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11 de noviembre de 2010

Comite Central – 29, 30 de junio y 1º de julio de 1990 –

Documentos del PCR / tomo 6

1. El Quinto Congreso se rea­li­zó a fines de mayo de 1987. En él se rea­li­zó un exhaus­ti­vo aná­li­sis de la situa­ción inter­na­cio­nal y nacio­nal. En el plano inter­na­cio­nal el Quinto Congreso rea­fir­mó la Teoría de los Tres Mundos y los aná­li­sis rea­li­za­dos en el Cuarto y Quinto Congresos sobre el pro­ce­so de res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta ope­ra­do en la República Popular China, y man­tu­vo en alto las ban­de­ras y la defen­sa del mar­xis­mo-leni­nis­mo-maoís­mo.
En el plano nacio­nal rea­li­zó un pro­fun­do aná­li­sis mar­xis­ta-leni­nis­ta de la polí­ti­ca del gobier­no de Alfonsín, de las luchas obre­ras y popu­la­res desa­rro­lla­das, fun­da­men­tan­do teó­ri­ca y polí­ti­ca­men­te nues­tra línea de fren­te único en la situa­ción con­cre­ta que atra­ve­sa­ba nues­tro país. El Quinto Congreso rea­fir­mó y actua­li­zó igual­men­te algu­nos pun­tos con­cre­tos del Programa y el Estatuto, y dis­cu­tió el Balance del tra­ba­jo del Partido luego de tres años de gobier­no alfon­si­nis­ta.1
El Congreso –rea­li­za­do inme­dia­ta­men­te des­pués de los acon­te­ci­mien­tos mili­ta­res de Pascuas de 1987, que ana­li­zó en par­ti­cu­lar-, trazó la línea gene­ral del Partido, en espe­cial fren­te a las pró­xi­mas elec­cio­nes de sep­tiem­bre de 1987. Esa línea tenía como eje prin­ci­pal impul­sar la con­fluen­cia de las luchas obre­ras, cam­pe­si­nas y popu­la­res en gene­ral, con­tra la polí­ti­ca de ham­bre y entre­ga del alfon­si­nis­mo, con el obje­ti­vo de “tor­cer­le el brazo” a Alfonsín, orga­ni­zar y movi­li­zar a las masas en la lucha por la defen­sa y exten­sión de las liber­ta­des demo­crá­ti­cas, blo­que­ar todo inten­to de golpe o auto­gol­pe de Estado y unir en un fren­te patrió­ti­co y demo­crá­ti­co a todas las fuer­zas opo­si­to­ras a esa polí­ti­ca alfon­si­nis­ta, para empu­jar esa con­fluen­cia y esa lucha y, de ser posi­ble, darle vuel­ta el guan­te a Alfonsín en las elec­cio­nes nacio­na­les, pro­vin­cia­les y comu­na­les de 1987. Todo esto con el obje­ti­vo de acu­mu­lar fuer­zas para barrer el Estado oli­gár­qui­co-impe­ria­lis­ta (Documentos, Quinto Congreso, pág. 48). Esta posi­ción rea­fir­mó la adop­ta­da en junio de 1986 por el Comité Central.

2. Las elec­cio­nes del 6 de sep­tiem­bre de 1987 pro­du­je­ron un cam­bio brus­co e impre­vis­to por su mag­ni­tud en la situa­ción polí­ti­ca nacio­nal. El alfon­si­nis­mo fue derro­ta­do abru­ma­do­ra­men­te en las urnas en todo el país. La polí­ti­ca cam­bió a impul­so de las masas, desde abajo. La polí­ti­ca nacio­nal entró en un nuevo momen­to y el alfon­si­nis­mo quedó desde enton­ces seria­men­te heri­do y dete­rio­ra­do.
Los resul­ta­dos elec­to­ra­les lo lle­va­ron a una situa­ción donde no con­tro­la­ba la Cámara de Senadores ni tenía quó­rum pro­pio en la Cámara de Diputados. El pero­nis­mo gober­na­ba die­ci­séis pro­vin­cias, y Partidos pro­vin­cia­les otras tres, aun­que el radi­ca­lis­mo en varias pro­vin­cias con­ser­va­ba la mayo­ría legis­la­ti­va.
El pro­yec­to que soñó con orga­ni­zar un “ter­cer movi­mien­to his­tó­ri­co” (supe­ra­dor de los dos gran­des movi­mien­tos nacio­nal refor­mis­tas de la Argentina, el iri­go­ye­nis­ta y el pero­nis­ta) e ima­gi­nó hege­mo­ni­zar la polí­ti­ca nacio­nal hasta 1995, fue des­ca­la­bra­do.
Para esto fue un hecho de sig­ni­fi­ca­ción la derro­ta del pro­yec­to de ley sin­di­cal alfon­si­nis­ta. Las cla­ses domi­nan­tes en gene­ral y las fuer­zas proim­pe­ria­lis­tas y pro­te­rra­te­nien­tes pro­so­vié­ti­cas en par­ti­cu­lar, que idea­ron y sos­tu­vie­ron ese pro­yec­to, sufrie­ron un duro revés.
–    La uni­dad elec­to­ral de la clase obre­ra en el repu­dio al gobier­no fue el pro­duc­to de innu­me­ra­bles luchas (más de 700 paros en 1986), que le demos­tra­ron la nece­si­dad de gol­pe­ar al mismo para poder defen­der sus rei­vin­di­ca­cio­nes. El pue­blo caló la men­ti­ra alfon­si­nis­ta. Fue un gran méri­to de nues­tro Partido haber denun­cia­do a fondo la polí­ti­ca guber­na­men­tal, haber sido el único par­ti­do autén­ti­ca­men­te opo­si­tor, haber levan­ta­do la con­sig­na de “¡Basta de men­ti­ra alfon­si­nis­ta!” y plan­tea­do la nece­si­dad de usar el voto para cas­ti­gar esa polí­ti­ca el 6 de sep­tiem­bre.
Con el tras­fon­do de la cri­sis eco­nó­mi­ca y con la cri­sis mili­tar que se abrió en Semana Santa, los resul­ta­dos del 6 de sep­tiem­bre abrie­ron un perío­do de ines­ta­bi­li­dad polí­ti­ca.
Esto demos­tró la jus­te­za de las Tesis del Cuarto y Quinto Congresos sobre la no reso­lu­ción de la ines­ta­bi­li­dad polí­ti­ca y su agra­va­mien­to por la polí­ti­ca de Alfonsín; y rea­fir­mó la jus­te­za de nues­tra posi­ción fren­te a los posi­bles gol­pes y con­tra­gol­pes de Estado. Tesis que enfren­tó la ilu­sión guber­na­men­tal y la ofen­si­va revi­sio­nis­ta sobre “100 años de paz y demo­cra­cia” en un país depen­dien­te como el nues­tro, dis­pu­ta­do feroz­men­te por las super­po­ten­cias y demás impe­ria­lis­mos y con un movi­mien­to obre­ro y popu­lar fuer­te, expe­ri­men­ta­do y con gran­des tra­di­cio­nes de lucha.
La masa obre­ra se unió en su enor­me mayo­ría en el repu­dio al alfon­si­nis­mo y atra­jo a gran­des masas de tra­ba­ja­do­res, jubi­la­dos, jóve­nes y muje­res. Se demos­tró así la impor­tan­cia deci­si­va de la clase obre­ra, tam­bién en lo elec­to­ral; impor­tan­cia no sólo cuan­ti­ta­ti­va sino como punto de refe­ren­cia de las gran­des masas explo­ta­das y opri­mi­das. Lo fun­da­men­tal del elec­to­ra­do feme­ni­no y de los sec­to­res popu­la­res que le dio el triun­fo a Alfonsín en el 83 y en el 85, volcó ahora su voto con­tra el gobier­no. “Entre el miedo y el ham­bre pre­do­mi­nó el ham­bre”, se dijo enton­ces. Y en gran­des sec­to­res de capas medias, espe­cial­men­te entre los estu­dian­tes y sec­to­res inte­lec­tua­les, pre­do­mi­nó la opi­nión de que Alfonsín no era garan­tía para defen­der las liber­ta­des demo­crá­ti­cas con­quis­ta­das. Cuestión ésta de impor­tan­cia, dado que desde 1982 éste había desa­rro­lla­do una gran parte de su pro­pa­gan­da pre­sen­tán­do­se como pala­dín y dueño de algo que había con­quis­ta­do el pue­blo con sus luchas.
Las cau­sas que deter­mi­na­ron el derrum­be elec­to­ral del alfon­si­nis­mo aflo­ra­ron en Semana Santa. Allí le fra­ca­só su arte­ro plan de pola­ri­zar una vez más la cam­pa­ña elec­to­ral entre fas­cis­mo y demo­cra­cia. Pero la prin­ci­pal causa del desas­tre elec­to­ral del alfon­si­nis­mo estu­vo en el repu­dio obre­ro y popu­lar a su polí­ti­ca de ham­bre. La mayo­ría del elec­to­ra­do que votó al pero­nis­mo “no lo hizo espe­ran­za­do en las posi­bi­li­da­des de gran­des cam­bios por el triun­fo de ese Partido”. Esa apues­ta sólo se expli­ca “por el ham­bre, la mise­ria, la supe­rex­plo­ta­ción, la situa­ción des­es­pe­ran­te para millo­nes de argen­ti­nos que expre­sa­ron, así, su opo­si­ción a la polí­ti­ca del alfon­si­nis­mo” (Resolución del Comité Central del 27-9-87, pág. 3).
Esta posi­ción, que ori­gi­nó muchas polé­mi­cas den­tro y fuera del Partido, fue pos­te­rior­men­te com­pro­ba­da en los hechos y cons­ti­tu­yó un ele­men­to sus­tan­cial en la derro­ta de Cafiero en la inter­na pero­nis­ta de julio de 1988.
–    El Quinto Congreso resol­vió: “esta­mos ante las elec­cio­nes de sep­tiem­bre. Nuestro obje­ti­vo es tra­ba­jar por un fren­te opo­si­tor que derro­te en las urnas al radi­ca­lis­mo, par­ti­cu­lar­men­te en las pro­vin­cias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. De no ser posi­ble ese fren­te bus­ca­re­mos todos los acuer­dos uni­ta­rios de tipo opo­si­tor con las fuer­zas popu­la­res y anti­im­pe­ria­lis­tas (…) De no lle­gar a acuer­dos apo­ya­re­mos a los can­di­da­tos del PTP” (Documentos Quinto Congreso, pág. 17).
Fue claro que todo el tra­ba­jo del PCR desde diciem­bre de 1983, y en par­ti­cu­lar nues­tro tra­ba­jo de des­en­mas­ca­ra­mien­to del carác­ter pro­te­rra­te­nien­te y proim­pe­ria­lis­ta de la polí­ti­ca alfon­si­nis­ta, sumó muchos más votos “cas­ti­go” el 6 de sep­tiem­bre que los que tuvo el PTP. Hecho reco­no­ci­do por las fuer­zas polí­ti­cas. Nuestra línea nos per­mi­tió dis­pu­tar la direc­ción de la corrien­te cla­sis­ta de las gran­des empre­sas sin ais­lar­nos de las gran­des masas pero­nis­tas. En gene­ral el Partido hizo gran­des esfuer­zos por la con­cre­ción de ese fren­te opo­si­tor o de acuer­dos uni­ta­rios con ese con­te­ni­do. Pero no todas las orga­ni­za­cio­nes par­ti­da­rias, ni todos los cama­ra­das, se esfor­za­ron por bus­car los cami­nos que nos per­mi­tie­sen lle­gar a acuer­dos con el pero­nis­mo, derro­tan­do las pre­sio­nes en con­tra­rio de los ele­men­tos reac­cio­na­rios y pro­so­vié­ti­cos que ani­dan en ese par­ti­do.
Se rea­li­za­ron con el pero­nis­mo acuer­dos elec­to­ra­les en Formosa, San Luis y Entre Ríos. Se votó a los can­di­da­tos a gober­na­dor del pero­nis­mo cola­bo­ran­do con la derro­ta elec­to­ral del alfon­si­nis­mo en las pro­vin­cias de Buenos Aires, Santiago del Estero, La Pampa, Río Negro y Santa Cruz.
En diver­sas pro­vin­cias el fren­te no se con­cre­tó por diver­sas manio­bras y acti­tu­des sec­ta­rias de la direc­ción del pero­nis­mo, en esos luga­res.
Al mismo tiem­po se evi­den­cia­ron erro­res sec­ta­rios nues­tros que tam­bién difi­cul­ta­ron la uni­dad.
El Quinto Congreso plan­teó en forma correc­ta la rela­ción entre uni­dad y lucha, entre uni­dad y hege­mo­nía en torno a las tare­as elec­to­ra­les. Por eso, al tiem­po que impul­sá­ba­mos las ges­tio­nes uni­ta­rias con el pero­nis­mo y otras fuer­zas, pusi­mos el cen­tro de la acti­vi­dad del Partido luego del Congreso en con­se­guir la per­so­ne­ría elec­to­ral en los dis­tri­tos en los que aún no la tenía­mos. Esto para poder prac­ti­car una polí­ti­ca justa de alian­zas y de fuer­za pro­pia.
Tanto en la Capital Federal como en Santa Fe esto fue la base que nos per­mi­tió nego­ciar con el pero­nis­mo sin per­der nues­tra inde­pen­den­cia. Hubo pro­vin­cias en donde no se man­tu­vo una rela­ción correc­ta entre esas dos tare­as. Así lle­ga­mos a media­dos de julio sin con­se­guir la per­so­na­ría elec­to­ral y en difí­ci­les con­di­cio­nes para poder nego­ciar. Tal el caso de los regio­na­les de Córdoba y Mendoza, donde final­men­te vota­mos en blan­co. Hubo tam­bién resis­ten­cia en algu­nos orga­nis­mos a des­ple­gar una amplia polí­ti­ca de fren­te opo­si­tor, a per­sis­tir en una polí­ti­ca de fren­te único, pens­an­do que esa polí­ti­ca mella­ba nues­tro filo de izquier­da. Pero sólo plan­te­an­do una polí­ti­ca de fren­te opo­si­tor, diji­mos enton­ces, en la pers­pec­ti­va de avan­zar en un cami­no revo­lu­cio­na­rio, podre­mos derro­tar la línea dere­chis­ta, dis­fra­za­da de “izquier­da”, del “alter­na­ti­vis­mo con­tra el bipar­ti­dis­mo”, que empu­ja­ron el MAS, el P”C”, y otras fuer­zas. Línea que como fue que­dan­do claro, le hacía el juego al alfon­si­nis­mo y a las cla­ses domi­nan­tes, y ais­la­ba a las fuer­zas de izquier­da (el Pl per­dió 600.000 votos, el FRAL por deba­jo de sus expec­ta­ti­vas sacó un poco más de 200.000 votos, y el PO dis­mi­nu­yó su cau­dal en rela­ción al 85).
En esta direc­ción fue­ron impor­tan­tes las car­tas que el PJ de Buenos Aires y el PJ de Tucumán envia­ron al PTP; por cuan­to en ellas reco­no­cen nues­tra línea de uni­dad con el pero­nis­mo, y años de lucha de nues­tro Partido por supe­rar el abis­mo crea­do entre comu­nis­tas y pero­nis­tas por la Unión Democrática y por el apoyo hipó­cri­ta al golpe del 55 del PC, sin haber abdi­ca­do noso­tros de las ban­de­ras de clase, revo­lu­cio­na­rias, inter­na­cio­na­lis­tas, de nues­tro Partido. Si bien el PJ de Buenos Aires man­tu­vo una polí­ti­ca que impi­dió la par­ti­ci­pa­ción del PTP en el fren­te elec­to­ral.
–    Uno de los prin­ci­pa­les obje­ti­vos que nos pro­pu­si­mos al deci­dir abor­dar la cam­pa­ña elec­to­ral fue el de lle­gar con nues­tra línea a millo­nes de per­so­nas. Este obje­ti­vo lo logra­mos. A pesar de las dis­cri­mi­na­cio­nes que nos impu­so el alfon­si­nis­mo. El Partido rea­li­zó, con muy pocos meses y mucho sacri­fi­cio, una gran labor de pro­pa­gan­da. Dimos en este terre­no un paso en rela­ción a mejo­rar la cali­dad de su forma y en lograr que fuese orien­ta­da. Fue un hecho que millo­nes vol­vie­ran a escu­char las estro­fas de La Internacional. Utilizamos las for­mas lega­les sin decli­nar nues­tros obje­ti­vos, como hici­mos por ejem­plo con el tema del arma­men­to del pue­blo para enfren­tar al gol­pis­mo sobre la base del artí­cu­lo 21 de la Constitución.
