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02 de octubre de 2010

Comité Ejecutivo de la FJC. Organizaciones y militantes del Partido Comunista de la Provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Provincia de Santa Fe, Tucumán, Mendoza, Corrientes.

Declaración por el 50° Aniversario del Partido Comunista

Rosario, 9 de diciembre de 1967

Ni un segundo más para impedir la división del Partido Comunista y la  Federación Juvenil Comunista.

Por un poderoso Partido Comunista firmemente guiado por los principios leninistas.

 

I
En momentos de cumplirse el 50° Aniversario de su fundación, nuestro Partido atraviesa la crisis más profunda y masiva de su historia. Varios miles de militantes -las dos terceras partes de la FJC y organismos afiliados del PC de la provincia de Buenos Aires, Capital, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Corrientes y otros- han sido marginados esgrimiéndose acusaciones falsas y calumnias con el único objeto de no realizar la discusión política en los organismos partidarios.
En sus 50 años de lucha, el Partido Comunista ha forjado millares de combatientes revolucionarios de la clase obrera y el pueblo argentino que han escrito gloriosas páginas de la historia del movimiento obrero y popular. Ha difundido consecuentemente el marxismo-leninismo, las realizaciones de la Unión Soviética y de los países socialistas, y ha analizado la etapa de la revolución en nuestra patria aprobando en su XII Congreso (marzo de 1963) el programa del Partido. Ha enarbolado valiente y consecuentemente la bandera del internacionalismo proletario uniéndola, estrechamente, a la bandera del auténtico patriotismo. Templados en la escuela revolucionaria del PC se han forjado héroes como Enrique Müller, Tchira, Aguirre, Jorge Calvo, Zelli, Ingalinella,  Kehoe, Néstor Méndez, Daniel Grinback que vertieron su sangre generosa defendiendo los intereses de la clase obrera y bregando por la liberación nacional y social de nuestro pueblo.
Día a día actúan en la lucha millares de héroes anónimos, los militantes del PC y la FJC afrontando la represión que prácticamente nunca dejó de realizarse contra los comunistas en nuestro país.
Pero a esta altura de la trayectoria del PC, se ha ido acentuando una tendencia oportunista dejándose de lado la línea aprobada en el XII Congreso, dejándose solo para formulaciones verbales abstractas, y de tanto en tanto, la estrategia de clase para llegar a la conquista del poder por la acción revolucionaria de las masas. No avanzó, y aún más, se ha ido debilitando y decreciendo la fuerza, la organización y el peso de masas del Partido. Compañeros de dirección del Partido, que han aquilatado grandes méritos, lamentablemente se han ido encerrando en la defensa obcecada de errores y desviaciones impidiendo toda discusión crítica y autocrítica auténtica.
Por ello, a esta altura de la trayectoria del PC recobran tanta actualidad la experiencia y los conceptos que protagonizaron 50 años atrás los fundadores del Partido.
Como entonces -aunque hay diferencias importantes en los problemas en debate y sobre todo en la situación nacional e internacional- se trata de un problema de clase.
“Ni un segundo más”. Así decía el manifiesto de fundación del PC el 6 de enero de 1918 cuando se reunieron bajo el incontenible influjo de la Revolución Rusa del 17, en el Congreso constitutivo, organismos y militantes marxistas revolucionarios junto con las juventudes socialistas rompiendo con el reformismo de la dirección derechista del PS.
En dicho manifiesto se explicaba a la clase obrera y el pueblo la razón de ser del nuevo partido:

“El Partido Socialista ha expulsado de su seno, deliberada y conscientemente, al socialismo. No pertenecemos más al Partido Socialista. Pero el PS no pertenece más al socialismo. Denunciar esta verdad a los trabajadores y fundar el verdadero Partido Socialista Internacional son deberes morales, imperativos a los cuales no podemos sustraernos sin traicionar cobardemente al proletariado y a nuestra conciencia socialista” (ver Esbozo de historia del PC de la Argentina, págs. 25 y 26).

