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28 de septiembre de 2016

El 26 de septiembre se cumplieron dos años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Conversamos con Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascencio, uno de los jóvenes desaparecidos, y con Mónica Mexicano de la Asamblea de Mexicanxs en Argentina.

Vivos los llevaron, vivos los queremos

Ayotzinapa, México: sigue la lucha por los estudiantes normalistas

Cristina Bautista visitó nuestro país en el marco del segundo año de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, y junto a la Asamblea de Mexicanxs en Argentina y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, participó de actividades para mantener activo el reclamo por la aparición de los estudiantes. El lunes 26, al mismo tiempo que marchaban en México, se realizó una movilización de Obelisco a Cancillería para entregar un documento a Malcorra, para presionar internacionalmente al gobierno de Peña Nieto, para dar continuidad a las investigaciones yconocer la verdad de las desapariciones. 
“Yo vengo de la Montaña Alta, estamos a tres horas y media de Ayotzinapa. Tengo tres hijos, mi hija mayor está en el pueblo, la menor está estudiando y mi hijo del medio, está desaparecido”, se presenta Cristina. “En mi pueblo hablamos náhuatl, los demás compañeros hablan mepo, mixteco, somos de los pueblos indígenas, por eso pensó el gobierno que son hijos de campesinos, que nosotros nos íbamos a quedar callados. Pero se equivocó, a pesar de que no hablamos todos en español, acá estamos, no nos vamos a rendir hasta saber la verdad”, introduce. 
 
—¿Cómo es la vida de ustedes, sin respuestas todavía del gobierno de México?
—Los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014, a nosotros como madres y padres de familia, nos ha cambiado mucho pues hemos tenido que dejar nuestras casas, nuestros trabajos, nuestras cosechas. Somos de los pueblos indígenas, nos dedicamos a trabajar en el campo, algunos papás trabajan de albañiles. Somos de lejos, los de Tixta son catorce, pero los demás somos de afuera: Costa Chica, Costa Grande, Oaxaca, Tascala, de La Montaña Alta. No todos nos enteramos el mismo día de los hechos. Yo llegué al tercer día, algunos demoraron una semana, y ahí nos dimos cuenta de que no estaban nuestros muchachos. Los buscamos en la cárcel, pero no estaba ninguno. El gobierno mexicano nos dijo que los llevó la delincuencia organizada, pero los sobrevivientes cuentan que ellos estuvieron en Iguala. Previamente, los normales rurales hicieron una asamblea donde acordaron que Ayotzinapa iba a reunir 20 autobuses para la conmemoración del 2 de octubre de 1968, que fue la matanza de Tlatelolco y también para exigir sus derechos, para reclamar la ampliación de matrícula. El gobierno sabía. Nosotros confiamos en los sobrevivientes porque ellos vieron cómo a sus compañeros los llevaron las patrullas, cómo la policía mató a sus tres compañeros: a Julio Cesar Mondragon le desollaron del rostro, Daniel Solís, Julio César Navas, más dos lesionados graves, uno está en coma y el otro con reparación de mandíbula; también tres jóvenes de 14 años que cayeron porque viajaban en un autobús de Avispones… Esa noche fue muy terrible para los jóvenes sobrevivientes porque ellos vieron todos los hechos: con esa lluvia, sin conocer para dónde correr, a unos les cerraron las puertas, unos se fueron para el monte, otros se quedaron en la azotea, esa noche no durmieron. ¿Cómo nos puede decir el gobierno mexicano que los llevó la delincuencia organizada cuando estaban uniformados policías municipal de Huitzuco (localidad del Estado de Guerrero), federal, ministerial y el ejército, que se los llevaron? Ahí subió Alexander Mora Venancio: tres patrullas se lo llevaron para Huitzuco, y aparecieron sus restos en el Río San Juan. Por eso nuestra exigencia con Tomás Zerón de Lucio (director de la Agencia de Investigación Criminal) que construyó toda esa mentira histórica de la “verdad histórica”, de que nuestros hijos fueron calcinados en el basurero de Cocola. Nosotros no lo aceptamos: somos de campo y conocemos la tierra, los padres fueron a ver allá y no hay evidencias. No nos equivocamos con el informe del experto de fuego y los peritos argentinos que estuvieron allá, que no encontraron evidencias. Si los hubieran calcinado, alrededor estaría todo quemado y ahí está todo verde. 
Por eso, nosotros no nos vamos a rendir hasta saber la verdad qué pasó con nuestros hijos, adonde están y exigimos castigo a Tomás Zerón del Lucio, que sembró las evidencias en el Río San Juan: ¿de dónde sacó las bolsas que fue a sembrar un día antes, y no están en el expediente?
Cuando declaró el ex procurador dice que los muchachos fueron calcinados con todas sus pertenencias, pero el informe que dieron los expertos dice que rastrearon llamadas: durante dos días estuvieron activos siete celulares en el Batallón 27, en Iguala. ¿Cómo nos pueden engañar que los quemaron con todas sus pertenencias? Por eso, con las pruebas científicas decimos que el gobierno mexicano fue el que desapareció a nuestros hijos, y que es él el que nos tiene que entregar. Ya no queremos más mentiras, no creemos que haya sido la delincuencia organizada. Nosotros pensamos que la delincuencia organizada está sentada en la presidencia y en los ayuntamientos, porque toda su policía participó. 
 