Obtuvimos apro­xi­ma­da­men­te 25.000 votos pre­sen­tán­do­nos sepa­ra­da­men­te como par­ti­do en 13 dis­tri­tos. Los resul­ta­dos fue­ron par­ti­cu­lar­men­te bue­nos en Santa Cruz, en espe­cial en Puerto Deseado, y en Arteaga, Santa Fe.
–    En varios regio­na­les las célu­las obre­ras del Partido estu­vie­ron a la van­guar­dia del tra­ba­jo elec­to­ral. Nacionalmente tuvi­mos un apor­te gran­de de votos feme­ni­nos y fui­mos uno de los pocos partidos que desde lo gene­ral plan­teó los pro­ble­mas espe­cí­fi­cos de la mujer. Fue impor­tan­te el tra­ba­jo de la JCR y de la JTP, que supo resol­ver for­mas ade­cua­das, juve­ni­les, para la rea­li­za­ción de la Campaña Electoral, como fue el cam­peo­na­to nacio­nal de fút­bol de la JTP por el fren­te opo­si­tor. Igualmente en algu­nas facul­ta­des y cole­gios.
–    La cam­pa­ña elec­to­ral se con­cen­tró polí­ti­ca­men­te en la pro­vin­cia de Buenos Aires y su desa­rro­llo influ­yó en todo el país. Nuestro Partido des­ple­gó en ella una inten­sa labor. Nos pre­sen­ta­mos en 29 dis­tri­tos, con alre­de­dor de 450 can­di­da­tos; la orga­ni­za­ción de más de 1.000 fis­ca­les el día de la elec­ción gra­fi­có el tra­ba­jo desa­rro­lla­do, si bien el corte de bole­tas fue una difi­cul­tad gran­de en una elec­ción pola­ri­za­da. En el Gran Buenos Aires se rea­li­za­ron 22 actos en gran­des empre­sas. Y si bien se obtu­vie­ron votos en todos los dis­tri­tos de la pro­vin­cia de Buenos Aires, al mismo tiem­po sur­gió con niti­dez un pro­ble­ma: la nece­si­dad de enca­rar en pro­fun­di­dad nues­tro tra­ba­jo en el inte­rior de la misma.
Igualmente, en todo este pro­ce­so, se rea­li­za­ron nue­vos afi­lia­dos al PTP y en menor medi­da al PCR en casi todos los regio­na­les del país. Del pro­ce­so elec­to­ral que cul­mi­nó el 6 de sep­tiem­bre nues­tro Partido salió for­ta­le­ci­do.

3. Luego de la derro­ta elec­to­ral alfon­si­nis­ta de sep­tiem­bre se abrió en las cla­ses domi­nan­tes y en el gobier­no un perío­do de con­sul­tas afie­bra­das. Estuvo en cues­tión si el gobier­no cam­bia­ría o no el eje prin­ci­pal de su polí­ti­ca eco­nó­mi­co-social, que había sido repu­dia­da por el pue­blo. Coherente con los inte­re­ses de clase que repre­sen­ta, el alfon­si­nis­mo rati­fi­có esa línea. Y pro­fun­di­zó su línea anti­na­cio­nal y anti­po­pu­lar, agra­van­do la cri­sis y el con­jun­to de los pro­ble­mas popu­la­res.
Acordado el rumbo prin­ci­pal que segui­ría el gobier­no hasta 1989, éste nece­si­ta­ba evi­tar que las medi­das eco­nó­mi­cas gene­ra­sen un esta­lli­do social, resol­ver la cri­sis mili­tar abier­ta en Semana Santa y con­cre­tar un acuer­do polí­ti­co que ase­gu­ra­se la con­ti­nui­dad de ese rumbo luego de 1989.
La dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta se agu­di­zó nota­ble­men­te. Pero la dis­pu­ta no cues­tio­na­ba aquel rumbo prin­ci­pal de supe­rex­plo­ta­ción, ham­bre, entre­ga e impu­ni­dad para los geno­ci­das de la dic­ta­du­ra, y de serias con­ce­sio­nes anti­na­cio­na­les ante el Fondo Monetario Internacional y en par­ti­cu­lar hacia la Unión Soviética.
–    Todos los pla­nes de las cla­ses domi­nan­tes reque­rían, para que pudie­sen cum­plir­se sin dema­sia­dos sobre­sal­tos, que Alfonsín afron­ta­ra la tarea pre­si­den­cial, que diese la cara en defen­sa del plan eco­nó­mi­co y de la línea mili­tar que lo garan­ti­za­ba. Alfonsín que luego de la derro­ta del 6 de sep­tiem­bre expre­só sus dudas acer­ca de si seguir o no en la Presidencia, por cuan­to “así no se podía gober­nar”, pasa­da su hora de glo­ria debía ser quien ase­gu­ra­se la gober­na­bi­li­dad del sis­te­ma en la tran­si­ción polí­ti­ca hacia 1989. Esto se con­tra­po­nía en parte con sus pla­nes per­so­na­les, pues había soña­do con ser el hom­bre fuer­te de la “demo­cra­cia” argen­ti­na a tra­vés de su ree­lec­ción como Presidente, o del cargo de Primer Ministro pre­via refor­ma de la Constitución Nacional.
Dado el rumbo prin­ci­pal con el que acor­da­ron las cla­ses domi­nan­tes, el can­di­da­to “natu­ral” de la UCR para 1989 fue Angeloz. De lejos el mejor can­di­da­to para poder lle­var ade­lan­te esa línea. Porque expre­sa­ba la corre­la­ción de fuer­zas entre los dife­ren­tes sec­to­res de terra­te­nien­tes, impe­ria­lis­mos y sec­to­res de la bur­gue­sía inter­me­dia­ria, luego de la derro­ta del 6-9-87.
Al mismo tiem­po Alfonsín y sus segui­do­res se apre­su­ra­ron a ase­gu­rar­se el con­trol del Partido, cosa que logra­ron impo­nien­do a Storani al fren­te de la Convención y un Comité Nacional en el que con­ta­ban con amplia mayo­ría.
Consiguientemente las cla­ses domi­nan­tes pre­sio­na­ron inten­sa­men­te para con­di­cio­nar a la direc­ción polí­ti­ca del pero­nis­mo, luego de lograr que Cafiero acor­da­ra con el paque­ta­zo eco­nó­mi­co pos­te­rior a sep­tiem­bre y en el apoyo a la acción con­tra Pico. Ello para tra­tar de des­gas­tar a esta fuer­za, poner­la cuer­po a tie­rra y tra­tar de divi­dir­la para ase­gu­rar el triun­fo en 1989 de los can­di­da­tos del gobier­no,
Luego de sep­tiem­bre nues­tro Partido plan­teó que se habían crea­do mejo­res con­di­cio­nes para pre­pa­rar la con­tra­o­fen­si­va obre­ra y popu­lar. Que para esto era nece­sa­rio que las fuer­zas cla­sis­tas y opo­si­to­ras se unie­sen y cam­bia­sen a su favor la corre­la­ción de fuer­zas en las orga­ni­za­cio­nes obre­ras y popu­la­res. Que tác­ti­ca­men­te era muy impor­tan­te que las luchas de masas no cam­bia­ran el blan­co y no deja­ran recom­po­ner­se al alfon­si­nis­mo, y que la pri­me­ra tarea era hacer un balan­ce correc­to de masas de los resul­ta­dos elec­to­ra­les, al tiem­po que impul­sá­ba­mos la uni­dad y la coor­di­na­ción de las luchas.
–    La clase obre­ra luego de sep­tiem­bre rea­li­zó dos gran­des paros acti­vos, uno de 36 horas. Y nume­ro­sos gre­mios y empre­sas fue­ron a la lucha. En esos meses nues­tro Partido desa­rro­lló una inten­sa labor entre los tra­ba­ja­do­res rura­les. Apoyándonos en las masas pudi­mos enfren­tar en algu­nos regio­na­les la línea de expul­sio­nes y san­cio­nes. Fue justa la línea de par­ti­ci­par en la rea­fi­lia­ción a los sin­di­ca­tos de FATRE pese a las dis­cri­mi­na­cio­nes, guián­do­nos por el prin­ci­pio leni­nis­ta de actuar den­tro de los sin­di­ca­tos pro­pa­tro­na­les y esta­ta­les en cual­quier con­di­ción, para no per­der vín­cu­los con las masas. En algu­nos regio­na­les se avan­zó en la elec­ción de dele­ga­dos en cha­cras y fin­cas, y esto per­mi­tió a los sin­di­ca­tos librar luchas exi­to­sas como la rea­li­za­da por aumen­tos de sala­rios en el Alto Valle de Río Negro. En el trabajo de rura­les, seña­ló en ese momen­to el Comité Central, debe­mos tener siem­pre como guía que el obje­ti­vo prin­ci­pal del mismo es orga­ni­zar y lle­var a la lucha a los pobres del campo y ayu­dar a su con­cien­ti­za­ción revo­lu­cio­na­ria, y no acu­mu­lar sellos para los Congresos de FATRE. Esto exige una línea justa hacia las cla­ses y capas alia­das en el campo y obli­ga a no correr el blan­co de los terra­te­nien­tes. Así como ubi­car los cen­tros com­bi­nan­do la impor­tan­cia estra­té­gi­ca de las regio­nes con la de tra­ba­jar en las estan­cias y en el corte y tri­lla y en los silos.
Se desa­rro­lla­ron tam­bién movi­li­za­cio­nes cam­pe­si­nas. Volando pagó en ese perío­do, por su línea con­ci­lia­do­ra con el alfon­si­nis­mo, con la pér­di­da de posi­cio­nes en el Congreso de la Federación Agraria Argentina ante la opo­si­ción com­ba­ti­vo. Surgieron núcleos orga­ni­za­dos de cam­pe­si­nos pobres y medios en dife­ren­tes luga­res del país.
En rela­ción a este tra­ba­jo el Comité Central dis­cu­tió que urgía que los Comités Regionales del Partido pusie­ran los pies en el campo y toma­ran seria­men­te ese tra­ba­jo. Porque “muchos comi­tés pasan años dis­cu­tien­do a quién van a colo­car en ese tra­ba­jo, en vez de dis­cu­tir las exi­gen­cias del movi­mien­to de masas agra­rio y tomar medi­das efec­ti­vas en las pro­vin­cias en las que sin tomar el tema agra­rio en su glo­ba­li­dad (no sólo el tra­ba­jo con los obre­ros rura­les) la agi­ta­ción polí­ti­ca nunca logró ni logra­rá remo­ver a fondo las aguas para la revo­lu­ción”.
En este período se manifestó con fuerza el movimiento de ocupación de tierra para la vivienda en el Gran Buenos Aires. Este movimiento abarca a miles de familias provenientes de los desalojos de villas por la Dictadura y expulsados de sus viviendas en la ciudad y de sus tierras en el interior por la política alfonsinista. Familias que necesitaban de un techo ocuparon tierras fiscales y también restos de latifundios reservados para la especulación urbana, organizando extensas barriadas obreras: los asentamientos. Con la derrota del alfonsinismo en el 87 y las promesas de Cafiero en el plan “protierra”, este proceso se extendió abarcando a centenares de miles de personas en el Gran Buenos Aires.
Lentamente, con flu­jos y reflu­jos par­cia­les, con­ti­nuó el auge. La lucha de los tele­fó­ni­cos con­tra la pri­va­ti­za­ción de ENTEL, inclui­do el repu­dio a Neustadt, marcó a fin de año el cami­no para defen­der las empre­sas esta­ta­les y la indus­tria nacio­nal.
–    El Comité Central de febre­ro de 1988 ana­li­zó las carac­te­rís­ti­cas del pro­ce­so obre­ro y popu­lar.
Este había cobra­do un gran impul­so con la derro­ta alfon­si­nis­ta de sep­tiem­bre.
Allí se seña­la­ba “que el pro­ce­so polí­ti­co está con­di­cio­na­do por la debi­li­dad de las fuer­zas cla­sis­tas y revo­lu­cio­na­rias en los cuer­pos de dele­ga­dos y comi­sio­nes inter­nas de las gran­des empre­sas y con­si­guien­te­men­te, por el con­trol de las orga­ni­za­cio­nes sin­di­ca­les por los jerar­cas pro­pa­tro­na­les sir­vien­tes del Estado oli­gár­qui­co”. Se habían pro­du­ci­do, sin embar­go, cam­bios impor­tan­tes en el movi­mien­to obre­ro. Cambios que emer­gie­ron níti­da­men­te en el Confederal de la CGT que deci­dió los últi­mos paros acti­vos. Se expre­sa­ron con fuer­za las regio­na­les del inte­rior. Por pri­me­ra vez en muchos años las 62 Organizaciones y sus jefes más conno­ta­dos y sus alia­dos de los “15” que­da­ron en mino­ría. Al Mismo tiem­po se seña­ló que el con­trol que esos jerar­cas tenían y tie­nen sobre algu­nas de las comi­sio­nes inter­nas de las gran­des empre­sas es pre­ca­rio, como se vio en muchos luga­res.
El ple­na­rio cla­sis­ta y ter­cer­mun­dis­ta mos­tró un lento pero impor­tan­te avan­ce de esa corrien­te. Sin embar­go, sobre el pro­ble­ma de nues­tra debi­li­dad insis­tía el Comité Central: “Pero esa debi­li­dad en los gran­des cen­tros de con­cen­tra­ción pro­le­ta­ria es lo fun­da­men­tal a supe­rar para impul­sar hacia ade­lan­te el pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio y exige del Partido no sólo medi­das admi­nis­tra­ti­vas (desde ya nece­sa­rias) de con­cen­tra­ción, sino medi­das polí­ti­cas de carác­ter gene­ral (de polí­ti­ca gene­ral) y par­ti­cu­lar. Debemos impul­sar en todos lados un amplio movi­mien­to de recu­pe­ra­ción y demo­cra­ti­za­ción de los orga­nis­mos de base y sin­di­ca­les del movi­mien­to obre­ro basa­dos en la acción de masas. Un movi­mien­to que apro­ve­che las opor­tu­ni­da­des lega­les (elec­cio­nes sin­di­ca­les, asam­ble­as, etc.) para avan­zar, pero que tenga el cen­tro de su acción no en el uso de los meca­nis­mos lega­les sino en la acción direc­ta de las masas, como nos ense­ño el ejem­plo de Sitrac-Sitram del SMATA Córdoba y de los obre­ros de Ford.
“Un movi­mien­to que sepa cami­nar con las dos pier­nas: la legal y la ‘sal­va­je’. Que use lo legal para orga­ni­zar y lle­var al com­ba­te de masas para ganar espa­cios lega­les, cons­cien­tes de que el cen­tro de nues­tra línea (a dife­ren­cia del refor­mis­mo de todo pela­je, inclui­do el trots­kis­ta) no pasa por ir ganan­do y man­te­nien­do a costa de todo tipo de con­ce­sio­nes trin­che­ras lega­les, sino la orga­ni­za­ción de las masas para el com­ba­te, con y sin edi­fi­cios sin­dí­ca­les”. Teniendo en cuenta que, sin ganar los sindicatos, será imposible que el movimiento obrero pueda hegemonizar el movimiento popular y orientarlo en una dirección revolucionaria.