Hoy con toda la crudeza que lo exige la situación del país, hay que dar una respuesta clara y concreta que permita encarar la superación del principal escollo que traba el desarrollo victorioso de la lucha por la liberación nacional y social de nuestro pueblo. Y él es ¿por qué una clase obrera numerosa (una de las más importantes y desarrolladas de América Latina), organizada, con largas y honrosas tradiciones de lucha, que ha desplegado en los últimos años una combatividad extraordinaria, que en la ocupación de empresas y en los paros generales ha logrado nuclear en torno suyo a vastos sectores populares, sigue en lo esencial aprisionada por la ideología de la conciliación de clases, sigue en lo esencial dirigida, en definitiva, por su enemigo de clase?
Esta respuesta necesaria es la que la dirección del Partido al cerrar la discusión para evitar que se evidencie la desviación oportunista del Partido no podrá dar. Pero como de todos modos es necesaria, y no puede contestarse solo señalando que debemos aumentar nuestra esforzada labor en el campo obrero y popular, esta respuesta se abre paso y es la que buscan, formulan y tratan de llevar a la práctica millares de militantes del Partido y de la FJC, aunque sufran el dolor que siente todo comunista al ver cómo se escinde a nuestro Partido al violarse groseramente los estatutos y los principios leninistas, apelándose a prácticas que ya hace largos años fueron discutidas y superadas por iniciativa del PCUS en su XX Congreso.
En este 50º Aniversario del PC no hay cuestión más urgente e importante para todo organismo y militante comunista, que la de exigir a la dirección partidaria el levantamiento inmediato de todas las sanciones, reponiendo en sus cargos respectivos en los órganos dirigentes de la FJC y el PC a todos los compañeros sin excepción y la apertura de la discusión auténtica, leninista, de los problemas políticos suscitados, para fortalecer realmente nuestras filas para bien de nuestra clase obrera y nuestro pueblo en su lucha contra la dictadura y por un poder popular que realice las históricas tareas de la revolución democrática, agraria y antiimperialista y abra el cauce hacia la sociedad socialista en la Argentina.

 

