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17 de septiembre de 2014

Las recientes suspensiones masivas ocurridas en la siderúrgica Acindar y la autopartista Paraná Metal de Villa Constitución, en Santa Fe, generan gran preocupación e incertidumbre. Extraída de www.brujulacomunicacion.com 

Nos devoran los de afuera

Suspensiones en Acindar y Paraná Metal

En medio de índices nacionales de estancamiento y caída de las ci-fras de empleo, en el rubro sidero-metalúrgico el debate vuelve a ser sobre el alcance de la crisis del sector y su profundidad. ¿Es un problema coyuntural y estacional o las consecuencias de un modelo desindustrializador? ¿Qué rol juega China, el mayor productor mundial de acero?

En medio de índices nacionales de estancamiento y caída de las ci-fras de empleo, en el rubro sidero-metalúrgico el debate vuelve a ser sobre el alcance de la crisis del sector y su profundidad. ¿Es un problema coyuntural y estacional o las consecuencias de un modelo desindustrializador? ¿Qué rol juega China, el mayor productor mundial de acero?
En Acindar las suspensiones ascendieron a 300, alcanzando la producción primaria de aceros, pero no su procesamiento posterior, es decir la etapa de laminación. Mientras que en la autopartista en manos de Cristóbal López, Paraná Metal, fueron suspendidos el total de los 150 trabajadores que quedaron en funciones después del largo proceso de vaciamiento que se inició en 2008 cuando la planta contaba con 900 trabajadores.
Para encontrar el fondo del problema conviene analizar los números del sector. Acindar posee una capacidad de producción anual de 1.450.000 toneladas de acero crudo, una facturación anual del orden de los 900 millones de dólares y 2.900 empleados. Desde 2006, Acindar es parte de Arcelor Mittal, el mayor grupo siderúrgico mundial con sede en Luxemburgo.
Acindar se encuentra entre las más grandes empresas del sector junto a Tenaris-Siderca y Ternium-Siderar (Organización Techint), Acerbrag (Grupo Votorantim), Sipar-Gerdau (Grupo Gerdau) y Aceros Zapla.
La capacidad de producción anual total de estas compañías es de cerca de 7 millones de toneladas de acero crudo. La facturación consolidada es superior a 4.500 millones de dólares. En conjunto exportan por más de 1.500 millones de dólares anuales.
Es además uno de los sectores claves en la generación de empleo. La industria siderúrgica emplea aproximadamente unas 15.000 personas directamente y alrededor de 100.000 indirectamente.
La mayor parte de la producción de Acindar se destina al mercado interno (casi el 70%), principalmente a la construcción y una pequeña parte a la agroindustria e industria automotriz, y el 30% restante se exporta, centralmente a Brasil para la industria automotriz.
 
Menos construcción
En medio de un complicado escenario económico la construcción explica una parte importante del problema coyuntural. Una rama de actividad que aparece estancada en el nivel que había registrado en similar período de 2011. Según una encuesta publicada por Ámbito Financiero los empresarios del sector no muestran señales de mejorías a futuro e incluso manifiestan expectativas negativas.
El estudio muestra que entre los dedicados mayormente a las obras privadas el resultado fue claramente contractivo, puesto que sólo 9,1% de los consultados espera recuperación y 27,3% que seguirá el ciclo recesivo. Entre los factores explicativos de esas previsiones se mencionaron como los más relevantes: la caída de la actividad económica; la menor construcción de viviendas y de obras viales, y en menor medida la inestabilidad de precios y los mayores costos para construir.
“Después de un año récord el año pasado, el sector de la construcción está cayendo entre un 3 y un 4 por ciento. Perdimos 20 mil puestos de trabajo en los últimos meses”, aseguró Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción.
 
Automotrices a marcha lenta
Una parte de la producción siderúrgica argentina está destinada a la producción automotriz, tanto en el país como en el exterior, principalmente con destino Brasil.
La contracción de la producción automotriz calculada por Adefa (la cámara que reúne a terminales locales) en el 31,4% en julio comparada con igual mes del 2013 y la disminución de ventas al mercado interno de 33,5% son la otra pata del derrumbe siderúrgico.
También el efecto Brasil se hace sentir. “El comportamiento a la baja en materia de exportaciones estuvo marcado principalmente por la caída de la demanda por parte de Brasil, principal mercado de exportación, el cual había registrado en junio el volumen mensual más alto de este 2014”, señaló Adefa. En el acumulado enero-julio, las terminales automotrices exportaron 195.460 vehículos lo que representa una caída de 25,6% respecto de los 262.800 vehículos del mismo período del año pasado.
 
