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09 de abril de 2014

Francia con sus trapitos al sol

Ante la crisis, Hollande propone un “pacto de solidaridad”

Pasaron las elecciones municipales y el gobierno de los autodenominados socialistas, se disgrega. Hasta los verdes, “vendedores de jardincitos limpios” y difusores de palabras de aliento a los desocupados -como si fueran sacerdotes que prometen mejor vida en el más allá-, abandonan el barco. También en los rangos del partido hasta ayer mayoritario de François Hollande, los resquebrajamientos comienzan a aparecer. 

Pasaron las elecciones municipales y el gobierno de los autodenominados socialistas, se disgrega. Hasta los verdes, “vendedores de jardincitos limpios” y difusores de palabras de aliento a los desocupados -como si fueran sacerdotes que prometen mejor vida en el más allá-, abandonan el barco. También en los rangos del partido hasta ayer mayoritario de François Hollande, los resquebrajamientos comienzan a aparecer. 
Atrás quedaron, perdidos en las arenas de los sueños reformistas, la baja de la tasa de desocupación, el crecimiento industrial ayudado por inversiones de una supuesta tasa Tobin, el control y la moralización financiera; la supuesta regulación del mercado, que permitiría como ellos dicen “disminuir las desigualdades” y hasta los acuerdos con la Comisión Europea, con el fin de priorizar inversiones al puro estilo keynesiano.
Ahora buscan salvar el llamado Pacto de Responsabilidad que permitiría, según ellos, resolver la pérdida de competitividad, de la industria francesa en Europa.
Y como para todo pacto de responsabilidad es necesario responsabilizar, entonces recortamos: congelamiento de salarios, reducciones de subvenciones a la salud y reducción del costo del trabajo a las empresas. Porque el trabajo, según estos gurúes de la economía de mercado y la libre empresa, es un costo. Lejos estamos de aquellas definiciones científicas que nos recordaban que el trabajo es fuente de toda riqueza. 
Esto de responsabilizar nos trae el recuerdo del gobierno de Miterrand, que nombrara a Laurent Fabius como primer ministro (hoy ministro de Relaciones Exteriores), quien lanzara las mismas medidas y que en ese entonces llamaron “modernizar”. Así “modernizaron” con el fin de disminuir la miseria y la desocupación.  Desocupación que en un año aumentaron en casi 50%, pero en ese tiempo se hablaba de 1,5 a 2 millones de desocupados. Pero ahora se trata de más de 4 millones, sin contar los que están fuera de “contabilidad” que sumarían otros 4 millones. 
Ante los resultados electorales más que negativos para el gobierno, la realización del pacto se tambalea, y para venderlo al pueblo Hollande no ve otro camino que adjuntarle un hipotético y fantasmal “Pacto de solidaridad”. Nadie sabe bien en qué consiste, pero suena bien, o al menos mejor que el de responsabilidad.
Entre pacto y pacto, asoma el pacto de Masstricht que obliga a cada país firmante a tener: Un déficit público anual que no debe exceder el 3% del PIB. Y la deuda pública que debe ser inferior al 60% del PIB. Pero la deuda pública de Francia llega a 2 billones de euros, o sea 93,5% de su PIB. Y el déficit público actual es el 4,3% de su PIB. Por lo tanto no cumple con ninguno de ambos criterios.
Es por ello que los actuales ministros de Finanzas y de Economía, Michel Sapin y Arnaud Montebourg, se desplazan a Berlín y Bruselas para renegociar un retardo a la aplicación de dichos criterios, hasta 2015 y prolongarlo hasta 2017, es decir patear el tablero hacia adelante. Francia ya en el pasado reciente hizo un mismo pedido en dos oportunidades que fueron acordados, pero ahora en Europa nadie parece querer volver a acordar.
Aquí se trata de un lugar común con los economistas y políticos franceses que en los corredores de la Comisión Europea (especialmente alemanes y británicos), tratan de incompetentes, cuando no de idiotas. Recordándoles que ya en la primera guerra (1914-1918) sus oficiales debían fusilar sus propias tropas, por no saberlas dirigir. Por ello, el portavoz de Angela Merkel, les adelantó que deben respetar el pacto a la letra. Y Jens Weidmann, presidente del Banco Central Alemán, agregó: “es necesario que la Comisión Europea haga respetar las reglas de manera estricta, y que esto sea apoyado por el gobierno alemán”. Jean-Claude Juncker, ex primer ministro luxemburgués y actual candidato a la presidencia de la Comisión Europea, exclamó que no se le puede conceder a Francia una vez más esos privilegios. Pero el comisario de Asuntos Europeos, Olli Rehn (economista formado en universidades de Helsinki, Oxford y Minnesota, que se mofa de la mediocridad de los franceses diplomados de la Escuela Nacional de la Administración y otros centros galos), dijo: “Es importante respetar las reglas y no tergiversar”, haciendo así mención a las cifras erróneas, y argumentos de baja monta a que los franceses los tienen acostumbrados.
 
Matanzas en Ruanda y Burundi
Pero esto no es todo para el “nuevo” gobierno de Manuel Valls, representante de la derecha del PS, por no decir filofascista y racista a sus horas… Reaparece la culpabilidad de los franceses en las matanzas de Ruanda y Burundi de 1994, que sucedió durante el gobierno de Eduard Baladur. Esta acusación había sido hecha por la prensa de EEUU en su momento, y los franceses ante tantas acusaciones decidieron crear una comisión para investigar. Por eso, pusieron al frente de esa comisión nada más y nada menos que al propio Baladur, y ¿qué resolvió esta comisión? Pues, que ¡los culpables eran los yankis! Y punto final, sin otros comentarios a la matanza de más de 800.000 personas.
Pero ahora el presidente ruandés Paul Kagamé, los vuelve a acusar públicamente a los franceses de ser “cómplices y actores” de las masacres ocurridas en 1994.
Una vez más en los corredores de la Comisión en Bruselas, muchos diplomáticos recordaban la historia de la primera guerra y si los franceses no habían calculado los muertos de Ruanda con los mismos métodos que tenían para calcular su deuda pública.