémica que continúa hasta hoy. Desde distintos sectores de las clases dominantes y también partidos de izquierda, han negado esta característica de la URSS transformada en un país imperialista, lo que impide comprender cómo grandes terratenientes, banqueros, grupos monopólicos, sectores políticos y altos jefes militares de nuestro país que formaron parte del frente reaccionario golpista, empezando por el mismísimo Videla, vincularon sus intereses a los de esa superpotencia, durante los preparativos del golpe y luego en la dictadura.
Los yanquis, en los primeros años de la década del 70, venían siendo derrotados por el heroico pueblo vietnamita. China desplegaba la Revolución Cultural Proletaria. Un poderoso movimiento de “países no alineados” o del Tercer Mundo se desarrollaba con distintos grados de disputa con las potencias imperialistas. Los imperialismos europeos pugnaban por mantener sus garras clavadas desde hace décadas en los países dependientes como el nuestro.
 
La carrera golpista
Perón, luego de 18 años de exilio, en septiembre de 1973 gana las elecciones. Fallece el 1 de julio de 1974. A partir de entonces se desata la carrera golpista que culminaría el 24 de marzo de 1976. La Argentina estaba conmovida por grandes puebladas que venían desde fines de los 60, que resquebrajaron la dictadura de entonces, y fortalecieron la recuperación de cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos, por el clasismo revolucionario. En este proceso de auge, también se desarrollaron agrupaciones armadas que, con la visión de la pequeña burguesía radicalizada, ya con Perón en el gobierno, lo ubicaron como enemigo principal, al igual que lo hicieron luego con el gobierno de Isabel Perón.
El de Perón era un gobierno de burguesía nacional, con una política internacional tercermundista, débil y heterogéneo. Tenía en su seno sectores de derecha reaccionaria, como el de López Rega (designado ministro de Bienestar Social en el gobierno de Cámpora, hasta que debió renunciar a mediados de 1975). Desde este Ministerio, en vida de Perón, se creó la “Triple A” para la represión parapolicial “antisubversiva”. La presencia de estos sectores de derecha en el gobierno de Perón y en el de Isabel, junto a la actividad golpista de una gran parte de los dirigentes políticos y sindicales, facilitaron la división y el aislamiento del movimiento obrero y popular. 
La lucha antigolpista
Con sus errores y debilidades, una parte del peronismo, como Isabel, resistió a los planes golpistas, y tomaron medidas contra empresas yanquis en la Argentina, como la expropiación de la ITT y la Standard Oil.
Nuestro Partido Comunista Revolucionario, en 1974 estaba en su sexto año de vida, y era débil. Nuestro Partido caracterizó, ya a fines de ese año, que la divisoria principal de la política argentina era: golpe-antigolpe. Como decimos en nuestro Programa: “Pugnando por unir a todas las fuerzas patrióticas y democráticas para enfrentar el golpe de Estado, nuestro Partido, luchando por las libertades democráticas y demás reivindicaciones obreras y populares, tuvo una propuesta de gobierno de frente único antigolpista, una plataforma de emergencia y la consigna de armar al pueblo para enfrentar y derrotar el golpe.
“Desde la posición antigolpista, nuestro Partido realizó un intenso trabajo para que el proletariado se colocara en el centro de la lucha contra el golpe, evitando la falsa opción de luchar por sus reivindicaciones y ser usados por los golpistas o no luchar y defender incondicionalmente a un gobierno cuya política no los satisfacía plenamente”. En este período de lucha antigolpista, reconocido hasta por el hoy Papa Francisco, “nuestro Partido forjó, con sus detenidos y mártires en esa lucha, lazos de sangre con los peronistas y otros sectores patrióticos” (ver contratapa).
