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28 de septiembre de 2012

El viernes 21 de septiembre se presentó la edición argentina de Ñandekuera (todos nosotros), libro de Víctor Delgado sobre pasado y presente de la pelea por la tierra de los integrantes de la Federación Nacional Campesina del Paraguay.

La lucha de los campesinos del Paraguay

videos en el sitio del pcr 27/9/12> Presentación de Ñandekuera (todos nosotros)

En un colmado auditorio cedido por ATE, en la ciudad de Buenos Aires, se presentó Ñandekuera en nuestro país, con un panel conformado por Teodolina Villalba, presidenta de la Federación Nacional Campesina del Paraguay, Eladio Flecha, secretario general del Partido Paraguay Piahura, Víctor Delgado, autor del libro, y Otto Vargas, secretario general del Partido Comunista Revolucionario de la Argentina, quienes fueron presentados por Adrián Reyes, de Editorial Ágora.

 

En un colmado auditorio cedido por ATE, en la ciudad de Buenos Aires, se presentó Ñandekuera en nuestro país, con un panel conformado por Teodolina Villalba, presidenta de la Federación Nacional Campesina del Paraguay, Eladio Flecha, secretario general del Partido Paraguay Piahura, Víctor Delgado, autor del libro, y Otto Vargas, secretario general del Partido Comunista Revolucionario de la Argentina, quienes fueron presentados por Adrián Reyes, de Editorial Ágora.

 

A lo largo de cerca de dos horas, pudimos escuchar al autor del libro, a dos de sus protagonistas, y a Otto Vargas, conociendo un poco más de este extraordinario capítulo de la lucha del pueblo paraguayo, y de sus enseñanzas para el pueblo argentino. Luego de las exposiciones se hizo un intercambio de opiniones con algunos de los presentes. En la colmada sala se notó la presencia de muchos compañeros paraguayos, y de militantes y amigos del PCR y la CCC de distintos ámbitos y localidades de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Estuvo presente el diputando nacional por Proyecto Sur Jorge Cardelli, e hicieron llegar su adhesión la redacción de la revista La Marea (de la cuál es integrante Víctor Delgado), la Comisión Agraria Nacional del PCR, y los diputados Margarita Stolbizer, Horacio Alcuaz, Horacio Piemonte, del FAP, Alcira Argumedo (Proyecto Sur), y el senador Rubén Giustiniani (Partido Socialista).

 

 

Un libro que respira tierra

Adrián Reyes, por la Editorial Agora, presentó a los panelistas, y destacó la importancia de hacer una edición en Argentina de este libro, tras la primera edición, para Paraguay. “Esto muestra la importancia que se le da en la Argentina a estos movimientos de lucha”. Relató Reyes que la edición argentina salió en un momento complejo de la vida política paraguaya (asesinato de campesinos, juicio político a Lugo), y que el libro permite ver algunas de las cuestiones que están en discusión, confrontando con las versiones que se dan en la Argentina sobre la realidad en el hermano país. Adrián describió el contenido de Ñandekuera diciendo “es un libro que respira tierra, tierra robada, no tierra prometida”, describiendo las luchas y el recorrido de los campesinos paraguayos, rescatando la palabra de los protagonistas. Rescató algunos de los temas del libro, como la historia de la familia de Flecha, conmovedoras semblanzas individuales, y la historia de la conformación de la FNC. “Es un texto de historia, de política, de clasismo, de lucha y de organización”.

 

 

Víctor Delgado

El autor del libro expresó: Gracias ante todo a los presentes, al panel, a Otto Vargas, y mucho a Eladio y Teodolina, a los que hemos apartado de sus tareas y han venido hasta acá para estar presentes, en un gesto que agradezco, y también por supuesto a Editorial Agora.

 

Me es medio trabajoso referirme a un libro que yo he escrito, y me es doblemente trabajoso referirme al contenido del libro cuando hay dos destacados y directos protagonistas de ese proceso. Modestamente me cabe decir que el libro se ocupa de algo insoslayable. Así como Yupanqui escribió eso tan lindo de “hay un asunto en la tierra, más importante que Dios, y es que nadie escupa sangre para que otro viva mejor”, nosotros, parafraseando podemos decir que en esta querida América hay un asunto que no se puede soslayar, que es el gran latifundio, intocado en la mayoría de los países de la región. Y de lo que significa, y del dolor, que implica cuestionarlo, porque como ya hemos dicho muchísimas veces, sin ser originales, en estas democracias se puede hablar de todo, menos de la cuestión de la tierra. Como decía el Che Guevara, el derecho más ancestral de todas las etnias, el más oculto y temido de los derechos, por eso es cuando se plantea desde el poder, desde las clases dominantes, desde los gobiernos, existen dos respuestas excluyentes: el silencio o la represión. Los paraguayos saben muy bien de esto, también nuestros hermanos jujeños que viven en los dominios de Blaquier, también los qom, los wichi de Formosa, de Chaco, en fin, la historia vieja y conocida.