¿Hacer más con lo mismo?
Pero lo más preocupante no parece ser la negativa coyuntura actual. Un vistazo a los datos de la producción del acero en Argentina puede dar alguna pista sobre los problemas que hoy se manifiestan en suspensiones en algunas plantas, pero que tienen raíces mucho más profundas y preocupantes.
La producción de acero primario se mantuvo en la última década más o menos estable. Mientras que en 2004 Argentina producía 4.147.500 toneladas, en 2013 la producción llegó a 4.115.300. Algo similar ocurre con el hierro crudo que pasó de 5.133.000 a 5.187.000 toneladas. Apenas tuvo alguna variación el laminado en caliente que creció en la década de las 4.804.000 toneladas en 2004 a 5.143.000 el año pasado. Los números a mitad del 2014 muestran una tendencia similar.
La primera pregunta que surge al repasar estas cifras es como en una década en que la industria automotriz, la construcción y la agroindustria mostraron cifras al alza, la producción de acero, el principal insumo de las mismas, se mantuvo estancado.
 
Nos devoran los de afuera
En los números del comercio exterior parece estar la respuesta. Argentina pasó de importar en 2009 621.499.941 de dólares en acero, a 1.028.904.327 en 2013. Casi el doble. Mientras que las exportaciones cayeron de los 638.147.533 dólares en 2009, a los 496.560.707 en 2013, tendencia que parece empeorar con los números de 2014 que llegan a 223.630.670 en los 7 meses del año.
Lo que aparece claramente es que cada vez usamos más acero importado. Sin embargo este no es solo un problema de Argentina y su modelo productivo sino que parece ser el lugar que las grandes potencias mundiales eligieron para los países latinoamericanos en medio de la crisis mundial desatada en 2008, cuyos efectos hoy siguen profundizándose. 
Según un informe de la Secretaría General de la Asociación Latinoamericana del Acero (Abacero), desde la crisis global de 2008 el mundo se ha encontrado con una sobrecapacidad instalada, especialmente en China, que ha provocado una presión hacia la baja de los precios y la sobreproducción de dicho país se ha traducido en exportaciones, muchas veces en condiciones desleales, que han producido fricciones comerciales.
También alertó esta organización que América Latina atraviesa por un “proceso de desindustrialización” de la cadena de valor del acero, lo cual “pone en riesgo su capacidad de desarrollo en el largo plazo”. En el estudio “Comercio Indirecto: Realidad y Tendencias” se indica que esa situación obedece a “las crecientes importaciones de productos manufacturados con contenido de acero”, fundamentalmente procedentes de China.
Además la siderurgia argentina se ve afectada por el creciente copamiento de sus mercados tradicionales, como Brasil. Durante el primer semestre de 2014, China exportó 4 millones de toneladas de productos laminados hacia la región, 65% más que las 2,4 millones toneladas registradas en igual periodo de 2013. Durante el semestre, América Latina fue el segundo destino más importante, solo superada por Corea del Sur.
El consumo de acero laminado de América Latina equivale al 5% del total mundial. Sin embargo, la región actualmente significa el 11% de las exportaciones chinas de dicho producto y su participación creció 2 puntos porcentuales (desde 9%) en el último año.
Un ejemplo de los efectos de esta invasión de los productos chinos se da en el caso de la otra empresa que suspendió a todo su personal, Paraná Metal, que produce block de automóviles. Ésta y la fundición La Esperanza de Entre Ríos son las mayores productoras del rubro. Afectadas por la caída de la industria automotriz tuvieron alguna esperanza con el anuncio de General Motors (que acompañó la presidenta CFK con bombos y platillos), de la construcción de un nuevo motor en el país. Esta pieza hoy no puede ser construida por los locales por ser de aluminio, pero aseguran que con pocos meses de reconversión las plantas locales estarían en condiciones de abastecer el mercado y generar cientos de puestos de trabajo nuevo inclusive.
Sin embargo las previsiones no son alentadoras. Esta pieza, que podría generar la reactivación de las fundiciones nacionales, sería importada directamente desde China. 
Un negocio que es esencialmente funcional a las necesidades externas, mientras tanto los trabajadores santafesinos siguen discutiendo como mantener el puesto de trabajo resignando parte de sus salarios.