4. En estas cir­cuns­tan­cias el gobier­no con el apoyo de las cla­ses socia­les que lo sos­te­nían resol­vió enca­rar y resol­ver la cri­sis mili­tar abier­ta como cues­tión prio­ri­ta­ria. Fue evi­den­te que el alfon­si­nis­mo enca­ró la elec­ción de 1987, a dife­ren­cia de su cam­pa­ña de 1985, con una gran limi­ta­ción para rea­li­zar las manio­bras pro­vo­ca­ti­vas y pro­pa­gan­dís­ti­cas que desa­rro­lló enton­ces. Y esto fue así entre otras razo­nes por la situa­ción crea­da en el Ejército. Preparó así y pro­du­jo, en enero de 1988, un nuevo reme­zón de la cri­sis de Pascuas de 1987. Y tuvo en ella un triun­fo rela­ti­vo. Por cuan­to rea­li­zó una gran cam­pa­ña para que se eva­lua­ra exa­ge­ra­da­men­te la fuer­za de sus opo­nen­tes, los infil­tró y divi­dió a la hora del enfren­ta­mien­to. De esta mane­ra aisló al Teniente Coronel Rico y sus segui­do­res más cer­ca­nos; y logró derro­tar­lo en la uni­dad de Monte Caseros adon­de éste se atrin­che­ró, luego de eva­dir­se de su arres­to en el Gran Buenos Aires.
El ope­ra­ti­vo con­fi­gu­ró, como seña­la­mos en ese enton­ces, un ver­da­de­ro auto­gol­pe de Estado que for­ta­le­ció a Caridi y a toda la cúpu­la lanu­ssis­ta pro­so­vié­ti­ca. Respecto de la acti­tud de los yan­quis, La Nación escri­bió que a Washington le resul­tó into­le­ra­ble que Argentina “dé mar­cha atrás”. El res­pal­do sovié­ti­co a Alfonsín fue total. El tele­gra­ma de Fidel Castro fue algo sin pre­ce­den­tes. Y quedó claro tam­bién que lo que había seña­la­do Gorbachov en su libro sobre la “per­es­troi­ka” sobre que: “apre­cia­mos mucho la enér­gi­ca polí­ti­ca exte­rior de Argentina y México”, no era una mera frase. Nosotros fui­mos carac­te­ri­zan­do a la corrien­te nacio­na­lis­ta mili­tar por su com­por­ta­mien­to polí­ti­co. En el Quinto Congreso seña­la­mos su hete­ro­ge­nei­dad, por cuan­to en su seno exis­tían gru­pos cató­li­cos, fas­cis­tas, pro­so­vié­ti­cos, pro­yan­quis o prooc­ci­den­ta­les, liga­dos a sec­to­res euro­peos y ter­cer­mun­dis­tas. Y que estos últi­mos cons­ti­tuían un sec­tor peque­ño que en Pascuas habían cobra­do pres­ti­gio y
lide­ra­do el movi­mien­to. Señalamos tam­bién que estos sec­to­res ter­cer­mun­dis­tas tie­nen posi­cio­nes nacio­na­lis­tas uni­das a posi­cio­nes anti­de­mo­crá­ti­cas y anti­mar­xis­tas. A lo que debe agre­gar­se sus osci­la­cio­nes entre la bús­que­da de alian­zas con sec­to­res par­ti­da­rios de apo­yar­se en una super­po­ten­cia para enfren­tar a la otra, y su bús­que­da de con­sen­so para un “17 de octu­bre” con una “van­guar­dia mili­tar”.
Es la exis­ten­cia de esta corrien­te, y del lide­raz­go en ella de los sec­to­res más nacio­na­lis­tas, lo que ha pro­vo­ca­do la frac­tu­ra que, como seña­la la reso­lu­ción del Comité Central del 27-2-88, “no pudo ser sol­da­da por el triun­fo de Caridi en enero (…) La exis­ten­cia de esa frac­tu­ra y el for­ta­le­ci­mien­to de la corrien­te nacio­na­lis­ta y de sus gru­pos más avan­za­dos es un hecho posi­ti­vo para la clase obre­ra y el pue­blo, por­que difi­cul­ta el accio­nar entre­guis­ta de las cla­ses domi­nan­tes; obs­ta­cu­li­za la repre­sión de las luchas popu­la­res; crea con­si­guien­te­men­te mejo­res con­di­cio­nes para que avan­ce la lucha obre­ra y popu­lar, y por­que faci­li­ta que la clase obre­ra y el pue­blo inci­dan sobre las Fuerzas Armadas y pue­dan ganar posi­cio­nes en su base popu­lar y en los sec­to­res patrió­ti­cos y demo­crá­ti­cos”. Aunque sea ésta una frac­tu­ra pro­du­ci­da por las con­tra­dic­cio­nes en las pro­pias cla­ses domi­nan­tes y por las que exis­ten entre éstas y fuer­zas nacio­nal-refor­mis­tas de orien­ta­ción bur­gue­sa, y no una frac­tu­ra revo­lu­cio­na­ria ori­gi­na­da por el cho­que entre el pue­blo insu­rrec­cio­na­do y las Fuerzas Armadas del Estado oli­gár­qui­co-impe­ria­lis­ta.
El Partido tuvo ante la cri­sis una posi­ción justa. Planteó como línea para la movi­li­za­ción popu­lar la de ter­ciar en caso de enfren­ta­mien­to. Pusimos el blan­co en la manio­bra del Alfonsín-Caridi, al tiem­po que dimos res­pues­ta a qué hacer en caso de que la situa­ción se agra­va­se.
En las orga­ni­za­cio­nes del Partido donde pre­do­mi­nó un anti­mi­li­ta­ris­mo estre­cho y ter­ciar se enten­dió como equi­dis­tan­cia entre los sec­to­res enfren­ta­dos, gol­pe­an­do por igual a los dos y corrien­do el blan­co, el resul­ta­do fue la pará­li­sis y que­da­mos pri­sio­ne­ros del chan­ta­je alfon­si­nis­ta.
Allí donde sur­gie­ron ilu­sio­nes y expec­ta­ti­vas en que los sec­to­res nacio­na­lis­tas mili­ta­res pue­den abrir y diri­gir un pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio, el resul­ta­do tam­bién fue la pará­li­sis. Con esa línea es impo­si­ble unir a la masa con­tra el ene­mi­go prin­ci­pal, por­que entre otras cosas des­co­no­ce las heri­das pro­fun­das de las masas fren­te a la repre­sión dic­ta­to­rial. En un caso se quedó pri­sio­ne­ro de Alfonsín-Caridi, en otro del nacio­na­lis­mo mili­tar. Y en los dos se renun­cia a la lucha revo­lu­cio­na­ria, a la pers­pec­ti­va del alza­mien­to insu­rrec­cio­nal con hege­mo­nía pro­le­ta­ria. Sin com­pren­der que gol­pe­ar a un blan­co común a tra­vés de dis­tin­tas for­mas pre­su­po­ne una polí­ti­ca de inde­pen­den­cia de clase, que exige en lo mili­tar no reco­no­cer nunca liderazgos aje­nos.
–     El triun­fo rela­ti­vo de Alfonsín-Caridi con­tu­vo momen­tá­nea­men­te el ascen­so ope­ra­do en las luchas de masas luego de sep­tiem­bre.
Pero un hecho iba a con­mo­ver al gobier­no y al país: la lucha docen­te. Las cla­ses no comen­za­ron, los paros fue­ron masi­vos en el orden nacio­nal y la lucha se desa­rro­lló hasta des­em­bo­car en una Marcha Nacional desde todos los rin­co­nes del país hacia Buenos Aires, para cul­mi­nar en una con­cen­tra­ción en el Obelisco. La lucha docen­te, en la que nues­tro Partido y sus diri­gen­tes docen­tes juga­ron un gran papel, esti­mu­ló enor­me­men­te la acción del movi­mien­to obre­ro, de la inte­lec­tua­li­dad, y tam­bién del con­jun­to de los sec­to­res popu­la­res. Esta his­tó­ri­ca lucha puso al alfon­si­nis­mo en un duro aprie­to y lo afec­tó seria­men­te en un sec­tor social que había sido uno de los bas­tio­nes de su triun­fo elec­to­ral en 1983 y 1085. Un rasgo dis­tin­ti­vo de esa his­tó­ri­ca lucha fue la par­ti­ci­pa­ción de las muje­res y de la juven­tud, rodea­da de una soli­da­ri­dad popu­lar que con­mo­vió al país e hizo girar en torno a ella la polí­ti­ca nacio­nal duran­te sema­nas. La lucha docen­te pre­o­cu­pó enor­me­men­te a las cla­ses domi­nan­tes, por cuan­to debi­li­tó su influen­cia en un sec­tor clave para repro­du­cir el con­sen­so para su socie­dad de opre­sión y explo­ta­ción. Y, por otra parte, por cuan­to al intro­du­cir­se hasta el últi­mo hogar del país pro­fun­di­zó enor­me­men­te el deba­te polí­ti­co ideo­ló­gi­co que se desa­rro­lla­ba con­tra la polí­ti­ca alfon­si­nis­ta. Y allí donde fui­mos a fondo con nues­tra línea esto nos per­mi­tió avan­zar en la orga­ni­za­ción de nue­vos sin­di­ca­tos, agru­pa­cio­nes, así como en fuer­zas de Partido. Esta fue la lucha más gran­de de las masas docen­tes y del gre­mio en toda su his­to­ria y creó con­di­cio­nes para impo­ner el paro nacio­nal de la CGT.

5. La inter­na pero­nis­ta que se desa­rro­lló en el mes de julio de 1988 se cons­ti­tu­yó en un hecho polí­ti­co nacio­nal. En ella triun­fó Menem sobre Cafiero en casi todo el país. El resul­ta­do pro­du­jo un cam­bio brus­co de la situa­ción polí­ti­ca nacio­nal y abrió un perío­do de gran­des cam­bios y rea­gru­pa­mien­tos de fuer­zas. Se entró en un nuevo momen­to polí­ti­co.
Los resul­ta­dos demos­tra­ron que en las com­ple­jas con­di­cio­nes pos­te­rio­res a la dic­ta­du­ra mili­tar, las masas obre­ras y popu­la­res (en espe­cial las influen­cia­das por el pero­nis­mo) bus­ca­ban un cami­no para ter­mi­nar con la polí­ti­ca anti­po­pu­lar y anti­na­cio­nal del alfon­si­nis­mo, rea­gru­par sus fuer­zas y pasar a la con­tra­o­fen­si­va. Castigaron el 6 de sep­tiem­bre esa polí­ti­ca en las urnas. Descontentos con la con­ci­lia­ción de Cafiero con Alfonsín, la mayo­ría se apar­tó de él en la inter­na del PJ. Un hecho que tuvo mucha impor­tan­cia fue el enfren­ta­mien­to en ese momen­to de Cafiero con la corrien­te sin­di­cal y polí­ti­ca lide­ra­da por Lorenzo Miguel. La clase obre­ra se unió mayo­ri­ta­ria­men­te en el apoyo a Menem, y esto influen­ció a sec­to­res muy vas­tos. Grandes sec­to­res de masas, espe­cial­men­te los más explo­ta­dos por la polí­ti­ca ofi­cial, tuvie­ron con­fian­za en que el triun­fo de Menem iba a ser posi­ti­vo para ellas. Y como seña­ló el Comité Central del 10/10/88:
“no sólo masas pero­nis­tas, un sec­tor muy impor­tan­te de muje­res, jóve­nes y capas medias bajas (cuen­ta­pro­pis­tas y jubi­la­dos) que vota­ron por Alfonsín o al Partido Intransigente en 1983, 1985 e inclu­so 1987, tie­nen expec­ta­ti­vas espe­ran­za­das en un posi­ble triun­fo elec­to­ral mene­mis­ta. Una espe­ran­za con gran­des inte­rro­gan­tes. Pero espe­ran­za de que logra­rán un ali­vio a su actual situa­ción des­es­pe­ran­te. Una espe­ran­za que no mella su deci­sión de luchar por mejo­rar ya sus con­di­cio­nes de vida y de tra­ba­jo”.

El resul­ta­do de la inter­na pero­nis­ta tras­to­có los acuer­dos de las cla­ses domi­nan­tes. Agudizó la lucha inter­na en la UCR, dado que en agos­to ya las encues­tas daban gana­dor a Menem. Igualmente suce­dió en todos los par­ti­dos y dejó sin posi­bi­li­da­des pro­pias a las fuer­zas social­cris­tia­nas y social­de­mó­cra­tas. Los social­de­mó­cra­tas euro­peos tuvie­ron mucha fuer­za en el entor­no de Alfonsín, y se esfor­za­ron por tomar posi­cio­nes alre­de­dor de Cafiero.
El social­cris­tia­nis­mo, a tra­vés de fun­da­cio­nes como la Konrad Adenauer, apoyó finan­cie­ra y polí­ti­ca­men­te a Cafiero. Pero no veía con desa­gra­do ni con­si­de­ra­ba malo para sus inte­re­ses el posi­ble triun­fo elec­to­ral de Angeloz. En el terre­no sin­di­cal se pro­du­jo un rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas con nue­vas alian­zas y enfren­ta­mien­tos. Se pola­ri­zó aun más el movi­mien­to estu­dian­til en el que Franja Morada logró rever­tir la ten­den­cia decli­nan­te que se mani­fes­ta­ba en 1987 y ganó nume­ro­sas elec­cio­nes de cen­tros.
–    El triun­fo de Menem del 9 de julio con­tri­bu­yó a ter­mi­nar de hun­dir las varian­tes que pre­ten­dían recau­chu­tar el Plan Austral, lucha en la que nues­tro Partido jugó un papel muy des­ta­ca­do. Y el resul­ta­do de la inter­na pero­nis­ta abrió tam­bién una nueva ins­tan­cia en la cri­sis mili­tar, por cuan­to Caridi vio debi­li­tar­se en la direc­ción del pero­nis­mo a quie­nes en Semana Santa y en enero de 1988 habían res­pal­da­do sin reta­ceos a la cúpu­la del Ejército. Y de hecho se replan­teo una cues­tión: yan­quis, rusos, y la mayo­ría de los euro­peos, vie­nen cabal­gan­do desde 1971 pre­do­mi­nan­te­men­te en la corrien­te libe­ral. Especialmente los pro­so­vié­ti­cos. Los apo­yan por­que son impe­ria­lis­tas y la corrien­te libe­ral es ideo­ló­gi­ca­men­te inver­te­bra­da, proim­pe­ria­lis­ta y pro­te­rra­te­nien­te. La corrien­te nacio­na­lis­ta –como se demos­tró en abril/mayo de 1982– no les es con­fia­ble por cuan­to puede trans­for­mar­se fácil­men­te en anti­im­pe­ria­lis­ta. Para las super­po­ten­cias en el mundo actual no hay espa­cio para las fuer­zas nacio­na­lis­tas (Comité Central, noviem­bre de 1988). Estas, a par­tir sobre todo de julio, pasa­ron a ser cons­ti­tu­cio­na­lis­tas; por­que con­si­de­ra­ron que el posi­ble triun­fo pero­nis­ta les podía per­mi­tir recon­quis­tar posi­cio­nes.
–    A par­tir del triun­fo de Menem en la inter­na pero­nis­ta los acon­te­ci­mien­tos polí­ti­cos se pre­ci­pi­ta­ron. Estuvieron deter­mi­na­dos en últi­ma ins­tan­cia por la tre­men­da situa­ción social de las masas y por la cri­sis eco­nó­mi­ca. Pero, como seña­ló el Comité Central del 1º y 2 de octu­bre de 1988: “tie­nen su espe­ci­fi­ci­dad y deben ser ana­li­za­das en con­cre­to, ya que los mar­xis­tas nos opo­ne­mos a todo aná­li­sis meca­ni­cis­ta de la rea­li­dad que nie­gue impor­tan­cia a los hechos que suce­den en la super­es­truc­tu­ra polí­ti­ca. Para noso­tros los mar­xis­tas sólo en últi­ma ins­tan­cia la polí­ti­ca puede ser expli­ca­da por el deter­mi­nis­mo de las leyes eco­nó­mi­cas”. ¿Qué fue lo que cam­bió el 9 de Julio? La evi­den­cia de que el can­di­da­to radi­cal muy difí­cil­men­te podría lle­gar a ganar las elec­cio­nes de mayo de 1989, con todo lo que ello sig­ni­fi­ca­ba para la esta­bi­li­dad y con­ti­nui­dad del rumbo gene­ral que se venía apli­can­do en el país.
