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02 de noviembre de 2016

Desde su inicio los juicios expresaban su dualidad, por una parte implicaban un gigantesco triunfo de la lucha popular, permitían llevar al banquillo y condenar a connotados represores. Por el otro, mostraban sus profundas limitaciones al no abrir los archivos de la dictadura, y al no ser comprendidos como juicios especiales por crímenes contra el pueblo cometidos por un Estado fascista, dejando a la mayoría de los represores impunes y a la mayoría de las causas de los desaparecidos sin justicia ni verdad. 

Manuel Guerra y la lucha por la verdadera justicia

A 39 años de su secuestro por la dictadura

 
La lucha por la aparición con vida y por el juicio y castigo a los culpables de la detención y secuestro de Quebracho (como le decían) tiene un largo recorrido. Desde la búsqueda incansable en todo tipo de dependencias públicas apenas sucedió el secuestro, la presentación de los primeros Habeas Corpus y las causas que surgieron por privación ilegítima de la libertad.

 
La lucha por la aparición con vida y por el juicio y castigo a los culpables de la detención y secuestro de Quebracho (como le decían) tiene un largo recorrido. Desde la búsqueda incansable en todo tipo de dependencias públicas apenas sucedió el secuestro, la presentación de los primeros Habeas Corpus y las causas que surgieron por privación ilegítima de la libertad.
La salida pactada de la dictadura y el tipo de juicios a las Juntas demostraron su profunda limitación para juzgar los crímenes contra el pueblo. El Partido planteaba “que no quede piedra sobre piedra de la dictadura fascista” y junto a las Madres de Plaza de Mayo exigíamos una Comisión Bicameral que investigara al conjunto de los responsables, partiendo de que estos no eran crímenes comunes sino un plan sistemático llevado adelante por un Estado fascista y juicios por jurado, para evitar los “pactos” en los que estaba involucrado tanto el gobierno como la justicia. Con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y posteriormente los indultos, no queda ningún represor detenido y las causas de los desaparecidos quedan paradas.
 
La lucha por el juicio y castigo
Con la anulación de las leyes de impunidad, como una de las consecuencias del Argentinazo, en el 2006 presentamos nuevamente el caso de Manuel en la justicia. El expediente de Quebracho había sido mencionado o utilizado como prueba, al igual que cientos de casos de desaparecidos, en las condenas de Videla, Suarez Masón y el “Turco” Julián, pero el caso propio no avanzaba y estuvo varios años estancado.
Lo contradictorio de la situación es que el caso contaba con una gran cantidad de pruebas, se conocía en detalle la situación de su secuestro por el testimonio de Federico Westerkamp, que presenció la detención (Manuel había dicho su nombre y denunciado el hecho), anotó la chapa del auto que lo secuestró y de los móviles policiales que aseguraban el área y su madre se presentó en la Unidad Policial de la zona haciéndose pasar por familiar solicitando su presencia e interponiendo un pedido ante el juez de turno. A su vez, Humberto Amaya había declarado que había visto al Negro en las duchas del Centro Clandestino “Club Atlético” durante su detención como se registró en sus testimonios en la Conadep.
Sin embargo, no eran pruebas suficientes por el tipo de juicios para la justicia. Los datos del secuestro, sin personal identificado en particular, hacía recaer la responsabilidad en los mandos superiores que ya estaban parcialmente juzgados y ante un nuevo testimonio confuso de Amaya, éste no confirmaba plenamente la presencia de Manuel en el lugar de detención.
En paralelo, luego del juicio y condena a Suárez Mason (responsable del 1° Cuerpo de Ejército) avanzaba la megacausa ABO (Atlético-Banco-Olimpo) que correspondía en los hechos a un centro clandestino que pasó por tres lugares de detención distintos y que estaban totalmente vinculados. En este contexto difícil debatíamos qué pasos seguir y corría peligro de que el caso continuara estancado como la mayoría de las causas de los desaparecidos. Las causas que más avanzaban eran las más reconocidas y con mayor cantidad de pruebas. 
Desde su inicio los juicios expresaban su dualidad, por una parte implicaban un gigantesco triunfo de la lucha popular, permitían llevar al banquillo y condenar a connotados represores, conocer testimonios y datos sobre los sucesos y para los familiares y compañeros un acto de esperada justicia. Por el otro, mostraban sus profundas limitaciones al no abrir los archivos de la dictadura, y al no ser comprendidos como juicios especiales por crímenes contra el pueblo cometidos por un Estado fascista, dejando a la mayoría de los represores impunes y a la mayoría de las causas de los desaparecidos sin justicia ni verdad. 
El problema era qué plan nos dábamos para abordar esta complejidad, con juicios limitados, con un gobierno montado sobre esta lucha pero con políticas concretas en su momento. Para todos aquellos que habíamos denunciado el golpe, que lo habíamos enfrentado siendo parte de la organización de las primeras huelgas y de la formación de Madres e H.I.J.O.S., que habíamos luchado incansablemente contra la impunidad y el juicio y castigo, una vez conquistado los juicios, teníamos que pelear por profundizarlos lo más posible para que no quedara ningún genocida suelto, para conocer quiénes dieron las ordenes, quiénes las llevaron adelante y qué sucedió con los miles de desaparecidos y los hijos apropiados.
 
