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20 de enero de 2011

Este Balance fue aprobado posteriormente por el IV Congreso del PCR, en abril de 1984.

Balance del trabajo del Partido desde el 24 de marzo de 1976 hasta fines de 1978

Documentos del PCR / Tomo 4

I. El golpe de marzo y el desarrollo de la situación política hasta fines de 1976

Posición frente al golpe del 24 de marzo

I. El golpe de marzo y el desarrollo de la situación política hasta fines de 1976

Posición frente al golpe del 24 de marzo

Producido el golpe del 24 de marzo de 1976, lo caracterizamos en la declaración pública del CC del 27-3-76 como un golpe proimperialista, de la gran burguesía intermediaria, y proterrateniente; antidemocrático y gorila; antipopular y antiobrero; y señalamos que la hegemonía en el frente golpista, si bien precaria, la detentaban los sectores prosoviéticos.
Y en la Resolución del CC del 24 de abril del 76, que esta corriente estaba integrada por militares “lanussistas”, “liberales, “desarrollistas” y “nacionalistas” prosoviéticos, que disputaban con una corriente proyanqui y una corriente nacionalista enemiga de ambas superpotencias. La corriente proyanqui –señalamos– “apoyada por una gran parte de los terratenientes y de la gran burguesía intermediaria, y estimulada por el carácter gorila del golpe, se prepara para desplazar a los elementos prorrusos en tanto empuja a éstos a que se vaya a fondo, no solo contra el gobierno peronista sino también contra el ‘régimen’”, entendiendo por tal a las conquistas logradas por el movimiento obrero y popular.
También señalamos que los sectores prosoviéticos –que habían hecho el gasto principal para el golpe durante más de un año– estaban estimulados “por la ofensiva estratégica global, a escala mundial, del socialimperialismo soviético que, aprovechando la debilidad actual de los yanquis, procura ganar posiciones claves en todo el mundo. La Argentina, planteamos, “es una posición de ese tipo en la disputa por la hegemonía mundial entre yanquis y soviéticos, disputa que acelera la posibilidad, cada día más cercana, de una tercera guerra mundial”.
Que por eso sería “peligrosísimo subestimar la peligrosidad de ese sector militar a partir de ver solo la precariedad de su hegemonía y olvidando que el socialimperialismo hará cualquier sacrificio por obtener nuevas posiciones en el Atlántico Sur que consoliden sus logros recientes en Angola, y que, en último caso, habrá de estimular a través de sus amigos en la Junta Militar cualquier aventura regional (utilizando la rivalidad con Brasil, la justa reivindicación de las Islas Malvinas, los conflictos fronterizos con Chile y Perú) con tal de entretener a los yanquis en América del Sur para poder debilitarlos en Europa, centro actual de disputa entre yanquis y soviéticos”.
Yanquis y rusos, señalamos, en permanente disputa, “golpearon juntos contra el gobierno de Isabel. Ya lo habían hecho en los anteriores picos golpistas (enero-febrero de 1975; junio-julio de 1975; desplazamiento de Numa Laplane)”. Esta confluencia se produjo “principalmente con un sector de los yanquis. Cuando la lucha patriótica de las masas fue más intensa, se agudizaron sus diferencias. Cuando esa lucha fue menos intensa, o lograron aislar al proletariado y las fuerzas antiimperialistas, se atenuaron sus contradicciones.”
En cuanto a nuestra política, planteamos:
“Nosotros golpeamos a la cabeza de la dictadura y tratamos de reducir a ella el radio del golpe. Hacemos esto en la perspectiva del derrocamiento revolucionario (armado) de la dictadura. Nuestro objetivo inmediato apunta a impedir que la dictadura se consolide, en la perspectiva de acumular fuerzas para su derrocamiento revolucionario. Al hacer esto golpeamos principalmente (como venimos haciendo desde que pusimos como objetivo táctico fundamental la lucha antigolpista) al sector prosoviético, ya que este predomina en el equipo dictatorial.
“Nuestra estrategia apunta a derrotar a todos los imperialismos que oprimen a nuestro pueblo. Nuestra táctica a derrotarlos de uno en uno.”

En relación a la política de alianzas afirmamos que:
“El centro de nuestra alianza, actualmente, sobre la base de la alianza obrero-campesina y por un largo período, sigue estando en la unidad con las fuerzas patrióticas enemigas de ambas superpotencias. A partir de esta alianza, pugnando por el camino revolucionario que planteamos, golpearemos juntos con diferentes sectores burgueses ligados a este o aquel imperialismo, de acuerdo con el desarrollo de los acontecimientos. Al ser aún precaria la hegemonía de los sectores prosoviéticos (en gran medida esa precariedad está relacionada con la situación global de la región en el Cono Sur de América Latina), sería apresurado, y antileninista, avanzar otro tipo de pronóstico sobre las posibles alianzas que se deberán hacer para barrer a la actual dictadura proimperialista.
“En nuestra lucha contra la dictadura debemos evitar tanto el subestimarla tácticamente como el sobreestimarla estratégicamente”.

Y luego:
“La experiencia contra la dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse, al igual que la lucha antigolpista última, demuestran que no basta para el triunfo sobre un enemigo poderoso con que las fuerzas que se le oponen golpeen juntas contra él. Es preciso forjar un auténtico frente único. Esta es la tarea del proletariado y su partido; y es solo en la lucha por ese frente único y en la lucha a fondo contra el enemigo principal, que el proletariado puede conquistar la hegemonía del mismo, ya que unidad y hegemonía son elementos de una misma relación contradictoria.
“El camino de acumulación para ese frente y esa hegemonía es el definido por nuestro Tercer Congreso como camino revolucionario de acumulación en la Argentina”.

Y en relación a las tareas a desarrollar planteamos:
“Es necesario organizar la resistencia a la dictadura para impedir que ésta se consolide, y tratar de impulsar un ascenso revolucionario de la lucha de masas que permita pasar a la lucha generalizada y al derrocamiento revolucionario de la dictadura.”

En esta primera etapa tienen mucha importancia las pequeñas luchas exitosas y la discusión con las masas del balance y la experiencia de esas luchas. El tránsito de la lucha económica a la política es ahora más directo que bajo el gobierno peronista, pero ese tránsito no será siempre espontáneo y siempre requerirá la ayuda del Partido para la justa orientación política de las luchas.
Como lo demostró la práctica posterior, la posición que adoptamos fue justa y le permitió al Partido orientarse correctamente en la nueva situación. Y confirmó también la justeza de nuestra política antigolpista.

El frente golpista.
La política de la dictadura, la situación de masas.
Represión al Partido.