 

Nosotros en este libro hablamos de una de las experiencias más destacadas de cómo se lucha por la tierra en este entresiglo, y lo hacemos a través de un movimiento poco conocido, quizás eclipsado por los sin tierra del Brasil, que sí tienen, y bien merecido, la atención de la prensa internacional, y de los estudiosos de la realidad latinoamericana. Sin embargo, el movimiento campesino sin tierra paraguayo, concretamente la Federación Nacional Campesina tiene un gran arraigo y una fuerte influencia en el campesinado más pobre y más explotado y en los sin tierras del Paraguay.

 

Yo conocí a estos campesinos en la década del 90, en plena fiebre fukuyamista, cuando se nos hablaba de la ruptura del tejido social, de que ya no había posibilidad de que los sencillos se agruparan y marcharan en las causas solidarias, porque había un repliegue en nuestras individualidades, todas esas cosas que se decían entonces, se desarrollaban teorías. Algunos, como el propio Fukuyama, después se desdijeron. Hasta vino a la Argentina y seguramente le habrán pagado unos cuantos miles de dólares para decir “me equivoqué”.

 

En ese momento conocimos a estos campesinos, ajenos a este debate, sin duda, a contrapelo de esto, luchando con palos, con piedras, con machetes, y haciendo uno de los procesos más extraordinarios y esperanzadores de la región. Con dirigentes de masas que son verdaderos campesinos, que no se apartan del trabajo de la tierra. Con un coraje individual extraordinario. Algunos de ellos venían de luchar contra la dictadura de Stroessner, que en los años 70 había aniquilado las Ligas Agrarias, persiguiendo, torturando, encarcelando y asesinando desde catequistas hasta campesinos.

 

El hermano de Eladio, Mariano Flecha, es uno de ellos, conoció tempranamente los calabozos. Me conmueve nombrarlo esta tarde porque lo imagino a esta hora, llegando a su casa, con el torso desnudo, con su sombrero despachurrado, con la foiz al hombro, con su rostro tan americano, con sus silencios tan decidores. Después anduvo por acá por Buenos Aires, trepado a los andamios, construyendo rascacielos, y luego retornó a su patria y decidió luchar por tierras, y anduvo de ocupación en ocupación, y ahora está en las tierras de Paregüí, junto a la chacra de Eladio (aplausos).

 

Como nucleamiento, como FNC, de esos episodios de las Ligas Agrarias emerge un nuevo movimiento en los años 80, primero en la clandestinidad, luego en la semiclandestinidad y ahora de manera pública, la Federación Nacional Campesina, que en muy poco tiempo, ha logrado recuperar para el pueblo 200 mil hectáreas donde se asientan unas 15 mil familias, con una organización interesantísima, quizás ellos puedan referirse mejor que yo, que han sido absolutamente fiel a la consigna de ocupar, producir y resistir, que se han siempre autogestionado. Que hoy son una verdadera fuerza, poderosa, es un secreto a voces que a veces las clases dirigentes de la política burguesa trata de disimularlo, y cuando no, de seducirlos por los carriles de la democracia formal. Que todos los años llegan con su reivindicación mayor, que es la reforma agraria, hasta las escalinatas mismas del poder. Tienen por supuesto sus mártires, porque la lucha no ha sido sencilla. Que han logrado construir una fuerza política sin sectarizar jamás el movimiento campesino. Que fueron decisivos en el “marzo paraguayo”, aunque la prensa no lo consignara así. Que fue el núcleo más numeroso y duro de las fuerzas populares que logró que Paraguay frenara el proceso de las privatizaciones de las empresas públicas. Que luchó contra una ley antiterrorista, cuando acá alegremente fue votada inclusive por la propia presidenta cuando era senadora.

