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02 de diciembre de 2010

Informe del Comite Central del PCR – 24 de abril de 1976 –

Documentos del PCR / tomo 4

El presente guión complementa y desarrolla los elementos dados por la declaración de la Comisión Política del 27 de marzo del 76. Consideramos válida a esta declaración y necesaria la discusión y el estudio de la misma en los organismos de Partido.

El presente guión complementa y desarrolla los elementos dados por la declaración de la Comisión Política del 27 de marzo del 76. Consideramos válida a esta declaración y necesaria la discusión y el estudio de la misma en los organismos de Partido.

I.- El golpe de Estado proimperialista en la Argentina debe ser ubicado en el contexto de una situación internacional que se desarrolla en un sentido favorable para los pueblos, en la que crecen tanto los factores de la revolución como los de la guerra. En la situación internacional se destacan en el mismo período:
*    La continuación y profundización de la Gran Revolución Cultural Proletaria en China, continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado, en el que la destitución Teng Siaoping constituye un triunfo de la línea revolucionaria del camarada Mao Tsetung.
*    La denuncia del gobierno egipcio de la política de hegemonía de la URSS.
*    El avance de las fuerzas revolucionarias y tercermundistas a escala mundial. Como ejemplo de ello se puede mencionar la excelente situación en el Sudeste Asiático; Bangladesh; Medio Oriente; África, situación en Guyana y otros países del Caribe y en México, Panamá, Venezuela y Perú en América Latina. Avance de las fuerzas marxistas-leninistas en Europa y EE.UU.
*    Los acontecimientos relacionados con la intervención de la URSS en Angola, en particular la disputa de las dos superpotencias por el control del Atlántico Sur.
*    El debate en las elecciones estadounidenses y en Europa Occidental sobre la mentira de la llamada “distensión”, y la intensificación de la contienda de las dos superpotencias en Europa Occidental.

II.- El Partido debe estudiar los materiales teóricos y políticos referidos a la importancia de la actual profundización de la Revolución Cultural Prole-taria en China, y su influencia sobre los acontecimientos internacionales.

III.- El seguimiento de la situación internacional y la comprensión de sus tendencias principales es fundamental para la orientación táctica del Partido. Hoy es visible la tendencia hacia la revolución y la tendencia hacia la guerra mundial, y también es visible la ofensiva estratégica global del socialimperialismo soviético. El conocimiento de esas tendencias nos permite orientarnos mejor en la comprensión de la situación política nacional. Lo que no significa que se pueda deducir de ellas, mecánicamente, cuál será la posición de determinadas clases sociales, o de los sectores afines a los yanquis, a los soviéticos, o a los europeos en la Argentina. (Por ejemplo: relación entre la línea soviética en Portugal antes de la rebelión militar prosoviética en noviembre de 1975 en Portugal y el posterior envío de mercenarios a Angola; línea de las fuerzas prosoviéticas en Europa y elecciones en los EE.UU.; influencia en las fuerzas nacionalistas de los acontecimientos de Angola y Egipto). Tiene importancia particular seguir los acontecimientos continentales y regionales. En nuestro caso la relación de fuerzas global en el Cono Sur. Por ejemplo: Bordaberry llama a sustituir a los partidos políticos por el apoyo de las FFAA “de mantenerse y agravarse, como es previsible, la situación imperante hoy en el mundo” dice. Y los “pinochetistas” argentinos plantean cubrir el vacío dejado por la debilidad yanqui en América Latina con una dictadura hegemonizada por ellos.

IV.- Caracterización del golpe de Estado: reiteramos la de la declaración del 27/3/76 en el párrafo que señala: “Los hechos muestran la existencia de un frente golpista proimperialista, gorila, antiobrero y antidemocrático, en el que se reagrupan sectores terratenientes y de gran burguesía intermediaria y monopolista junto con fuerzas burguesas que se ilusionan con pescar en río revuelto. Las fuerzas más activas de ese frente golpista son las vinculadas al socialimperialismo soviético y al imperialismo yanqui. Por ahora, gracias a las posiciones que ocupa en la cúpula militar el grupo Videla-Massera, ese frente golpista es hegemonizado por los sectores afines al socialimperialismo soviético”.