II
La dictadura de Onganía, dictadura descarnada del gran capital  intermediario, de la oligarquía y de los monopolios imperialistas, ha desatado una sostenida ofensiva contra las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera y el pueblo, ha acelerado al máximo la entrega del país al imperialismo y ha ido perfeccionando una legislación y estructura estatal de tipo corporativo fascista.
Siguiendo las directivas del FMI y otros organismos del imperialismo, la dictadura militar reaccionaria ha congelado salarios hasta fines de 1968, ha acentuado los despidos y el drama de la desocupación castiga hoy a decenas de miles de obreros y familias trabajadoras. El costo de la vida ha subido y sigue subiendo en forma brutal. Aumentan los precios de los artículos de primera necesidad y se esquilma al pueblo con nuevos y mayores impuestos. El problema de la vivienda a pesar de las promesas y planes consabidos, tiende a agravarse con la sanción de una nueva ley de alquileres que elevaría a sumas astronómicas el costo de los mismos y la desidia oficial ante el drama de los inundados. El transporte atraviesa la amenaza de sucesivos aumentos, y los hospitales públicos soportan no solo la política de ahogo financiero sino incluso una orientación privatizadora que lleva a desguarnecer aún más las necesidades sanitarias de nuestra población. Asimismo, en los próximos meses, se pretende ejecutar en el campo más de cien mil desalojos de arrendatarios, avalados por la Ley 17.253, que acentuará la concentración de la propiedad de la tierra en beneficio de grandes estancieros, de la oligarquía terrateniente y de los monopolios imperialistas.
Por otra parte se lleva adelante la política de desmantelamiento y privatización de empresas nacionales. Tal el caso de los ferrocarriles argentinos y la sanción del decreto sobre hidrocarburos que beneficia, amenazando de ruina a YPF, a las compañías petroleras imperialistas, y el deterioro permanente de la pequeña y mediana industria nacional que es crecientemente absorbida por los monopolios capitalistas nacionales e internacionales.
Para imponer tal plan es que la dictadura ha ido perfeccionando la legislación represiva y una estructura estatal de tipo corporativo fascista. En un año y medio y luego de liquidar por decreto todos los restos de derechos democráticos sociales y políticos del pueblo, de disolver los partidos políticos, de conformar nuevos aparatos militar-represivos nacionales, como el Conase, se han instaurado decretos monstruosos como los de “Defensa Civil” que institucionaliza la militarización del país, y la “Ley anticomunista” que establece el delito de opinión e impone penas de hasta nueve años a quienes piensen o actúen en defensa de los intereses populares y contraríe los objetivos de la dictadura proyanqui.
Las luchas obreras y populares ya han conocido lo que se entiende por “orden y subordinación a las jerarquías naturales”; decenas de encarcelados, centenares de procesos represivos, intervención a los sindicatos, bloqueo y control de sus fondos, sanciones económicas masivas -tal  el caso de 120.000 ferroviarios, ilegalización de centros de estudiantes, intervención a las universidades nacionales, ataque al movimiento cooperativo, persecución y razzias a los habitantes de villas de emergencia, quema de libros como el acontecido en el Correo Central con libros marxistas. Hilda Guerrero de Molina y Santiago Pampillón simbolizan con su martirologio la dura realidad de nuestras luchas.
Pero por otra parte en la presente situación se ha transformado la inicial “expectativa esperanzada”, en profundo descontento masivo y repudio hacia la dictadura de Onganía, en acciones y luchas de vastos sectores populares.
Sin embargo, tal descontento y repudio no se ha canalizado aún en un vasto plan de acción unitario, obrero y popular, y ello no solo por las maniobras divisionistas y represivas de la dictadura sino también por la política claudicante y conciliadora de dirigentes sindicales y políticos.
Plan de acción nacional que oriente, que dé una real perspectiva y profundice el conjunto de las luchas en el país en el camino de ir forjando una verdadera alternativa del pueblo que desemboque por la acción revolucionaria de las masas en un poder verdaderamente popular.
Es precisamente ante la situación creada en el campo obrero y popular, y consciente de su creciente aislamiento, que la dictadura se ha planteado caminos de absorción política y ensanchamiento de sus bases de sustentación, para fortalecer sus posiciones y desarrollar sus planes en mejores condiciones, con tal motivo busca transformar el acuerdo con caudillos políticos conservadores, frondicistas, neoperonistas, etc., y dirigentes sindicales colaboracionistas de extracción peronista y otros sectores (Coria, Cavalli, Taccone, Liberato, Fernández, etc.) en un “movimiento nacional” que, tras banderas como la de “participación obrera”, pretenden maniatar a los trabajadores, apuntalar su deteriorada imagen y, al mismo tiempo, que le abra un mayor margen de maniobra en el futuro para imponer su política de entrega y represión.
Es observando tal situación y pretendiendo utilizar el creciente descontento popular, que conocidos militares y políticos al servicio del régimen como lo demostraron cuando estuvieron en el gobierno, estructuran nuevas alternativas reaccionarias.
Como siempre, el imperialismo al mismo tiempo que apoya al actual equipo militar no pierde contacto y acuerda con tales fuerzas, pues de esa manera como lo atestigua la experiencia ha ido cambiando elencos y formas, para mantener la misma orientación política y el sistema del que es beneficiario principal con la oligarquía y los monopolios capitalistas.
Es así que en el ámbito militar, en sus mandos más importantes, como siempre, están latentes preparativos de golpe de palacio o “revoluciones”, con o sin Onganía.
Tras tales planes se mueven conocidos personeros proimperialistas como Alvaro Alsogaray, numerosos dirigentes de los partidos liberal-burgueses tradicionales y también dirigentes sindicales “independientes”. Organizan encuentros y marchas en los que miles de argentinos que repudian la dictadura, manifiestan la voluntad de lucha por sus justas aspiraciones. Pero estos dirigentes derechistas tradicionales tienen los ojos puestos en otra cosa: en la publicidad que revitalice sus figuras ante las masas y aporte fuerza a los grupos militares que preparan un golpe reiniciador del ciclo de la “democracia” con proscripciones y fraudes.
Las actitudes de oposición verbal a la dictadura, de denuncia verbal de su política económico-social, de denuncia verbal de la represión, que caracteriza la actividad de las direcciones de la UCRP y del peronismo, y de numerosos dirigentes de la CGT, son un reflejo del sentimiento que anima a sus bases obreras, populares y democráticas. Pero no pasan al terreno de la acción, no transforman las palabras contra la dictadura en hechos y luchas de las masas contra la misma porque esos dirigentes, con diferencias de matices de unos a otros, solo aspiran a retoques en el régimen de dominación oligárquico-imperialista.
El Frente Illia-Perón o el  “diálogo” empresario-Fuerzas Armadas-Iglesia-sindicatos más o menos reales o concretos, apuntan a ese fin.
Por eso la dictadura puede desplegar su ofensiva. No porque la clase obrera, los campesinos, todos los sectores patrióticos, no estén dispuestos a combatir, no tengan la fuerza necesaria para, unidos, detener esa ofensiva y estructurar su contraofensiva, sino porque esos dirigentes que aún predominan en el movimiento obrero y popular, concilian, negocian, en fin, frenan y postergan la lucha, y cuando conciben movilizaciones o paros es con el fin de instrumentar a los trabajadores para una nueva vuelta de calesita que cambie a Onganía por un nuevo general, o civil, reaccionario de turno.
Vastos sectores populares: bases, dirigentes medios, y algunos nacionales, del gran campo de oposición a la dictadura quieren y pugnan por superar dicha actitud conciliadora. La unidad de acción y lucha de los mismos junto a los comunistas, contra la dictadura y por un poder auténticamente popular, permitirán proyectar y cristalizar un verdadero frente de resistencia antidictatorial.
Para detener los avances de la dictadura, desarrollar la contraofensiva obrera, popular y democrática, y derribar a la dictadura en la perspectiva de desalojar del poder a la oligarquía, el gran capital y el imperialismo e instaurar un poder de nuevo tipo, revolucionario, de los obreros, los campesinos y demás sectores populares, debemos remontar la corriente, desarrollando y organizando las luchas por las reivindicaciones económicas y políticas desde abajo.
En la lucha por el aumento inmediato de salarios, contra la carestía y la desocupación, por el reintegro de la personería a la Unión Ferroviaria, Foetra, Químicos y demás gremios represaliados, desarrollar comandos por fábricas e interfabriles que organicen el combate, fortalezcan las comisiones internas y direcciones sindicales que sean fieles a los intereses de los trabajadores o luchen por imponer nuevas comisiones internas y direcciones sindicales en caso contrario. Comandos que -como plantea el programa de nuestro Partido- vinculen la lucha reivindicativa a la lucha política que eleven la disposición combativa y que preparen a los trabajadores para defenderse de la represión en las movilizaciones, para garantizar los paros y para poder llegar a encarar con éxito la lucha general por derribar la dictadura en todos los terrenos que haya que librarla.
La CGT ha resuelto continuar la tregua hasta marzo en el último Comité Central Confederal (CCC) del 23 de noviembre. Le dejaron pasar el invierno y ahora le quieren dejar pasar el verano con tranquilidad a la dictadura.
El plan de lucha lo debemos encarar en cada lugar de trabajo y gremio, realizando asambleas en las que tomemos medidas de lucha como, por ejemplo, paros breves con actos en la calle para ir creando las condiciones con el fin de llegar a un paro general -obligando a los directivos de la CGT o por encima de ellos- con concentraciones en la Capital y en cada ciudad del país, que confluya con la lucha de los campesinos contra los desalojos que trae la Ley Raggio, con la lucha de los estudiantes, y con la lucha de todos los sectores patrióticos y antiimperialistas, en la perspectiva de la lucha por el derrocamiento de la dictadura.
El Congreso de la CGT convocado para marzo, así como está amañado, no será representativo de la voluntad ni de los intereses de los trabajadores. Los dirigentes que predominan en la actual dirección cegetista, tanto peronistas como de los otros sectores, por basarse en la concepción burguesa de la conciliación de clases, preparan un congreso a espaldas de las bases, trenzando diversas componendas unos con la dictadura, otros con las variantes de recambio. Solo un congreso de la CGT que sea resultado de asambleas de fábrica y asambleas de gremios en las que se elijan delegados con un mandato expreso de los trabajadores puede producir el cambio de rumbo y colocar a la CGT en el camino de la lucha junto a todos los sectores populares. Los militantes clasistas, en todo lugar de trabajo y en cada gremio, debemos plantear claramente esta situación y luchar por un congreso de la CGT verdaderamente representativo, en la perspectiva de rescatar la Central Obrera para los trabajadores, imponiendo una dirección independiente de los patronos y del Estado para garantizar el triunfo de nuestras luchas y aportar decididamente a la conquista del poder para el pueblo.