El frente golpista
En marzo de 1976 se coronó un largo proceso golpista.
La política del cambio de amo y del gran acuerdo nacional impulsado por el lanussismo prosoviético tuvo en el proceso de masas abierto por el Cordobazo, y en Perón y las fuerzas patrióticas, un obstáculo permanente. Fracasó, luego de la muerte de Perón, el intento de bordaberrizar a Isabel Perón; y posteriormente también, el golpe institucional.
Los imperialistas rusos, yanquis, europeos, y el conjunto de las fuerzas reaccionarias del país, resolvieron entonces marchar al golpe abierto.
Las fuerzas del imperialismo yanqui, inglés y otras, y los sectores oligárquicos y de gran burguesía a ellos asociados, descargaron así sobre el gobierno peronista de Isabel Perón todo su odio. Pero la fuerza más activa en la lucha por la hegemonía y control del gobierno peronista y luego en la preparación del golpe abierto, y en el frente golpista, fueron los sectores afines al socialimperialismo soviético.
Estos en el último período, merced a los buenos oficios de Lanusse, Gelbard, Cámpora y otros, habían ganado terreno en el plano económico, en la dirección de las FF.AA. y en el control de los medios de difusión. En el plano económico se constituyeron en uno de los principales grupos en la siderurgia privada; en el principal grupo en el aluminio, en las finanzas, en la rama de accesorios del automotor, en el plástico, en la industria frigorífica privada; se constituyeron en un fuerte grupo inversor en metalurgia, electrónica, textiles, astilleros, caucho, construcción, vestidos, alimentación, azúcar, bodegas, finanzas y seguros, industria de la madera, petroquímica, química, sanidad, industria del papel y la celulosa, ganadería, agricultura, comercio de exportación e importación, etc.
Se asociaron a las principales familias terratenientes y de gran burguesía como los Lanusse, Bullrich, Pereda, Shaw, Tornquist, Paz, Nouguez, Reynals, Duhau, Werthein, Lynch, etc. Y avanzaron en sus vinculaciones con las oligarquías y burguesías regionales del NOA (especialmente con la oligarquía y burguesía azucarera), del NE (con el grupo yerbatero y tealero de Navajas Artaza; impulsaron el monopolio maderero y forestal de Ditter; el grupo terrateniente vinculado a “Arbol Solo” y otras inversiones del grupo Joe Carni-cero-Capozzolo, actuales propietarios de la Banca Tornquist; el grupo ganadero-frigorífico de Romero-Villalón; el grupo que monopoliza el gran contrabando con Paraguay, Brasil y Uruguay, etc); en Cuyo conquistaron posiciones de estrecha asociación con la oligarquía y burguesía bodeguera de San Juan y Mendoza; con la burguesía financiera y minera de la región y propietaria de grandes extensiones de tierra en el sur de la provincia de Mendoza; en la Pampa Húmeda con sectores de la oligarquía y burguesía ganadera, agrícola e industrial; y en la Patagonia con las inversiones conocidas y la asociación con sectores burgueses como Sapag, la burguesía dueña de galpones y frigoríficas del Alto Valle, etc.
Avanzaron en el control de las radios, de la televisión y de la mayoría de la prensa escrita, con los Timerman, Neustadt y Cía. Y lo que fue decisivo, habían avanzado enormemente en la dirección de las Fuerzas Armadas, sobre todo luego del desplazamiento de Numa Laplane, cuya designación había sido apoyada por Perón, y su reemplazo por Videla como Comandante en Jefe del Ejército.
Fracasados sus intentos de bordaberrizar a Isabel Perón y de golpe institucional, los sectores prosoviéticos pasaron a encabezar el golpe abierto, y luego de su triunfo en marzo del 76, la política reaccionaria y fascista de la dictadura.
Se explica así que no obstante su política de dividir a los golpistas en duros y blandos, encabezaran cínicamente la represión a fuerzas como el te-rrorismo pequeño burgués, que ellos habían instrumentado anteriormente para el golpe. Esto fue particularmente notorio una vez que descartaron la posibilidad de concretar una segunda vuelta más o menos rápida, para afianzar su hegemonía en la disputa con otros sectores golpistas, y dar curso a su plan político estratégico de convergencia cívico-militar. Este forcejeo se evidenció por ejemplo, en la disputa por la conducción de la Policía Federal en agosto de 1976. En esas semanas aparecieron decenas de cadáveres en Pilar, en Lomas de Zamora, en una iglesia de la Capital Federal, y se llegó a fusilar a la luz del día a un detenido en el Obelisco. Y también se evidenció en la postergación del inicio del “diálogo” que, según el P“C” y otras fuerzas prosoviéticas, iba a anunciar Videla en su discurso del 9 de julio.
Ahora aparece con claridad que los sectores afines al socialimperialismo tuvieron dificultades para consolidar y desarrollar su hegemonía en el frente golpista. Y los fracasos parciales que sufrieron por la lucha antigolpista los obligó a ajustar sus planes. Así, como buenos imperialistas y socialfascistas que son, encabezaron el golpe abierto y la política criminal de represión, en la perspectiva de ir ganando fuerzas e ir creando condiciones para imponer el plan que más aprecian para desarrollar su hegemonía: el plan de la convergencia cívico-militar.
Para desarrollar el proceso golpista, las fuerzas reaccionarias -como lo denunció permanentemente nuestro Partido- no escatimaron maniobra alguna y desataron una inmensa campaña política y propagandística con el objetivo de desprestigiar y aislar al gobierno peronista, encubrir sus verdaderos designios, y confundir y dividir al movimiento obrero y al pueblo. Aprovecharon para ello las limitaciones y contradicciones de clase del propio gobierno y el hecho de que este solo tuviera en sus manos una parte del gobierno, no el poder, y careciera del dominio de los medios de difusión y la prensa. Al tiempo que las fuerzas golpistas pugnaban por arrancar concesiones que desprestigiaban ante las masas al gobierno de Isabel Perón, trabaron al máximo su labor, impulsaron el desabastecimiento y la especulación, agitaron a través sobre todo del P“C” y la quintacolumna en el movimiento obrero problemas económicos reales irresueltos, impulsaron e instrumentaron abiertamente la guerrilla y el terrorismo.
El golpismo fue realizando así una campaña de saturación propagandística al mejor estilo fascista. Todo ello tendiente a demostrar que el país era dominado por la corrupción y la ineficacia, y que la situación creada configuraba un verdadero “vacío de poder”. Que el país en tal circunstancia marchaba “hacia la subversión y el caos”. Que el país necesitaba “orden y estabilidad” y abrir una “nueva etapa” donde se superara “la antinomia de gobiernos civiles débiles y gobiernos militares fuertes”. Vieja tesis esta de las fuerzas prosoviéticas en la Argentina y preámbulo de su plan político de convergencia cívico-militar.
No obstante los esfuerzos de nuestro Partido que denunció a fondo los planes golpistas desde mucho tiempo atrás (*), y de sectores patrióticos y tercermundistas del peronismo liderados por Isabel Perón, se fue generando en el pueblo una gran confusión y división, y el frente golpista fue ampliando su fuerza. Balbín y el radicalismo, olvidando su propia experiencia, sobre todo el derrocamiento del gobierno de Illia en 1966, no sólo no lucharon contra el golpe sino que sobre el final de 1975 dieron luz verde al mismo, contradiciendo las enseñanzas que el propio Balbín reseñara en nombre del radicalismo en el velatorio de Perón.
Fueron confundidos por el golpismo la mayoría del campesinado, de las capas medias y de la juventud. Y no sólo aislado el proletariado como señalamos entonces, sino también neutralizada una parte de él, sobre todo por la acción de numerosos dirigentes sindicales que aparecían como “peronistas opositores”, dentro de las “62”, a Lorenzo Miguel y a Isabel Perón, pero que eran dirigidos en realidad desde mucho tiempo atrás por el frondo-frigerismo; dirigentes que fueron posteriormente decisivos en la articulación del brazo sindical de la camarilla de Videla-Viola.