—¿Cómo es la investigación hoy?
—Nos hemos reunido con las instituciones de allá y les decimos qué quieren de nosotros, y que nos entreguen nuestros hijos: se los llevaron vivos, y vivos los queremos. Están las pruebas científicas que nuestros hijos no fueron calcinados.
Cambian el procurador, mueven, ponen a uno, nos habla bien, que cuántos tomos llevan, lo que queremos que nos digan dónde están. Ellos fueron monitoreados, sabían que iban a manifestarse. 
Nosotros cuando hacemos mitin, invitamos a todo el pueblo de México porque sabemos que hay miles de desaparecidos y hay muchos familiares llorando, sin protestar, sin exigir la aparición con vida. En México hay despojo de sus tierras a los campesinos, de recursos naturales, el agua… por eso los 43 padres y madres decimos que no hay que permitir que el gobierno mexicano siga pisoteándonos, que debemos defender nuestros derechos. Muchos, cuando salimos a denunciar dicen “algo habrán hecho”, lo mismo cuando desaparece una chica, “se fue con el novio”. Nosotros no confiamos en el gobierno mexicano, no queremos más mentiras, por eso hacemos la invitación a amas de casa, campesinos, trabajadores, maestros, estudiantes, porque no queremos que sigan sufriendo más papás, más mamás. El gobierno está acostumbrado a desaparecer y matar, secuestrar, encarcelar por manifestarse, todos quedan calladitos, al gobierno le conviene, pero los pueblos indígenas no callamos. Nosotros vamos a exigir la aparición con vida de nuestros hijos y no importa el tiempo, no nos vamos a rendir hasta saber la verdad y justicia. 
Se cumplen los dos años, los padres y madres de las 43 familias nos dimos la tarea de salir. En México, el día de la marcha, no vamos a estar todos, yo voy a estar en Buenos Aires y otros padres en otros países. El 26, todo el pueblo de México va a estar de movilización en todos los estados, al igual que en el extranjero. La idea es mostrar al gobierno mexicano que no estamos solos, que no estamos conformes por todo lo que ha hecho. No nos vamos a rendir hasta saber la verdad. Por eso nosotros queremos que llegue el mecanismo de seguimiento especial, porque van a seguir los lineamientos que dejaron los expertos independientes.
Porque el dolor nos hermana, estamos aquí donde hay 30 mil desaparecidos y las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo que piden la aparición con vida de los 43 normalistas. Cuando se lo llevaron, mi hijo tenía 19 años, ahora tiene 21. Yo le digo a mi hijo que no se preocupe, que nosotros los estamos buscando con todos sus compañeros. Donde quiera que estén, le pido a Dios que les dé fuerzas, a que aguanten pues nosotros no descansamos hasta saber la verdad donde están. 
Queremos que nuestros hijos cumplan sus sueños de ser maestros. Los que egresan de la escuela de Ayotzinapa es para trabajar en las comunidades más alejadas, para dar educación a los niños, eso que el gobierno mexicano no quiere ver.