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07 de diciembre de 2016

El gobierno nacional prepara un proyecto de ley con el propósito de endurecer la política migratoria. Esto supone la modificación de la reglamentación de la Ley de Migraciones. 

El gobierno discrimina

Nuevo proyecto de ley de migraciones

 
En consonancia con los aires fascistoides que se levantan contra los inmigrantes en Estados Unidos y Europa, con la excusa de combatir el delito, el presidente Macri empuja un proyecto hacia el cambio de la política migratoria en nuestro país. 

 
En consonancia con los aires fascistoides que se levantan contra los inmigrantes en Estados Unidos y Europa, con la excusa de combatir el delito, el presidente Macri empuja un proyecto hacia el cambio de la política migratoria en nuestro país. 
La ola de restricción migratoria no viene solo del lado del oficialismo. Ya Jorge Lanata en sus programa Periodismo para todos venía cuestionando la política migratoria –con blanco en “colombianos que vienen a estudiar a nuestro país”–, y más tarde Miguel Pichetto (FPV) se refirió a “la ingenuidad” de nuestro país que “siempre funcionó como ajuste social y delictivo de Bolivia y Perú”. Pasto para este gobierno para avanzar en su política xenófoba.
Funcionarios cercanos al gobierno dijeron: “el Presidente quiere es ir hacia un camino en el que pueda entrar y quedarse la gente de buena voluntad y no los delincuentes”. (Clarín).
Así, el gobierno se propone restringir los controles migratorios y además agilizar la captura y expulsión de “inmigrantes irregulares” y hasta habilitarán lugares de restricción hasta la deportación. 
¿Había existido un proyecto de este tenor? Sí, hace más de cien años, fue conocida como Ley de Residencia, o Ley Cané, la 4.144 de Residencia sancionada por el Congreso de la Nación Argentina en 1902, que permitió y habilitó al gobierno a expulsar a inmigrantes sin juicio previo. La ley fue utilizada por sucesivos gobiernos argentinos para reprimir la organización sindical, expulsando principalmente anarquistas, socialistas y comunistas. Surgió a partir de un pedido formulado por la Unión Industrial Argentina al Poder Ejecutivo Nacional en 1899, y fue presentado por el senador Miguel Cané ante el Congreso de la Nación el proyecto de expulsión de extranjeros. Tuvo 56 años de vigencia, donde las clases dominantes de nuestro país utilizaron diferentes criterios para expulsar a trabajadores y activistas gremiales. 
El proyecto macrista ¿será una nueva forma de criminalizar para expulsar a luchadores migrantes? 
 
Que nuestros hijos se queden a construir en este hermoso país
Durante algunas jornadas en las calles estuvimos conversando con compañeros de la CCC, provenientes de Bolivia y Perú, que viven en Buenos Aires, y que cuentan cómo viven su experiencia de inmigrantes en nuestro país.
Ana es de Tarija, del Chaco boliviano, milita en la CCC de Lugano, cuenta que llegó a nuestro país cuando a su nieto le operaron de la columna, y desde entonces “hasta que él reciba el alta en el Garrahan” piensa quedarse aquí. A continuación agrega: “Que el presidente Macri se exprese de esa manera, me parece inhumano… yo pienso: él es hijo de inmigrantes. Nosotros no podemos ser discriminados. Estamos en democracia, somos país limítrofe… no podemos ser discriminados”.
El resto de las compañeras con las que conversamos, migraron por necesidades económicas. Así testimonian Carmen y Marisa que vinieron de Perú, la primera hace doce años y la segunda hace dieciséis. Carmen: “para buscar un futuro mejor, por la situación que teníamos allá, la falta de trabajo. Vinimos por querernos superar, querer llevar un sustento a nuestras familias, por un futuro mejor.
Marisa agrega que allá, si bien tenía un trabajo, no podía construir un porvenir y que “Argentina siempre nos abrió las puertas. Vinimos a un país por mejoras para nuestras familias, para darles algo mejor a nuestros hijos. Más allá de ser inmigrantes, nosotras tenemos hijos nacidos acá. Yo por ejemplo tengo dos hijos que nacieron acá y me gustaría que ellos puedan tener un mejor pasar, un estudio, ir a la universidad y que se queden a construir en este hermoso país.”
Si bien, la situación que vivían en sus países de origen no eran las mejores, las compañeras cuentan que cuando llegaron acá, las cosas no fueron tan sencillas. La crisis también las golpeó pero gracias a que conocieron la CCC hoy trabajan como cooperativistas de limpieza. 
Cuando Ana llegó a nuestro país, trajo mercadería de Bolivia para vender en la feria. Las cosas se complicaron cuando supo que en el depósito le habían robado todo su capital. “Todo lo que tenía”, dice. De allí estuvo deambulando en trabajos temporarios, “había trabajado en farmacia en mi país y conseguí changas en una acá”. 
 
Adonde vayas, siempre hay discriminación 
Cuando entramos a indagar sobre cómo son tratadas como inmigrantes, Bianca, una joven boliviana que vive en el barrio de Lugano cuenta: “Yo veo algunas hermanas de mi comunidad que son discriminadas por el color de piel. A veces los argentinos rechazan por ser morocho, por ser de otro país: te dicen: ¡ey boliviano salí de acá, no sos de acá! En mi escuela soy la única boliviana y me recibieron muy bien mis compañeros. Pero yo sé el trato que reciben algunos hermanos”. Bianca agrega: “para nosotros sería muy triste si el gobierno hace una ley así porque crecería la discriminación. Creo que el gobierno tendría que ser más integracionista con las comunidades”.
Valeria es de la comunidad boliviana en Ezpeleta (conurbano bonaerense) trabaja en limpieza y en taller de costura y sintetiza la discriminación en el barrio, sumado al acoso de los narcos: “En mi barrio están los de Perú por un lado, los de Paraguay… Nosotros trabajamos de sol a sol para salir adelante. Con quien se hace más difícil la convivencia es con un vecino que está con la policía, un pandillero que amenazó con prender fuego la casa con su patota de narcos. ¿Por qué no echan a ese? Hicimos la denuncia y la policía se nos ríe. Mis hijos viven atrapados por estas amenazas, no dejo que mis hijos salgan afuera a jugar”.
Marisa cuenta que ella siente la discriminación adonde vaya: “la gente te trata de humillar; te discrimina por el color de tu piel, por tu forma de hablar… sos peruano y ya te miran con desprecio. Pero no ven que somos personas que lo que queremos es salir adelante y trabajar para que el día de mañana nuestros hijos no tengan que migrar a otro país en busca de una mejora, teniendo en su país para vivir. Nosotros queremos que nuestros hijos estudien, que tengan un estudio superior, que tengan una oportunidad para salir adelante. Nosotros no venimos a sacarle nada a nadie”.
 
Somos hermanos
Si bien a las entrevistadas les suena ridícula la restricción para la migración, lo argumenta Ana desde las tradiciones prehispánicas: “yo soy del Chaco Boliviano, hay un Chaco Argentino… entonces somos hermanos, por qué embroman tanto?”
Así y todo, Ana explica que en su Tarija quedó la mitad de su familia: “ mi hija con su esposo y sus hijos, mi otro yerno. Y mi hija y yo estamos con los tres nenes. Y si me preguntas, claro que extraño Bolivia. Mi patria es mi patria. Yo amo mi Bolivia.
Carmen y Marisa, cuentan que en Perú, sin embargo, ha crecido la migración de argentinos, quienes son recibidos “con bombos y platillos”. “El argentino en nuestro país –dice Marisa– es respetado, gente buena en su mayoría, que es tratada con respeto y afecto”.