V.- De esta caracterización surgen algunas cuestiones
a)    Yanquis y rusos, en permanente disputa, golpearon juntos contra el gobierno de Isabel. Ya lo habían hecho en los anteriores picos golpistas (enero-febrero de 1975; junio-julio de 1975; desplazamiento de Numa Laplane). Esta confluencia se produce principalmente con un sector de los yanquis. Cuando la lucha patriótica de las masas fue más intensa se agudizaron sus diferencias. Cuando esa lucha fue menos intensa, o lograron aislar al proletariado y las fuerzas antiimperialistas, se atenuaron sus contradicciones.
    Se demostró el carácter reaccionario de las ilusiones en un supuesto carácter “antiimperialista”, “antiterrateniente”, y “democrático” de la política del socialimperialismo en la Argentina.
b)    Es preciso realizar una profunda discusión en el Partido, y en el seno de las masas, para esclarecer que el peso del socialimperialismo en la política argentina, y muy especialmente en el aparato estatal, no es el fruto de un afortunado trabajo de infiltración sino que tiene su fundamento en el peso real que sus testaferros, agentes y socios y aliados tienen en la economía argentina, por la propiedad, o el control, que han adquirido sobre los medios de producción, y por la existencia de una poderosa corriente prosoviética que es, desde hace tiempo, mucho más fuerte que la de otros imperialismos que disputan en nuestro país con los yanquis. Ese grupo, asociado al socialimperialismo, es uno de los principales grupos en la siderurgia privada; y el principal grupo en el aluminio, en la electrónica, en la rama de accesorios del automotor, en el plástico, en la industria frigorífica privada, en el control de la prensa y la radio; es un fuerte grupo inversor en: metalurgia, textiles, astilleros, caucho, construcción, vestidos, alimentación, azúcar, bodegas, finanzas y seguros, forestales e industria de la madera, petroquímica, química, rama humana y veterinaria de la sanidad, industria del papel y de la celulosa, ganadería, agricultura, industria hotelera, comercio, exportación e importación, etc. Del grado de su dominio o asociación con el grupo Bunge y Born depende que el grupo prosoviético sea o no muy superior incluso al grupo de capitales yanquis.

Está asociado a las principales familias terratenientes y de gran burguesía (Lanusse, Bullrich, Pereda, Shaw, Tornquist, Paz, Nouguez, Reynals, Duhau, Roca, Werthein, Lynch, Lacroze, Ezcurra, etc., etc.). Y ha invertido sumas cuantiosas extraídas de la Argentina durante la gestión Gelbard en bancos y empresas en los países vecinos y en los EE.UU. y Europa.
Las investigaciones realizadas por nuestro Partido han demostrado la estrecha vinculación de los sectores de la burguesía ligada a los soviéticos con las oligarquías y burguesías regionales del NOA (especialmente con la oligarquía y burguesía azucarera), del NOE (con el grupo yerbatero y tealero de Navajas Artaza; el monopolio maderero y forestal de Ditter; el grupo terrateniente vinculado a “Árbol Solo” y otras inversiones del grupo Joe Carnicero-Capozzolo, actuales propietarios de la Banca Tornquist; el grupo ganadero- frigorífico de Romero-Villalón; el grupo que monopoliza el gran contrabando con el Paraguay, Brasil y Uruguay, etc.); en Cuyo (estrecha asociación con la oligarquía y burguesía bodeguera de San Juan y Mendoza; con la burguesía financiera y minera de la región y propietaria de grandes extensiones de tierra en el sur de la provincia de Mendoza; salinas de San Luis, etc.); en la Pampa Húmeda con sectores de la oligarquía y burguesía ganadera, agrícola e industrial y en la Patagonia con las inversiones conocidas y la asociación con sectores burgueses como Sapag; la burguesía dueña de galpones y frigoríficos del Alto Valle, etc.
Son válidas, enteramente válidas entonces, respecto del socialimperialismo, las tesis leninistas sobre el imperialismo. La teoría que concibe el socialimperialismo actuando sólo a través de presiones diplomáticas y militares, y de inversiones estatales directas, es una repetición de las viejas tesis socialdemócratas sobre el imperialismo, que ya debió enfrentar y derrotar el movimiento comunista en el inicio de la III Internacional. La infiltración no es ninguna “novedad” introducida por el socialimperialismo. Es una modalidad operativa del imperialismo, tan vieja como éste, y quien caricaturice este aspecto de la denuncia que ha hecho nuestro Partido sobre la infiltración soviética en la Argentina sólo demuestra su ignorancia, o mala fe, sobre el modo de operar del imperialismo en general. Hoy el maccrartismo, como ayer, es la persecución a los comunistas (el PCR), como hace la dictadura videlista, y no la denuncia de la quinta columna socialimperialista, avanzada del fascismo moderno que somete a centenares de millones de seres a una feroz tiranía.