 

Actualmente sostienen una puja muy dura contra la sojización. Son absolutamente autocríticos con ellos mismos y capaces de llevar adelante campañas de rectificación como la que llevan en estos momentos. Que tuvieron un período, hace muy poco atrás, donde las mujeres protagonizaron una lucha enorme, extensa, por la ley materno infantil, en un país donde el Estado invierte por habitante el equivalente de lo que cuesta un jarabe para la tos. En esa lucha que las mujeres se pusieron al frente se hizo un gran proceso, y a posteriori, en el seno mismo de la organización y del partido se discutió fuertemente el machismo, producto de ese gran debate, aún en curso es que Teodolina, después de 20 años de existencia de la Federación Nacional Campesina, ocupa el cargo máximo (aplausos).

 

Yo podría decir muchas cosas, pero Adrián dice que es muy importante que lean el libro, y que lo compren, así que para terminar, hay que decir que los campesinos muchísimas veces son estigmatizados, en el propio Paraguay, con motes campesino bruto, atrasado, burro. Lo que se considera lo más atrasado es, sin duda, la vanguardia de uno de los procesos más esperanzadores.

 

Para terminar, en estos tiempos que está de moda ser autorreferencial en política, no voy a hablar de él, voy a hablar de mí. He tenido que dar muchas veces explicaciones de por qué fui a escribir un libro sobre un lugar tan remoto. Yo siempre respondo lo mismo. Este libro lo vengo escribiendo desde la niñez. Por eso agradezco a las películas de Hugo del Carril y de Mario Sófici que veía en el cine de mi pueblo. Yo soy de la provincia de Buenos Aires, de un pueblo pequeño, y veía esas películas en las que aparecían campesinos con los puños crispados, sudorosos, a veces con sus herramientas al hombro, encolumnados por cuestiones comunes. Y yo, que era hijo de campesinos, me preguntaba dónde están esos campesinos, tan diferentes a mis padres y tan diferentes a mi entorno. Ocurre que el peso rotundo y temprano de la oligarquía había dejado las cosas mucho más prolijas en mi zona. Había creado una simbología falsa, donde los campesinos eran bucólicos, eran tranquilos, mansos, tenían su mirada puesta en los surcos y la levantaban solamente para ver si llovía. Su único enemigo era el clima. Los obreros rurales eran un producto telúrico, una expresión folclórica, es decir era un campo sin tensiones, un campo sin clases sociales. Con el tiempo fui entendiendo un poco más de la complejidad del campo. Pero lo que quiero significar es que pasaron treinta años, y un día sobrellevando una gripe en mi casa, en un canal internacional miraba las noticias y aparecen campesinos con los puños crispados, sudorosos, con sus herramientas, con sus palos. Mujeres próximas al llanto vociferando verdades rotundas, enjundiosas, como ocurre cuando hablan los sencillos, y me retrotrajo a aquéllas imágenes de las películas que yo veía en mi infancia. Esos eran los campesinos del cruce Sebastián Larrosa. Un campesino que fue asesinado –hubo otros compañeros baleados-. Por eso ese cruce de rutas se llama Sebastián Larrosa. No sabía aquél día que seis meses más tarde yo iba a estar sentado con esos campesinos, tomando tereré y recogiendo sus testimonios. Está referido en el libro, y algunos han sido mis amigos para siempre, como es el caso de Teodora Aguilar, mujer que en esa ocasión estaba arengando a los compañeros en el medio de la balacera, que dijo un insulto extraordinario, el más extraordinario que he escuchado en mi vida. Le gritó a los represores: “Fascista, fascista, desde la raíz de tu culo” (aplausos). Teodora Aguilar, militante de las Ligas Agrarias, catequista en sus primeros tiempos, ultrajada por sicarios cuando era una adolescente. Luego perteneciente al núcleo fundador de la Federación y también de Paraguay Piahurá. Aquella vez que arengaba en el medio de la balacera sólo se calló cuando una bala fue a dar en el medio del micrófono, y como contaba ella después “ahí dejé de hablar porque casi no tiene gusto hablar sin micrófono”.

 

Quisiera cerrar con esto. Siento que tengo que decir el nombre de dos entrañables amigos, que hicieron mucho por este libro. Uno es Eris Cabrera, fundador y primer secretario del Movimiento Popular Revolucionario Paraguay Piahurá (aplausos), y el otro es nuestro querido Rafael Gigli (aplausos). Me gusta pensarme en cada una de las páginas de este libro, abrazado a ellos. Nada más.

 

 

La participación política de las mujeres

La compañera Teodolina Villalba habló en guaraní, y Eladio Flecha ofició de traductor al castellano.

 

Buenas tardes, compañeros y compañeras:

 

Un saludo combativo, en nombre de todos los compañeros y compañeras de la FNC del Paraguay. Y mi agradecimiento al secretario general del PCR, al compañero Víctor a a Adrián, por dar la posibilidad de que este libro salga a la luz pública, y a todos los compañeros y compañeras de Argentina.

