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03 de febrero de 2016

Los pequeños productores del Cordón Verde platense señalan que el sector está jaqueado por el costo de los insumos, los arrendamientos y los vaivenes del clima, en nota publicada por el diario El Día, del 31 de enero. 

Reclamo de medieros de La Plata

Por medidas para salir de la emergencia

A Gumersindo Segundo (59) la cuenta no le cierra por ningún lado. Trabaja a sol y sombra en la cosecha de la quinta que arrienda en El Peligro, a unos 22 kilómetros del centro platense, pero a fin de mes, si tuvo suerte con la cosecha, en el bolsillo apenas le quedan unos pocos pesos para subsistir. Asfixiado por una coyuntura económica en que los precios de los insumos para producir se dispararon –al igual que el costo de arrendar la tierra–, los vaivenes climáticos (granizo e inundaciones) y el achicamiento del mercado interno, hoy, asegura, corre el riesgo de ser desplazado de una actividad a la que dedicó su vida.
Así lo cuenta, con preocupación, junto a otros integrantes de la Asociación de Medieros y Afines La Plata (Asoma), organización que nuclea a pequeños y medianos productores de verduras y flores de las quintas del cordón hortícola platense, quienes aseguran estar viviendo “la peor crisis de su historia”, si bien enfatizan que “la situación viene de arrastre”.
Quienes integran Asoma no son propietarios de las tierras: o bien alquilan las quintas o son medieros, esto es, dividen el producto y las utilidades de una finca agrícola con el propietario de las parcelas. En ese punto radica uno de los grandes trastornos para los pequeños productores. Es que según apuntan desde la asociación que preside Roberto Solano, el precio de los arrendamientos “se ha triplicado en los últimos cinco años”.
Hoy se paga desde $3.000 hasta $5.000 pesos mensuales para alquilar una hectárea. Adolfo Tarifa, un joven agricultor local de 28 años, calcula en diálogo con El Día que, en promedio, una familia de cinco integrantes suele arrendar entre 4 y 5 hectáreas de tierras para explotar. De entrada ello representa unos $16.000 pesos mensuales de inversión. “A eso hay que agregarle lo que cuesta construir cada invernáculo, cuyos elementos (nylon, madera, clavos) salen unos $80.000 para la medida standard de 4 por 50 metros, sin contar la mano de obra”, aclara.
 
Matices de un cordón verde en expansión
En los últimos 15 años el cordón verde platense creció un 30% y se convirtió en uno de los más grandes del país. Hoy da empleo a unos 30 mil peones que trabajan para unos 6 mil productores. Pero no solo se expandió, sino que atravesó una notoria metamorfosis, que se tradujo en un cambio sustancial en la tenencia de la tierra.
Los viejos productores italianos, aquellos que predominaban en los años `60 y ´70 y que en esa época ya empezaban a tomar mano de obra de inmigrantes que llegaban para instalarse en nuestra región, fueron “reemplazados” por estos últimos, que hoy administran –alquilan o son dueños– el 85% de las aproximadamente 6 mil hectáreas existentes en el cordón productivo local, que abarca en su gran mayoría la zona oeste de Olmos, Etcheverry, Romero y Abasto (70%), pero que también se amplía hacia Arana, Parque Pereyra, el sector sur del partido, y Gorina hacia el norte.
Ello hizo que los quinteros –entre quienes predominan inmigrantes bolivianos– se organizaran por grupos de familias para arrendar quintas de 4 o 5 hectáreas a explotar. Sin embargo, los productores más pobres sostienen que en la actual coyuntura y a los valores vigentes de las tierras, “se hace imposible sostener a las familias”.
Los insumos son otra piedra en el zapato. Ramón Gutiérrez, agricultor e integrante de Asoma explica “los insumos para producir están valuados en dólares pero nosotros cobramos en pesos, por lo tanto sufrimos las devaluaciones”. Por caso, un rollo de nylon que el año pasado valía $1.500 hoy sale de $3.000 a $4.000. Hace tres meses el hilo para colgar plantas costaba $90 y hoy $400.
Lo mismo, agrega, con el precio del gasoil que alimenta las máquinas que se usan en la siembra y la cosecha, la electricidad, las semillas, los remedios y los fungicidas.
“Inexplicablemente, la evolución del precio del tomate en las quintas ha sufrido pocas variaciones y lo mismo sucede con el resto de las verduras”, remarcan los pequeños productores.
Tarifa resalta que, mientras el costo de producción se disparó, “lo que se paga en las quintas por el tomate prácticamente se estancó”. En 2009 se pagaba al productor $1,66 por kilo; hoy, $1,75. “Es el mismo producto por el que en la verdulería se llega a pagar hasta $40 el kilo”, remarcan.
Desde la entidad que preside Solano dijeron que “si a esta altura del verano estamos tirando el tomate es porque por el precio (de $20 a $40 el cajón de 20 kg) no conviene cosecharlo o directamente no se vende”.
“Para los quinteros grandes es un muy mal negocio, algunos pierden plata, pero para muchos de nosotros significa tener que dejar la quinta por no poder seguir sembrando. De hecho ya hay varios productores que junto a sus familias han tenido que dejar las quintas”, sostiene Gutiérrez.
 
Para salir de la crisis
Los pequeños agricultores atribuyen esta “emergencia”, entre otros factores, a “una caída en la demanda en las verdulerías y a un achicamiento del mercado interno, que es para quien producimos”.
En este contexto han comenzado a organizarse. El próximo 4 de febrero mantendrán una reunión con otras entidades del sector para conformar una multisectorial. Buscarán impulsar distintas reivindicaciones.
“Fundamentalmente un precio mínimo sostén para nuestros principales productos, lo que nos garantice seguir produciendo”, explicaron. También reclaman que se concrete el pago de $5.000 del subsidio por las inundaciones de diciembre de 2014, cuyo dinero ya fue depositado por el gobierno nacional. Otro de los pedidos apuntará a subsidios para acceder a semillas, insumos, nylon y madera.