No obs­tan­te ello el gobier­no, con el apoyo de lo fun­da­men­tal de las cla­ses domi­nan­tes, no cejó en sus manio­bras ten­dien­tes a ais­lar, divi­dir y derro­tar al pero­nis­mo. Y puso de mani­fies­to que esta­ban dis­pues­tos a uti­li­zar cual­quier medio para rever­tir la situa­ción y, en caso de fra­ca­sar, crear hechos que con­di­cio­na­ran al máxi­mo al nuevo gobier­no con vis­tas a reto­mar el con­trol a corto plazo. La con­cien­cia de esta situa­ción por parte de nues­tro Partido en esos momen­tos fue de gran impor­tan­cia para el desa­rro­llo de su acción.
Todas las fuer­zas comen­za­ron a tra­ba­jar, como diji­mos enton­ces, con dos boyas a la vista: las elec­cio­nes de 1989 y el pos­te­rior gobier­no mene­mis­ta. Fue evi­den­te asi­mis­mo que, no obs­tan­te apo­yar el rumbo gene­ral de Alfonsín-Angeloz-Caridi, nume­ro­sas fuer­zas, –en par­ti­cu­lar los sec­to­res pro­so­vié­ti­cos y del cen­tro izquier­da social­de­mó­cra­ta y social­cris­tia­no– se esfor­za­ron por ubi­car figu­ras y orga­ni­za­cio­nes para rode­ar y con­di­cio­nar a Menem. Desde hom­bres como Cavalieri y Rodríguez, hasta sec­to­res como Montoneros, etc. En esos meses tras­cen­dió la labor de un gabi­ne­te de cri­sis pre­si­di­do por el General Chasseing en el Ministerio de Defensa, cuyo obje­ti­vo fue diri­gir y coor­di­nar junto con Alfonsín todo este ope­ra­ti­vo polí­ti­co, mili­tar y eco­nó­mi­co.
Menem resis­tió esas pre­sio­nes. Y desig­nó a su vez lo que se dio en lla­mar los 12 Apóstoles, en los que tenían mayo­ría los sec­to­res nacio­na­lis­tas. Dijo el Comité Central en aquel enton­ces: “Siendo como es un diri­gen­te refor­mis­ta prag­má­ti­co ha ido pro­du­cien­do decla­ra­cio­nes que con­for­man a todos sus oyen­tes”. En cuan­to a la tona­li­dad con que iba a teñir su cam­pa­ña elec­to­ral, agre­gó: “Pero sua­ve­men­te se ha ido colo­can­do en posi­ción de cen­troiz­quier­da al plan­te­ar como eje de su línea: libe­ra­ción o depen­den­cia, no a la amnis­tía, sala­ria­zo, defen­sa del mer­ca­do inter­no, perío­do de gra­cia en el pago de la deuda exter­na por cinco años para desa­rro­llar la pro­duc­ción, defen­sa de la uti­li­za­ción de la vio­len­cia por orga­ni­za­cio­nes como la de Montoneros en épo­cas de la dic­ta­du­ra onga­nia­na, man­te­ner a la Argentina en No Alineados, etc.”.
El triun­fo del mene­mis­mo, como hemos refe­ri­do, tras­to­có brus­ca­men­te los pla­nes de las cla­ses domi­nan­tes, en espe­cial del alfon­si­nis­mo; por lo que inten­si­fi­ca­ron su pro­pa­gan­da pro­vo­ca­do­ra y gori­la.
Un hecho que llevó con­fu­sión y que se refle­jó en el Partido fue la intro­mi­sión guber­na­men­tal en la inter­na pero­nis­ta ten­dien­te a esti­mu­lar la divi­sión del pero­nis­mo. Campaña que tenía por otra parte ope­ra­do­res en todas las ten­den­cias del mismo. Más aun, a una sema­na de la rea­li­za­ción de dicha elec­ción se evi­den­cia­ron serios inten­tos rup­tu­ris­tas. Pero éstos fue­ron des­ba­ra­ta­dos y pos­te­rior­men­te sepul­ta­dos por el resul­ta­do elec­to­ral del 9 de julio. Esta situa­ción se gene­ró en un pro­ce­so polí­ti­co muy com­ple­jo y en el que influ­ye­ron hechos como las posi­cio­nes con­ci­lia­to­rias de Menem y Duhalde en distintos momentos del gobier­no de Alfonsín y la par­ti­ci­pa­ción de abier­tos cola­bo­ra­cio­nis­tas sin­di­ca­les con la dic­ta­du­ra y el alfon­si­nis­mo en el fren­te suma­men­te hete­ro­gé­neo con el que le enfren­tó a Cafiero.
Los hechos pusie­ron de mani­fies­to que lo más opri­mi­do y explo­ta­do de la masa pero­nis­ta por enci­ma de estruc­tu­ras par­ti­da­rias se había unido por abajo, recha­za­ba los inten­tos de divi­sión, y desea­ba con la fór­mu­la enca­be­za­da por Menem abrir un cami­no de cam­bios. De cam­bios por la vía elec­to­ral, pero de cam­bios pro­fun­dos en la vida polí­ti­ca nacio­nal.
Si bien hubieron compañeros y organismos que señalaron correctamente el proceso que se estaba desarrollando, en gene­ral el Partido tardó en com­pren­der los cambios operados antes y despues del 9 de julio. Eso se evi­den­ció, por ejem­plo, en las dis­cu­sio­nes rea­li­za­das en torno a nues­tra línea en el pro­ce­so elec­to­ral de la UOM. La com­pren­sión acer­ta­da del mismo nos per­mi­tió ubi­car con cla­ri­dad el blan­co y avan­zar en dis­tin­tas sec­cio­na­les.

6. Ante el des­bor­de infla­cio­na­rio que sepul­tó el Plan Austral y sus pos­te­rio­res varian­tes de ajus­te, el gobier­no alfon­si­nis­ta, con el apoyo del FMI y los acree­do­res exter­nos, lanzó un nuevo plan anti­in­fla­cio­na­rio: el lla­ma­do Plan Primavera. Su fina­li­dad, como lo denun­ció nues­tro Partido, era esen­cial­men­te elec­to­ral. El plan vol­vió a apli­car un nuevo y vio­len­to freno a la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y una vez más la varia­ble de ajus­te fue­ron los sala­rios. Por eso la suer­te del Plan Primavera depen­dió de las luchas de masas obre­ras y popu­la­res, y de los sec­to­res patrió­ti­cos de la bur­gue­sía nacio­nal afec­ta­dos por el mismo.
–    El 9 de sep­tiem­bre de 1988 se desa­rro­lló un nuevo paro nacio­nal con­vo­ca­do por la CGT. El paro fue impues­to por el des­con­ten­to de las bases sin­di­ca­les. Una tre­men­da pre­sión de los ele­men­tos cola­bo­ra­cio­nis­tas con el alfon­si­nis­mo se des­ple­gó para impe­dir­lo, y de últi­ma imitarlo y con­di­cio­nar­lo. Venciendo muchos obs­tá­cu­los el paro fue exi­to­so. La con­cen­tra­ción: en Plaza de Mayo supe­ró las 40.000 per­so­nas. La movilización fue mayor que la del acto en Matanza en diciem­bre de 1987 y el paro tuvo mayor acatamiento que el realizado el 13/4/88 en soli­da­ri­dad con los docen­tes. Fue un paro polí­ti­co. El docu­men­to de la CGT, par­ti­dos polí­ti­cos y orga­ni­za­cio­nes agra­rias leído en la Plaza tuvo un con­te­ni­do mar­ca­da­men­te opo­si­tor, en defen­sa de las gran­des masas popu­la­res, del mer­ca­do inter­no, la indus­tria nacio­nal y las empre­sas esta­ta­les. En todas las gran­des empre­sas se dio una lucha polí­ti­ca inten­sa antes del paro. El Partido jugó un papel des­ta­ca­do, y en oca­sio­nes deci­si­vo, para lograr su éxito en muchas empre­sas de con­cen­tra­ción. Planteamos como línea divi­so­ria: con el paro y la movi­li­za­ción o con Alfonsín y su polí­ti­ca.
La direc­ción polí­ti­ca del pero­nis­mo, en espe­cial sec­to­res mene­mis­tas pre­o­cu­pa­dos por lle­gar a mayo del 89 y teme­ro­sos de las pro­vo­ca­cio­nes que ya se anun­cia­ban (y que noso­tros pre­via­men­te, denun­cia­mos públi­ca­men­te en el HOY ) tra­ta­ban de impe­dir o achi­car el paro.
El MAS rei­te­ró su línea rom­pe­huel­gas que había usado para el paro de diciem­bre del 87 y la huel­ga docen­te. Cuando el 9 de sep­tiem­bre a la tarde el cen­tro de la lucha de cla­ses, la lucha nacio­nal y demo­crá­ti­ca pasó por la Plaza de Mayo, el MAS no esta­ba allí.
La movi­li­za­ción del 9 vol­vió a demos­trar la debi­li­dad de las colum­nas de algu­nas gran­des empre­sas. Debilidad ésta que, como ana­li­za­mos en ese momen­to, “plan­tea una gran res­pon­sa­bi­li­dad para el Partido en cada movi­li­za­ción futu­ra para ase­gu­rar la par­ti­ci­pa­ción de las colum­nas del pro­le­ta­ria­do indus­trial.”
Tuvo una enor­me impor­tan­cia que miles de mani­fes­tan­tes cer­ca­dos por las fuer­zas repre­si­vas enfren­ta­ran a éstas com­ba­ti­va­men­te obli­gán­do­las a retro­ce­der. Como quedó claro a tra­vés de múl­ti­ples hechos, desde el Ministerio del Interior diri­gi­do por Nosiglia, el alfon­si­nis­mo no sólo repri­mió vio­len­ta­men­te a la con­cen­tra­ción, sino que montó una gran pro­vo­ca­ción con agen­tes que se dedi­ca­ron a incen­diar y saque­ar comer­cios y edi­fi­cios de la zona para luego inten­tar atri­buír­se­los a los huel­guis­tas y mani­fes­tan­tes.
Pero la pro­vo­ca­ción fra­ca­só ante la deci­sión de la CGT de des­en­mas­ca­rar­los y resol­ver un nuevo paro nacio­nal de repu­dio.
–     La deci­sión de la CGT de rea­li­zar un nuevo paro el día 12-9-88 fue correc­ta. Enfrentó una tre­men­da pre­sión para que no se toma­se esa deci­sión, y una vez toma­da para que se la levan­ta­se. Un arco opo­si­tor muy amplio y hete­ro­gé­neo apoyó el paro. Menem final­men­te lo apoyó y denun­ció la pro­vo­ca­ción y la repre­sión del día 9 como una mani­fes­ta­ción auto­gol­pis­ta. La clase obre­ra se colo­có en el cen­tro y como aban­de­ra­da y orga­ni­za­do­ra de la más amplia pro­tes­ta demo­crá­ti­ca de ese perío­do. El paro fue muy gran­de, espe­cial­men­te en el pro­le­ta­ria­do indus­trial. Permitió a las fuer­zas opo­si­to­ras pasar a la con­tra­o­fen­si­va luego de la cam­pa­ña publi­ci­ta­ria del 9 a la noche y días pos­te­rio­res; cam­pa­ña ésta que agi­tan­do el espan­ta­jo del caos pero­nis­ta ganó o afir­mó muchos votos feme­ni­nos, juve­ni­les y de las capas medias para la UCR. La con­tra­o­fen­si­va del 12, al resul­tar exi­to­so el paro, per­mi­tió limi­tar los efec­tos de esa cam­pa­ña.
Numerosas comi­sio­nes inter­nas y cuer­pos de dele­ga­dos pro­du­je­ron reso­lu­cio­nes muy impor­tan­tes por su con­te­ni­do polí­ti­co y exi­gie­ron, como lo hizo tam­bién el Congreso de CTERA, pro­se­guir la lucha orga­ni­za­da.
–    En todo este últi­mo perío­do nues­tro Partido avan­zó. Ganó pues­tos de direc­ción en varias comi­sio­nes inter­nas de gran­des empre­sas de con­cen­tra­ción del pro­le­ta­ria­do indus­trial, empre­sas en las que tra­ba­jan más de 20.000 obre­ros. Avanzamos en sec­cio­na­les de ATE en varias pro­vin­cias y en impor­tan­tes comi­sio­nes inter­nas de empre­sas esta­ta­les. El pro­ce­so pre­e­lec­to­ral nos per­mi­tió avan­zar en meta­lúr­gi­cos, con­for­man­do lis­tas cla­sis­tas en dos impor­tan­tes sec­cio­na­les y avan­zan­do en Avellaneda y en Capital. Avanzamos en SUPA y marí­ti­mos. Luego de la huel­ga docen­te gana­mos posi­cio­nes en CTERA, gre­mio en el que tene­mos una fuer­za nacio­nal y diri­gi­mos sec­cio­na­les que des­em­pe­ña­ron un des­ta­ca­do papel en todo el pro­ce­so de lucha y orga­ni­za­ción del gre­mio. Fuimos los artí­fi­ces de la uni­dad de la opo­si­ción en FATRE sobre la base de la uni­dad de cla­sis­tas-pero­nis­tas-comu­nis­tas revo­lu­cio­na­rios.
Es importante también el papel del Partido en la organización de los Sindicatos de Empleadas Domésticas en varias provincias, en particular en Rosario y La Pampa.
Simultáneamente se evi­den­ció, como lo ana­li­za­mos auto­crí­ti­ca­men­te en el Comité Central, nues­tra debi­li­dad en el SMATA y el error de no luchar por con­for­mar una lista nacio­nal en el gre­mio, asi como la nece­si­dad de con­cen­trar real­men­te nues­tro tra­ba­jo en la Capital Federal, Avellaneda, Matanza, Caseros y San Martín en el gre­mio meta­lúr­gi­co. Lo mismo en Villa Constitución, en donde emer­gió una amplia opo­si­ción al cola­bo­ra­cio­nis­mo de Piccinini. Así como tam­bién desa­rro­llar mejo­res esfuer­zos para avan­zar en los cen­tros de pro­duc­ción petro­le­ra, en el car­bón, en el alu­mi­nio, en Luz y Fuerza y en la Construcción.
–    Estos avan­ces fue­ron fruto de la línea de fren­te opo­si­tor. Esta línea se com­pro­bó como una línea tác­ti­ca justa por­que par­tió de una correc­ta carac­te­ri­za­ción del gobier­no de Alfonsín. Este fue el mayor acier­to polí­ti­co del Partido desde el Cuarto Congreso en ade­lan­te. Debimos nadar con­tra la corrien­te mucho tiem­po, pero como tenía­mos razón –y la tenía­mos por­que carac­te­ri­za­mos acer­ta­da­men­te la estruc­tu­ra del país y la revo­lu­ción que éste nece­si­ta, el sig­ni­fi­ca­do del lati­fun­dio y el carác­ter socia­lim­pe­ria­lis­ta de la URSS y su pre­sen­cia en el país– pudi­mos resol­ver acer­ta­da­men­te la carac­te­ri­za­ción de Alfonsín y su gobier­no.
–    La línea del fren­te opo­si­tor fue ade­más una línea tác­ti­ca correc­ta, por­que el momen­to polí­ti­co con­cre­to no es un momen­to de asal­to al poder. Es un momen­to de pre­pa­ra­ción, de acu­mu­la­ción de fuer­zas. Siempre la acu­mu­la­ción de fuer­zas es una tarea revo­lu­cio­na­ria, pero hay perío­dos y momen­tos en que es la tarea cen­tral. Y la tác­ti­ca fue justa por­que tuvo en cuen­ta la corre­la­ción de fuer­zas real en la clase obre­ra, en donde el pero­nis­mo es pre­do­mi­nan­te y en donde es impo­si­ble avan­zar, rea­gru­par las fuer­zas gol­pea­das desde el 76 y crear las con­di­cio­nes para pasar a la con­tra­o­fen­si­va, sin una justa polí­ti­ca de fren­te único con esas gran­des masas influen­cia­das por el nacio­na­lis­mo refor­mis­ta. El sec­ta­ris­mo res­pec­to de esas masas, muy fuer­te en el Partido por pre­sión e influen­cia en el movi­mien­to obre­ro de la peque­ña bur­gue­sía, no tiene en cuen­ta que ellas sólo avan­za­rán hacia la revo­lu­ción a par­tir prin­ci­pal­men­te de su pro­pia expe­rien­cia. Y que para que esas masas hagan esa expe­rien­cia el Partido debe fun­dir­se con ellas y diri­gir­las a tra­vés de un com­ple­jo pro­ce­so, tenien­do en cuen­ta que las masas van hacia la revo­lu­ción luchan­do por sus pro­ble­mas con­cre­tos, pan, paz, tie­rra, tra­ba­jo, liber­tad, etc. Esa ha sido la expe­rien­cia mun­dial. Nuestra línea de uni­dad con las masas pero­nis­tas es cono­ci­da y reco­no­ci­da por gran­des masas, por­que se basa en la tra­di­ción de nues­tra línea anti­gol­pis­ta de 1974-1976, y en la lucha anti­dic­ta­to­rial. Una tra­di­ción que no han podi­do borrar todos los esfuer­zos del ene­mi­go. Esta línea de fren­te único no se con­tra­po­ne con el rol de van­guar­dia del Partido, sin el cual no habrá revo­lu­ción triun­fan­te. Es la con­di­ción en las actua­les cir­cuns­tan­cias para que el Partido cum­pla su rol de avan­za­da, que no es sólo peda­gó­gi­co ni el de un mero ins­tru­men­to más, una espe­cie de apoyo logís­ti­co del movi­mien­to de masas.