 

Como dijo Víctor, no sólo está reflejada en el libro la lucha de la FNC, sino todo un proceso de la lucha campesina en el Paraguay. Y para nosotros es una alegría que todo eso esté plasmado en el libro. La lucha del campesinado en Paraguay es bastante compleja, y está plasmada, por ejemplo, la lucha del pequeño productor campesino, cómo es la lucha por la tierra, cómo el campesinado defiende la tierra.

 

La lucha del campesino “bruto”, del campesino descalzo, no es sólo por un pedazo de tierra sino por un modelo de desarrollo diferente, soberano, y por la transformación de este sistema, de esta sociedad. Esa lucha no es en Paraguay solamente, porque la miseria y la crisis es a nivel de todos los países de América latina, e incluso a nivel mundial. Y entonces, el ejemplo de lucha del campesinado paraguayo que se refleja en este libro es también un reflejo de lo que pasa en toda América latina.

 

Otro punto es la participación política de las compañeras en la lucha misma. En las ocupaciones hay compañeras que son despreciadas, maltratadas, golpeadas, compañeras que han perdido su bebé en la lucha. Eso se refleja en el libro, y es bueno porque el sistema deja a las compañeras, por ser mujeres, del lado de la opresión, de la marginación. Las mujeres participan en todas las formas de lucha: ocupaciones de tierras, ocupación de instituciones, cortes de ruta. Una participación más pasiva en la lucha directa, Eso hizo que podamos poner en el debate la participación política de las compañeras, en las determinaciones, en los debates, y que ellas también puedan dirigir, como ahora estamos haciendo en la FNC, donde las compañeras van ocupando un espacio importante, a través de sus experiencias prácticas y en el debate político.

 

Las compañeras también están iniciando una lucha muy importante en el terreno de la salud materno-infantil: más de doscientas al año mueren de parto en el Paraguay. Y también se conquistó el Decreto 10.540, pero ahora las compañeras exigen que se transforme en política del Estado, para que tenga presupuesto y pueda ser cumplido.

 

Las compañeras “rompieron la puerta de la cocina” y salieron a participar políticamente, pero se encontraron con varias trancas. La principal de ellas es el machismo, que no está sólo en discusión con los compañeros, sino también con las compañeras. Eso posibilitó que en el 6º Congreso de la FNC fuera electa como secretaria general una mujer. Y eso creó un revuelo entre las mismas instituciones del Estado. Las instituciones del Estado me ofrecieron de todo cuando fui electa secretaria general. Nos ofrecieron “protección”, porque ahora dirigía una mujer.

 

Tenemos mucha satisfacción de que en este libro se refleje la lucha del campesinado del Paraguy, y agradecemos el esfuerzo de los compañeros del PCR, de Víctor y de otra gente que posibilitaron esta reedición. La lucha continúa.

 

 

“Ese campesino descalzo va a ser el sostén de la revolución en Paraguay”

Eladio Flecha, secretario general del Paraguay Piahurá, expresó: Compañeras, compañeros, camaradas:

 

Yo soy Eladio Flecha, secretario general del Partido Paraguay Pyahurá. Primeramente quisiera darles el saludo combativo y revolucionario de todas las compañeras, compañeros, camaradas del Paraguay a todos los compañeros militantes del PCR.

 

Hablar castellano para nosotros es un tema muy difícil, así que discúlpennos algunos errores que cometamos.

 

Primero yo quisiera declarar mi agradecimiento y mi satisfacción por la reedición de este libro. Porque este libro contiene la experiencia de lucha de todo un pueblo. Esa experiencia de lucha es la que pudo recoger Víctor, lidiando en los asentamientos con el castellano mal hablado, con el guaraní, incluso con los compañeros de las autodefensas armadas. Víctor hizo todo lo posible para que este libro pudiera salir en su primera edición, y ahora en esta segunda edición, que junto con otros compañeros también hicieron muchísimo. Entonces, un agradecimiento para los que posibilitaron esta reedición.

 

Nosotros llevamos esta lucha en Paraguay desde la Guerra de la Triple Alianza, cuando el 60 por ciento de las tierras eran del Estado, en épocas del mariscal Francia y López, pero que perdimos en esa guerra. A partir de ahí vienen las luchas de los campesinos por un pedazo de tierra.

