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25 de junio de 2014

Las ganancias de los pooles

Explotación de los obreros rurales y opresión de los contratistas familiares o capitalistas

Como capital financiero, el pool paga el arriendo de la tierra y paga a los contratistas para que realicen las tareas de siembra y fertilización, fumigaciones y cosecha (acá puede ser a porcentaje). Pero no es en esta relación donde se produce la plusvalía. La plusvalía se produce en la realización de esas tareas sobre el campo, por el trabajo de quienes realizan la siembra y fertilización, fumigaciones y cosecha.

Como capital financiero, el pool paga el arriendo de la tierra y paga a los contratistas para que realicen las tareas de siembra y fertilización, fumigaciones y cosecha (acá puede ser a porcentaje). Pero no es en esta relación donde se produce la plusvalía. La plusvalía se produce en la realización de esas tareas sobre el campo, por el trabajo de quienes realizan la siembra y fertilización, fumigaciones y cosecha.
El contratista cobra por su “servicio” cuyo precio, en condiciones normales del capitalismo, cubre la amortización de su capital constante fijo (maquinarias y equipos), el capital constante circulante que necesita para que funcionen (combustibles y lubricantes), el salario de los obreros que las hacen funcionar, y su ganancia media. Ese valor que pone el contratista en el trabajo con sus obreros sobre la tierra –a cambio de lo que cobra por su servicio–, más toda la plusvalía que supere el equivalente de la ganancia media por el funcionamiento de las leyes de la renta en el capitalismo, queda en la tierra y va a ser apropiado por el pool cuando recibe la cosecha. Aunque éste tenga mejores condiciones de comercialización, tampoco eso quiere decir que su mayor ganancia surja de eso, sino de que tiene mayores posibilidades que otro de quedarse con una mayor parte de la plusvalía agraria, que si no se llevan los monopolios de la comercialización.
El caso de los terratenientes que explotan sus tierras “por administración” es un poco más complejo, aunque respecto de las tareas principales de la producción funcionen de la misma manera que los pooles, “poniendo” la tierra y la organización de la producción y recurriendo a contratistas para la realización de la misma. A ello suelen agregar capital propio invirtiendo en mejoras al campo o contratando trabajadores para tareas auxiliares a la producción, por lo que ponen una parte del valor que se recupera en el producto, aunque lo principal de ese valor y de la plusvalía sigue viniendo de la actividad de los contratistas y sus obreros. Y en la apropiación del producto y su venta reciben el excedente de la plusvalía sobre la ganancia media de los contratistas, es decir, reciben su parte como terratenientes según las leyes de la renta en la producción capitalista sobre el campo. Es cierto que en el caso de los pooles, también puede haber una pequeña parte de capital constante circulante (semillas y agroquímicos) que el fondo pone para la producción, pero eso no altera el que la plusvalía surja del trabajo de los asalariados de los contratistas, que son los que realizan las tareas fundamentales de la producción incluida la siembra de esas semillas y la aplicación de esos agroquímicos.
 
La particularidad del agro
Los grandes terratenientes y quienes integran los pools, pueden ser grandes capitalistas en otras ramas de la producción, del comercio o las finanzas. Pero aquí no estamos hablando de sus otras actividades sino de la producción agraria, y en la realización de ésta (como en la minera también) es que tenemos que ver cuál es el papel de los pooles respecto de las relaciones capitalistas de producción en el campo, cuál es su relación respecto de los tres factores de producción que se necesitan allí: tierra, capital y trabajo, que es lo que a su vez determina las tres formas primarias del reparto del nuevo valor creado en el campo a través fundamentalmente de la siembra y la cosecha: la renta, la ganancia y el salario. Y ver cómo obtienen su beneficio como capital financiero.
El salario y la ganancia se rigen de la misma forma que en la industria, pero en la producción agraria también cumple un papel fundamental la tierra como factor de producción, sin el cual no se puede realizar la producción agraria, por lo que aquí también operan las leyes capitalistas de la renta. Y si se dan condiciones de monopolización de la tierra, como la que tienen los grandes terratenientes y pueden lograr los fondos de inversión como capital financiero, son las leyes capitalistas de la renta las que van a terminar imponiéndose. Lo que procuran los pooles es el dominio de éstas; de ahí que lo principal de su “inversión” sea en el alquiler de tierras y la organización de su producción (administración) que es lo que les permite quedarse con el producto y con él de todo el “excedente” de mayor valor creado en la producción, pagándole a quienes realizaron dicha producción de acuerdo a las leyes que rigen la ganancia capitalista, como dijimos arriba. Por eso nos vamos a encontrar con que los mayores gastos del fondo de inversión son en arriendo y administración (de lo que no surge la plusvalía, sino que es lo que les va a permitir apropiarse de una parte de ella) y mucho menos es lo que gastan en contratistas para la siembra, protección y cosecha (que es de donde surge el producto con el que se quedan, y con él de una parte de la plusvalía agraria, que es la que explica sus beneficios).
Los fondos pueden justificar sus ganancias en el hecho de que son ellos los que adelantan el dinero para el arriendo, la administración, algunos insumos y el pago a los contratistas, pero eso no debe ocultarnos que no es de ahí que surge la parte de plusvalía agraria que se apropian como beneficio, ya que como decimos ni el arriendo ni la administración de por sí, sin que se realice la producción en el campo, rinden ninguna ganancia.
 
