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25 de octubre de 2017

La causa determinante de las inundaciones que padece la zona más productiva de nuestro país.

El cambio de uso del suelo

Inundaciones y deforestación

En los últimos años, el pueblo argentino ha padecido inundaciones que no se han dado en esa dimensión en ocasiones anteriores. Las masacres de La Plata, Lujan y otras ciudades puso en la realidad cotidiana los abusos cometidos. Entre fines del año pasado y principios del actual se produjo un hecho previsible: Se cortó una ruta de la mayor importancia en nuestro país: la ruta 7, como resultado del crecimiento de la laguna La Picasa. 

En los últimos años, el pueblo argentino ha padecido inundaciones que no se han dado en esa dimensión en ocasiones anteriores. Las masacres de La Plata, Lujan y otras ciudades puso en la realidad cotidiana los abusos cometidos. Entre fines del año pasado y principios del actual se produjo un hecho previsible: Se cortó una ruta de la mayor importancia en nuestro país: la ruta 7, como resultado del crecimiento de la laguna La Picasa. 
Se estiman inundadas o anegadas, más o menos permanentes, de 7 a 8 millones de hectáreas, que abarcan zonas ricas como Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, La Pampa. 
¿Qué pasó? ¿Por qué? ¿Alguien se beneficia?
Pasó que como secuela del “modelo productivo” de producción transgénica y sojización, con nula o escasa rotación de cultivos y, cumpliendo el papel de país dependiente que tenemos, también se deforestaron millones de hectáreas en las cuencas del Paraguay, Paraná y Uruguay. Tanto en Brasil, Paraguay como Argentina, donde además se ha deforestado el norte de Córdoba y Santa Fe, junto a tantas otras provincias para “producir” con variedades genéticamente modificadas en forma indiscriminada, con la explicación de que “es rentable”. La tragedia de Tartagal ilustró en su momento de un modo acabado la verdadera barbarie que se está desarrollando. Y junto a este negocio de los grupos financieros que se agruparon en los “pooles” de siembra, se desarrolló el negocio especulativo inmobiliario, que sin estudios y sin escrúpulos, ocupan los valles de inundación de los cauces, agravando todos los efectos de los fenómenos naturales. Se ha hecho todo lo contrario de lo indicado por Florentino Ameghino hace más de 100 años. 
Ese capital financiero es el que se beneficia. Son los que necesitan expulsar campesinos, con particular ensañamiento hacia los hermanos aborígenes. 
La dependencia y el desastroso intercambio de comida para los chanchos chinos, a la vez que hasta se negocia traer chancho norteamericano enfermo, son las panaceas que lubrican la riqueza cada vez más concentrada de la oligarquía que maneja nuestro país. 
Por supuesto que los promotores de esta “producción” encabezada en lo fundamental con su “paquete tecnológico” por Bayer/Monsanto, dan una variada gama de explicaciones de las “ventajas” que tiene esa dependencia y hasta atacan con que oponerse al “modelo” es no haber pasado hambre y estar contra la posibilidad de solucionarlo. Y son los que impulsan la idea de que todo se debe al “cambio climático”, usando así como taparrabos de su crimen algunos indicadores que para nada justifican lo que nos ocurre. 
Pero lo cierto es que la falta de escurrimiento de agua, como consecuencia de la sojización, ha elevado las napas freáticas prácticamente a la superficie -antes estaban a 10 metros y ahora a sólo 40 centímetros- no dando más capacidad de absorción al suelo. Un área forestada consume 10 veces más agua que un área similar dedicada a la producción genéticamente modificada. Es por eso que los caudales de río, como algunos afluentes del Río Uruguay, en Brasil, con las mismas precipitaciones, han pasado de generar 3.000 m3/s hace 30 o 40 años a los 8.000 m3/s que se generaron en las lluvias caídas a principios de este año. 
La dependencia y la subordinación de los intereses de nuestro pueblo y nuestra nación han incorporado a los males históricos de esa relación -política y económica- una nueva forma de perjuicio al país. Además, a partir de que se tome la decisión política de empezar a revertir la calamidad en la que estamos sumidos, como en  lo fundamental se trata reforestar para mejorar la situación, significa una hipoteca a muchos años… tantos como tarda en crecer un árbol de nuestras regiones chaqueñas u otras.  Porque las obras hacen falta. Pero de persistir esta política agraria la situación se agravará, poniendo a las ciudades ribereñas cada vez más en riesgo de ser una Nueva Orleans, como de hecho pasó este año con Concordia (Entre Ríos).
El capital financiero y la oligarquía terrateniente, las montañas que pesan sobre nuestros pueblos, han generado -para mantener e incrementar su ganancia- una situación desastrosa con las inundaciones en pueblos y campos donde hay decenas de miles de chacareros inundados o anegados, muchos de los cuales, como informó la Federación Agraria Argentina, han pasado a la pobreza o indigencia. 
Para enfrentar esta situación y lograr una salida favorable a los perjudicados tenemos que trabajar para unirlos en la lucha.