 

Lo que refleja este libro son las últimas etapas de la lucha más directa, con mucha más firmeza y con muchos más objetivos. Porque a partir de nuestra relación con los compañeros del PCR… Nosotros fuimos luchadores que mucho no entendíamos. Nosotros lo que entendíamos eran las injusticias: ¿por qué un tipo tenía 30 o 50 mil hectáreas, y miles no tenían ni un pedazo? Era una injusticia. Hasta ahí entendíamos nosotros.

 

Pero después de nuestro relacionamiento con los compañeros del PCR pudimos entender que la lucha por la tierra es un aprendizaje para pelear por la transformación, por la revolución. Eso nos posibilitó incluso avanzar en la construcción de una de las claves políticas, que es el Partido, para nuestra batalla (aplausos).

 

Nosotros entendimos también que nuestra lucha es parte de la lucha de Brasil, Argentina, Perú, Bolivia, Uruguay, México, de todos los países de América latina. Entonces buscamos una forma de coordinar nuestra lucha. Y en ese proceso nos encontramos con algunos compañeros del PCR. Y de ahí en más con un camarada, un compañero; como dice un compañero en Paraguay: “Rafael Gigli, el famoso Ferré”. Y Ferré fue para nosotros el principio de la comprensión de la construcción de un Partido revolucionario.

 

 Nosotros nos encontramos con Ferré primero acá en la Argentina, y después en sus viajes al Paraguay buscando a los luchadores paraguayos y llegándose al local de la Federación Nacional Campesina. Allí se encontró con el camarada Eris Cabrera. Ahí empezó el relacionamiento más directo, más comprometido, más fraterno, más combativo, entre los luchadores de la Argentina y los del Paraguay. Ferré y Eris Cabrera eran los más entusiastas en la lucha, los más convencidos de que la fuerza principal para la revolución en el Paraguay descansaba en el campesinado, y que ese campesino “bruto”, ese campesino descalzo, iba a ser el sostén de la revolución en Paraguay.

 

Ellos estaban convencidos de eso, y con ellos también Víctor. Porque Víctor sistematizó en el libro las luchas del campesinado paraguayo.         

 

Y también les posibilitó a los compañeros del PCR aprender de esas luchas diversas. También aprendimos de los compañeros del PCR que el imperialismo no es unipolar sino multipolar. Nosotros teníamos en la cabeza que la Unión Soviética, China, eran naciones socialistas, revolucionarias. Nosotros no entendíamos qué era lo que estaba pasando en la Unión Soviética y China, y lo pudimos entender a partir de nuestro relacionamiento con los compañeros del PCR. Por eso, nuestro reconocimiento especial a estos compañeros.

 

A Víctor, nuestro sincero reconocimiento, por procurar, por pelear, por lidiar en muchas ocasiones en los asentamientos, en las picadas, con frío o calor, y también en algunos encontronazos de nuestras autodefensas armadas en algunos asentamientos: todo eso está en el libro. Entonces, un reconocimiento especial a Víctor.

 

También en este libro se sistematizan las luchas del campesinado paraguayo. La lucha por la tierra en Paraguay tiene varias etapas: la lucha directa e incluso, en estos últimos tiempos, con la implementación de los civiles armados, el campesinado se prepara, se prepara para defenderse: las autodefensas armadas. La lucha por la tierra en Paraguay no es “una joda”, es en serio. Porque toda la oligarquía, todos los jueces, fiscales, policías, militares, están en contra de las ocupaciones de tierras. Por eso la lucha por la tierra es una lucha muy sacrificada, muy fuerte.

 

Eso es lo que se refleja en el libro. Y quiero contar una anécdota, que está en el libro también, de cuando las compañeras le tomaron de rehén a un fiscal, en una ocupación de tierras. Ahí está la lucha directa de las compañeras. Las compañeras eran parte de esa lucha en el campesinado. Y ahora son muchas más las compañeras que son parte del Partido Paraguay Pyahurá, las que son conscientes de que tenemos que pelear por la transformación de este sistema, hasta llegar a nuestra liberación. Las compañeras conscientes de eso están dentro del Partido Paraguay Pyahurá.

 

También quisiera dar un reconocimiento especial a los camaradas del PCR por invitarnos al lanzamiento de esta reedición del libro. Todos los ejemplos, las anécdotas, han salido de una lucha firme, fraterna, sincera, de un campesinado que está buscando la pelea por la transformación, por la reforma agraria y por la liberación nacional de su país. Muchas gracias.