Otro hecho que evi­den­ció el avan­ce del Partido en este perío­do fue la rea­li­za­ción exi­to­sa del Mes de la Prensa y la rea­li­za­ción de un gran Picnic como cul­mi­na­ción del mismo. En él par­ti­ci­pa­ron varios miles de per­so­nas, diver­sas dele­ga­cio­nes de par­ti­dos polí­ti­cos y núme­ros artís­ti­cos que con­tri­bu­ye­ron a que fuese un hecho polí­ti­co de sig­ni­fi­ca­ción nacio­nal.
–    El 7, 8 y 9 de octu­bre de 1988 se rea­li­zó el III Congreso de la JCR. El Congreso, que evi­den­ció el avan­ce de nues­tra Juventud Comunista Revolucionaria y su desa­rro­llo nacio­nal, dis­cu­tió la situa­ción de la juven­tud ante la agu­di­za­ción de la cri­sis eco­nó­mi­ca y social del país y cen­tral­men­te la línea del fren­te opo­si­tor y la par­ti­ci­pa­ción juve­nil en las pró­xi­mas elec­cio­nes. Un ele­men­to impor­tan­te del Tercer Congreso fue el esfuer­zo por pro­fun­di­zar la ela­bo­ra­ción mar­xis­ta en temas que hacen a los pro­ble­mas espe­cí­fi­cos de la juven­tud en la Argentina de hoy, como por ejem­plo el de la droga. Así tam­bién la pro­fun­da lucha enta­bla­da en rela­ción a la pro­pa­gan­da reac­cio­na­ria por ocul­tar la ver­da­de­ra his­to­ria recien­te del país, donde las luchas anti­im­pe­ria­lis­tas de la juven­tud y del con­jun­to del pue­blo son nega­das y ocul­ta­das.
El Tercer Congreso puso énfa­sis en la lucha con­tra el sec­ta­ris­mo en las rela­cio­nes de la JCR con las masas, en una polí­ti­ca de cua­dros basa­da en la soli­da­ri­dad y fran­que­za comu­nis­ta y en la nece­si­dad de que las orga­ni­za­cio­nes del Partido con­tri­bu­yan nacio­nal­men­te en mayor medi­da a su desa­rro­llo y con­so­li­da­ción, par­ti­cu­lar­men­te en las empre­sas y cen­tros agra­rios del país.

7. Los suce­sos mili­ta­res del 1, 2, 3 y 4 de diciem­bre de 1988 fue­ron el resul­ta­do de una rea­li­dad muy com­ple­ja, que tuvo como tras­fon­do la peor cri­sis eco­nó­mi­co-social en lo que va del siglo y la tre­men­da agu­di­za­ción de la dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta por el con­trol de la Argentina. La causa inme­dia­ta de esos suce­sos estu­vo ori­gi­na­da en la polí­ti­ca alfon­si­nis­ta hacia el apa­ra­to esta­tal y jurí­di­co de la dic­ta­du­ra y en espe­cial hacia las Fuerzas Armadas. Política que, como plan­teó el Quinto Congreso, pre­ten­dió divi­dir a los mili­ta­res en “hijos y ente­na­dos” para reor­ga­ni­zar Fuerzas Armadas pro­pias o afi­nes a su pro­pio pro­yec­to. Proyecto este pro­te­rra­te­nien­te y proim­pe­ria­lis­ta, que bene­fi­cia­ba espe­cial­men­te a los sec­to­res pro­so­vié­ti­cos. Por otra parte, la posi­bi­li­dad de un triun­fo de Menem en mayo de 1989 puso al rojo vivo la cues­tión de quién iba a coman­dar el Ejército antes y des­pués de las elec­cio­nes. Todo esto en el marco de una situa­ción lati­no­a­me­ri­ca­na tem­pes­tuo­sa.
–    Nuestro Partido rea­li­zó un minu­cio­so aná­li­sis de estos acon­te­ci­mien­tos en un docu­men­to del Comité Central del 17 y 18 de diciem­bre de 1988, titu­la­do: Informe sobre la Situación Política nacio­nal.
Las cla­ses domi­nan­tes en su con­jun­to tenían y tie­nen la nece­si­dad de uni­fi­car al Ejército: colum­na prin­ci­pal del Estado oli­gár­qui­co-impe­ria­lis­ta. Desde ya, cada impe­ria­lis­mo quie­re uni­fi­car­lo a favor del pre­do­mi­nio de sus fuer­zas. Lo nece­si­ta­ban por razo­nes estra­té­gi­cas y por razo­nes coyun­tu­ra­les. Los pro­so­vié­ti­cos pre­ten­dían –y hasta el pre­sen­te esta sigue sien­do su línea prin­ci­pal– uni­fi­car de nuevo a libe­ra­les “aggior­na­dos”, trans­for­ma­dos en pro­fe­sio­na­lis­tas, con nacio­na­lis­tas mode­ra­dos. Pero el desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos fue mucho más com­ple­jo y tuvie­ron impre­vis­tos que no pudie­ron impe­dir quie­nes se ilu­sio­na­ron con hege­mo­ni­zar ambas corrien­tes para resol­ver las pro­fun­das con­tra­dic­cio­nes que, desde enton­ces, vie­nen agu­di­zán­do­se y que han abar­ca­do al con­jun­to de las Fuerzas Armadas. De arri­ba a abajo y sobre todo de abajo a arri­ba. Imponiendo un esta­do de deli­be­ra­ción que reco­no­ce muy pocos ante­ce­den­tes. Los acon­te­ci­mien­tos de Villa Martelli demos­tra­ron la fuer­za que había logra­do la corrien­te nacio­na­lis­ta que lide­ran Rico y Seineldín luego de recu­pe­rar­se del tras­pié de Monte Caseros. Nuestro Partido tuvo el méri­to de haber aler­ta­do a la clase obre­ra y al pue­blo sobre la gra­ve­dad de la situa­ción, la posi­bi­li­dad de auto­gol­pes, gol­pes y de serios enfren­ta­mien­tos mili­ta­res. En el curso de los acon­te­ci­mien­tos nos esfor­za­mos por impul­sar nues­tra línea de ter­ciar, dando bata­lla con­tra quie­nes entien­den esta posi­ción como un salu­do a la ban­de­ra puris­ta y doc­tri­na­rio y con quie­nes la com­pren­den como una pos­tu­ra segui­dis­ta, que colo­ca al Partido a la cola del nacio­na­lis­mo mili­tar.
Tuvimos en este pro­ce­so algu­nas expe­rien­cias de nues­tra línea de ter­ciar de las que debe­mos apren­der. Tal el caso de un barrio donde los com­pa­ñe­ros dis­cu­tie­ron nues­tra posi­ción, la lle­va­ron al movi­mien­to de masas y en vez de movi­li­zar a Villa Martelli o ir al Congreso, deci­die­ron orga­ni­zar la movi­li­za­ción del barrio para cor­tar la ruta. Lo mismo suce­dió en una empre­sa del Gran Buenos Aires, donde ante el lla­ma­do de la CGT al paro del lunes 6 los obre­ros deci­die­ron lla­mar al Cuerpo de Delegados. Y deci­die­ron que se iba a ocu­par la plan­ta y rea­li­zar una movi­li­za­ción acti­va, y no el paro pasi­vo al que lla­ma­ba la CGT. De esta mane­ra, con estas peque­ñas expe­rien­cias y en forme embrio­na­ria, avan­za­mos sobre la base de cla­ri­fi­car el blan­co, de prac­ti­car en esas cir­cuns­tan­cias con­cre­tas la línea de masas y de fren­te único con­tra el ene­mi­go común, y avan­za­mos en las posi­bi­li­da­des de apro­ve­char la divi­sión del Estado ene­mi­go. Partiendo de apo­yar­nos en las masas, en el pro­le­ta­ria­do indus­trial y en los cuer­pos de dele­ga­dos para unir al pue­blo; y así plan­te­ar­nos la posi­bi­li­dad de atra­er a su causa a la base popu­lar y a los sec­to­res patrió­ti­cos de las Fuerzas Armadas.
Tuvimos tam­bién en el curso de esos días serios defec­tos, a los que dimos impor­tan­cia por cuan­to sig­ni­fi­can una gran ense­ñan­za para el futu­ro. No fun­cio­nó el Plan de emer­gen­cia a nivel del Comité Central, ni el sis­te­ma de enla­ces clan­des­ti­nos, hacien­do un uso libe­ral de los enla­ces por vías lega­les sobre todo a tra­vés de los loca­les.
Carecimos de un sis­te­ma de impre­sio­nes para la emer­gen­cia y los fren­tes clan­des­ti­nos actua­ron, salvo excep­cio­nes, con mucha inefi­cien­cia, sin uti­li­zar toda la poten­cia­li­dad que podría haber sig­ni­fi­ca­do para el Partido haber­se movi­li­za­do a pleno. El Comité Central de diciem­bre seña­ló, ante los pro­ble­mas orga­ni­za­ti­vos que emer­gie­ron en los días de cri­sis, que “pone­mos de relie­ve el lado oscu­ro de nues­tro tra­ba­jo por­que el Partido tiene que dar un vira­je ante la posi­bi­li­dad de que vuel­van a pro­du­cir­se acon­te­ci­mien­tos como los que aca­ba­mos de vivir.”
Como causa de fondo de nues­tros erro­res pode­mos decir que hubo quie­nes sub­es­ti­ma­ron la posi­bi­li­dad del enfren­ta­mien­to. Muchos lo veían para des­pués de un posi­ble triun­fo pero­nis­ta, debi­do a que no com­pren­die­ron la impor­tan­cia de lo que suce­dió el 9 de julio. Esta fue una expe­rien­cia a tener en cuen­ta, por­que es cier­to que a veces denun­cian­do la manio­bra se deja de ver la corrien­te. Pero a veces la esen­cia está en la manio­bra, por­que ésta es la que expre­sa la dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta; es decir ésta es la que expre­sa quié­nes se han mon­ta­do en las corrien­tes nacio­na­lis­tas, libe­ra­les, popu­lis­tas, etc., para uti­li­zar­las a favor de sus inte­re­ses impe­ria­lis­tas.
Otros cama­ra­das sub­es­ti­ma­ron el grado de caos y anar­quía que exis­te en las Fuerzas Armadas. Anarquía que con­ti­núa en la actua­li­dad. Y con­vie­ne no enga­ñar­se ante los silen­cios y la falta de pro­nun­cia­mien­tos dis­per­sos de los diver­sos gru­pos que se opo­nen a su direc­ción. Porque ellos, con­tra­ria­men­te a lo que se supo­ne, no sig­ni­fi­can ni uni­dad ni subor­di­na­ción a los man­dos supe­rio­res. En Villa Martelli los amo­ti­na­dos ope­ra­ron a tra­vés de asam­ble­as con cen­te­na­res de ofi­cia­les y sub­ofi­cia­les que dis­cu­tían y par­ti­ci­pa­ban en la toma de deci­sio­nes. Esto expli­có el hecho de que el enfren­ta­mien­to mili­tar tuvie­se varios momen­tos en su desa­rro­llo, y que la corrien­te en deter­mi­na­das cir­cuns­tan­cias des­bor­da­ra las manio­bras y con­di­cio­na­ra final­men­te los acuer­dos a que arri­ba­ron los dife­ren­tes sec­to­res.
–    En el Partido se evi­den­cia­ron tres des­via­cio­nes:
1.    La segui­dis­ta de la bur­gue­sía libe­ral. Esta acusa al Partido de ir a la ras­tra de los mili­ta­res nacio­na­lis­tas. Estas posi­cio­nes con­ce­die­ron a quie­nes hicie­ron pasar todo el aná­li­sis a par­tir de la con­tra­dic­ción demo­cra­cia o golpe. Desde ya demo­cra­cia sig­ni­fi­ca­ba cen­tral­men­te defen­der en esas cir­cuns­tan­cias a Alfonsín.
2.    La segui­dis­ta a la bur­gue­sía nacio­na­lis­ta. Esta quedó para­li­za­da por­que actuó a la expec­ta­ti­va de lo que hicie­ron o deja­ron de hacer esos sec­to­res, supo­nien­do que sus éxi­tos serían auto­má­ti­ca­men­te bene­fi­cio­sos para el pue­blo.
    Ambas des­via­cio­nes, tenien­do en cuen­ta el peso del impe­ria­lis­mo hege­mó­ni­co en la Argentina, ter­mi­nan siem­pre a la ras­tra de los sec­to­res pro­so­vié­ti­cos.
3.    La puris­ta, izquier­dis­ta de forma y dere­chis­ta en los hechos, que res­pon­de a una estra­te­gia no leni­nis­ta de la revo­lu­ción, para­li­za al Partido y deja a la clase obre­ra a mer­ced de cual­quie­ra de las corrien­tes bur­gue­sas en pugna.
Estos temas fue­ron ana­li­za­dos por nues­tro Partido a par­tir de la reso­lu­ción del Comité Central de noviem­bre de 1988. En ella se puso énfa­sis en la nece­si­dad de tra­ba­jar a fondo con la corrien­te nacio­na­lis­ta, espe­cial­men­te entre la joven ofi­cia­li­dad. Y con la sub­ofi­cia­li­dad “que actual­men­te se encuen­tra logia­da y orga­ni­za­da a esca­la nacio­nal fun­da­men­tal­men­te en el Ejército pero tam­bién en las otras armas”. En ella se seña­ló que “hay un recha­zo en gran parte de los cama­ra­das del Partido a este tra­ba­jo. Se ponen tan­tas luces rojas que nunca se ponen ver­des para faci­li­tar­lo. Está claro que vamos a come­ter erro­res. Está claro que al tra­ba­jar con estos sec­to­res esta­mos tra­ba­jan­do en ambien­tes insa­lu­bres. Lo mismo que cuan­do tra­ba­ja­mos entre diri­gen­tes sin­di­ca­les, o cuan­do tra­ba­ja­mos entre los diri­gen­tes polí­ti­cos de la bur­gue­sía. Pero suce­de que aquí hay una resis­ten­cia par­ti­cu­lar, muy fuer­te, anti­mi­li­ta­ris­ta. Algunos cama­ra­das tie­nen una his­to­ria inge­nua, esque­má­ti­ca, sim­plis­ta, de lo que fue la Revolución Rusa y de lo que fue la Revolución China. Otra cues­tión que pusie­ron de mani­fies­to los enfren­ta­mien­tos mili­ta­res de Villa Martelli fue la siguien­te: Nosotros tene­mos una estra­te­gia insu­rrec­cio­nal. Nos plan­tea­mos la posi­bi­li­dad de una gue­rra civil, la posi­bi­li­dad de una gue­rra pro­lon­ga­da, y la posi­bi­li­dad de una gue­rra nacio­nal. Trabajamos sobre la base de una pers­pec­ti­va insu­rrec­cio­nal con eje en las ciu­da­des y con la línea de la ciu­dad al campo, desde el punto de vista nacio­nal. Y sin dejar de lado que en muchas pro­vin­cias el cen­tro está en el tra­ba­jo agra­rio, el eje de nues­tra línea es insu­rrec­cio­nal y de la ciu­dad al campo.