*    Son ilustrativas en tal sentido las dos cartas que René Salamanca dirigió a los trabajadores a fines de 1974 y en agosto de 1975, publicadas en Nueva Hora y Teoría y Política. En ellas, René Salamanca expresa:
    “Me dirijo a los mecánicos de Córdoba, y a toda la clase obrera y el pueblo en general, por dos razones. Porque se me hacen ataques que además ofenden al glorioso proletariado mecánico cordobés, y porque el país vive momentos decisivos que exigen la reflexión profunda.
    “En el país se ha ido creando una situación golpista, como en 1955. Eso obliga a definirse con claridad a todo el mundo.
    “Y YO YA ESTOY DEFINIDO: YO ESTOY CONTRA TODO GOLPE DE ESTADO VENGA DE DONDE VENGA. Y para ser más preciso afirmo que frente a ese golpe que hoy se cocina en la Argentina, yo llamo a los compañeros mecánicos y al pueblo a defender la voluntad popular, defender el gobierno de la señora Isabel de Perón, en el camino de la liberación definitiva del pueblo y de la patria. Como obrero y dirigente mecánico digo que estaré en esa trinchera, y que iré a la cabeza como siempre estuve a la cabeza en el combate con mis compañeros.
    “Son dos los golpes de Estado que actualmente nos amenazan. Uno es el que empujan los sectores proyanquis, quienes derrotados con la dictadura militar, no obstante reagrupan sus fuerzas, se emboscan y trabajan en el desgaste progresivo del gobierno. Pero el otro golpe, el más activo y peligroso en este momento, es el que empujan los amigos de la otra superpotencia imperialista, los amigos de la Unión Soviética. Estos se montan en los sentimientos antiyanquis y democráticos de sectores populares y de las FFAA, para propagandizar y organizar un supuesto golpe “progresista”, al que también llaman ‘constitucionalista’ o ‘peronista’. Sin embargo nadie se engaña: detrás de esa alternativa están el Lanusse de Trelew, el Carcagno que reprimió el Cordobazo, el Gelbard del ‘Pacto Social’ y la de la superexplotación a los trabajadores, están muchos gorilas y oligarcas que hoy ven en la URSS un ‘socio’ para sobrevivir a costa del pueblo.
    “Y en ningún sentido debemos hacernos ilusiones, porque cuando esos personajes salgan a la calle va a ser también para reprimir salvajemente, porque será también un golpe contra nosotros y por eso abrirá un oscuro período histórico, como el que vivimos los obreros desde 1955.” (De Carta abierta de René Salamanca a los compañeros trabajadores, en Nueva Hora N°162 de diciembre de 1974).
    “Los obreros argentinos no podemos reflexionar hoy fuera de un marco concreto: la patria está en peligro; como en todas las horas decisivas (como en el 30, el 45, el 55, y el 66 y el 69) tenemos frente a nosotros dos opciones. O se profundiza la dependencia del imperialismo, el poder de los monopolios y los terratenientes y la superexplotación popular, o se profundiza la liberación, la marcha revolucionaria del pueblo con los trabajadores a la cabeza. El primer camino es el camino del golpe contra el gobierno peronista de la señora Presidente, golpe que puede ser proyanqui o prorruso, porque las dos superpotencias conspiran y buscan someternos. El segundo camino es el de la lucha antigolpista, para aplastar a los conspiradores y avanzar a fondo en las tareas de la liberación y la unidad de los patriotas. Yo creo que esta es, en la actualidad, la gran misión histórica que tenemos por delante los obreros. Y también digo que, derrotados parcialmente los yanquis que encabezaba Onganía por las luchas populares nacidas con el Cordobazo son hoy los sectores prorrusos los principales conspiradores, quienes desarrollan el plan golpista que está en curso. (…) conspiración que trata de reemplazar el amo yanqui por la URSS, donde desde 1956 han enterrado las banderas de Lenin y el proletariado para restaurar el capitalismo. Por su parte, la señora Presidente tiene clara la cuestión de las dos superpotencias, pero no enfrenta el golpe con profundidad, concilia -en el plan Rodrigo- con monopolios y terratenientes, y no se apoya en el auténtico patriotismo de las grandes masas. Por eso la han ido rodeando, por eso alientan los golpistas su relevo y la integración después de un gobierno 'cívico-militar’”. (De Carta a los compañeros trabajadores, en Teoría y Política N° 15 de agosto de 1975).

La política de la dictadura
Luego del triunfo del golpe en marzo de 1976, que comenzó con la detención de Isabel Perón en forma cínica y sorpresiva, se desplegó a fondo la política de la dictadura y el movimiento obrero y popular dio un paso atrás. Se operó en el proceso de masas un retroceso temporario y una situación muy difícil ante la ofensiva dictatorial.
Se desató una represión brutal y sangrienta contra el pueblo como no había conocido antes nuestro país. Se liquidaron las libertades democráticas. Más de 30.000 secuestrados y detenidos -hasta niños- poblaron las cárceles y los campos de concentración que se instalaron en diversos cuarteles y puntos del país. Las torturas más crueles e inhumanas, y los asesinatos y fusilamientos, pasaron a ser hechos comunes y cotidianos. Miles de patriotas soportaron semanas de torturas continuadas. Incluso muchos, luego de meses de estar detenidos, volvieron a ser torturados. Se reprimió e ilegalizó a los partidos políticos, sindicatos y organizaciones populares. Se anuló el derecho de huelga y los contratos colectivos de trabajo. Se reprimió y despidió a miles de delegados de fábrica. Se congelaron los salarios y se liberaron los precios.
El frente golpista impulsó un plan de concentración monopolista. Este principalmente benefició a testaferros del socialimperialismo ruso y a la burguesía intermediaria y sectores terratenientes a él asociados. Los negociados y la corrupción pasaron a ser tema corriente. El pueblo enfrentó esta ofensiva reaccionaria confundido y dividido.