 

 

“Hemos aprendido mucho de los camaradas paraguayos”
Intervención de Otto Vargas, secretario general del PCR

Camaradas, amigas, amigos:

 

Para nosotros es un gran orgullo compartir esta mesa junto a los compañeros que dirigen la Federación Nacional Campesina y –aunque Flecha lo ha dicho así, al pasar-, dirigen lo que era el Movimiento Popular Revolucionario Paraguay Piahurá, que ahora es el Partido Paraguay Piahurá. Es decir, un partido hermano. Ha sido muy largo el camino en el que hemos ido forjando nuestra amistad, de muchos años, de irnos conociendo, sobre todo a partir de un principio que ha sido siempre el más profundo respeto y el más profundo esfuerzo por aprender el uno del otro.

 

Quiero decir que nosotros hemos aprendido mucho de los camaradas paraguayos. Mucho. Y que todos los militantes de nuestro partido, los amigos y todos los sectores populares, democráticos, tienen que leer este libro. Es mucho lo que se aprende acá, porque Víctor ha tenido la virtud –porque él es un gran relator de experiencias de vida-, de ir contando, a través de la experiencia de vida de la familia Flecha, la historia de cómo fueron las Ligas agrarias, de la lucha en el seno de la dictadura de Stroessner, pasando por etapas de clandestinidad muy duras; se fue formando un núcleo que pasó de Ligas agrarias a lo que es hoy día la Federación Nacional Campesina.

 

Se produjo no sólo la lucha campesina sino que esta lucha campesina empalmó con sectores obreros importantes, incluso algunos que dirigen organizaciones sindicales importantes como la de los docentes de Paraguay. Organizaciones de obreros metalúrgicos y otros importantes que permitieron constituir este movimiento popular que ahora es el Partido Paraguay Piahurá. Es muy interesante el tránsito y la experiencia de vida, cómo fue el camino que se recorrió para constituir uno de los movimientos, a mi modo de ver, más importantes desde el punto de vista revolucionario que ha surgido en América Latina. Porque ha habido experiencias importantes del movimiento agrario.

 

Desgraciadamente, muy tarde comprendieron los revolucionarios latinoamericanos que el centro de trabajo debió haber estado durante muchos años -en muchos países-, en el campo para que la revolución pudiese haber triunfado. Tal vez cuando lo comprendieron, lo comprendimos, ya era tarde. Ya es tarde, porque el campo se ha ido despoblando, digamos. Era aquella idea que una vez dijo Fidel y el Che: la Cordillera de los Andes, Sierra Maestra en América Latina, que apuntaba a la unidad de la lucha de los obreros, de los grandes centros con este movimiento campesino impresionante. Que a veces se puso en lucha y a veces no se pudo poner en lucha. En Paraguay sí se pudo poner en pie de lucha. Porque los compañeros movilizan miles, no es un movimiento, digamos así, pequeño; es un movimiento que en sus manifestaciones mueve miles. Que tiene una experiencia que para nosotros es particularmente importante.

 

Yo voy a dar el siguiente dato: aquí nosotros tenemos 170 y pico millones de hectáreas de tierras aptas para la ganadería, la agricultura y la forestación. De ese total, 74,3 millones están en manos de 4 mil grandes terratenientes, con superficies de más de 5 mil hectáreas cada uno. Y de esos, hay 18 millones de hectáreas que están en manos extranjeras. Como el inglés Lewis, que ha hecho un aeródromo en la costa del Atlántico en Río Negro y del otro lado, en Lago Escondido otro, con lo que los ingleses pueden cortar en dos la Patagonia cuando ellos quieran; porque como ustedes saben, nosotros estamos sometidos a los acuerdos que Menem y los gobiernos posteriores, han mantenido después de la derrota de Malvinas. Como me decían el otro día hablando de Altos Hornos Zapla, donde trabajaban 5 mil obreros hoy trabajan 300. Ahí se fabricaban los cañones de 105 milímetros, los tanques blindados, las partes fundamentales de los fusiles. ¿Por qué se ha cerrado eso? En cumplimiento de los acuerdos con los ingleses. Y un señor tiene ese aeropuerto en la Patagonia, para hablar de uno. Podemos hablar de otros como Benetton que tiene más de 900 mil hectáreas. La mayoría en la provincia de la Presidenta de la Argentina, en Santa Cruz. 900 mil hectáreas un solo terrateniente.

 

Es decir que no estamos hablando, cuando escuchamos la experiencia de los compañeros de Paraguay, de algo que es ajeno a lo nuestro. Ellos están sufriendo lo que nosotros… ellos son el quinto exportador de soja. Ellos están sufriendo, más que nosotros, el proceso de sojización que ha dejado despoblado a regiones enteras del campo argentino. Si en el último censo arrojó 60 mil productores menos, expulsados del campo, no se sabe cuánto va a anunciar el próximo, porque sigue avanzando este proceso. Si ustedes recorren el campo, hablando de zonas como el sur de Santa Fe, es soja, soja, soja, soja. Y los pequeños productores, expulsados de la tierra.