IV.- Todo esto plantea la necesidad de insistir en que, siendo el carácter de la actual etapa de la revolución argentina antiimperialista y democrática, el socialimperialismo es un enemigo de la misma y no un amigo. Objetivamente, al golpear el imperialismo más peligroso tratamos de aislar a un sector de la burguesía ligado a ese imperialismo, con lo que, en la práctica, golpeamos junto con sectores burgueses ligados, en mayor o menor medida, a otros imperialismos. No se puede escamotear esta realidad con falsos pudores. Stalin y el P“C” bolchevique se aliaron con el imperialismo inglés, americano y francés contra el alemán; y Mao y el P“C” de China, al aliarse con Chiang Kaishek, se aliaron con representantes de fuerzas imperialistas que representaban un peligro menor. Consciente o inconscientemente nosotros hicimos lo mismo (golpeamos junto con sectores proimperialistas) en épocas de Onganía, Levingston y Lanusse. Y conscientemente lo planteamos y realizamos luego del Tercer Congreso y en la lucha contra el golpe de Capellini, en una dirección; y en la lucha contra el golpe institucional prorruso en otra dirección.
La situación actual en ese sentido es compleja. El programa de nuestro Partido aprobado en su Tercer Congreso previó tal posibilidad: Objetivamente existe una contradicción entre la dictadura videlista (proimperialista, proterrateniente, gorila, antiobrera y antidemocrática) y el conjunto del pueblo. En esta dictadura predominan los sectores vinculados al socialimperialismo soviético. Este predominio es precario y se preparan nuevos enfrentamientos entre los golpistas por decidir la hegemonía en su seno. Nosotros golpeamos a la cabeza de la dictadura, y tratamos de reducir a ella el radio del golpe. Hacemos esto en la perspectiva del derrocamiento revolucionario (armado) de la dictadura. Nuestro objetivo inmediato apunta a impedir que la dictadura se consolide, en la perspectiva de acumular fuerzas para su derrocamiento revolucionario. Al hacer esto golpeamos principalmente (como venimos haciendo desde que pusimos como objetivo táctico fundamental la lucha antigolpista) al sector prosoviético, ya que éste predomina en el equipo dictatorial.
¿Esto significa que no debemos tener en cuenta la diferencia que puede existir entre sectores dictatoriales menos y más fascistas o menos o más profundamente reaccionarios? No. No significa esto. Tácticamente, como sucedió en el minigolpe de Navarro en Córdoba, o posteriormente ante el levantamiento de Capellini, el Partido deberá decidir, en concreto, su posición. Como enseña Lenin, la esencia misma, el alma misma del marxismo es el análisis concreto de la situación concreta.
Nuestra estrategia apunta a derrotar a todos los imperialismos que oprimen a nuestro pueblo. Nuestra táctica a derrotarlos de uno en uno.
La Argentina ya conoció momentos complicados en su larga lucha liberadora. En la época de la Colonia y la Revolución de Mayo fue compleja la relación de la lucha liberadora respecto de los españoles, los portugueses y los ingleses.
Entre 1943-1945 se había originado también una situación compleja. El imperialismo inglés, que durante décadas había sido el enemigo principal de nuestra Patria conservaba el dominio de palancas claves de la economía que impedían todo desarrollo progresista de la fuerzas productivas (ferrocarriles, transporte, Banco Central, etc., etc.). Era un imperialismo en decadencia con sus fuerzas absorbidas por la guerra mundial.
El enemigo principal del proletariado mundial era el nazifascismo, que a esa altura estaba perdiendo la guerra mundial. La dirección del P“C” lo consideró también el principal enemigo potencial a escala nacional.
El imperialismo yanqui, aprovechando las dificultades de los otros imperialismos (especialmente el inglés), determinadas por la guerra, había reforzado su dominación sobre toda Latinoamérica y pugnaba por garantizarse Bolivia y la Argentina que aún escapaban a su hegemonía.
El P“C” se alió con los sectores de burguesía y terratenientes proingleses (enemigo principal hasta entonces), y con la burguesía proyanqui (principal enemigo potencial), y apuntando a los sectores de burguesía pronazi, apuntó en realidad contra la burguesía nacional. El resultado es conocido. Perón mantuvo una actitud pendular con los nazis; golpeó económicamente a los ingleses y sus socios nacionales, utilizando en la medida que pudo sus contradicciones con los yanquis y dirigió el centro de su golpe político a los sectores proyanquis que representaba Braden.
El centro de nuestra alianza, actualmente, sobre la base de la alianza obrero campesina y por un largo período, sigue estando en la unidad con las fuerzas patrióticas enemigas de ambas superpotencias. A partir de esta alianza, pugnando por el camino revolucionario que planteamos, golpearemos juntos con diferentes sectores burgueses ligados a éste o a aquel imperialismo, de acuerdo con el desarrollo de los acontecimientos. Al ser aún precaria la hegemonía de los sectores prosoviéticos (en gran medida esa precariedad está relacionada con la situación global de la región en el Cono Sur de América Latina), sería apresurado, y antileninista, avanzar otro tipo de pronóstico sobre las posibles alianzas que se deberán hacer para barrer a la actual dictadura proimperialista.
 

