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06 de diciembre de 2017

Nahir Mamani y Marcela Vargas, dos mujeres, dos historias distintas, y una misma conclusión respecto de la responsabilidad estatal en frenar o no la violencia hacia las mujeres.

Jujuy: dos historias y un final distinto

La protección estatal salva vidas mientras que la omisión puede terminar en femicidio

Nahir Mamani podría estar viva. Eso dice una y otra vez su papá, Víctor Mamani, envuelto en un dolor incesante.

Nahir Mamani podría estar viva. Eso dice una y otra vez su papá, Víctor Mamani, envuelto en un dolor incesante.
Y es verdad, Nahir estuvo el 8 de septiembre de 2016 en la Comisaría 33, luego de ser herida por su novio Agüero con un arma blanca. Cuando su papá se enteró comenzó a llamar al 144, desde donde fueron asesorándolo, hablando con la policía, y lo derivaron a la Secretaría de Paridad de Género, donde funciona un centro de atención a víctimas de violencia. Pero allí despacharon a Nahir en menos de cinco minutos, y le dieron un turno para que vuelva el 15 de septiembre del mismo año. Nahir no volvió, porque estaba otra vez incursa en el círculo de violencia que venía padeciendo.
La violencia de Agüero siguió, y la omisión estatal también. El 17 de febrero Nahir es nuevamente apuñalada por Agüero, pero esta vez se trató del último acto, una herida mortal, un femicidio presenciado por la pequeña hija de ambos, hoy a cargo del abuelo.
La muerte anunciada no tuvo un Estado que le pusiera freno, ni en la comisaría 33, ni de parte de la Fiscalía interviniente, ni de parte del Centro de atención a víctimas dependiente del Estado provincial, a pesar del conocimiento de la situación. Esta omisión estatal marca la responsabilidad, también estatal, en la muerte de Nahir. Por eso el 24 de noviembre, un día antes de conmemorarse el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, Víctor Mamani presentó una demanda civil contra el Estado, acompañado por la Multisectorial de Mujeres de Jujuy, señalando esta responsabilidad. Lo hizo en representación de la hija de Nahir, quien es hasta hoy otra de las víctimas directas de la omisión estatal, y por quien seguimos reclamando la reparación estatal a los hijos de víctimas de femicidio.
El 25 de noviembre, la marcha convocada por el movimiento de mujeres, tuvo un hito central en el recorrido al pasar por la Secretaría de Paridad de Género. Allí otra vez el relato de la omisión estatal ganó el megáfono, y fue enmudeciendo a quienes escuchaban. Las fotos de Nahir otra vez estaban allí, demostrando lo evitable de su muerte, lo triste y absurdo de la tragedia.
 
La otra historia
Pero la movilización tuvo otro momento relevante. Fue cuando al finalizar la marcha, frente a la Casa de Gobierno, Marcela Vargas contó a todos con la voz quebrada su propia historia de violencia y libertad. 
La antítesis de Nahir. Marcela, integrante de la Multisectorial de Mujeres y dirigente de Atavi, fue a denunciar a la comisaría la violencia cada vez más grave que padecía de parte de su marido, Marcelo Cabero, y aun perseguida por él en el trayecto, en la seccional no le quisieron tomar la denuncia en dos oportunidades. Desde la Multisectorial de Mujeres batallamos para lograr que le tomen la denuncia. Después pretendimos que Marcela tuviera en sus manos la restricción de acercamiento. Pero ni el fiscal la ordenó, ni la jueza especializada en violencia tampoco. Marcela comenzó a peregrinar por una y otra oficina, hasta que le dijeron que amplíe la denuncia (a pesar de todos los antecedentes de violencia certificados en denuncias hechas durante una década). Con esa ampliación el fiscal pidió la orden de restricción a la Jueza (aunque debería siempre ordenarla en forma directa dicho funcionario y en todo caso ser ratificada luego por la jueza). Ya con muchos días transcurridos, Marcela obtuvo la orden de restricción. Pero su marido la violentó. Ese incumplimiento de la orden judicial, sumado a mucha más violencia que él siguió ejerciendo de otras formas, incluso a través del movimiento social que dirigían ambos, demostró que Marcela estaba en riesgo. Y ese riesgo lo pusimos en la voz de la Multisectorial de Mujeres a través de los medios. Marcelo Cabero quedó detenido, porque su libertad era la prisión de Marcela, o su muerte.
Marcela viene pagando caro el costo de su libertad, pero no renuncia a ella. Y desde el movimiento de mujeres, dejamos claro que no estamos dispuestas a que ocurra otro caso como el de Nahir Mamani. Las medidas concretas que en cada momento arrancamos al Estado, son las que hoy la tienen a salvo.
Por eso Nahir y Marcela son las dos caras de una misma moneda. En el caso de Nahir la omisión estatal no pudo ser quebrantada.
En Marcela, su vida libre de violencia, a resguardo, con Marcelo Cabero detenido, es el ejemplo de la acción estatal que reclamamos.
Dos historias distintas, y una misma conclusión respecto de la responsabilidad estatal en frenar o no la violencia hacia las mujeres: mientras la acción estatal salva vidas, la omisión es responsable de los femicidios.