 

Acá hay muchos compañeros paraguayos que están trabajando en la construcción, que son expulsados del campo en Paraguay; y que han tenido que venir acá a trabajar en lo que Dios mande para poder ganarse un mango. Nosotros también tenemos aquí un proceso que se extiende, se extiende, incluso hay proyectos de algunos gobiernos de extenderlo aún más.

 

Por lo tanto este libro es muy interesante. Porque acá, ahora en la Argentina, tenemos dos grandes luchas que comienzan a crecer por la tierra. Una es por la tierra urbana. Ahí tenemos dos compañeros sentados que están juzgados, procesados por la ocupación de tierras para vivir. Porque acá la situación es terrible, son millones que son expulsados del campo argentino y de los países vecinos; que vienen, se hacinan en las ciudades sin tener vivienda, sin tener un pedazo de tierra.

 

Hablamos del latifundio; hemos tenido la lucha de Libertador, feudo de los Blaquier. Una región entera de miles de hectáreas, 150 y pico mil hectáreas. No hay un pedazo de tierra para levantar los ranchos, no ya para producir 5 hectáreas de tierra en una granja familiar. Entonces tenemos esa situación, y es muy importante estudiar la experiencia de los compañeros paraguayos: ocupar, producir y resistir. ¿Por qué? Dicho así parece una consigna, pero hay que ver la experiencia riquísima de los camaradas paraguayos. Porque ellos han ocupado la tierra, esas 190 mil hectáreas, las han poblado, y han desarrollado experiencias muy útiles para nosotros. Porque acá, ahora, se están extendiendo las ocupaciones de tierra. En quince días ya han ocupado tres grandes sectores de tierra en Salta: una con 2.100 familias adentro. Se están multiplicando las ocupaciones de tierra para vivir o para producir, las dos cosas. Y ellos tienen una experiencia muy importante de trabajo colectivo de la tierra. Que tiene raíces profundas en la historia paraguaya, la minga: es decir el trabajo colectivo de la tierra que se hacía desde la época de los guaraníes. En esas ocupaciones de tierra que han hecho –ocupar, producir, resistir; porque los echan, vuelven, los echan y vuelven- hasta han desarrollado un proceso de autodefensa de masas, que es lo que él decía, porque no es resistir con… hay que resistir en serio.

 

Ese proceso, compañeros, para nosotros es verdaderamente interesante: ellos tienen almacenes colectivos, gran discusión. Si han ocupado la tierra, hay tres preocupaciones: una es el almacén –“yo quiero poner un almacén acá en la ocupación”, “no, no, hagamos un almacén entre todos”- y arman comisiones de veinte compañeros que son los que administran ese almacén. Almacén, la escuela para los chicos y el puestito sanitario para el conjunto de los ocupantes de la tierra. No es una experiencia simple. Hay que leer bien el libro.

 

Estamos en este proceso en la Argentina porque la sojización ha llevado a la expulsión, a la eliminación, de una cantidad enorme de pequeños productores. Muchos se resisten a abandonar el campo, no es que todos fácilmente abandonan el campo y vienen. Y hay condiciones para ocupar tierra no solamente para vivir sino para producir, para seguir el ejemplo de ellos y resistir. Desde ya que estamos ante un fenómeno que es terrible, porque es el fenómeno de sojización, al que hacían referencia Flecha y Teodolina.

 

Ha costado mucha sangre. En este libro hay una página entera de mártires. Una página de compañeros que han perdido la vida en la lucha. Por eso es que cuando hablan de resistir es una resistencia… es una resistencia pacífica pero a los palos y con lo que se puede.

 

Se habló al pasar del “Marzo Paraguayo”; gran experiencia. Porque Lino Oviedo quiere aparecer como el representante del campesinado, y de pronto aparecen miles y miles de campesinos movilizados por la FNC, que se mueven a Asunción, que están allí presentes, que tercian en esa lucha entre dos sectores de las clases dominantes, que levantan sus propias reivindicaciones, que consiguen algunas de esas reivindicaciones y que después se retiran. No pudo decir el “linismo” de Lino Oviedo, “yo represento al campesinado paraguayo”, porque ahí apareció el verdadero campesinado paraguayo, representado por los compañeros, que terciaron en esa lucha entre los dos sectores.