VII.- En nuestra lucha contra la dictadura debemos evitar tanto el subestimarla tácticamente como el sobrestimarla estratégicamente.
Tácticamente la dictadura no es despreciable por las siguientes razones:
1)    Tiene el control del aparato estatal.
2)    Representa a fuerzas económicas poderosas y tiene el apoyo –aunque disputen entre ellas– de las dos superpotencias, y en última instancia lo tendrá de alguna de ellas.
3)    Las fuerzas hegemónicas en la dictadura enmascaran sus propósitos. Por ello, apoyándose en las tendencias conciliadoras naturales en la burguesía urbana y rural pudieron ganar, neutralizar, o crear expectativas, en un sector considerable de las mismas, y, lógicamente, en sectores considerables de la pequeña burguesía que, por su dependencia económica de la burguesía y por su modo de vida de pequeño patrono tienden, generalmente, a seguir a los sectores predominantes de la burguesía aunque enmascaren ese seguimiento con distintas formas ideológicas, como muchas de las que son habituales en el revolucionarismo pequeñoburgués. Sectores nacionalistas del Ejército optaron por el que consideran “mal menor” luego del defenestramiento de Numa Laplane, y aún pueden ser hegemonizados por sectores prosoviéticos.
4)    El pueblo aún está dividido frente a la dictadura.
5)    La clase obrera y su partido marxista-leninista no tienen aún fuerzas para hegemonizar la lucha antidictatorial.
6)    La situación regional en el Cono Sur de América Latina es momentáneamente desfavorable para una lucha revolucionaria antidictatorial.