Tomando en cuen­ta esto hay que tener pre­sen­te que el ejer­ci­to insu­rrec­cio­nal no se forma con anti­ci­pa­ción a los acon­te­ci­mien­tos insu­rrec­cio­na­les. Que un Ejército político no es lo mismo que  un Ejército militar, por cuanto el mando militar comienza la guerra con un Ejército. El Partido marxista insurrecional, construye el Ejército, como lo demostró la experiencia bolchevique, en el transcurso de la lucha misma a medida que las masas van comprendiendo la justeza de sus consignas y de sus políticas. Y es precisamente desde esta concepción marxista-leninista que debemos enfocar y actuar ante acontecimientos como los producidos en los últimos años en el país.
–    A fines del año 1988 nuestro Partido, aprovechando experiencias anteriores, sobre todo previas al golpe de 1976, tomó medidas para comenzar a superar los errores y déficit señalados, y aprobó un plan de trabajo nacional que preparase al Partido ante la posibilidad de cambios bruscos en la situación. Este plan fue justo y oportuno, si bien no fue tomado homogéneamente por todos los regionales y organismos. Más aun: en algunos provinciales y zonales no se lo tomó, evidenciando que no sólo estaban en debate cuestiones de táctica política, sino también cuestiones estratégicas programáticas de fondo en la orientación de nuestro trabajo revolucionario.

8. El 15 de octu­bre de 1988 se firmó en La Rioja la Convocatoria a la Emancipación, en una reu­nión en la que par­ti­ci­pa­ron los par­ti­dos: Justicialista, Intransigente, Demócrata Cristiano, del Trabajo y del Pueblo, MID, Confederación Laborista, Partido de la Izquierda Nacional, Movimiento Patriótico de Liberación, Conservador Popular, Confederación Socialista y el Movimiento Democrático Popular. Con la Participación de los Presidentes de todos los Partidos, el 24 de febre­ro se pro­cla­mó for­mal­men­te la uni­dad del FREJUPO, en Mar del Plata, antes de un mul­ti­tu­di­na­rio acto. Con pos­te­rio­ri­dad a la rea­li­za­ción del Congreso del Partido Justicialista.
Desde media­dos de octu­bre hasta prin­ci­pios de marzo se dis­cu­tió entre todos los par­ti­dos el Programa del Frente. Discusiones que tuvie­ron un punto álgi­do luego del Congreso Justicialista, por­que éste apro­bó un pro­gra­ma de con­te­ni­do agroex­por­ta­dor a libro cerra­do que tenía gran­des con­tra­dic­cio­nes con el que se venía ela­bo­ran­do en la Comisión res­pec­ti­va del Frente. Finalmente se acor­dó el pro­gra­ma cono­ci­do. Programa en el que tuvo nues­tro Partido un pro­ta­go­nis­mo des­ta­ca­do, que fue con­di­ción para nues­tra par­ti­ci­pa­ción en el mismo y que pro­pa­gan­di­zó luego en todo el país.
Fue evi­den­te que, como defi­ni­mos en diciem­bre en el mene­mis­mo apa­re­cen sec­to­res pro­yan­quis, pro­so­vié­ti­cos, pro­eu­ro­peos y sec­to­res de bur­gue­sía inter­me­dia­ria y de terra­te­nien­tes nacio­na­les, y junto a éstos apa­re­ce un sec­tor de bur­gue­sía nacio­nal y sec­to­res segun­do y ter­cer­mun­dis­ta que por ahora pre­do­mi­nan en el mene­mis­mo, y se va con­for­man­do una amplia izquier­da en el pero­nis­mo, desde muy dis­tin­tos sec­to­res, algu­nos se van aglu­ti­nan­do den­tro de los reno­va­do­res, y otros se van con­for­man­do den­tro de la corrien­te mene­mis­ta; y una amplia corrien­te nacio­na­lis­ta ene­mi­ga de ambas super­po­ten­cias va cre­cien­do den­tro del mene­mis­mo. Por eso diji­mos en el Comité Central de diciem­bre (pág. 18): “Nuestra polí­ti­ca tiene que ser una polí­ti­ca de apo­yar­nos en la izquier­da, ganar el cen­tro y ais­lar a la dere­cha”.
En la prác­ti­ca el cen­tro del tra­ba­jo del Partido fue impul­sar la cam­pa­ña elec­to­ral para derro­tar al alfon­si­nis­mo Y lograr el triun­fo del FREJUPO en todo el país.
–    La cons­ti­tu­ción del FREJUPO plan­teó en lo elec­to­ral la polí­ti­ca de fren­te opo­si­tor y muchos años de lucha de nues­tro Partido por lle­var ade­lan­te la línea de fren­te único, par­ti­cu­lar­men­te con las masas pero­nis­tas y el pero­nis­mo. La hege­mo­nía en el FREJUPO esta­ba en manos de sec­to­res nacio­na­lis­tas bur­gue­ses, y junto a fuer­zas de izquier­da, tenían peso en él tam­bién diver­sos sec­to­res pro­so­vié­ti­cos. El FREJUPO fue un gran ins­tru­men­to elec­to­ral para des­en­mas­ca­rar y des­ba­ra­tar las manio­bras que rea­li­zó el gobier­no, y para garan­ti­zar su derro­ta el 14 de mayo. Para garan­ti­zar una vic­to­ria aplas­tan­te que diese por tie­rra su inten­to final de bur­lar en el Colegio Electoral el triun­fo en las urnas, en el caso de que este fuese muy ajus­ta­do.
El FREJUPO, en todo este pro­ce­so, fue un ins­tru­men­to deci­si­vo para vol­car al pue­blo al apoyo de la fór­mu­la Menem-Duhalde y barrer el con­ti­nuis­mo de Angeloz-Casella. Continuismo que contó con el apoyo de todo el apa­ra­to esta­tal y la mayo­ría de los medios de comu­ni­ca­ción masi­vos de todo el país.
–    En este pro­ce­so se desa­rro­lla­ron deba­tes en rela­ción a nues­tra posi­ción, par­ti­cu­lar­men­te con­tra las pre­sio­nes alter­na­ti­vis­tas de izquier­da de ir solos para las que era lo mismo Menem que Angeloz.
Erraban así en el blan­co, con lo que ayu­da­ban obje­ti­va­men­te a Alfonsín.
Esta polé­mi­ca fue desa­rro­lla­da en el Comité Central de diciem­bre de 1988. Allí se argu­men­tó que al tra­zar la línea de fren­te opo­si­tor recha­za­mos la tác­ti­ca de mar­char solos elec­to­ral­men­te y de uti­li­zar las elec­cio­nes como un mero ins­tru­men­to pro­pa­gan­dís­ti­co y para refor­zar a cuen­ta­go­tas nues­tra influen­cia. Y segui­mos el cami­no de acom­pa­ñar la expe­rien­cia de las gran­des masas popu­la­res, de fun­dir­mos con ellas sin dejar de ser su van­guar­dia mar­xis­ta-leni­nis­ta y, junto a ellas, ir cons­tru­yen­do la van­guar­dia real de masas.
Rechazamos la tác­ti­ca del fren­te de izquier­da. La tác­ti­ca de unir sólo a las fuer­zas de izquier­da. Llamadas de izquier­da desde cier­ta pers­pec­ti­va, lo que no impli­ca que lo sean en la rea­li­dad de la lucha de cla­ses de un país depen­dien­te. Esta tác­ti­ca del fren­te de izquier­da la prac­ti­ca­mos al ini­cio de nues­tra rup­tu­ra con el P“C”, hasta el año 1974. La prác­ti­ca nos demos­tró, cla­ra­men­te, que es una línea erró­nea. Es una tác­ti­ca que se ins­cri­be en una estra­te­gia que parte de carac­te­ri­zar la estruc­tu­ra eco­nó­mi­co-social argen­ti­na como capi­ta­lis­ta depen­dien­te; sub­ra­yan­do (lo que no está en dis­cu­sión) el carác­ter pre­do­mi­nan­te­men­te capi­ta­lis­ta de las rela­cio­nes de pro­duc­ción en la Argentina. Pero menos­pre­cian­do el carác­ter de país opri­mi­do por el impe­ria­lis­mo, el carác­ter de país depen­dien­te de la Argentina; y no dando impor­tan­cia a la sub­sis­ten­cia de resa­bios pre­ca­pi­ta­lis­tas en el campo (que son el sub­pro­duc­to del ori­gen pre­ca­pi­ta­lis­ta del lati­fun­dio en la Argentina y el tri­bu­to que pagan el impe­ria­lis­mo y la gran bur­gue­sía inter­me­dia­ria a los terra­te­nien­tes por su alian­za en el blo­que de las cla­ses domi­nan­tes).
La teo­ría del capi­ta­lis­mo depen­dien­te, que ahora sus­ten­tan los P“C” pro­so­vié­ti­cos lati­no­a­me­ri­ca­nos, niega la vali­dez de la defi­ni­ción leni­nis­ta de la época, (época del impe­ria­lis­mo y la revo­lu­ción pro­le­ta­ria) y con­si­guien­te­men­te niega las tesis leni­nis­tas sobre el impe­ria­lis­mo. Se niega que el mundo ente­ro se divi­de en nacio­nes opre­so­ras y opri­mi­das; que éstas son la inmen­sa mayo­ría y que el pro­le­ta­ria­do mun­dial debe luchar al lado de ellas; y se reem­pla­za la tesis de la exis­ten­cia de paí­ses opre­so­res y de paí­ses colo­nia­les, semi­co­lo­nia­les y depen­dien­tes por la de paí­ses desa­rro­lla­dos y media­na­men­te desa­rro­lla­dos, apli­can­do aquí tam­bién la teo­ría revi­sio­nis­ta de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Además se des­co­no­ce el carác­ter impe­ria­lis­ta de la URSS actual, a la que se con­si­de­ra socia­lis­ta, y se parte de la posi­bi­li­dad de apo­yar­se en ella para enfren­tar a los impe­ria­lis­tas yan­quis.
Los par­ti­da­rios del fren­te de izquier­da con­si­de­ran, con­si­guien­te­men­te, que la revo­lu­ción es socia­lis­ta desde el ini­cio y gol­pe­an a toda la bur­gue­sía en blo­que como ene­mi­go. Se trata de una teo­ría peque­ño­bur­gue­sa de la revo­lu­ción, trots­ki­zan­te, e ins­tru­men­ta­da por el socia­lim­pe­ria­lis­mo.
Con el pero­nis­mo tuvi­mos alian­zas del 74 al 76, y del 76 al 83. Con pos­te­rio­ri­dad en el pero­nis­mo se abrió un perío­do de divi­sio­nes, de vaci­la­cio­nes y de cre­ci­mien­to de sec­to­res con­ci­lia­do­res y, en oca­sio­nes, cola­bo­ra­cio­nis­tas con el alfon­si­nis­mo. Algunos de esos sec­to­res lle­ga­ron en algu­nos casos a ser pre­do­mi­nan­tes o muy fuer­tes, Ahora, diji­mos en diciem­bre de 1988, inten­tan resis­tir pero no deja­rán de vaci­lar, como demos­tra­ron las pro­pias dis­cu­sio­nes en el Frente. La bur­gue­sía nacio­nal se ha carac­te­ri­za­do y se segui­rá carac­te­ri­zan­do por su debi­li­dad y su dupli­ci­dad. Por eso nues­tra polí­ti­ca es su neu­tra­li­za­ción como clase. Lo que exige una línea hacia sus diver­sos sec­to­res, de izquier­da, inclu­so revo­lu­cio­na­rios, de cen­tro, y de dere­cha, en rela­ción a la lucha anti­im­pe­ria­lis­ta, demo­crá­ti­ca y social. Una polí­ti­ca que gol­pee y aísle a los recal­ci­tran­tes y gane a sus sec­to­res patrió­ti­cos y anti­im­pe­ria­lis­tas.
El Par­ti­do tuvo tam­bién una rica expe­rien­cia uni­ta­ria con el pero­nis­mo en la época anti­gol­pis­ta. Entonces cono­ci­mos los tiro­neos de dere­cha y de izquier­da. Y apren­di­mos de la nece­si­dad de no uni­la­te­ra­li­zar la línea. De no con­tra­po­ner la fuer­za pro­pia al fren­te único. De no ante­po­ner los temo­res a los resul­ta­dos de la uni­dad. Porque sin línea de fren­te único no cre­ce­rá la fuer­za pro­pia y sin ésta no habrá a la larga un ver­da­de­ro fren­te único, ni podre­mos con­quis­tar la hege­mo­nía en él. Rechazamos la polí­ti­ca de “sólo uni­dad” y de “sólo lucha” en el fren­te único, por­que somos par­ti­da­rios de la polí­ti­ca de uni­dad y lucha y lucha por la uni­dad. La hege­mo­nía la con­quis­ta­rá a tra­vés de una justa línea de uni­dad que per­mi­ta hacer avan­zar el fren­te. Claro que una de las cla­ves, como seña­ló el Comité Central en diciem­bre de 1988, es que: para poder garan­ti­zar la uni­dad y la lucha es nece­sa­rio que el Partido tra­ba­je con los tres pro­gra­mas. Es decir, el FREJUPO tiene que per­mi­tir­nos avan­zar, acu­mu­lar fuer­zas en el cami­no de acu­mu­la­ción prin­ci­pal de fuer­zas que defi­nió nues­tro Quinto Congreso, en su Estatuto, en su Programa y en su Resolución Política. Esto exige la lucha por estos tres pro­gra­mas sepa­ra­dos (el del Partido, el que pro­po­ne­mos al FREJUPO y el del FREJUPO). La prác­ti­ca del Partido en este perío­do fue muy rica y vol­vió a com­pro­bar la jus­te­za de la línea del Quinto Congreso.
–    A medi­da que la cam­pa­ña elec­to­ral se fue desa­rro­llan­do en todo el país, aco­sa­do a comien­zos del año ade­más por la cri­sis ener­gé­ti­ca, y con­scien­te de que cre­cien­te­men­te las gran­des masas se vol­ca­ban en favor de la fór­mu­la Menen-Duhalde, el gobier­no des­en­ca­de­nó nue­vas manio­bras.
Claro que luego de varios años el pue­blo fue hacien­do su expe­rien­cia y calan­do la men­ti­ra alfon­si­nis­ta. Especialista en cam­pa­ñas espec­ta­cu­la­res como fue la denun­cia del pacto sin­di­cal-mili­tar en la elec­ción de 1983, los aten­ta­dos con bom­bas en las escue­las y cines de 1985, el robo de las manos de Perón o las fra­ca­sa­das manio­bras pro­vo­ca­ti­vas en el terre­no mili­tar en 1987 y 1988, el alfon­si­nis­mo impul­só el 23 de enero de 1989 el copa­mien­to del Regimiento de La Tablada. Lo hizo con el obje­ti­vo de in­vo­lu­crar a Menem, Lorenzo Miguel, Seineldín y Rico en un “golpe de Estado”. Sobre esta base se ilu­sio­na­ban con lograr la divi­sión del pero­nis­mo, cre­an­do así una situa­ción que revir­tie­ra el pro­ce­so polí­ti­co y mili­tar que lo lle­va­ba a una segu­ra derro­ta el 14 de mayo. Pero su plan aven­tu­re­ro fra­ca­só estre­pi­to­sa­men­te. Surgieron prue­bas irre­fu­ta­bles que invo­lu­cra­ron a Alfonsín en el pro­vo­ca­ti­vo y aven­tu­re­ro ope­ra­ti­vo y que demos­tra­ron que para impul­sar­lo había con­ta­do con el apoyo y la com­pli­ci­dad de los ser­vi­cios secre­tos sovié­ti­cos. Pudo saber­se así que algu­nos de sus hom­bres, que habían coor­di­na­do su labor con altos fun­cio­na­rios de la Presidencia y del Ministerio del Interior en los días pre­vios, caye­ron en los enfren­ta­mien­tos. Con lo cual en vez de for­ta­le­cer­se se debi­li­ta­ron aun más las fuer­zas y los pla­nes de Alfonsín.