 

III
Este proceso de organización y lucha desde abajo es la base, junto a la posible y necesaria unidad de acción de los sectores revolucionarios y consecuentemente antiimperialistas y antioligárquicos, para ir forjando el frente de liberación social y nacional que nuestro pueblo necesita para abrir paso a la opción propia, para estructurar su propia alternativa que le conduzca al poder.
El programa que los comunistas levantamos, programa de la revolución democrática, agraria y antiimperialista con vistas al socialismo, refleja tanto las necesidades objetivas para la liberación nacional y social de nuestro pueblo, como la voluntad de cambio que anida en la mayoría de los trabajadores de la ciudad y del campo y en los sectores avanzados de las capas medias.
Este programa comprende:
• La expropiación de los latifundios y la entrega de la tierra a los campesinos y a los obreros rurales que quieren trabajarla.
• La expropiación de los monopolios imperialistas y del gran capital entrelazado con ellos, y su paso a manos del poder popular, con control de los trabajadores. La nacionalización de los Bancos y del Comercio Exterior.
• Desmontar el aparato represivo y estatal de las clases dominantes. Crear milicias populares defensoras del poder revolucionario y respetuosas de los derechos democráticos de los trabajadores y el pueblo.
• Depurar a las Fuerzas Armadas de los mandos reaccionarios y transformarlas en instrumentos del pueblo y al servicio de la verdadera independencia nacional restaurando las tradiciones sanmartinianas.
• Mejorar radicalmente las condiciones de vida, de trabajo y de vivienda, de los trabajadores de la ciudad y el campo. Abrir la escuela y la universidad al pueblo.
• Política exterior independiente, de paz, de solidaridad con la lucha antiimperialista de los pueblos, de amistad con los países socialistas y los países liberados.