La situación de masas
Fueron los sectores más oprimidos y explotados de la clase obrera y el pueblo, aquellos a los que la política antigolpista había llegado en profundidad, así como aquéllos que en Córdoba, Berisso, Ensenada, en Ferroviarios de Rosario y otras seccionales, y en muchas fábricas del Gran Buenos Aires, enfrentaron heroicamente al golpe con huelgas y movilizaciones el propio 24 de marzo de 1976, los que con mayor rapidez vislumbraron el carácter de la dictadura, el nuevo período abierto y la necesidad de encontrar nuevas formas de lucha. Otros sectores del movimiento obrero, de la juventud, así como la mayoría del campesinado, de las capas medias y de la burguesía nacional, fue tiempo después que comenzaron a apreciar que lo que estaba aconteciendo estaba muy lejos de sus anteriores ilusiones.
En los primeros meses luego de implantarse la dictadura, se desarrollaron varias luchas fabriles por reivindicaciones salariales, pero fueron estas expresiones en mayor grado del proceso anterior, que inicio de la lucha en las nuevas condiciones que imponía la dictadura videlista.
Fue a fines del año 1976 cuando comenzaron los primeros tanteos y escarceos del movimiento obrero. La propia huelga de Luz y Fuerza, que fue la primera gran lucha antidictatorial, tuvo las características de un proceso de transición en el que el movimiento obrero, luego de muchos años, debía combatir en las duras condiciones de fascismo, en la ilegalidad, sin el funcionamiento de los cuerpos de delegados y las agrupaciones sindicales, y con miles de delegados presos, despedidos y reprimidos.

Represión al Partido. Gody Alvarez, René Salamanca, Angel Manfredi y otros compañeros son secuestrados
También nuestro Partido afrontó una nueva y difícil situación. Decreció su fuerza orgánica y debió aprender a desarrollar su labor en medio de la represión más feroz y en las condiciones de retroceso operado en el movimiento de masas. También en el Partido fueron los organismos y zonas que habían desarrollado a fondo la línea antigolpista, los que estuvieron en mejores condiciones para comprender y comenzar a actuar en la nueva situación.
La dictadura apuntó a liquidar a nuestro Partido, como lo explicitó en uno de sus primeros bandos fascistas. El secuestro en los primeros días del golpe de nuestros queridos dirigentes Cesar Gody Alvarez y René Salamanca, nítidos exponentes de lo más consciente, destacado y querido que produjo el proceso revolucionario del movimiento obrero en los últimos tiempos, demostró hacia dónde se dirigió el verdadero objetivo de los golpistas.
Fueron secuestrados sin que hasta el presente se tengan noticias de ellos: René Salamanca en marzo, Gody Alvarez en abril, Angel Manfredi y Ana Sosa en agosto, Rodolfo Willimberg en julio, Miguel Magnarelli, de la JCR, en septiembre, y Raúl Molina en octubre de 1976. Fueron reprimidas nuestras organizaciones partidarias en Córdoba, Rosario, Santa Fe, Entre Ríos, La Plata, Tucumán, Misiones, San Juan, Mendoza, Bahía Blanca, Río Negro, La Pampa y Mar del Plata. Y detenidos y torturados ferozmente, numerosos militantes.
No obstante las dificilísimas condiciones en las que en cada actividad y momento estaba en juego la vida de los camaradas y sus familiares nuestro Partido siguió actuando, nuestros camaradas no se fueron del país. Nueva Hora continuó apareciendo en forma regular y clandestina al igual que Teoría y Política. Se garantizó su difusión nacional. Y se fueron reorganizando paso a paso las fuerzas allí donde habíamos sido reprimidos, en medio del terror y la represión criminal de la dictadura.

Debate sobre el frente de clases en que se apoyó la dictadura y la hegemonía en el mismo
Un debate que en ese período adquirió relieve fue en torno al frente de clases en que se basó la dictadura y sobre la hegemonía en el mismo. Igualmente sobre la caracterización del plan económico y de Martínez de Hoz. Sobre todo luego de su discurso de abril y de su promocionado viaje a Estados Unidos.
Diversas teorías seudo marxista-leninistas, que empalmaban con la propaganda en torno a duros y blandos desatada por las fuerzas prosoviéticas, con el fin de fortalecer a la camarilla de Videla-Viola en su disputa por el control de las FF.AA., se empeñaban en caracterizar a la dictadura como pinochetista proyanqui primero y luego como representante de un sector de la oligarquía argentina que “oscilaba” entre yanquis y rusos. Igualmente sobre la base de considerar al socialimperialismo como un “factor externo” y de las importantes relaciones de dependencia y asociación que con el imperialismo yanqui, con el imperialismo inglés y otros, tenían diversas fuerzas del frente dictatorial, pretendían ocultar el peso decisivo que en el mismo tenían el socialimperialismo soviético, la gran burguesía y los terratenientes a él asociados.
Este debate adquirió importancia porque puso en cuestión la raíz revisionista de las posiciones que impugnaban la validez respecto del socialimperialismo, de las tesis leninistas sobre el imperialismo y la afirmación de Mao Tsetung de 1964 sobre el carácter socialimperialista y socialfascista de la URSS. Posición que nuestro Partido había adoptado en su Segundo Congreso en abril de 1972 en polémica, desarrollada en los meses anteriores y en el propio Segundo Congreso, con posiciones revisionistas sobre el tema. De allí que hayamos sostenido que la teoría que concibe al socialimperialismo actuando solo a través de presiones diplomáticas y militares y de inversiones estatales directas, “es una repetición de las viejas tesis socialdemócratas sobre el imperialismo, que ya debió enfrentar y derrotar el movimiento comunista en el inicio de la Tercera Internacional”.
En el CC de junio reafirmamos que:
“Es muy importante mantenerse aferrados a la caracterización del frente de clases que apoya a la dictadura, porque actualmente a esta dictadura la apoyan el diario La Prensa y Tribuna Popular (P “C”) y la critican en ciertas cuestiones La Prensa y en otras Tribuna Popular.
“Por ejemplo, si decimos: ‘esta es una dictadura rusa’. No es rusa: es un frente de clases donde yanquis, europeos, prosoviéticos, terratenientes, grandes burgueses, han confluido desde sus intereses; esto por ahora es así.
“Al mismo tiempo, si no señalamos quién hegemoniza, nos mantendríamos en un eclecticismo impropio de marxistas. Nosotros sabemos que solo excepcionalmente, en determinados períodos de la historia, ha podido haber un relativo equilibrio, transitorio y precario, entre clases sociales en el poder. Aquí hay una hegemonía que se manifiesta en el control de las palancas claves del poder, del poder del Estado, según la definición de Marx, Engels y Lenin”.