Estratégicamente la dictadura proimperialista es despreciable y será barrida del escenario histórico por las fuerzas patrióticas y democráticas. Ello es así porque:
1)    Tienen la oposición de la enorme mayoría de la clase obrera y paulatinamente tendrá la de la mayoría del pueblo.
2)    No tiene el apoyo de las fuerzas auténticamente revolucionarias, como nuestro Partido, ni el de los mejores elementos de la clase obrera, el campesinado y el pueblo, ni el de la mayoría de las fuerzas del partido peronista, ni el radical, ni los sectores mayoritarios del socialismo, potencialmente integrantes de la fuerza antiimperialista a la que llamamos “la tercera fuerza”.
3)    Las masas trabajadoras han protagonizado grandes luchas desde 1969 hasta aquí. Luchas que profundizaron y generalizaron experiencias anteriores de esas masas. Las formas de organización aptas para la lucha de estas masas (especialmente los cuerpos de delegados) no han podido ser destruidos por la dictadura, y en la medida en que el Partido y las masas comprendan la importancia de su defensa, tampoco podrán ser destruidos en el futuro. Allí se atrincheran las fuerzas que protagonizarán la contraofensiva popular que barrerá a la dictadura proimperialista.
4)    Las fuerzas revolucionarias crecen mundialmente y darán apoyo a la lucha antidictatorial de nuestro pueblo, que a la vez se integrará con la lucha mundial de esas fuerzas que tienen como enemigo principal a las dos superpotencias.
5)    La dictadura está carcomida por grandes contradicciones. La más importante es la existente entre sus fines proimperialistas y proterratenientes y los intereses de los sectores burgueses y que por uno u otro motivo la apoyaron. Además tenderá a agudizarse la contradicción entre los sectores burgueses y terratenientes prorrusos y los sectores burgueses y terratenientes proyanquis.
6)    La crisis económica quita margen de maniobra a la dictadura.
7)    Existe en la Argentina un partido marxista-leninista de la clase obrera, joven pero fogueado desde sus comienzos en una dura lucha. Aunque el Partido es relativamente inexperto, por no haber practicado formas de lucha decisivas para el triunfo revolucionario, como es la lucha insurreccional, está en condiciones de afrontar las responsabilidades que le asigna el actual momento histórico.

VIII.- Para la derrota revolucionaria de la dictadura es necesario construir un frente único antidictatorial, un frente patriótico y democrático.
La experiencia contra la dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse, al igual que la lucha antigolpista última, demuestra que no basta para el triunfo sobre un enemigo poderoso con que las fuerzas que se le oponen golpeen juntas contra él. Es preciso forjar un auténtico frente único. Esta es la tarea del proletariado y su partido y es sólo en la lucha por ese frente único y en la lucha a fondo contra el enemigo principal, que el proletariado puede conquistar la hegemonía del mismo, ya que unidad y hegemonía son elementos de una misma relación contradictoria.
El camino de acumulación para ese frente y esa hegemonía es el definido por nuestro Tercer Congreso como camino revolucionario de acumulación en la Argentina. El proletariado no lucha por un retoque parcial del Estado que representa la dictadura: el Estado del imperialismo, los terratenientes y el gran capital ligado a ambos. El proletariado no lucha por colocar un guante de seda al puño de hierro de la dictadura.
Lucha por romper ese puño. Por acabar con la explotación de las clases y con el Estado que representa la dictadura proimperialista. Por lo tanto lucha por la derrota insurreccional de la dictadura. Esa fue la esencia de la táctica antidictatorial del Partido desde 1968 en adelante, y de la heroica lucha que contra ella protagonizó; y depurada de errores y desviaciones de las que adoleció debe ser la línea esencial de la táctica actual. Esto no implica que el Partido se tape los ojos ante las posibles modificaciones en el proceso (golpes y contragolpes, aperturas electorales o seudodemocráticas, etc.) y adapte a ellas su táctica. Pero siempre hará esto en el camino de acumular fuerzas para la derrota revolucionaria, insurreccional de la dictadura proimperialista y el Estado que representa. Por lo tanto luchamos porque el gobierno que reemplace la dictadura sea un gobierno popular revolucionario, que exprese el frente único, el frente patriótico de lucha antidictatorial y revolucionaria que la derribe.
Hay organizaciones como el P“C” (ML) que plantean la lucha por un gobierno provisional que llame a elecciones generales. No discutimos ni el posible carácter provisional de ese gobierno ni el posible llamado a elecciones por el mismo. A partir de nuestra posición leninista sí discutimos: ¿ese gobierno provisional será el producto del derrocamiento armado de la dictadura o será el fruto de un compromiso con ésta, como el que llevó a las elecciones del 11 de marzo de 1973? El proletariado lucha por el camino revolucionario, aunque sabe que éste no dependerá sólo de su voluntad, sino principalmente de su fuerza.
Para el triunfo del camino revolucionario en la lucha antidictatorial, el Partido debe tener como guía que el mismo dependerá, fundamentalmente, de:
a)    Una justa línea de lucha antidictatorial.
b)    La hegemonía del proletariado en esa lucha y en el frente único y antidictatorial.
c)    Que el camino de la revolución en la Argentina es de la ciudad al campo, lo que obliga a concentrar lo fundamental del trabajo antidictatorial en las grandes empresas de concentración proletaria, sin olvidar el trabajo en el campo, principalmente entre los obreros rurales y campesinos pobres, que posibilite un argentinazo triunfante.
d)    Un nuevo y más profundo ascenso revolucionario del movimiento de masas y de una crisis política aguda.
e)    El fortalecimiento del partido marxista-leninista de la clase obrera, el PCR.