 Esta lucha antigolpista se dio de la mano de la defensa de los intereses de los trabajadores y el pueblo, como se evidenció en históricas asambleas fabriles. También se dio la batalla en universidades, colegios, barrios, organizaciones agrarias, profesionales, actos, etc. La pelea era por ubicar al enemigo principal del pueblo y de la patria en ese momento histórico, y se dio en medio de una intensa polémica con otros sectores clasistas que, partiendo de considerar a la URSS “amiga de los pueblos” terminaron siendo instrumentados y funcionales a los planes golpistas. 
La batalla antigolpista llegó hasta el mismo 24 de marzo, cuando se desarrollaron paros y tomas de fábrica en Santa Isabel (Córdoba), ferroviarios de Rosario, rurales de Igarzábal y en varias otras empresas y gremios. Esta posición antigolpista nos permitió tener una línea de unidad patriótica contra la dictadura desde el primer momento. Basta leer las cartas a los trabajadores de nuestro camarada René Salamanca para ver cómo nuestro Partido estaba claro que “El golpe, sea prorruso o proyanqui, tiene un solo camino para la Argentina: superexplotación popular, dictadura terrorista, entrega de la riqueza nacional y más hambre para los sectores populares” (ver página 15).
 
Golpe y dictadura
El golpe de 1976 fue empujado por un amplio frente de sectores de clases dominantes aliados a distintos imperialismos. Destacaban los proyanquis y prorusos, pero también empujaron el golpe todos los otros imperialistas, así como terratenientes y sectores burgueses ansiosos de “orden”: “aterrorizados por el peso de los cuerpos de delegados y comisiones internas, a los que llamaban ‘soviets’ de fábrica, y por el auge del terrorismo de derecha y de ‘izquierda’; y estaban ilusionados en el comercio con la URSS, que había sido el principal cliente de nuestras exportaciones en 1975. También existía una poderosa corriente golpista en el campesinado medio y en la pequeñoburguesía urbana, corriente que crecía por la impotencia de la política reformista del peronismo para aliar a esos sectores contra el golpe. Así fue posible el triunfo del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976” (Programa del PCR).
 Los distintos sectores de la dictadura “coincidían en ahogar el proceso de masas abierto en 1969 y terminar con el gobierno peronista, para llevar adelante un plan de hambre y superexplotación de la clase obrera y el pueblo en beneficio de los terratenientes e imperialistas”. Baste recordar que la participación de los trabajadores en el Producto Industrial Bruto pasó del 44,7% en 1974 al 27,8% en 1976. De la mano del terror vino la entrega. 
 Lo que marcó una gran diferencia con otras dictaduras latinoamericanas contemporáneas como la de Pinochet en Chile, fue que en la dictadura videlista hegemonizaron sectores prorusos, en medio de una aguda disputa entre distintos sectores de burguesía intermediaria, particularmente con los proyanquis. Hay gran cantidad de medidas en lo económico, en lo diplomático y lo militar que muestran esta hegemonía y esta disputa, desde la ratificación por Videla del contrato con Aluar y los convenios con la URSS, hasta la ruptura del embargo cerealero a esta potencia, aplicada e impulsada por Estados Unidos en 1980. Este alineamiento está atrás de la postura belicista de la dictadura argentina en el conflicto con Chile por el canal de Beagle. Los yanquis obtuvieron grandes tajadas recuperando las empresas expropiadas, y ampliando la intervención del FMI, profundizando nuestra dependencia con una creciente deuda externa.
 Destacamos cuestiones que son las que deliberadamente ocultan y deforman, hasta el día de hoy, sectores de las clases dominantes y organizaciones políticas que pretenden falsear la realidad histórica. Algunos lo hacen porque hoy buscan apoyarse o entregarse a las potencias rivales a los yanquis, al que consideran “el imperio”, como si Rusia, China, u otros imperialismos fueran a ayudar al pueblo argentino en su larga lucha por la liberación de sus opresores. Otros, porque quieren una mentirosa “vuelta de página” que garantice impunidad a los represores de ayer y de hoy.