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25 de noviembre de 2010

13 de junio de 1974

El PCR y los sucesos del 12 de junio

Documentos del PCR / tomo 4

En el último período las fuerzas proyan­quis, que habían sido duramente golpeadas por las luchas populares, dieron indicios de estarse reagrupando y preparando para una sangrienta contraofensiva.
Desde este punto de vista tuvo razón el general Perón cuando señaló en el acto de ayer, 12 de junio en Plaza de Mayo, que “los enemigos han comenzado a mostrar las uñas”.
Así lo demuestra:

En el último período las fuerzas proyan­quis, que habían sido duramente golpeadas por las luchas populares, dieron indicios de estarse reagrupando y preparando para una sangrienta contraofensiva.
Desde este punto de vista tuvo razón el general Perón cuando señaló en el acto de ayer, 12 de junio en Plaza de Mayo, que “los enemigos han comenzado a mostrar las uñas”.
Así lo demuestra:
*    El agudo desabastecimiento de productos de primera necesidad y de insumos bá­sicos para la producción, muchos de los cuales son acaparados y retenidos por monopolios y terratenientes proyanquis que preparan aquí un golpe semejante al dado en Chile.
*    Las declaraciones provocativas de secto­res terratenientes y de grandes capitalistas ligados a la trenza proyanqui. Se destaca, entre otras, las declaraciones del Partido Liberal de Corrientes, la solici­tada de la Unión Conservadora de la Provincia de Bs. As. publicada esta se­mana, y reiterados editoriales del diario La Prensa.
*    La convocatoria de sectores ultrarreaccio­narios de terratenientes y grandes capi­talistas proyanquis para organizar un movimiento agrario de “protesta”, que, aprovechando la conciliación con los te­rratenientes del gobierno, y los graves resultados para la masa campesina de la política económica actual, les permita a esos sectores crearse una base de apo­yo para sus planes golpistas, como hicie­ron en 1955, y como hicieron sectores afines antes del golpe de septiembre en Chile.
*    El continuo accionar de las bandas fascistas, proyanquis, que protagonizaron en febrero el minigolpe de Navarro, en Córdoba y que asesinan a mansalva e impunemente, en todo el país, a militantes obreros y populares, al tiempo que organizan sus fuerzas golpistas pro­yanquis.

