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23 de agosto de 2017

Cien años después Lenin sigue librando batallas. Sus contribuciones que motorizaron a las grandes masas hacia el poder son guía para los combates actuales.

Debates centenarios

A 100 años de la Revolución Rusa

Están los detractores frontales que no le perdonan Octubre. Y están también los vergonzantes. Ensalzan al personaje mientras lo vacían de sus rasgos y aportes. Como polemizar con Lenin sería políticamente incorrecto lo hacen por interpósita persona. 
 
¿Un Partido, dos jefes?

Están los detractores frontales que no le perdonan Octubre. Y están también los vergonzantes. Ensalzan al personaje mientras lo vacían de sus rasgos y aportes. Como polemizar con Lenin sería políticamente incorrecto lo hacen por interpósita persona. 
 
¿Un Partido, dos jefes?
En tiempos de “relatos” las centrales trotskistas europeas (representadas por el PO y el PTS) construyen el suyo. El mito de “Un Partido, dos Jefes” encierra una gran falacia. El Partido bolchevique fue una cantera de cuadros. Trotsky, uno de varios. Pero esa epopeya de masas, acaudilladas por su vanguardia, con los jefes que conformaban su núcleo de dirección, tuvo un único y gran jefe en Lenin. El articulador de un complejo andamiaje teórico, político y volitivo tozudamente puesto al servicio de la Revolución.
¿Será que los prejuicios nos han llevado a subestimar el papel de Trotsky en el período que van de Febrero a Octubre? Seamos rigurosos y vayamos a las fuentes. Consultemos qué dijo y qué escribió Trotsky en esos meses. Recurrimos a los principales archivos disponibles (marxistas en general y trotskistas en particular) y encontramos poco y nada. Durante el extraordinario período en que Lenin produce las Tesis de Abril, innumerables artículos, cartas, discursos, precisiones y correcciones tácticas, El Estado y la Revolución, aportes a la teoría y práctica de la insurrección, los Decretos iniciales, en ese tiempo, Trotsky aparece envuelto en un sugestivo silencio. 
Trotsky regresa a Rusia en mayo. Como referente de un grupo menchevique disidente comienza su aproximación a los bolcheviques. En el VI Congreso del Partido (agosto) es electo para su Comité Central. En su condición de historiador tardío de esos días, Trotsky admite el indiscutible rol de Lenin. Por tanto la leyenda del coliderazgo parece una construcción de sus epígonos, posterior a su muerte. 
Trotsky y Las Tesis de Abril
En junio del 17 Trotsky escribe El sinsentido del doble poder. Allí plantea: “Así sobrevino el ‘doble poder’, que debiera llamarse … la ‘doble impotencia’. Y agrega: “La época de la ‘doble impotencia’, con el gobierno capaz y el soviet sin atreverse, inevitablemente culminará en una crisis de gravedad sin precedentes”. Donde Lenin descubre potencialidades Trotsky derrama ambigüedad y sarcasmo.
 
Socialismo en un solo país
En repetidas circunstancias Lenin y Trotsky tuvieron sus desencuentros. Nada para escandalizarse. Las controversias eran habituales entre los bolcheviques y de ellas emergía un Lenin fortalecido. 
Algunos de estos debates llegan hasta nosotros. El “socialismo en un solo país”. Una caja de Pandora con múltiples implicaciones. Fundamental: pararse ante la historia tal cual ésta ocurrió. 
Las miradas estaban centradas en Alemania pero ocurrió el Febrero ruso. En sus Cartas desde lejos Lenin nos habla de “la primera etapa de la primera revolución”. Y pasa a trabajar por la segunda etapa (la socialista) sin condicionarse a acontecimientos en otros países sobre los que tiene limitada incidencia. Para Kamenev y Zinoviev esa línea es aventurera dado que el socialismo en Rusia solo podría triunfar como resultas de la revolución en los países con capitalismo maduro. 
Lenin no era para nada indiferente a la generalización de la Revolución y dedica ingentes esfuerzo en esa dirección. En distintos artículos habla de la “revolución socialista mundial”. Considera que el triunfo de la dictadura del proletariado está garantizado por la doble alianza con el campesinado y con el proletariado de los otros países. Pone proa a la conformación de una nueva Internacional revolucionaria. La que tendrá importantes tareas. Pero no precisamente la de exportar la revolución.
Los reproches trotskistas sobre la “postergación” de la revolución en la Europa de la posguerra no resisten la prueba del ácido. En algunos países (sobre todo los derrotados) se abrieron situaciones revolucionarias. La principal insurrección, la alemana, fue aplastada. La “Revolución permanente”, de alcance planetario no lograba explicar cómo serían los alzamientos en los países beneficiados por el reparto imperialista. Inglaterra, Francia o EEUU habían capeado momentáneamente sus crisis. 
Lo cierto fue que, después del triunfo de Octubre se fue cerrando el ciclo revolucionario. El proletariado era poder en un único país. Recogía solidaridad popular a carradas. Pero miraba para todos lados y veía cerco imperialista. No era la situación esperada y para nada la ideal. Ante esto, con Lenin primero y con Stalin después se hizo lo que se debía hacer. Defender con dientes y uñas el terreno tan duramente conquistado. Y a trabajar para la siguiente oleada.
La revisión trotskista de lo actuado abarca prácticamente todas las políticas en que estuvo involucrado Lenin: el Frente Único con las distintas capas campesinas, la economía de guerra, la NEP, la línea en la III Internacional. Es aleccionadora la visión sesgada de Trotsky acerca de la Revolución en China.