Y analizamos:
“Aquí aparece un sector muy vasto de terratenientes y grandes burgueses que son los que hegemonizan, como clases nacionales, el aparato del Estado. Algunos son testaferros de los soviéticos, otros son socios de los soviéticos, y hay un sector importante, que aunque esté asociado con agentes o testaferros, o sea burguesía intermediaria, es un sector al que no se puede caracterizar directamente como ruso. Un sector que no hace problemas en asociarse por intereses con quien le ofrezca una perspectiva. En este caso, el socialimperialismo soviético.
“Hay sectores de la izquierda que dicen que éste es un gobierno que hace concesiones a los yanquis y a los rusos, pero que busca un camino propio, y esta opinión deja abierta una compuerta que beneficia directamente a la cabeza de la dictadura: a Videla. Porque si buscan un 'camino propio’, entonces qué son: ¿burguesía nacional? No. Son burguesía intermediaria con el imperialismo.
“Nosotros podemos decir, con seguridad, que la historia de este sector indica que nunca tuvo vocación independentista. Por el contrario, fue siempre el artífice de la dependencia. Fueron ellos los que hicieron los negocios con los ingleses y después con los yanquis. Y tal vez nadie como familia exprese mejor esa trayectoria como Martínez de Hoz.”

El curso posterior confirmó nuestras afirmaciones. El apoyo a Aluar, el negociado de Papel Prensa, el affaire Graiver, la adjudicación de las obras del Mundial, la ratificación de los acuerdos de Gelbard, la entrega de los frigoríficos Swift, de la Cantábrica, a grupos asociados y testaferros del socialimperialismo, la participación otorgada en Salto Grande y la adjudicación del proyecto de las obras del Paraná Medio a los soviéticos, el vertiginoso ascenso de reconocidos testaferros como Trozzo y Capozzolo que simbolizan hoy la voracidad de los terratenientes y del capital financiero en el último período, etc., demostraron quiénes fueron los principales beneficiarios de la política económica de la dictadura. Propia por otra parte de la real correlación de fuerzas en su seno. Ese plan fue el resultado de un acuerdo del frente de fuerzas reaccionarias que dieron el golpe. Por su política y por lo que él representa, Martínez de Hoz fue el candidato ideal para aplicarlo. Pertenece al riñón de la oligarquía terrateniente argentina. Es miembro de una familia que ha estado asociada por años a ingleses y luego a yanquis. Y él y miembros de su familia también, en el último período, a los principales negocios y posiciones políticas del grupo de testaferros soviéticos en la Argentina.

Debate sobre el balance de la resistencia contra el golpe, la desperonización, el estado de ánimo de las masas, retroceso temporario

Sobre el balance de la resistencia contra el golpe
En este período complejo de la nueva situación y del debate que estaba en las grandes masas, se desarrollaron en el seno del Partido divergencias que fueron continuación, en las nuevas condiciones, de la lucha de líneas que se había operado en el período antigolpista. Una de ellas se desarrolló en torno al análisis y el balance de la resistencia de las masas al golpe.
La línea que resistió la lucha antigolpista se caracterizó en este período por ser “más crítica con Isabel Perón y los sectores patrióticos del peronismo (que resistieron a su modo y con sus limitaciones de clase e ideológicas al golpe) que con los golpistas, y también por embellecer a la dictadura, que no era según ellos 'fascista' porque no era como la de Pinochet utilizando la tradicional categoría 'fascista' del revisionismo.”
La lucha política en el seno del Partido, como se señaló en el CC de abril de 1976, era continuación de la anterior
“porque la resistencia a la línea antigolpista de unidad con el peronismo se basaba en:
“La oposición a la caracterización leninista sobre el imperialismo y la oposición al carácter socialimperialista de la URSS. Por lo tanto, aunque formalmente apareciese como partidaria de la unidad con fuerzas revolucionarias de la pequeña burguesía, en esencia cedía ante la línea burguesa prosoviética del golpe ‘institucional’. No teniendo clara la esencia imperialista y fascista del socialimperialismo y las fuerzas que se le subordinan, prefería la alianza con esa burguesía prosoviética (de la que la pequeña burguesía terrorista prosoviética es un instrumento, es carne de cañón, como los soldados cubanos en Angola) a la alianza con la burguesía peronista enemiga de las dos superpotencias. De allí que contase las pecas en la cara de esta burguesía pero no viese las lacras en la de la burguesía prosoviética.
“Consecuentemente renunciaba a la hegemonía proletaria en la revolución. Aparen-temente, al coincidir con los sectores prosoviéticos en la lucha económica del proletariado defendía la hegemonía proletaria, pero en los hechos subordinaba esa lucha económica a la lucha política de la burguesía prosoviética por el golpe videlista.
“La pregunta era: ¿a quiénes se les concedía la dirección de la lucha política con ese economismo aparentemente izquierdista? A la burguesía prosoviética. ¿A quiénes se beneficia hoy con el embellecimiento de la dictadura? A la burguesía prosoviética.

Era continuación de la lucha de líneas anterior porque
“el centro del ataque a nuestra línea apunta a impedir, hoy como ayer, que el Partido, por decirlo así, se funda con las grandes masas obreras y explotadas que influencia el peronismo y las conduzca a la revolución. Y la lucha dentro del Partido, es expresión de esa presión que se ejerce sobre nosotros”.

Sobre la desperonización
También se desarrolló la polémica contra quienes atacaban nuestra política de Frente Unico, en especial con el peronismo liderado por Isabel Perón, como una política de causas perdidas y sin perspectivas. Ello tras el argumento de que luego de la muerte de Perón, del derrocamiento sin mayor resistencia del gobierno de Isabel Perón y la ofensiva de la dictadura, se había operado un proceso de desperonización de las masas.
Frente a ello el CC de junio de 1976, señaló:
“¿Qué se quiere decir con desperonización? Se vuelve al concepto de 'masas en tránsito’, que usó el revolucionarismo pequeñoburgués y también nosotros, en la época de Sitrac-Sitram. ¿Qué se quiere decir? ¿Que se va del reformismo peronista al reformismo prosoviético? ¿del antiimperialismo tercerista al antiyanquismo prosoviético? Y eso ¿es un avance o un retroceso? Porque, que nosotros sepamos, las grandes masas peronistas no están viniendo al PCR. Vienen algunos, podemos afiliar 5 ó 10.000. Para nosotros es muy importante, pero entre las masas peronistas (3 a 5 millones) esto es una gota en el océano.
“Nosotros no tenemos que dejarnos seducir por la zanahoria de la desperonización. Nosotros, a los que están claros que para ser un obrero revolucionario hay que tener una dirección comunista y no burguesa, debemos afiliarlos al Partido, y al mismo tiempo es correcto ayudar a afirmar una dirección peronista lo más combativa posible y antiimperialista. Esto es lo que conviene a la clase obrera y al pueblo. Por eso no tenemos que dejarnos seducir con el argumento de que las masas se están desperonizando y entonces, y por eso, criticar mal y hacer un mal balance sobre el hecho de que las masas no lucharon contra el golpe. Pues con ello se alienta a criticar más a la burguesía peronista que a los crápulas que la tiraron. Claro que ello no significa callar nuestras discrepancias con el peronismo. Pero a diferencia de la polémica con el enemigo, la polémica con el peronismo es una polémica en el campo del pueblo, y para unir sus fuerzas en la lucha antidictatorial y revolucionaria. Y es en el proceso de la lucha donde las masas, a través de su propia experiencia, irán dilucidando la justeza de las posiciones de los marxistas-leninistas para asegurar el triunfo del pueblo argentino frente a sus enemigos”.