Por otra parte, con­tra­ria­men­te a lo pla­nea­do, la firme denun­cia de Menem, de nues­tro Partido y otras fuer­zas del FREJUPO, trans­for­ma­ron el hecho en una grave denun­cia con­tra las pro­vo­ca­cio­nes del gobier­no, que no vaci­la­ba en lle­var al país al borde de la gue­rra civil, y con­tra sus ver­da­de­ros patro­nes nacio­na­les e inter­na­cio­na­les. Al mismo tiem­po mos­tra­ron las uñas sec­to­res pro­so­vié­ti­cos y tam­bién subor­di­na­dos a la social­de­mo­cra­cia, que den­tro del pero­nis­mo obs­truían deli­be­ra­da­men­te la cam­pa­ña elec­to­ral con vis­tas a impe­dir el triun­fo del FREJUPO o lograr un resul­ta­do reñi­do en las elec­cio­nes. Esto con la fina­li­dad de trans­for­mar­se en árbi­tros en el Colegio Electoral, dado que la elec­ción de la fór­mu­la se haría por la vía indi­rec­ta del Colegio Electoral. De esta mane­ra pen­sa­ban bur­lar, o con­di­cio­nar al máxi­mo, lo que se iba trans­for­man­do día a día en un cla­mor nacio­nal: derro­tar al alfon­si­nis­mo en las urnas y lograr el triun­fo del FREJUPO y sus can­di­da­tos. El fra­ca­so de toda esta aven­tu­ra cri­mi­nal sig­ni­fi­có la pen­dien­te final en la que entró el gobier­no alfon­si­nis­ta hacia el 14 de mayo. A la vez per­mi­tió supe­rar el impa­sse en el que había entra­do el FREJUPO y derro­tar a los que se opo­nían abier­ta o sola­pa­da­men­te a su cons­ti­tu­ción y lan­za­mien­to.
–    Nuestro Partido tomó desde el primer momento una justa y firme posición frente a los acontecimientos de La Tablada, y se esforzó por llegar con su posición al pueblo; cuestión muy difícil porque detrás de la supuesta democracia el alfonsinismo ejercía, y en particular lo hizo en esta oportunidad, un férreo control de todos los medios masivos de difusión. La ocupación de La Tablada por Baños, Burgos, Gorriarán Merlo y miembros del MTP coincidió con el incendio de la cárcel donde estaba detenido López Rega. Todo hace pensar que este operativo no siguió adelante por el fracaso del copamiento del Regimiento.
Pero mucho más grave, aunque mucho más silenciado, fue el criminal atentado a Jorge Molinas, de trece años, hijo de la compañera Berta y del dirigente de nuestro Partido Luis Molinas, realizado horas antes del copamiento de La Tablada. Jorge Molinas salvó milagrosamente su vida dado que el agresor le efectuó un disparo desde escasos metros, hiriéndolo gravemente en el tórax. Este atentado clarificó adónde ubicaban al enemigo quienes idearon y articularon el operativo de la Tablada. Por otra parte, si se tiene en cuenta el parentesco de Jorge Molinas con el Fiscal de la República, cabe pensar que los autores intelectuales del atentado planearon además sacar un rédito adicional y macabro; pues el asesinato sería así presentado como parte de la  “acción fascista”  que enfrentaba Alfonsín en La Tablada, en la cárcel donde estaba López Rega y en Rosario…
Nuestro Partido denunció en Rosario y nacionalmente pública y valientemente esta provocación, recibiendo la solidaridad de los partidos aliados así como de numerosos sectores de la clase obrera y el pueblo. Quedó al desnudo la más absoluta falta de escrúpulos con la que actuaron y actúan los aparatos militares lanussistas y los operadores alfonsinistas. Este operativo criminal, tarde o temprano deberá esclarecerse totalmente, con el consiguiente castigo a los culpables. Así como el asesinato de Enriquito Imoff, de dos años de edad, que conmovió a la opinión pública y que también aconteció en Rosario hace muy pocos años.
La pendiente en la que crecientemente se deslizaba el gobierno se acentuó con el fracaso evidente y acelerado del Plan Primavera, que como había denunciado nuestro Partido era un plan económico electoral, que no iba a solucionar sino a agravar el conjunto de los problemas del país y de las masas populares. Emergió la bancarrota real a la que había llevado al país el alfonsinismo, con una situación económica caótica y una inflación galopante. Por otra parte la CGT, luego de las luchas de septiembre, en los hechos se llamó a silencio y practicó una política de tregua.
Nuestro Partido durante toda la campaña electoral se esforzó por ubicar la raíz de los males que padece nuestra economía, por realizar un correcto diagnóstico de la larga crisis que año tras año viene agravándose, y propuso un plan de seis medidas. Estas fueron lanzadas en la alocución que el camarada Otto Vargas pronunció por radio a todo el país, reafirmadas en la mesa Redonda realizada en la Feria del Libro con la participación de los dirigentes nacionales del partido Justicialista, del partido Intransigente y del partido Demócrata Cristiano, César Arias, Oscar Valdovinos y Esio Silveira, respectivamente, el 24 de abril de 1989 y popularizadas en toda la campaña electoral.
En primer lugar, señaló, “creemos que es necesaria una reforma monetaria profunda que saque el dinero de la especulación y lo vuelque a resolver las condiciones de vida, de trabajo, de estudio y de salud, y que permita también el aumento de la producción” (…) En segundo lugar, ésta debe ir “acompañada posteriormente de alguna medida como la nacionalización de la banca, o nacionalización de depósitos, o abolición del secreto bancario (…) junto a un estricto control de cambios que garantice que en Argentina haya una sola moneda que sea la moneda nacional (…) En tercer lugar… medidas en relación al campo. La única solución profunda se dará con una reforma agraria. Pero digamos por lo menos que habrá que implantar la 13246 de arrendamientos agrarios (…) y hay que resolver como está en el Programa del FREJUPO la inclusión de los trabajadores rurales en la Ley de Contrato de Trabajo (…) En cuarto lugar “en cuanto a la industria (…) entre otras cuestiones anular los convenios entreguistas que hizo el alfonsinismo y que antes hizo la dictadura… y garantizar que la producción petrolera, la explotación y la comercialización sea realizada por YPF, que es la empresa más eficiente de la Argentina. Esto puede permitir obtener de 3.000 a 4.000 millones de dólares y puede ser una poderosa palanca para el desarrollo industrial. (…) En quin­to lugar el Dr. Menem tiene que cum­plir su pro­me­sa de no pagar por cinco años los inte­re­ses de la deuda exter­na. Y eso debe ir acom­pa­ña­do de la inves­ti­ga­ción de la deuda legí­ti­ma e ile­gí­ti­ma (…) e inves­ti­gan­do la corrup­ción y el vacia­mien­to (…) Y en sexto lugar prac­ti­car una polí­ti­ca de uni­dad lati­no­a­me­ri­ca­na”. La impor­tan­cia de estas pro­pues­tas se fue acre­cen­tan­do en los meses siguien­tes, ante la bru­tal agu­di­za­ción de la situa­ción eco­nó­mi­co-social.

9. En los meses pre­vios a mayo se fue pro­du­cien­do un vuel­co masi­vo de apoyo a la can­di­da­tu­ra de Menem. Sus actos, con­cen­tra­cio­nes y cara­va­nas que abar­ca­ron a todo el país, con­vo­ca­ron mul­ti­tu­des que pre­a­nun­cia­ban el triun­fo del FREJUPO
El 14 de mayo de 1989 Menem arra­só y el FREJUPO obtu­vo un his­tó­ri­co triun­fo. Obtuvo 7.888.385 votos (el 47,39%) con­tra 5.401.788 (el 32,48%) de Angeloz-Casella; 1.092.327 (el 6,57%) de Alsogaray-Natale, 767.212 (el 4,62%) de Angeloz-Guzmán, 411.886 (el 2,48%) de Vicente-Zamora y 237.602 (el 1,43%) de Estevez Boero-Bravo.
En la noche del 14 de mayo el pue­blo ganó las calles. Las manio­bras mon­ta­das por el alfon­si­nis­mo basa­das en el Colegio Electoral pusie­ron de relie­ve su gran derro­ta: del 51,82% de los votos de 1983 pasó al 32,53% de 1989, no obs­tan­te con­tar y uti­li­zar des­ca­ra­da­men­te con todos los recur­sos del poder. Conservó sólo las gober­na­cio­nes de Córdoba y Río Negro. El triun­fo del 14 de mayo colo­có al pero­nis­mo en con­di­cio­nes de tener mayo­ría en la Cámara de Senadores, con­ver­tir­se en pri­me­ra mino­ría en la Cámara de Diputados y cam­biar favo­ra­ble­men­te la situa­ción en la mayo­ría de las legis­la­tu­ras pro­vin­cia­les.
–    A pocos días del gran triun­fo del 14 de mayo nues­tro Partido con­vo­có a un acto en con­me­mo­ra­ción del 20 Aniversario del Cordobazo en el que ana­li­zó, a tra­vés de la inter­ven­ción del cama­ra­da Otto Vargas, los resul­ta­dos elec­to­ra­les y las pers­pec­ti­vas polí­ti­cas abier­tas en el país. Colmado el Salón “Unione e Benevolenza” y ante la pre­sen­cia de diri­gen­tes del Partido Justicialista, del Partido Demócrata Cristiano, del Partido Intransigente, del Partido Socialista Auténtico, del Movimiento Democrático Popular, de dele­ga­dos del par­ti­do her­ma­no de Uruguay, así como de nume­ro­sos diri­gen­tes sin­di­ca­les, se puso de relie­ve el enor­me sig­ni­fi­ca­do que tenía el triun­fo del 14 de mayo.
Porque el 14 de mayo, seña­ló Otto Vargas, “fue derro­ta­do el con­ti­nuis­mo de la polí­ti­ca de ham­bre del alfon­si­nis­mo, el pro­yec­to del sec­tor diri­gen­te de las cla­ses domi­nan­tes de la Argentina. Ese pro­yec­to que empu­jó el sec­tor pro­so­vié­ti­co del radi­ca­lis­mo, unido a la social­de­mo­cra­cia euro­pea de Willy Brandt, el Partido Laborista inglés, junto a los terra­te­nien­tes y a los sec­to­res más anti­po­pu­la­res de la Argentina”. Claro que “ha teni­do el apoyo tam­bién de los usu­re­ros yan­quis. Ellos son prag­má­ti­cos”. Les “inte­re­sa que se paguen los inte­re­ses de la deuda exter­na”. Y sobre todo que se “apli­quen las polí­ti­cas mone­ta­ris­tas y ham­brea­do­ras del FMI”. Esta derro­ta “ha suce­di­do por­que ese pro­yec­to alfon­si­nis­ta se basó en tres pre­su­pues­tos fal­sos. En pri­mer lugar, pre­ten­dió desa­rro­llar la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria sin aca­bar con el lati­fun­dio. En segun­do lugar pre­ten­dió desa­rro­llar y moder­ni­zar la indus­tria sin aca­bar con la depen­den­cia. Y en ter­cer lugar pre­ten­dió ali­viar la pre­sión del impe­ria­lis­mo de una super­po­ten­cia, apo­yán­do­se en la otra super­po­ten­cia.” Y luego de rea­fir­mar la pro­pues­ta de las seis medi­das que había­mos difun­di­do antes del 14 de mayo, y de exi­gir la nece­si­dad de cas­ti­gar a los espe­cu­la­do­res “como Bulgheroni, de quien Brodherson solía decir que debía 485 millo­nes de dóla­res al fisco, sos­tu­vo que éra­mos par­ti­da­rios de empu­jar la lucha de masas. En pri­mer lugar por el res­pe­to a la volun­tad popu­lar. “Masas muy gran­des bus­can un cami­no pací­fi­co. Han abier­to un sen­de­ro en la male­za y tra­tan de avan­zar”, seña­ló Otto Vargas.
“Nosotros que somos par­ti­da­rios de la revo­lu­ción, que cree­mos que sin la revo­lu­ción no habrá demo­cra­cia ni habrá con­quis­tas esta­bles para nues­tro pue­blo y que no habrá libe­ra­ción de la patria sin ella, esta­mos dis­pues­tos a acom­pa­ñar a esas masas en esa expe­rien­cia. Porque sabe­mos que la revo­lu­ción la hacen las masas, y sin esas masas no habrá revo­lu­ción en la Argentina.
“Hay que decir que esas masas no se equi­vo­ca­ron el 14 de mayo el único cami­no que en las con­di­cio­nes con­cre­tas de Argentina crea mejo­res con­di­cio­nes para la lucha popu­lar y per­mi­te, tam­bién, acu­mu­lar fuer­zas para la revo­lu­ción que madu­ra en la Argentina y que madu­ra en el mundo.”

En el pro­ce­so elec­to­ral, la lucha por la cons­truc­ción del FREJUPO abar­có a todo el país. La apro­ba­ción del pro­gra­ma, la cons­ti­tu­ción de las lis­tas, la par­ti­ci­pa­ción con­jun­ta en actos y mani­fes­ta­cio­nes, y sobre todo la cons­truc­ción de comi­tés de apoyo por abajo, en par­ti­cu­lar en las gran­des empre­sas, sig­ni­fi­có una gran lucha polí­ti­ca y un triun­fo de la línea del Quinto Congreso.
Una gran lucha por lle­var ade­lan­te la polí­ti­ca de fren­te único, par­ti­cu­lar­men­te con las masas pero­nis­tas y el pero­nis­mo. Labor en la que fue par­ti­ci­pan­do la gran mayo­ría de nues­tros orga­nis­mos y cama­ra­das. Tuvo resul­ta­dos muy posi­ti­vos. Positivos Para la uni­dad y orga­ni­za­ción de las masas y del Partido. Claro que esto no fue pare­jo ni line­al en las diver­sas pro­vin­cias y zonas, ni den­tro de las mis­mas zonas y orga­nis­mos; pero lo dis­tin­ti­vo fue que la mayo­ría de los orga­nis­mos y cama­ra­das ter­mi­na­ron sien­do pro­ta­go­nis­tas acti­vos de nues­tra línea, de su inte­gra­ción con­cre­ta y del avan­ce del Partido.
Esto lo logra­mos en el marco del pro­ce­so de masas sobre la base de una gran dis­cu­sión polí­ti­ca en todo el Partido, gene­ral y par­ti­cu­lar, estu­dian­do y gene­ra­li­zan­do nues­tras mejo­res expe­rien­cias, y rea­li­zan­do una labor de ayuda y con­trol sos­te­ni­do en todos los orga­nis­mos y afi­lia­dos. Este pro­ce­so tuvo un vuel­co con la par­ti­ci­pa­ción del Partido en la pro­cla­ma­ción del FREJUPO y en el acto rea­li­za­do luego del Congreso pero­nis­ta de Mar del Plata.
–    El PTP inte­gró junto a otros diez par­ti­dos el FREJUPO a nivel nacio­nal.
Esa inte­gra­ción se plas­mó tam­bién en Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe, La Pampa, Jujuy, Río Negro, Tucumán, Córdoba, Chaco, Formosa, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Corrientes, Santiago del Estero y Tierra de Fuego. Participó igual­men­te el PTP en Chubut, Entre Ríos y Salta. Las úni­cas excep­cio­nes fue­ron Mendoza y Misiones, donde por las acti­tu­des sec­ta­rias y divi­sio­nis­tas de algu­nos sec­to­res diri­gen­tes de los PJ pro­vin­cia­les, el PTP fue exclui­do del Frente.
La cons­ti­tu­ción de los FREJUPO feme­ni­no y juve­nil a nivel nacio­nal fue­ron hechos de relie­ve que expre­sa­ron el avan­ce de nues­tro tra­ba­jo uni­ta­rio. Igualmente entre la inte­lec­tua­li­dad, donde más de 700 fir­mas apo­ya­ron el pro­gra­ma del FREJUPO rela­cio­nán­do­lo con los pro­ble­mas de la cul­tu­ra.
La par­ti­ci­pa­ción del PTP en el FREJUPO fue el resul­ta­do de un acuer­do pro­gra­má­ti­co, públi­co y equi­ta­ti­vo esta­ble­ci­do por los once par­ti­dos a nivel nacio­nal. Consecuentemente con ello el PTP inte­gró la lista de can­di­da­tos a dipu­ta­dos nacio­na­les en la pro­vin­cia de Buenos Aires, en la Capital Federal la de dipu­ta­dos y con­ce­ja­les en cali­dad de suplen­tes, de elec­to­res en Entre Ríos y San Juan, de dipu­ta­dos pro­vin­cia­les y de con­ce­ja­les en Jujuy y en Rosario, Santa Fe, Arteaga, y Almirante Brown.