IX.- La lucha por la aplicación de la línea política del Partido requerirá una lucha en dos frentes. Contra el reformismo burgués y contra el terrorismo pequeñoburgués. Tanto el camino reformista como el terrorista tratarán de colocar al proletariado como furgón de cola de distintas salidas burguesas que retoquen el Estado proimperialista y proterrateniente sin destruirlo. La lucha en este terreno no será más fácil que en el período anterior. Todo lo contrario. “Cada gato seguirá por su pared”; cada clase social por el sendero que le marcarán sus intereses y características de clase.

X.- El proletariado y el pueblo lucharán contra la dictadura. Ya lo están haciendo. Pero para que esa lucha sea exitosa el Partido debe organizarla y dirigirla.
Es necesario organizar la resistencia a la dictadura para impedir que ésta se consolide y tratar de impulsar un ascenso revolucionario de la lucha de masas que permita pasar a la lucha generalizada y al derrocamiento revolucionario de la dictadura.
En esta primera etapa tienen mucha importancia las pequeñas luchas exitosas y la discusión con las masas del balance y la experiencia de esas luchas. El tránsito de la lucha económica a la política es ahora más directo que bajo el gobierno peronista; pero ese tránsito no será siempre espontáneo, y siempre requerirá la ayuda del Partido para la justa orientación política de las luchas.
La clase obrera está buscando las formas más aptas para una lucha antidictatorial victoriosa y se plantea cuestiones referidas a la lucha por el poder. El rol de la vanguardia marxista-leninista es ayudar a las masas a recoger, sintetizar, generalizar y elevar a un nivel superior sus experiencias de lucha.
Nuestras alianzas deberán hacerse con las fuerzas patrióticas; con lo que se ha llamado “la tercera fuerza”. A partir de ella se podrá golpear juntos, o no, con otras fuerzas más o menos subordinadas a sectores burgueses proimperialistas, de acuerdo con las particularidades que tome la lucha antidictatorial en concreto.

XI.- Evaluación de la situación política concreta y tareas del Partido.

