Noticias

12 de junio de 2013

Hace 101 años comenzaba la protesta agraria más importante de la historia del país. Durante cuatro meses, más de cien mil colonos conmovieron a la Argentina agroexportadora, paralizando la producción y comercialización de granos.
 

La izquierda de Alcorta

A 101 años de la primera gran huelga agraria

En la asamblea de los chacareros del sur de la provincia de Santa Fe, del 25 de junio de 1912, en Alcorta se declaró la huelga por tiempo indeterminado hasta lograr una rebaja de los arrendamientos, entregar la cosecha en parva y troje, contratos por un plazo de 4 años y libertad de trillar. La contundencia de la medida, su prolongación y extensión a las provincias de Córdoba, Entre Ríos, Buenos Aires y La Pampa, en la que la izquierda jugó un rol fundamental, obligó a los propietarios a negociar y conceder en las reivindicaciones, en particular bajar los alquileres.

Les negaron las tierras prometidas
A partir de 1850, con el genocidio y robo de tierras de los pueblos originarios, en el país se produjo un fenomenal proceso de concentración de los suelos. Para ponerlos en producción, los beneficiarios del saqueo apelaron a la incorporación de mano de obra inmigrante sancionando en 1876 la Ley de Inmigración y Colonización o Ley Avellaneda, un ambicioso plan de colonización para desarrollar la agricultura.
Miles de agricultores europeos llegaron al país atraídos por los períodos de auge económico de 1882-1889 y 1904-1912 con la promesa de acceder a la tierra pero, al no respetarse la legislación, terminaron trabajando como arrendatarios, aparceros, medieros o peones golondrinas. Los arrendatarios y los trabajadores del campo fueron los que desarrollaron económicamente la Pampa Húmeda, para beneficio casi exclusivo de los grandes propietarios y del naciente imperialismo, favorecido con las concesiones de las construcciones ferroviarias y portuarias y el manejo oligopólico de la comercialización de los granos.
Estas experiencias de colonización, además de mostrar el camino para la utilización de tierras fiscales, desnudaron el principal obstáculo que tenía y tiene el campo argentino: la renta terrateniente que frena su desarrollo.

Un gran frente único contra los terratenientes
Según los “contratos tipo” del sur santafesino el arrendatario pagaba al propietario “el 45% del total cosechado libre de todo gasto”. Los leoninos contratos allanaron el camino para que los inmigrantes, que heredaron de sus ancestros una larga experiencia de lucha socialista o anarco-sindicalista, confluyeran con argentinos influenciados por las rebeliones radicales de 1890 y 1893 y las grandes huelgas obreras de principios del siglo XX. Ellos fueron los protagonistas de la pueblada de Alcorta, el posterior paro y la fundación de Federación Agraria Argentina (FAA).
En Alcorta convergieron desde arrendatarios y trabajadores del campo hasta la mayoría de los comerciantes, inclusive los más acomodados. La lucha contó además con el apoyo de la Iglesia, de radicales, socialistas, anarquistas e incluso sectores de terratenientes expresados en la Liga del Sur, de Lisandro de la Torre (la firmeza y prolongación de la huelga hizo que estos sectores se diferenciaran de los asociados a los monopolios imperialistas, acopiadores y exportadores).
En ese frente llegaron a prevalecer dos corrientes: una católica, antiterrateniente y reformista que años después lideraría Esteban Piacenza; y otra de izquierda, socialista y al que adherían, aunque con diferencias, Antonio Noguera y Francisco Netri. Pero también intervino una corriente más de izquierda que si bien era minoritaria tuvo influencia entre los productores, al menos hasta la sanción de la Ley 11.170, arrancada a la oligarquía en 1921 y que aseguraba estabilidad contractual.