 

Es muy interesante toda la experiencia de los compañeros. Yo quiero decir que la relación entre nuestros dos partidos se ha estrechado muchísimo en estos años. Nosotros tratamos de ir cada vez que hacen sus grandes movilizaciones todos los años. Y aparte tratamos de enviar compañeros que puedan aprender de su experiencia. Lo han dicho al pasar, han hecho una campaña de rectificación; nosotros hace tres años, nuestro partido, dijimos que íbamos a hacer una campaña de rectificación y todavía estamos dando vuelta a ver si la empezamos. Ya la vamos a empezar… pero los compañeros comenzaron una campaña de rectificación en serio, y ahí el problema de la mujer ha pasado a un primer plano. Todo ese problema que hace a las relaciones más profundas, que se dan en el movimiento, y que se dan en todo el camino, la compañera lo ha explicado muy brevemente y suavemente… No es que ella es la presidenta de la Federación producto de que decidieron poner a una compañera, hubo una campaña de discusión, de rectificación, de autocrítica que ayudó a que este problema que muchas veces está escondido, flotara, apareciera, se discutiera; es decir, hay mucho para aprender de los camaradas paraguayos. Y mucho de lo que hay para aprender se puede aprender en este libro. Es una gran contribución la que ha hecho Víctor Delgado con este trabajo.

 

Yo quiero decir simplemente que nosotros en estos años, tratamos de mantenernos fieles al internacionalismo proletario, fieles al respeto al máximo de la independencia de las organizaciones, porque tenemos grandes coincidencias con el Partido Paraguay Piahurá, partido revolucionario. Nosotros, no sé, a lo mejor vamos a elecciones el año que viene acá en la Argentina. Pero coincidimos en una cosa: jamás vamos a cambiar a este país -y al de ustedes-, ni vamos a lograr terminar con este latifundio terrible que nos oprime, y esta dependencia oprobiosa que tienen nuestros países -porque la dependencia en Argentina se ha agravado con este gobierno que se dice nacional y popular, se ha agravado, se ha aumentado la concentración de los monopolios extranjeros que hoy día dirigen la economía argentina, totalmente-, jamás lo vamos a conseguir por la vía electoral (aplausos).

 

Es decir que nos unen ideas de fondo y de respeto mutuo, y tratar de aprender el uno del otro; de las experiencias, porque no es cierto que las experiencias de los camaradas paraguayos no sean útiles para nosotros, al contrario, son de extraordinaria utilidad. Porque acá, teóricos en la Argentina nos sobran, tenemos teóricos a rolete… muchos miran el país chiquito y no el país grande, ¿me explico? La Argentina un país grande, grande digo en extensión. Quien advierte el proceso de sojización, dice “el campesinado está en retirada”. Pero Argentina es un país muy grande, y hay tareferos que hacen la yerba mate allá en Misiones, hay productores de los más diversos tipos. Y hemos avanzado en el último período. Porque aparte de nuestro trabajo en la Federación Agraria Argentina, nosotros hemos creado la Federación Nacional Campesina con pequeños núcleos, algunos no tan pequeños, como los que hicieron la gran marcha del Chaco al Impenetrable, con la unión de los wichi, los toba y los criollos, que marcharon, lucharon y consiguieron tierra para trabajar, varios miles de hectáreas de tierra.

 

Este gobierno, que ha roto todas las organizaciones, ha roto las organizaciones obreras, la CTA, la CGT, ha roto la Federación Universitaria Argentina creando una organización paralela, marcha ahora a romper la FAA. Entonces nosotros trabajamos ahí. Ese saludo que ha llegado de la Comisión Agraria del Partido, querían estar acá pero en estos días se va a un congreso donde el gobierno marcha a romper la FAA (que agrupa a campesinos medios, y algunos ricos). Es decir, que no es solamente la provincia de Buenos Aires la Argentina; o la zona cercana. Por lo tanto tenemos muchísimo que aprender de los camaradas paraguayos en el trabajo que ellos han hecho. Del conjunto de su trabajo porque tienen peso también en el movimiento, como dije al pasar, en el movimiento docente, en el movimiento obrero, en algunos lugares importantes de concentración. Esta unidad tiene que fortalecerse. Estamos muy contentos de recibirlos a Flecha y a la compañera Teodolina, y la felicitamos por su cargo de presidenta de la Federación Nacional Campesina.

 

Lean el libro de Víctor Delgado, porque a todo el mundo le va a venir bien, para aprender de estas experiencias.