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04 de septiembre de 2013

El 19 de agosto comenzó un paro de campesinos en Colombia, que con bloqueos y movilizaciones cuestiona la política importadora del gobierno de Santos.

Paro de campesinos en Colombia

Miles de productores van a la quiebra

 El principal motivo de la lucha es la política del gobierno del presidente Santos, que ha favorecido la importación de productos del campo, llevando a la quiebra a miles de productores. En varias provincias, el paro estuvo acompañado de bloqueos (cortes de ruta los llamaríamos en Argentina), que generaron desabastecimiento en muchas localidades.

 El principal motivo de la lucha es la política del gobierno del presidente Santos, que ha favorecido la importación de productos del campo, llevando a la quiebra a miles de productores. En varias provincias, el paro estuvo acompañado de bloqueos (cortes de ruta los llamaríamos en Argentina), que generaron desabastecimiento en muchas localidades.
Las organizaciones de campesinos denuncian los acuerdos de libre comercio (TLC), formados por Colombia primero con EEUU, y luego con Europa y Canadá. Producto de estos TLC, creció enormemente la importación de productos como papa, cebolla, arroz y leche, y hasta café. Al mismo tiempo, estos acuerdos traban la libre importación de semillas. 
En el desarrollo de la huelga, junto a los bloqueos se realizaron múltiples marchas en las principales ciudades como Cali, Medellín, entre otras, e incluso una gran movilización el jueves 29 en la capital, Bogotá, que terminó en enfrentamientos con la policía que dejaron dos muertos, y decenas de heridos.
 
Se duplicó la importación
El sitio de Internet ConfidencialColombia.com, en su edición del 28 de agosto, afirmó: “Lo que el libre comercio y la apertura produjeron en Colombia en 20 años en la seguridad alimentaria nacional ha sido un aumento descomunal de dicha vulnerabilidad. En 1989, el agro colombiano suministraba el 90% de los bienes agropecuarios demandados por industrias y hogares, en 2006 ya se importaban cerca de 5 millones de toneladas. Con relación al consumo nacional, equivalían al 95% del trigo, al 100% de la cebada; al 75% del maíz; al 90% de la soya; al 90% del sorgo; al 33% del frijol y al 100% de la lenteja, del garbanzo y de la arveja seca. El área algodonera sembrada se redujo de más de 200 mil hectáreas a menos de 30 mil. Para los últimos años, el número de toneladas importadas de productos del ámbito agropecuario se ha duplicado, rodeando los 10 millones, y para 2013, con el TLC con Estados Unidos, puede superarlo, al crecer en el 81% las provenientes de ese país, tan sólo para el primer semestre.
 “Ante tal avalancha, estimulados por promesas oficiales, muchos agricultores, pequeños, medianos y grandes, se refugiaron en géneros presentados como “promisorios” en la globalización agrícola. Las principales guaridas fueron el café, la panela y el cacao, fomentados en los programas de sustitución de cultivos de uso ilícito, la leche, la palma de aceite, las hortalizas, las frutas y la papa. Unos bienes tropicales y otros de más difícil transacción.
 “¿Cuál es la novedad? Que las importaciones de tales productos también comenzaron a dispararse. En café, en los últimos años, sin contar contrabando, han oscilado ente 500 mil y un millón de sacos; en cacao, alcanzan cerca del 10% de la producción nacional y un porcentaje algo mayor en aceites de palma, lo que contribuye a que las compras externas totales de aceites y grasas de origen vegetal y animal ya sumen más de 600 millones de dólares; las de lácteos y huevos, entre 2011 y 2012, crecieron 144% (¡¡), de casi 50 millones de dólares a cerca de 120. Las de azúcar, sin contar, el ingreso de sustitutos como el jarabe de maíz, pasan de 300 mil toneladas, aproximadamente el 15% de la producción nacional, impactando toda la cadena del dulce, incluida la panela. Con relación a la papa, hay una avalancha de producto procesado; entre 2010 y 2012, se ha duplicado hasta 20 mil toneladas, equivalentes a más de 200 mil de papa fresca, perdiéndose el mercado industrial con la competencia foránea.
“Es un proceso que a campesinos, productores y empresarios rurales los ha acorralado a punta de importaciones y ya no queda renglón posible ni acceso fácil a recursos financieros para sostenerse. Esta es, además del alza exponencial de los costos de producción principalmente por insumos, fertilizantes y semillas, combustibles y energía, la explicación del estallido generalizado que en varias regiones causó movilizaciones ciudadanas multitudinarias”.
 El gobierno colombiano, que primero desconoció la medida – “El paro agropecuario no existe”, dijo el presidente Santos al comienzo del conflicto– pasó a tratar de dividirlo negociando con algunas organizaciones que aceptaron levantar los bloqueos, y al mismo tiempo profundizar la militarización, con el envío de 50 mil militares a las principales regiones en huelga. Al cierre de esta edición, los bloqueos se mantenían en 17 de los 32 departamentos colombianos.