La corriente de izquierda excedía la disputa Noguera-Netri
Con posterioridad a la fundación de FAA, Noguera y Netri participaron de todas las asambleas constitutivas de filiales. En el seno de la entidad, Netri sostenía que la FAA sólo debía intervenir en cuestiones gremiales, en tanto Noguera trabajaba para incorporar al movimiento agrario a la lucha política.
Las discrepancias políticas y de método entre Noguera y Netri rápidamente se hicieron públicas y el 5 de noviembre de 1912 Noguera fue expulsado de la entidad. La disputa entre Netri y Noguera fue política, se dio entre dos dirigentes de izquierda, pero uno era republicano y el otro socialista. Sin embargo, esta corriente no comenzaba ni terminaba en Noguera y Netri, ya que tuvo a dirigentes marxistas de la envergadura de Boglich, Bulzani, Capdevilla, Gasparini, los hermanos José y Francisco Menna que estudiaron y difundieron la obra de Karl Marx.
El secretario de la Filial Peyrano, Narciso Arroyo, fue otro referente destacado que antes de la expulsión de Noguera le envió una carta a Netri, en la que invitaba a superar diferencias y profundizar la lucha, extendiéndola a otros sectores de la clase obrera. Publicada en el Boletín del 25 de octubre de 1912 con el título “La ola avanza”, la misma señalaba que “Los vientos de la injusticia nos la acercaron y la vimos estallar en Alcorta el 25 de junio y de pueblo en pueblo […] la vimos extenderse, propagarse en actitud inimaginada. La ola avanza, porque viene de muy lejos […] sus orígenes datan de los tiempos remotos en que una clase social se sintió por primera vez dominada o tiranizada por otra clase”.
Su contenido excedía las posiciones de Noguera y Netri, ya que además de soluciones para los arrendatarios, proponía una salida revolucionaria. Históricamente se trató de disimular la participación de esta corriente pero cuando se estudia la conformación de las filiales de FAA, se concluye que muchas de ellas fueron impulsadas por anarquistas y socialistas, algunos de los cuales a partir 1918 se incorporaron al Partido Comunista (PC).
José Boglich es un ejemplo. Durante años presidió la filial Firmat de la FAA, para luego fundar y dirigir la filial Barlett e influenciado por la Revolución Rusa, hacia 1918 participó de la organización del PSI en Alcorta. También colaboró con Pedro Romo (dirigente del PC y encargado de los temas agrarios) en la elaboración de la plataforma agraria que se discutió en el I Congreso Extraordinario del PSI, en el que se adoptó el nombre de PC, partido con el que rompió a mediados de la década del ‘30.
Se podrá diferir con muchas de las posiciones sostenidas por Boglich, en especial a partir de 1928 cuando polemiza con las tesis de los comunistas acerca del carácter “feudal” del campo argentino; pero lo que no se podrá negar es que entre 1912 y 1921, desde su práctica (perseguido, encarcelado y torturado), fue uno de los exponentes más avanzados de la izquierda de Alcorta.
Afirmar que el Grito de Alcorta fue sólo una expresión de izquierda sería un exceso ya que del mismo, como se ha explicado, participaron distintos sectores políticos gremiales y sociales. Pero negar la importancia que tuvo la corriente de izquierda, revolucionaria, también sería un error.

La izquierda de Alcorta no visualizó la necesidad de democratizar la tierra
Como se señalaba hasta la sanción de la Ley 11.170, la corriente de izquierda tuvo una fuerte presencia en toda la Pampa Húmeda. Por ejemplo, José Boglich, como secretario de FAA impulsó y suscribió junto a Piacenza el estratégico Pacto de San Pedro, firmado entre la entidad federada y la FORA del IX Congreso, en el cual se acuerda “apoyar recíprocamente” las luchas campesinas y obreras.
Pero al igual que los radicales, o Piacenza que sostenía que la tierra era “para quien tenga capacidad para trabajarla y voluntad de poseerla”, los socialistas no interpretaron correctamente el problema agrario y por tanto no impulsaron la democratización de la tierra. Es que sus dirigentes adherían a la teoría de Juan B. Justo que consideraba que había dos clases: burgueses y proletarios, desconociendo la existencia de los terratenientes e incurriendo en el error de interpretar que radicales y conservadores representaban los mismos intereses.
Por su parte, en sus primeros años, el PC se opuso a la subdivisión de la tierra dejando en manos de la burguesía la principal reivindicación que le podría facilitar a la clase obrera aliarse con los sectores más explotados del campo. Estas concepciones comenzaron a ser derrotadas en 1925 cuando en el Proyecto de Programa del PC, se definió a la Argentina como “un país agrícola ganadero”, que se “desarrolla en el orden industrial”. Un país de “inmigrantes y semicolonial”, donde los imperialistas “pugnan por imponer su predominio”.
Hacia 1928, en pleno debate dentro de la Internacional Comunista, el PC volvió a definir a la Argentina como un país semicolonial e impulsó a sus cuadros a integrarse a la FAA para encaminar las luchas “contra los terratenientes”. El VIII Congreso de 1928 significó un cambio del rumbo partidario, ya que teniendo en cuenta la estructura económica y social de la Argentina, el PC definió que la revolución sería agraria y antiimperialista, posición que con posterioridad abandonó.
Sin dejar de reconocer que durante el conflicto asomó la consigna “la tierra debe permanecer en propiedad del que la trabaje”, habría que decir que ni la asamblea de Alcorta, ni el propio Netri, llegaron a exponer la necesidad de una reforma agraria integral; de haberlo hecho, por la profundidad de la protesta, seguramente los productores hubiesen logrado algo más que la rebaja de los arrendamientos.