XII.- La situación general para el Partido es buena. En particular aquellas organizaciones y camaradas que aplicaron a fondo, resueltamente, la línea antigolpista del Partido, tienen ahora una situación excelente para el trabajo de masas.
No en todos los lugares ni para todas las organizaciones del Partido esto es así.
La lucha entre dos líneas continúa dentro del Partido y las tendencias burguesas que atacaron la línea antigolpista y sufrieron sucesivas derrotas intentarán ahora nuevos contraataques.
La lucha de líneas actual es continuación de la lucha anterior.
La condición para el triunfo de la línea revolucionaria del Partido es que se despliegue a fondo contra la línea burguesa que resistió la línea antigolpista del Partido.
La línea que resistió la lucha antigolpista hoy se caracteriza por ser más dura con Isabel Perón y los sectores patrióticos del peronismo (que resistieron a su modo y con sus limitaciones de clase e ideológicas al golpe) que con los golpistas, y, consecuentemente, por embellecer a la dictadura, que no sería “fascista” porque no sería “como la de Pinochet” utilizando la tradicional categoría “fascista” del revisionismo que se estira o achica como un chicle. La supresión total en la Argentina de todas las libertades democráticas burguesas, la adopción de medidas por la dictadura videlista que no se atrevió a tomar ninguna otra dictadura anterior, y la existencia de una cifra de detenidos que algunas fuentes estiman en 30.000 y de unos 900 desaparecidos, entre los que en los momentos en los que se realiza esta reunión se encuentran el camarada René Salamanca y César Gody Álvarez, a más de decenas de asesinados, no obsta para que se tengan semejantes opiniones.
¿Por qué la actual lucha de líneas es continuación de la anterior? Porque la resistencia a la línea antigolpista de unidad con el peronismo se basaba en:
*    La oposición a la caracterización leninista sobre el imperialismo y la oposición al carácter socialimperialista de la URSS. Por lo tanto aunque formalmente apareciese como partidaria de la unidad con fuerzas revolucionarias de la pequeña burguesía, en esencia, cedía ante la línea burguesa prosoviética del golpe “institucional”. No teniendo clara la esencia imperialista y fascista del socialimperialismo y las fuerzas que se le subordinan, prefería la alianza con esa burguesía prosoviética (de la que la pequeña burguesía terrorista prosoviética es un instrumento, es carne de cañón, como los soldados cubanos en Angola) a la alianza con la burguesía peronista enemiga de las dos superpotencias. De allí que contase las pecas en la cara de esta burguesía pero no viese las lacras en la de la burguesía prosoviética.
*    Consecuentemente renunciaba a la hegemonía proletaria en la revolución. Aparentemente, al coincidir con los sectores prosoviéticos en la lucha económica del proletariado defendía la hegemonía proletaria, pero en los hechos subordinaba esa lucha económica a la lucha política de la burguesía prosoviética por el golpe videlista.

La pregunta es: ¿a quiénes se les concedía la dirección de la lucha política con ese economismo aparentemente izquierdista? A la burguesía prosoviética. ¿A quiénes se beneficia hoy con el embellecimiento de la dictadura? A la burguesía prosoviética.
La esencia de la línea de los golpistas fue aislar al proletariado. Al aislarlo políticamente se hizo imposible toda resistencia armada de éste. El carácter reformista burgués del peronismo facilitó esto. Lo mismo sucedió en Chile con Salvador Allende. El proletariado quedó aislado frente al golpe y sabiamente dio un paso atrás, para poder dar posteriormente dos pasos adelante. Gran parte del campesinado y la pequeña burguesía tuvieron expectativas en el golpe. El proletariado sabe bien que una cosa es tener los fusiles y otra que le apunten con los fusiles. Toda lucha armada antigolpista sin ruptura de las Fuerzas Armadas (por la neutralización o la atracción de una parte importante de ellas) era una utopía.
Allí donde el Partido aplicó a fondo la línea antigolpista, y encabezó la lucha reivindicativa de masas, ha ganado el corazón de las masas explotadas, como lo demuestran las experiencias posteriores al golpe. El Comité Central señaló que la llamada “tercera fuerza”, enemiga de las dos superpotencias, era débil y estaba hegemonizada por la burguesía. Pero esa fuerza patriótica es lo nuevo en la política nacional, lo que tiende a crecer y desarrollarse, y, con una línea justa, el proletariado puede llegar a hegemonizarla. Esa es la clave de la línea de unidad del Partido. Lo fue frente al golpe proimperialista y lo es ahora.
Por eso, también la lucha de líneas actual es continuación de la lucha de líneas anterior, porque el centro del ataque a nuestra línea apunta a impedir, hoy como ayer, que el Partido, por decirlo así, se funda con las grandes masas obreras y explotadas que influencia el peronismo y las conduzca a la revolución. Y la lucha dentro del Partido es expresión de esa presión que se ejerce sobre nosotros.