Sobre el estado de ánimo de las masas. Retroceso temporario
Otra polémica que iba luego a continuar y profundizarse en los años posteriores a 1976, fue la que se planteó sobre el estado de ánimo de las masas.
Vinculado al hecho de que las fuerzas prosoviéticas no descartaban una segunda vuelta más o menos rápida con sus aliados en el frente dictatorial, al desconocimiento del enemigo que se había entronizado en el poder y su carácter fascista, y al hecho para nuestro Partido de no haber sido reprimido en ese momento en forma generalizada, y no haber vivido una situación similar desde su fundación en 1968, existió inicialmente en numerosos organismos y compañeros, la idea de que aquí “no había pasado nada”, que “todo seguía igual”. Con ello se dieron las posiciones con rasgos aventureros que costaron al Partido algunos golpes represivos de importancia.
Posteriormente surgieron posiciones derrotistas.
Esta presión fue y sigue siendo muy fuerte, por la ofensiva que desató la dictadura, por su control de los medios de difusión, y por el peso de su quintacolumna, abierta o solapada, en el seno de las masas. Expresó también la presión sobre el Partido del terrorismo y el revolucionarismo pequeñoburgués prosoviético. Su ilusión en el golpe y también su desarticulación posterior por la brutal represión de la dictadura. Nuestro Partido dio batalla contra estas posiciones en el CC de junio de 1976. Allí señalamos:
“Luego del golpe se ha operado un retroceso temporario en el movimiento de masas y nosotros debemos tener en cuenta esta situación en nuestra labor política. Según lo hemos planteado anteriormente, nuestra política se orienta a desgastar a la dictadura, a promover y organizar la resistencia, para crear las condiciones que permitan desatar la contraofensiva popular. Y en estas circunstancias cobran gran importancia las pequeñas luchas que vayan tonificando a las masas, las experiencias que vayan preparando el terreno para mayores luchas contra la dictadura. Es evidente que el proceso revolucionario de masas ha sufrido un revés. Pero las masas no han sido ni se sienten derrotadas. El proceso abierto en el Cordobazo, si bien atraviesa un momento de retroceso temporario, continúa vigente.
“Este retroceso temporario, operado en las luchas de las masas obreras, ha provocado un profundo debate y reflexión acerca del carácter de la dictadura, de las causas que llevaron al derrocamiento del gobierno peronista, sobre la política de éste para enfrentar la conspiración y acerca de la nueva situación creada. Debate de masas en el que hay que incidir particularmente en las grandes empresas. De allí la importancia de nuestra propaganda, de Nueva Hora.
“Si no tenemos en cuenta el retroceso temporario que se ha operado, cometeremos errores vanguardistas en el momento actual. Errores que dificultarán el proceso por el cual las masas a través de su propia experiencia irán avanzando en la resistencia contra la dictadura. Resistencia que ya ha comenzado en numerosas fábricas y barriadas populares. Al mismo tiempo debemos batir las teorías que utilizan este retroceso temporario para impulsar un repliegue prolongado y una política de conciliación y traición frente a la dictadura, en momentos en que lo que ésta más necesita es tranquilidad para consolidarse. Una política que pretende desconocer el proceso revolucionario abierto por el Cordobazo. Es esta última la presión dominante hoy sobre el Partido.”

Esto lo expresamos en junio del '76 y los hechos posteriores nos dieron la razón, aunque este debate iba a continuar hasta el presente.

La lucha contra el liberalismo en el Partido
Una lucha que adquirió gran importancia fue la campaña contra el liberalismo en el Partido, que comenzó a principios de 1976.
Durante la lucha antigolpista nuestro Partido jugó un importante papel en la situación política nacional.
En el desarrollo de ese proceso se operó una intensa lucha interna que analizamos en el balance anterior.
“La definición antigolpista de noviembre de 1974 trajo un fuerte sacudimiento interno. Una pequeña parte de sus afiliados -en general de origen pequeñoburgués y que trabajaba en las capas medias- emigró. Otra parte, de parecida composición, cayó en la pasividad; o se agazapó en espera del momento oportuno para pasar al ataque contra la línea revolucionaria de masas. Pero lo fundamental de sus cuadros tomó decididamente la línea del C. Central de noviembre de 1974, y abordó con ella a las grandes masas obreras y populares. El resultado fue el ingreso de numerosos afiliados provenientes de los sectores más explotados de nuestro pueblo, que comenzaron a militar y poco a poco a convertirse en comunistas revolucionarios”. (Rosendo Irusta, Sobre el liberalismo, Nueva Hora, septiembre de 1976).
De tal forma, como se señaló entonces,
“muchos afiliados llevan en su corazón, en lucha, al peronismo y al comunismo revolucionario; y arrastran el peso de lastres revisionistas y reformistas originarios de la fuerza nacionalista burguesa de la cual proceden. Otra parte del Partido solo ha hecho una pequeña parte del camino que la lleva a transformar sus concepciones y a fusionarse con las grandes masas populares; arrastra muchas de las concepciones reformistas y revisionistas (jruschovistas, codovillistas o foquistas) que infectaron al movimiento obrero internacional luego del triunfo de la camarilla revisionista soviética en 1955”. (ídem).

La lucha política e ideológica en ese período se desarrolló en el Partido en torno a la táctica antigolpista, a la caracterización del socialimperialismo y su penetración en nuestro país, a la política de unidad y lucha con la burguesía nacional, a la línea de masas, a la política organizativa y las concepciones de partido. Y esa lucha no siempre se realizó a través de métodos justos, porque
“uno de los rasgos que tienen en común las ideas reformistas y revisionistas en el Partido, es que tratan mutuamente de protegerse con un ‘no te metas’ con mis concepciones que yo no me meto con las tuyas, alimentando un método de conciliación ideológica, liberal, que es muy fuerte en el Partido y que predominó en nuestras filas durante muchos años” (ídem).

Mao Tsetung señaló que:
“el liberalismo proviene del egoísmo de la pequeña burguesía. Este coloca los intereses personales en primer plano y relega los intereses de la revolución al segundo, engendrando así el liberalismo en los terrenos ideológicos, político y organizativo. “Es una manifestación de oportunismo y es radicalmente opuesto al marxismo. Es negativo y hace el juego al enemigo. De ahí que éste se alegre si persiste en nuestras filas”.