El Frente de Liberación Social y Nacional basado en la organización y la lucha de las masas populares, bajo la dirección de la clase obrera y su partido, elevando el espíritu y la disposición de combate, preparando y desarrollando la lucha en todos los terrenos en que haya que enfrentar a la reacción para desalojarla del poder, es el instrumento que necesitamos forjar, pues, para hacer realidad dicho programa revolucionario.
Esta lucha la realizamos en un momento de la historia en que los pueblos desarrollan en todo el mundo el combate por su liberación enfrentando al imperialismo, en particular al yanqui. El pueblo vietnamita -con la ayuda de la URSS y el campo socialista- asesta golpe tras golpe al criminal agresor norteamericano y con ello aporta extraordinariamente tanto al proceso revolucionario como a la lucha por la paz. En el Vietnam se decide en gran medida el futuro próximo de la lucha liberadora y por la paz en escala mundial. La victoria del heroico pueblo vietnamita, que para acelerarse requiere una mayor solidaridad activa de nuestro pueblo, significará un punto de viraje que marcará un nuevo camino en la relación de fuerzas a favor del campo socialista, de la clase obrera internacional y del movimiento de liberación nacional, estrechando con ello las posibilidades del imperialismo yanqui y sus planes belicistas.
Hace 50 años el triunfo de la gran Revolución Socialista, la instauración del Poder Soviético, el primer poder proletario en el mundo, cambió el curso de la historia. Hoy la URSS junto a los demás países socialistas constituye el bastión más firme en el que se apoyan para su combate los pueblos aún dominados por el imperialismo y los trabajadores de los países capitalistas.
Se agrieta el campo imperialista. La devaluación de la libra esterlina y las reiteradas y conocidas posiciones antiyanquis de los monopolios franceses expresadas por De Gaulle son demostración elocuente de ello.
En nuestra América Latina se extiende, incontenible, el combate popular y antiimperialista: en las huelgas obreras, en las luchas campesinas y estudiantiles, en las guerrillas, en las manifestaciones callejeras.
El triunfo y la consolidación de Cuba socialista, con el apoyo solidario de la Unión Soviética y el campo socialista, ha señalado claramente que está a la orden del día en todo el continente la lucha por el poder para lograr la liberación definitiva de nuestros pueblos.
En estos combates ha caído un gran comunista, un gran revolucionario argentino y latinoamericano, el camarada Ernesto Che Guevara. El ejemplo de pureza y valor revolucionario del Ghe Guevara, símbolo de lo nuevo frente a lo podrido del viejo mundo de los explotadores, vendepatrias y sus lacayos, infiltrados en las filas obreras y populares, vive y vivirá en nuestro pueblo, y en su lugar surgen y surgirán miles de nuevos combatientes.
En nuestro país hay un camino. Más que nunca aparece claro, hoy, al celebrarse el 50º Aniversario del Partido Comunista. Ante los que dudan, ante los que vacilan, ante los que no creen, ante todos los que piensan que las perspectivas son muy lejanas o no existen, decimos: sí, hay una fuerza en marcha. ¡Sí, hay una tradición y trayectoria revolucionaria forjada durante 50 años de existencia del PC, que hoy debe desarrollarse y elevarse al plano que impostergablemente necesita nuestra clase obrera! Ello exige corregir la tendencia oportunista y restaurar los principios leninistas para defender la unidad y la pureza revolucionaria del PC. No hay deber más urgente pues, que fortalecer esta posición, que contribuir a su desarrollo. Los militantes comunistas debemos impulsar decididamente este reclamo.
Todos los trabajadores y los revolucionarios que quieren de verdad inspirarse en el marxismo-leninismo: deben ingresar a los organismos del PC y la FJC.

¡Viva el 50º Aniversario del Partido Comunista!

Comité Ejecutivo de la FJC. Organizaciones y militantes del Partido Comunista de la Provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Provincia de Santa Fe, Tucumán, Mendoza, Corrientes.