En el pro­ce­so elec­to­ral el Partido orga­ni­zó y par­ti­ci­pó en el FREJUPO de 19 pro­vin­cias, en 47 muni­ci­pios y algu­nas cir­cuns­crip­cio­nes, y orga­ni­zó y par­ti­ci­pó en 77 Comités de Apoyo, de los cua­les 19 fue­ron Comités de Empresa y cen­tros de con­cen­tra­ción.
–    En este pro­ce­so nues­tro Partido se exten­dió nacio­nal­men­te y en pro­fun­di­dad en cen­tros de con­cen­tra­cio­nes obre­ras, agra­rias y popu­la­res. Abrimos tra­ba­jo en Chubut, Salta, Catamarca, y Tierra del Fuego, y se crea­ron con­di­cio­nes para hacer­lo en La Rioja y refor­zar nues­tra labor en Neuquén. Con lo cual pasa­mos a tra­ba­jar en todas las pro­vin­cias del país, aun­que en algu­nas aún muy débil­men­te.
El PTP tuvo reco­no­ci­mien­to jurí­di­co nacio­nal en la Capital Federal y en 16 pro­vin­cias: Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Misiones, Formosa, Jujuy, Santiago del Estero, San Luis, San Juan, Río Negro, Mendoza, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Tucumán, Santa Cruz. Existen Juntas Promotoras y Trámites en Chubut, Salta, Neuquén y Tierra del Fuego. Con lo cual nos falta enca­rar el pro­ble­ma sola­men­te en La Rioja.
Pero per­sis­ten las manio­bras judi­cia­les para tra­bar la acción del PTP y otros par­ti­dos. Entre ellas y prin­ci­pal­men­te la reso­lu­ción de algu­nos jue­ces de exi­gir la pre­sen­ta­ción de fichas de afi­lia­ción. En Córdoba recien­te­men­te se ha falla­do por este moti­vo con­tra el PTP, per­dién­do­se la per­so­ne­ría; igual ame­na­za pende sobre otros regio­na­les.
Esta situa­ción exige la denun­cia polí­ti­ca de un Estatuto cuya sola exis­ten­cia es un hecho reac­cio­na­rio, e inten­si­fi­car la lucha para derro­tar dichas manio­bras logran­do miles de nue­vas fichas de afi­lia­ción. En nume­ro­sas pro­vin­cias se demos­tró que esto es posi­ble. Claro que para con­cre­tar esto debe­mos batir la sub­es­ti­ma­ción que exis­te en rela­ción a este tra­ba­jo en varios orga­nis­mos y cama­ra­das.
El Partido rea­li­zó tam­bién un inten­so tra­ba­jo de pro­pa­gan­da de masas. Participó en dece­nas de actos uni­ta­rios, orga­ni­zó sus pro­pios actos y pasó a ser un par­ti­do cono­ci­do en casi todo el país. Esto no obs­tan­te la dis­cri­mi­na­ción y el ocul­ta­mien­to al que fue some­ti­do por los cana­les de tele­vi­sión y radios, y por la polí­ti­ca de silen­cio que prac­ti­ca­ron los dia­rios nacio­na­les salvo fuga­ces excep­cio­nes. Al mismo tiem­po quedó claro tam­bién que en muchos luga­res exis­te una gran sub­es­ti­ma­ción para desa­rro­llar una polí­ti­ca sos­te­ni­da hacia los medios de comu­ni­ca­ción masi­vos, como parte de nues­tra línea de masas, y orga­ni­zar el tra­ba­jo espe­cí­fi­co hacien­do de esta labor una tarea per­ma­nen­te.
Numerosos cama­ra­das ocu­pa­ron tri­bu­nas en actos uni­ta­rios del FREJUPO, en par­ti­cu­lar en las pro­vin­cias de La Pampa, Jujuy y Río Negro.
Al mismo tiem­po los actos orga­ni­za­dos por el PTP en Chabás, Arteaga y en La Plata, así como el tra­ba­jo rea­li­za­do en muchos barrios del país, mos­tra­ron el grado de pro­fun­di­dad alcan­za­do en algu­nos luga­res por la uni­dad de los par­ti­dos inte­gran­tes del FREJUPO y el papel de avan­za­da de nues­tro Partido en el des­plie­gue, exten­sión y orga­ni­za­ción del FREJUPO entre las masas. Una vez más vol­vió a com­pro­bar­se que sin lucha por la uni­dad es una ilu­sión doc­tri­na­ria el avan­ce del Partido. Al mismo tiem­po que el desa­rro­llo y el for­ta­le­ci­mien­to de la uni­dad depen­de de que el Partido avan­ce y se con­so­li­de.
–    Una de las carac­te­rís­ti­cas de la labor de nues­tro Partido fue que su tra­ba­jo se asen­tó en la línea de masas. Su pro­pa­gan­da, sus finan­zas, su orga­ni­za­ción, estu­vie­ron basa­dos en la fuer­za y en el apor­te de los que nada tienen, ape­lan­do siem­pre a las inago­ta­bles ener­gías que resi­den en la con­cien­cia y en la com­ba­ti­vi­dad del pue­blo.
El tra­ba­jo en el FREJUPO elevó la expe­rien­cia polí­ti­ca de los afi­lia­dos y orga­ni­za­cio­nes de nues­tro Partido, y con­tri­bu­yó al sur­gi­mien­to de nue­vos y valio­sos cua­dros. Se desa­rro­lló tam­bién la JCR. Fue este un perío­do de avan­ce para el Partido y el PTP.
En todo este pro­ce­so de desa­rro­lló una lucha por prac­ti­car una polí­ti­ca que desa­rro­lle la asi­mi­la­ción de los nue­vos com­pa­ñe­ros. Una lucha con­tra una polí­ti­ca de cua­dros que los suplan­ta y que no con­fía ni se apoya en ellos. Con lo cual en vez de orga­ni­zar las célu­las y hacer fun­cio­nar los orga­nis­mos, prac­ti­ca la polí­ti­ca de actuar a tra­vés “del malón”. O sea con gru­pos de com­pa­ñe­ros
des­or­ga­ni­za­dos, con falta de pla­nes polí­ti­cos dis­cu­ti­dos colec­ti­va­men­te, sin res­pon­sa­bi­li­da­des indi­vi­dua­les, sin pri­vi­le­giar el tra­ba­jo con el HOY y en los que los balan­ces polí­ti­cos y orgá­ni­cos que­dan por lo gene­ral “para des­pués”. Con lo cual es difí­cil que los nue­vos vuel­van a tra­ba­jar con quie­nes diri­gen así y des­pre­cian de esa mane­ra la poten­cia­li­dad polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria de las masas y de los nue­vos com­pa­ñe­ros.
Es nece­sa­rio seña­lar tam­bién que no logra­mos un avan­ce sig­ni­fi­ca­ti­vo en la difu­sión y el cobro del HOY, y que el reclu­ta­mien­to al PTP y sobre todo al PCR, fue débil. No logra­mos cose­char orgá­ni­ca­men­te, de acuer­do a las posi­bi­li­da­des abier­tas, la influen­cia y el avan­ce polí­ti­co logra­do por el Partido en este perío­do. Y si bien tuvi­mos expe­rien­cias muy valio­sas rea­li­za­das por célu­las y comi­tés de Partido, fue éste el cos­ta­do débil de nues­tro desa­rro­llo a nivel gene­ral.
Las razo­nes de este défi­cit fue­ron diver­sas. En algu­nos luga­res estu­vie­ron ori­gi­na­das por la resis­ten­cia a prac­ti­car nues­tra tác­ti­ca polí­ti­ca y su inte­gra­ción con­cre­ta al lugar. En otros por­que se lo hizo tar­día­men­te por falta de fun­cio­na­mien­to polí­ti­co. Al mismo tiem­po estas razo­nes empal­ma­ron en muchos casos con con­cep­cio­nes que vie­nen desde antes. Concepciones doc­tri­na­rias, sec­ta­rias y con­cep­cio­nes espon­ta­neís­tas, sin­di­ca­lis­tas, de esen­cia refor­mis­ta, que con­si­de­ran que el cre­ci­mien­to del Partido será un pro­duc­to espon­tá­neo de la lucha y del movi­mien­to de masas. O con­si­de­ran la teo­ría de la auto­li­be­ra­ción de las masas inde­pen­dien­te de la exis­ten­cia de una orga­ni­za­ción de van­guar­dia mar­xis­ta-leni­nis­ta, negan­do el papel diri­gen­te del Partido. Por lo que nues­tro avan­ce orga­ni­za­ti­vo, el reclu­ta­mien­to y la asi­mi­la­ción de los nue­vos afi­lia­dos, estu­vo por detrás del pro­ce­so espon­tá­neo de las masas y del reque­ri­mien­to del con­jun­to del pro­pio Partido.
–    Una vez más quedó claro la ver­dad de que lo de abajo ayuda a lo de arri­ba pero tam­bién lo de arri­ba ayuda a lo de abajo. El anta­go­nis­mo esque­má­ti­co de ambos aspec­tos al mar­gen del con­te­ni­do de nues­tra línea y del pro­ce­so de desa­rro­llo de la lucha por la uni­dad no sólo fue refu­ta­do una vez más, sino que tam­bién quedó demos­tra­do que en deter­mi­na­das situa­cio­nes con­cre­tas lo deci­si­vo es el acuer­do por arri­ba, pues como se evi­den­ció con el FREJUPO el acuer­do nacio­nal se cons­ti­tu­yó en un ins­tru­men­to deci­si­vo para impul­sar los FREJUPO por abajo y prin­ci­pal­men­te en las empre­sas, barrios y con­cen­tra­cio­nes agra­rias y popu­la­res. Un ejem­plo impor­tan­te de esto lo cons­ti­tu­yó el FREJUPO en UATRE a nivel nacio­nal. Fue deci­si­vo para enfren­tar el con­ti­nuis­mo alfon­si­nis­ta en el gre­mio y a su vez influ­yó inter­na­men­te para dar impul­so a la tarea de orga­ni­zar los comi­tés de apoyo en el movi­mien­to obre­ro.
–    Una cues­tión fun­da­men­tal en todo este pro­ce­so fue la orga­ni­za­ción de los comi­tés de apoyo del FREJUPO por abajo, en par­ti­cu­lar en las gran­des empre­sas, que impul­só nues­tro Partido.
En la orga­ni­za­ción de los comi­tés de apoyo en las empre­sas exis­tie­ron expe­rien­cias como las de Astilleros, Siderca y otras, que demos­tra­ron que tomar a fondo esta tarea reque­ría par­tir de lo polí­ti­co para enfo­car lo sin­di­cal y no al revés. Y en estas cir­cuns­tan­cias, más con­cre­ta­men­te, par­tir de lo polí­ti­co elec­to­ral, por cuan­to sin ello era impo­si­ble ubi­car con correc­ción el blan­co y prac­ti­car una correc­ta línea de fren­te único. Se demos­tró que sólo obran­do así era posi­ble avan­zar tam­bién en una correc­ta polí­ti­ca sin­di­cal y en la lucha rei­vin­di­ca­ti­va. Claro que esto exi­gió a su vez, como se demos­tró en esas expe­rien­cias, resol­ver acer­ta­da­men­te la rela­ción orgá­ni­ca entre el papel del fren­te de par­ti­dos con los cuer­pos de dele­ga­dos y el sin­di­ca­to, y con las pro­pias agru­pa­cio­nes. Pues si bien nues­tra acción esta­ba pre­si­di­da por una línea polí­ti­ca común, nues­tra par­ti­ci­pa­ción en cada una de dichas orga­ni­za­cio­nes reque­ría res­pe­tar sus fun­cio­nes, gra­dos de uni­dad y nor­mas de orga­ni­za­ción.
Estas expe­rien­cias demos­tra­ron tam­bién que la pre­o­cu­pa­ción cen­tral por la cons­truc­ción de los comi­tés de apoyo en las empre­sas (expe­rien­cias que han sido desa­rro­lla­das en artí­cu­los recien­tes y muy impor­tan­tes en el HOY y en Política y Teoría) no fue sim­ple­men­te una pre­o­cu­pa­ción orga­ni­za­ti­va. Sino que requi­rió com­pren­der que dichos comi­tés eran una exi­gen­cia de la coyun­tu­ra polí­ti­ca y apun­ta­ban a su vez a avan­zar en el cam­bio de la corre­la­ción de fuer­zas en los orga­nis­mos de masas de las empre­sas, o sea en nues­tro cami­no cen­tral de acu­mu­la­ción revo­lu­cio­na­ria de fuer­zas de acuer­do a nues­tros obje­ti­vos pro­gra­má­ti­cos. Porque como lo demos­tró la expe­rien­cia his­tó­ri­ca, par­ti­cu­lar­men­te en nues­tro país los años del Cordobazo y demás rebe­lio­nes popu­la­res acon­te­ci­das a fines de la déca­da del 60, fue­ron las orga­ni­za­cio­nes obre­ras de fábri­ca el cora­zón del vasto ascen­so obre­ro y popu­lar que con­mo­vió a las cla­ses domi­nan­tes y a sus sir­vien­tes de turno.
Por eso es que allí donde fue com­pren­di­da y toma­da a fondo esta ini­cia­ti­va de nues­tro Partido, se avan­zó en la uni­dad con las masas pero­nis­tas, en la polí­ti­ca de fren­te único polí­ti­co y sin­di­cal y se gana­ron posi­cio­nes en los cuer­pos de dele­ga­dos y comi­sio­nes inter­nas de las gran­des empre­sas. Y sus con­se­cuen­cias serán no sólo inme­dia­tas, pues dicho paso ha sido una expe­rien­cia que caló muy hondo en la con­cien­cia y el cora­zón de esas masas. Sobre todo, como mues­tran algu­nos ejem­plos, en muchos dele­ga­dos de fábri­ca en los que bulle una inten­sa pre­o­cu­pa­ción por el pre­sen­te y el futu­ro de su clase y de la patria. Un hecho posi­ti­vo en tal direc­ción fue tam­bién el acto del FREJUPO en el Puerto de Buenos Aires.
Por eso, fue el Comité de Apoyo con esta orien­ta­ción lo que per­mi­tió asi­mis­mo acre­cen­tar las fuer­zas de nues­tras agru­pa­cio­nes y el Partido, allí donde hici­mos de esta tarea una tarea inte­gra­da al con­jun­to de la labor par­ti­da­ria. Que las con­se­cuen­cias de esta gran ini­cia­ti­va de nues­tro Partido no se ago­ta­ron el 14 de mayo, lo mues­tra el sig­ni­fi­ca­ti­vo papel que des­em­pe­ña­ron en la lucha con­tra el ham­bre, en el com­ple­jo pro­ce­so desa­rro­lla­do pos­te­rior­men­te en el gre­mio tele­fó­ni­co, etc.
Estas expe­rien­cias posi­ti­vas no pue­den ocul­tar­nos a su vez que en muchos luga­res, ni polí­ti­ca ni orgá­ni­ca­men­te, la orga­ni­za­ción de estos comi­tés de apoyo fue la pre­o­cu­pa­ción cen­tral, Ni que en otros se los tomó for­mal­men­te o desde una polí­ti­ca mera­men­te elec­to­ra­lis­ta. Política que si bien nos dio resul­ta­dos posi­ti­vos, fue estre­cha en cuan­to al enfo­que de los mis­mos. No obs­tan­te ello abrió un cami­no que debe­mos pro­fun­di­zar, gene­ra­li­zan­do nues­tras mejo­res expe­rien­cias. Y prac­ti­can­do el méto­do que nos ense­ña el maoís­mo de que no hasta lan­zar lla­ma­mien­tos gene­ra­les. Es nece­sa­rio com­pro­bar, prac­ti­car en un punto con­cen­tra­do el con­te­ni­do de dicho lla­ma­mien­to a fin de ana­li­zar su prác­ti­ca, sus lados fuer­tes y oscu­ros, para así sacar con­clu­sio­nes correc­tas, lle­var­las nue­va­men­te a las masas, para a tra­vés de esta rela­ción per­ma­nen­te entre diri­gir y apren­der, entre el pen­sar y el hacer del Partido y la masa y sus orga­ni­za­cio­nes, avan­zar en la acción revo­lu­cio­na­ria.