Por ello, como se afirmó en el artículo mencionado, es que siempre el enemigo de clase
“aprovecha el clima generado por el liberalismo. A veces también estimula una 'lucha de líneas' que utilizando el tufo conciliador termina por destruir rápidamente, lo que aparentemente era un ejemplo de 'orden y disciplina”.

Por otra parte, la campaña contra el liberalismo enfrentó un estilo de trabajo que tenía fuertes raíces en el pasado. En el caso de los militantes que venían del P“C” revisionista esto era así,
“ya que ese método liberal de intrigas y falta de lucha ideológica era el método practicado en el falso P“C” por la camarilla dirigente, para ir imponiendo el revisionismo y el oportunismo político”.

La campaña comenzó en el Comité Central principalmente en contra de los métodos liberales propios de una concepción de partido en sí mismo que trababa la lucha por transformarlo en un verdadero instrumento de vanguardia del proletariado y la línea de masas; que concebía al partido como polea de transmisión, y que practicaba más el centralismo que el centralismo democrático; que se preocupaba más por la agitación y propaganda de sus posiciones, que por la ayuda para que las masas avancen en su conciencia y accionar político revolucionario a través de su propia experiencia, ubicando en función de ello lo anterior; y que, consiguientemente, en el plano organizativo estaba dificultada para entramar con minuciosidad y perseverancia. Métodos propios de una concepción que ponía el centro, en la política de cuadros, en el paciente y no en curar la enfermedad para salvar al paciente, en “sacar” tareas y no en la lucha política e ideológica activa para impulsar las tareas; que centraba más la discusión en torno a la conformación de dúos o tríos ejecutivos que en la discusión democrática y colectiva en los organismos, para impulsar así una disciplina consciente y la unidad de acción de todo el Partido; que ponía el centro en la crítica y no en la crítica y autocrítica, ni creaba las condiciones para ella.
Todas estas prácticas liberales trababan la fusión del Partido con el movimiento obrero y pusieron en peligro su unidad real. Por eso que la crítica a ellas fue justa y fue una necesidad para avanzar en la comprensión profunda de los tres sí y tres no, y en la unidad política e ideológica del Partido, en un momento muy difícil de su historia.
La campaña contra el liberalismo se extendió luego a otros organismos. Creó las condiciones para emprender la discusión del balance desde el Tercer Congreso, dio un paso en la lucha por rectificar el estilo de trabajo y por un método de pensamiento que busque la verdad en los hechos y no sea metafísico y unilateral.
En ella nuestro Partido practicó el principio de la unidad-crítica-unidad; es decir, partir del deseo de la unidad del Partido y de sus cuadros, para resolver las contradicciones mediante la crítica y la lucha política e ideológica activa, y lograr un fortalecimiento posterior de la unidad en un plano superior. Y salió de ella enormemente fortalecido.
Sin embargo, numerosos organismos y compañeros se consideraron ajenos a la campaña. Más aún, la utilizaron para demostrar que el liberalismo les era ajeno. Como iba a demostrar la práctica posterior, esto era erróneo y permitió que persistieran concepciones liberales muy profundas en dichos organismos y compañeros, con consecuencias negativas para el Partido.

Cambios en la situación internacional
Mensaje del Comité Central con motivo de la muerte de Mao Tsetung

El 13 de septiembre de 1976 falleció el camarada Mao Tsetung.
Nuestro Comité Central envió una carta al Comité Central del Partido Comunista de China, en donde expresamos el inmenso dolor de nuestro Partido y de vastos sectores de nuestro pueblo ante la pérdida del marxista-leninista más grande de nuestro tiempo, del gran líder del proletariado y del pueblo chino, y del proletariado internacional y los pueblos oprimidos del mundo1.
 

   “El camarada Mao Tsetung durante la etapa de la revolución de Nueva Democracia, dirigió la larga lucha armada liberadora del proletariado y el pueblo de China, cuyo triunfo, en 1949, marcó un hito fundamental en la lucha por la liberación de las naciones y pueblos oprimidos cambiando la situación mundial.
    “Trazó la línea fundamental del Partido para el período de la revolución socialista, y dirigió al Partido en la revolución y construcción socialista, derrotando, al frente del Partido y el pueblo chinos, los sucesivos intentos restauradores, contrarrevolucionarios, promovidos por los revisionistas seguidores del camino capitalista. En particular, inició y dirigió personalmente la Gran Revolución Cultural Proletaria.
    “Todas esas históricas victorias del proletariado y el pueblo chino constituyen un inmenso aporte a la práctica y la teoría del proletariado mundial. Su lucha contra la corriente revisionista contemporánea, que tiene como centro a la camarilla de renegados revisionistas soviéticos, constituye una gigantesca contribución a la defensa de la inmortal teoría de Marx-Engels-Lenin y Stalin y a su desarrollo, en las nuevas condiciones creadas por el avance victorioso de la gran causa comunista del proletariado mundial, y por las experiencias negativas habidas en este proceso.
    “El camarada Mao Tsetung hizo aportes extraordinarios al materialismo dialéctico e histórico, a la teoría marxista-leninista sobre la revolución ininterrumpida y por etapas, al carácter de la revolución en los países oprimidos por el imperialismo, a la teoría marxista-leninista sobre el partido del proletariado y sobre la guerra revolucionaria. Defendiendo y desarrollando el marxismo-leninismo elaboró la teoría de la continuación de la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado, y sobre el carácter social fascista del actual Estado soviético.
    “Mao Tsetung ha sido gran líder y maestro de los pueblos y naciones oprimidas y ha encabezado la lucha del Tercer Mundo contra las dos superpotencias y vivirá eternamente en el corazón de los pueblos revolucionarios de todo el mundo.
    “Sus históricas enseñanzas sobre la posibilidad de derrotar a las superpotencias y a los reaccionarios que las acompañan, siempre que se persista en la unidad y en la lucha, y se emprenda en el momento adecuado la lucha popular armada, y su gran enseñanza sobre la necesidad de un fuerte Partido marxista-leninista, el frente único y la lucha armada como las tres armas mágicas de la revolución, constituyen una guía para el accionar de nuestro Partido que se esfuerza por integrar esas verdades marxistas-leninistas con la práctica de la revolución argentina.”
    Y concluía:
    “Transformaremos nuestro dolor en fuerza y fundiéndonos con las grandes masas de nuestro pueblo empuñaremos con mayor firmeza aún el invencible arma del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung.”