Dinero y capital, arriendo y renta
Una cosa es el dinero y otra el capital, pues este se refiere a una relación específica de producción: es dinero aplicado a la inversión en medios de producción (capital constante) y fuerza de trabajo (capital variable) y puestos en funcionamiento (producción) para obtener plusvalía. Y no es precisamente este el objetivo del pool en lo que respecta a la producción agraria, su dinero no es para la producción propiamente dicha como sería en el caso de los contratistas, sino para apropiarse de las condiciones de producción y sacar su beneficio a partir de dominarlas, como dueños del producto, que es producido por otros. No es que pobrecitos, porque quieren producir el campo y no tienen tierra no les queda otra que pagar elevados arriendos. En todo caso pagan elevados arriendos, y es lo principal de su “inversión”, para aumentar las extensiones de tierra que pueden administrar, pagando más que lo que un contratista puede pagar, porque de esa manera, controlando grandes extensiones (aunque sea sumando pequeñas parcelas), de la producción que realizan los contratistas y sus obreros, pueden obtener una renta suficiente como para recuperar lo “invertido” (en el alquiler de la tierra y en la administración y la provisión de algunos insumos) y obtener un beneficio (mayor que si ese dinero lo hubieran puesto a interés). Son hoy –junto a los monopolios imperialistas de insumos y de la comercialización e industrialización, los grandes terratenientes y el Estado oligárquico-imperialista–, parte de los principales chupasangre de los productores y asalariados del campo.
Los pooles, como capital financiero, monopolizan el dominio del suelo a través de su arriendo, y por ese monopolio, aunque sea por un periodo limitado de tiempo, se quedan con el producto y la renta que venga con él. Para que esto sea “negocio” tiene que existir la posibilidad de que la renta obtenida por el pool, del trabajo realizado por los contratistas y sus asalariados, sea superior a lo que pagó de arriendo (renta esperada). De ahí surge la ganancia extraordinaria que puede obtener un capitalista agrario que contrata directamente con el dueño del campo, pero precisamente lo que hace el pool, como capital financiero, es interponerse en esa relación, llevándose esa diferencia.
Una cosa es la renta esperada (el precio de la tierra o el arriendo) y otra la renta posteriormente obtenida, que resulta de la explotación capitalista del suelo. Juntando miles de hectáreas y administrándolas, poniendo bajo su batuta a contratistas familiares o capitalistas, aunque estos saquen su ganancia media, los fondos logran quedarse con lo que la sobrepase por las leyes capitalistas de la renta, que hacen que se transfiera hacia ellos el “excedente” de mayor valor creado por los tractoristas, maquinistas y demás trabajadores del campo, corporizado en el producto de la cosecha que les pertenece por haber sustituido al propietario de la tierra y “organizar” la producción sobre ella. Salvo que se piense que esa plusvalía agraria de la que los pools obtienen sus beneficios, no surja de la explotación capitalista del campo, de los que trabajan con los contratistas, sino de la administración del fondo y sus empleados y técnicos (que pueden ser explotados también). Por supuesto que lo que buscan los pooles es la máxima ganancia, pero el tema es de dónde surge lo principal de esa ganancia y cómo se la apropian, en su papel de capital financiero en la explotación capitalista del campo.