El gobierno del Gral. Perón ha aplicado algunas medidas contra los yanquis, prin­cipales beneficiarios de la dependencia al imperialismo de la economía nacional. Esas medidas, especialmente, se refieren a la po­lítica exterior del gobierno.
Pero, en esencia, el gobierno ha procurado calmar con paños tibios los graves efectos de esa dependencia al imperialismo, y del atraso generado por la subsistencia del lati­fundio y de los monopolios intermediarios que agobian a la masa campesina. Expresa­mente el general Perón se niega a la conve­niencia de acabar de raíz con ellos, expro­piándolos en beneficio del pueblo, como se ha hecho allí donde se terminó realmente con la dependencia al imperialismo y con la opresión de la oligarquía terrateniente aliada a aquél.
El Gral. Perón ha pretendido, hasta ahora, forcejear con los yanquis apoyándose en la URSS, la otra superpotencia imperialista que disputa con aquéllos la hegemonía mun­dial. Se han hecho graves concesiones –como el reciente acuerdo pesquero– a esos inte­reses soviéticos, y al grupo de testaferros de los mismos, como Gelbard, Broner y otros.
El general Perón ha pretendido aflojar las ataduras con los yanquis fortaleciendo a la gran burguesía nacional que hegemoniza la CGE y la UIA, a costa de la congelación de salarios de los trabajadores, de bajos precios para los campesinos pobres y medios, y de graves problemas para la pequeña y mediana burguesía urbana.
Así ha ido transcurriendo el tiempo sin que el país emprenda decidido el camino de su liberación, y sin que las grandes masas trabajadoras del campo y la ciudad, que son, sin duda, la inmensa mayoría de la población, obtengan satisfacción a sus reivindicaciones y aspiraciones más sentidas, como: trabajo estable; salario acorde con el costo de la vida; vivienda cómoda y barata; tierra y precios compensatorios para las cosechas de los campesinos pobres y medios; educación realmente garantizada para las masas populares; sanidad popular; plena democracia.
¿Es extraño entonces que la clase obrera y el pueblo hayan retomado en un nuevo nivel el camino de la lucha salarial, reivindicativa, democrática y antiimperialista?
¿Es extraño entonces que esas luchas estén conmoviendo al país y hayan comenzado a derrumbar al Pacto Social que se ha demostrado ineficaz para garantizar la liberación nacional y perjudicial para los intereses de las grandes masas populares?
La clase obrera y el pueblo han hecho conciencia en largos años de combate que sin lucha sus problemas no se resolverán favorablemente. Esté quien esté en el gobierno.
Las masas populares han aprendido a ser protagonistas y no espectadoras, porque fueron aprendiendo que sólo siendo protagonistas pudieron derrotar a sus enemigos. Las propias masas peronistas saben que, incluso, fue con su lucha que pudieron arrancar a Perón del exilio al que lo había condenado la oligarquía.
Ha sido en estas circunstancias que el Gral. Perón pronunció su anunciado discurso por radio y TV en el que amenazó con irse del país si no se apoya incondicionalmente su línea política. Este anuncio motivó la gran concentración popular del 12 de junio a la tarde en Plaza de Mayo, en la que también estuvimos los comunistas revolucionarios.
Las masas obreras y populares que ayer se movilizaron a Plaza de Mayo, siguiendo el rumbo abierto por las luchas posteriores a 1969, fueron allí comprendiendo el peligro de un contragolpe sangriento como en 1955 y dispuestas a combatir contra ese enemigo.
No fueron a defender el Pacto Social.
Pero tanto en su discurso de la mañana como en el de la tarde, Perón señaló como enemigos, por un lado a los que “tiran de la derecha”, es decir, a los oligarcas y proyan­quis, los verdaderos y principales enemigos; y por otro lado, atacó a los “apresurados”, los “que tiran de la izquierda”. Siendo el centro de su discurso la defensa del Pacto Social, está claro que Perón entiende también como enemigos, como “minorías irresponsables”, a las masas obreras y populares que han comenzado a luchar por sus reivindicaciones, pretendiendo hacer avanzar el proceso abier­to con las grandes luchas posteriores a 1969, proceso que los verdaderos enemigos del pueblo quieren paralizar y hacer retroceder.
Gráficos, mecánicos, metalúrgicos de Villa Constitución y La Plata, obreros de la carne del Swift, ferroviarios de la Unión Ferro­viaria y de la Fraternidad, obreros de la alimentación, y muchos más, que realizaron paros y manifestaciones exigiendo aumentos de salario acordes con el costo de vida. Es­tudiantes universitarios que se movilizan en todo el país. Campesinos tucumanos, santiagueños, formoseños, misioneros, tamberos, etc., que han hecho jornadas de lucha en estas semanas. Los habitantes de las villas de emergencia que luchan por vivienda y sus reivindicaciones. Los obreros que han manifestado contra el desconocimiento del lim­pio resultado electoral en el SMATA Cór­doba y contra el incumplimiento de los com­promisos tomados por el Ministerio de Tra­bajo con los obreros de Villa Constitución y en protesta por el bárbaro asesinato de militantes obreros. Todos ellos en pie de lucha contra los verdaderos enemigos de la liberación nacional son señalados como “apresurados” por el Gral. Perón porque atacan al Pacto Social, que un puñado de odiados jerarcas sindicales firmó a sus es­paldas con la CGE y la UIA.
Perón defiende el Pacto Social, como si éste fuera un instrumento liberador.
Pero el Pacto Social hace pagar a los trabajadores los platos rotos por la situación que dejó al país la dictadura, y la dependencia y el latifundio a quien ella sirvió.
El Pacto Social pretende enchalecar a los trabajadores para que éstos sean furgón de cola de la gran burguesía nacional en la trinchera antiyanqui, para que sean solda­dos de esos burgueses “generales” de de­rrotas.
Así, inevitablemente, el gobierno del Gral. Perón marchará a reprimir a las masas obreras y populares ya que la lucha de éstas ha de continuar y esas luchas deberán cho­car contra el “Pacto Social”, le guste o no le guste a la burguesía nacional que se beneficia con éste.
Así, también inevitablemente, por este camino el gobierno del Gral. Perón se debilitará y desgastará progresivamente, lo que alentará a los enemigos de la liberación na­cional para repetir lo que ya hicieron exito­samente en 1955.
Así, inevitablemente, se camina hacia un fracaso como el de Allende y la Unión Po­pular en Chile, donde también se cedió al chantaje del desabastecimiento, la conspiración y la guerra civil, en vez de organizar al pueblo para enfrentarlas y derrotar de raíz a sus enemigos. Allí, con el pretexto de ahorrar sangre y tiempo, se derramó mucha sangre popular, y se dilapidó un tiempo precioso para derrotar definitivamente a los enemigos de la liberación nacional y de las masas populares.

 

Ese es un camino de derrota
El camino del triunfo exige nacionalizar a las empresas yanquis y del gran capital asociado a ellas, iniciando la recuperación para el país de los resortes claves de la economía nacional que hoy están en manos del capital extranjero. Se trata de golpear a ellos y a los grandes terratenientes y capitalistas asociados a ellos y no sólo a los comerciantes especuladores.
“Cuando el pueblo se decide a la lucha suele ser invencible” dijo ayer el general Perón. Es cierto. Nuestro pueblo ya hace tiempo que se decidió a la lucha. Pero para ser invencible debe estar sólidamente unido contra sus enemigos auténticos, y debe estar armado. Porque los enemigos están armados. Y debe estar dirigido por quien pueda llevarlo al triunfo. Como prueba la experiencia histórica este dirigente sólo puede ser la clase obrera con su partido y su teoría re­volucionaria: el marxismo-leninismo-maoísmo.
A la clase obrera le cabe pues ahora el papel más importante. Si el Gral. Perón endereza el rumbo, mejor. Eso espera la enorme mayoría del pueblo, dispuesta a combatir a muerte contra el imperialismo y la oligarquía. Pero la clave está en que la clase obrera depure de jerarcas y burócratas al servicio de la patronal sus organizaciones de empresa y gremiales y los reemplace por dirigentes fieles a su clase, dispuestos a encabezar a todo el pueblo en la lucha contra el imperialismo yanqui y sus socios nacio­nales.
No es echando agua sobre el fuego que encendieron las grandes luchas de estos años, como el Cordobazo, Rosariazo, Mendozazo, y tantas más, como se va a triunfar. Al contrario. Además, ese fuego es imposible de apagar y quien lo quiera hacer será consumido por él. La garantía del triunfo popular está precisamente en ese ascenso revolucionario de las luchas populares.