La lucha política y legal por la justicia
El objetivo era buscar un camino para intentar avanzar en el juicio y castigo a los responsables del secuestro de Quebracho, camino que no podía estar aislado en la propia lucha por trasformar el carácter de los juicios, en la denuncia de la impunidad de ayer y hoy, y en la pelea por lograr la verdadera justicia para todos los compañeros. Así formamos un equipo de trabajo con compañeros del Partido y abogados de Liberpueblo para seguir el caso.
Desde hace un par de años comenzamos a participar, a través de compañeros en Capital Federal, de la Comisión de Trabajo del Club Atlético, integrada por algunos organismos de DDHH, ex presos políticos y el grupo de arqueólogos del lugar, con la intención de encontrar testigos y relacionar el caso. La experiencia de trabajo ha sido sumamente importante. Por un lado somos parte de los debates de la Comisión y de sus iniciativas, de un espacio que funciona con relativa autonomía y que mantiene una gran lucha para avanzar en el plan de excavaciones, lo que implica presupuesto, autorizaciones, etc. Entre estas actividades se acordó a fines del 2014 la realización del emocionante homenaje a Manuel en el Centro de Detención con la participación de toda la Comisión, Nora Cortiña y un representante de Pérez Esquivel.
Este Centro de Detención funcionó desde febrero a diciembre del 77 y fue trasladado provisoriamente al CCD (Centro Clandestino de Detención) “El Banco” en La Matanza, mientras terminaban de rearmar el CCD “El Olimpo”. El Atlético funcionaba en los sótanos de la División de Suministros de la Policía Federal ubicado en la calle Colón y Cochabamba, y el grupo de tareas que llevaba adelante la represión y tortura estaba compuesto principalmente por esta fuerza, pero dependía operacionalmente del 1° Cuerpo de Ejército. El lugar fue derrumbado cuando se construyó la autopista 25 de Mayo y con las denuncias de familiares y ex presos políticos que manifestaban su posible ubicación, en el 2002 comenzaron las excavaciones. En el lugar se han encontrado múltiples objetos de gran valor histórico, a pesar de que la mayor parte del edificio continúa sepultado.
Entre los elementos que había encontrado el equipo de arqueólogos se encontraba una placa metálica. Cuando fueron trabajando la placa apareció la imagen de una manifestación en las que aparecían banderas de la UMA (Unión de Mujeres Argentinas), el PCR y banderas de Montoneros. La imagen era un cliché que se utilizaba antiguamente para la impresión de imágenes en los diarios de la época y eran de gran valor porque permitían utilizarlas en distintas oportunidades. La imagen había salido en una edición del Nueva Hora en setiembre de 1973 con motivo de una protesta por el golpe de Chile en La Pampa. Reconstruyendo la historia con el avance de los preparativos golpistas, el Partido fue tomando medidas de seguridad, entre ellas asegurar los mecanismos para la salida y distribución del diario que se publicó durante todo el golpe. Manuel era secretario de Organización de la JCR y el área de Organización se ocupó de gran parte de esta tarea, por lo que la placa estaba oculta en nuestro departamento. Cuando días después del secuestro de Manuel, allanaron nuestro domicilio, saqueando todo lo posible, entre los múltiples objetos que se llevaron se encontraba dicha placa metálica. 
Este año Rosa Nassif ha declarado ante la secretaria del juez para testificar que, como responsable del Área de Propaganda del Partido, había entregado al área de Organización ese cliche entre otros elementos. Hecho que se constituirá en una prueba determinante para el ingresar del caso de Manuel a la megacausa ABO. A su vez, como lo plantean los arqueólogos, este hecho demuestra la importancia de la excavación que no sólo sirve para la memoria y la reconstitución de hechos sino también como pruebas para el juicio y castigo a los culpables. El programa “Científicos Argentinos” realizó un capítulo sobre “El Atlético” en donde los arqueólogos comentan la importancia de la placa y su vinculación con el PCR y Manuel. (https://www.youtube.com/ watch?v=n85hBZMYNAc).
Por otra parte se fueron analizando las pruebas y elementos del caso, y entre las pistas dispersas surgió la idea de solicitar la identificación y localización del vehículo que secuestró al Negro, a partir del testimonio que había realizado Federico Westerkamp que había registrado la patente del mismo. Por este camino se logró identificar el vehículo, un Taunus color ladrillo, que pertenecía a un ex policía de la Federal lamentablemente ya fallecido. Con este dato se solicitó al Juzgado el listado del personal de la comisaría a la que pertenecía este miembro, nomina que hemos conseguido que se entregue y que estamos analizando para pedir la presentación del personal a declarar.
Este recorrido ha sido muy importante y no hubiera sido posible sin el Partido y compañeros, que nos han permitido a la familia estar presentes y seguir procesos complejos políticos y legales que ocurren a mil kilómetros de distancia de donde nosotros residimos. 
Con el gobierno de Macri hubo y hay una ofensiva para terminar los juicios, no han sido sólo declaraciones como las de poner en duda la cifra de desaparecidos sino acciones concretas como por ejemplo intentar despedir a al equipo de arqueólogos que trabajan en el “Atlético”, amenazar con su cierre para ampliar la autopista, etc. Sin embargo existen reservas democráticas gigantescas que enfrentan esta ofensiva y han logrado aprobar la ampliación dela excavación en el lugar.
La lucha sigue siendo por el castigo a los culpables, no sólo de Manuel sino de los 30 mil desaparecidos y fundamentalmente por avanzar en la lucha por la sociedad por la que dieron la vida nuestros compañeros, una Argentina libre sin explotación. 
 
 
Escriben Teresita Castrillejo y Facundo Guerra (Teresita fue la compañera de Quebracho, parte de Madres de Plaza de Mayo en Mendoza. Facundo es el hijo de ambos, hoy secretario del PCR de Mendoza)