 La derrota del “grupo de los cuatro” en el Partido Comunista de China
A fines de 1976 y comienzos de 1977 se operaron cambios de importancia en la política internacional.
Estos fueron analizados en el CC de febrero y en el de mayo de 1977.
El principal fue la derrota de la política ultraizquierdista y revisionista del “grupo de los 4” en la República Popular China.
El triunfo de la línea del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung luego del fallecimiento de Mao, de Chou Enlai, y de los principales líderes del Partido Comunista de China, en 1976, significó un triunfo de trascendencia histórica no solo para China sino para todo el Tercer Mundo, para todos los pueblos del mundo. Dicha lucha que dirigió Hua Kuofeng al frente del PC de China, fortaleció la dictadura del proletariado y el socialismo y derrotó los ataques a la teoría de los Tres Mundos de Mao Tsetung.
Fue, como señaló Hua Kuofeng en el XI Congreso del PC de China, “una gran batalla de vida o muerte entre el proletariado y la burguesía”. Y desde el punto de vista ideológico-teórico “una lucha en torno a defender o adulterar la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado”.
La propaganda imperialista y la campaña propagandística de los soviéticos para tergiversar los hechos fue muy grande. Muchos que se titulaban “marxistas-leninistas”, como el PC de Albania, se sumaron a la campaña anticomunista contra el Partido y la República Popular China.
En las difíciles condiciones de represión, nuestro Partido mantuvo firme su posición marxista-leninista y apoyó la línea y el pensamiento Mao Tsetung que encarnó al frente del PC chino el camarada Hua Kuofeng. Semanas más tarde, con un mayor conocimiento de los hechos, adoptó la resolución de condena y esclarecimiento en las masas del carácter revisionista del “grupo de los 4”.
Esta posición fue una consecuencia de nuestra línea política, de nuestra lucha por integrar el marxismo-leninismo a la práctica de la revolución en nuestro país y de nuestra línea de masas.
Sin embargo, sería un error subestimar la influencia que en cierto grado tuvieron en nuestro Partido las concepciones trotzquizantes, idealistas y metafísicas del “grupo de los 4”. Pues alentaron concepciones revisionistas que siempre se constituyeron en una traba en nuestro Partido para avanzar en el conocimiento de nuestra realidad y para el desarrollo de nuestra línea política. En particular para desentrañar la penetración del socialimperialismo en nuestra patria.
Por eso que la derrota del “grupo de los cuatro” fortaleció enormemente nuestro propio proceso de maoización que tuvo un impulso decisivo, como ya lo hemos analizado, en el Segundo y Tercer Congreso del Partido.

Otros hechos
Otro hecho de gran importancia en ese período es el cambio que se comienza a operar en la India, la derrota de los planes intervencionistas soviéticos en el Zaire y la Conferencia afro-árabe. Estos hechos, junto al afianzamiento de Egipto en la política de denuncia y enfrentamiento al socialimperialismo y favorable al Tercer Mundo, fueron analizados por el CC en mayo de 1977.
El ejemplo de Egipto tuvo una gran importancia para nuestro país, porque demostró que no es inevitable caer en las redes soviéticas al luchar contra el imperialismo yanqui, como quieren hacer creer sus corifeos.
Las elecciones portuguesas, el triunfo de Giscard D'Estaing en Francia y el desarrollo de corrientes europeístas en Alemania, Inglaterra, España, etc., demostraron que la política antihegemonista, principalmente frente al expansionismo del socialimperialismo, se desarrollaba.
El otro hecho de importancia que analizó el CC de mayo, fue el triunfo de Carter en las elecciones norteamericanas.
Este cambio se reflejó rápidamente en la Argentina y en América Latina. La dictadura videlista comenzó a ser hostigada por la violación de los derechos humanos por un sector del imperialismo yanqui. Esta posición, por otra parte, tuvo fuerte repercusión en sectores militares opuestos a Viola y su camarilla prosoviética.

II. Inicio de reactivación del movimiento obrero a fines de 1976 y el desarrollo del proceso político hasta fines de 1977

Reactivación del movimiento obrero a fines de 1976
La heroica lucha de los obreros de Luz y Fuerza

En octubre-noviembre de 1976 comenzaron a desarrollarse luchas en el movimiento obrero. La más importante fue la desarrollada por los obreros de Luz y Fuerza.
El movimiento obrero luego del paso atrás dado posteriormente a marzo, comenzó a calar en profundidad el carácter del enemigo que enfrentaba y a quienes eran sus partidarios. Muchos “combativos” contra el gobierno peronista como el P“C”, resultaron ser sus partidarios. So pretexto de dividir a jefes militares en duros y blandos, apoyaban abiertamente a la dictadura y a Videla. Otros dirigentes sindicales abandonaron la lucha, previa indemnización. La situación se tornó muy difícil.
El proceso de confusión y división del pueblo y del movimiento obrero empezó a revertirse lentamente. El movimiento obrero comenzó a buscar nuevas formas de lucha aptas para enfrentar a la dictadura. Y a dar pasos en la reorganización de sus organizaciones sindicales en las empresas, que habían sido desarticuladas en gran parte.
En el Gran Buenos Aires comenzaron a movilizarse a través de distintas formas de lucha (paros parciales, trabajo a reglamento, etc.) decenas de miles de obreros, que demostraron en primer lugar, que era posible luchar contra la dictadura, y en segundo lugar, que era posible triunfar en la lucha reivindicativa contra ella. Entre estas luchas, es necesario remarcar la de los obreros de General Motors de la planta de Barracas.
Consiguieron triunfos en su lucha por aumento de salarios los obreros de Mercedes Benz, de IKA Renault, de Cerámica Verbano en Rosario, de Ford, de Standard, de Fiat Caseros, y los de Cantábrica, luego de una lucha que se unió a la defensa de la empresa contra la privatización. Estos, en dicho proceso, dieron pasos en la reorganización del cuerpo de delegados.
Hay que tener en cuenta que estos hechos se produjeron a 6 meses de instalada la dictadura militar, para ubicar la justeza de haber considerado al retroceso del movimiento obrero como transitorio.
En el proceso de General Motors los obreros utilizaron métodos correctos de lucha y, a través de ellos, lograron impedir la maniobra del P“C” revisionista que pretendía prestigiar a Liendo y, en definitiva, postergar la reivindicación salarial de los obreros; y al calor de la lucha impulsaron la reorganización del cuerpo de delegados, al igual que en otras empresas de la Capital y el interior del país. Inclusive en empresas donde el cuerpo de delegados fue duramente golpeado por el proceso de renuncia de los activistas que habían sido “combativos” con el gobierno de Isabel Perón, y por las indemnizaciones y despidos con los que algunas patronales trataron de destrozar a esas organizaciones de lucha, como es el caso de la empresa Santa Rosa.
Allí comenzó una lucha por aumento de salarios, donde volvió a repetirse una modalidad que ya se había aplicado en otras empresas. El petitorio lo llevaban todos, para impedir que se identificara y se golpeara a los obreros más combativos de la sección. Hablaban los más viejos. Aquellos obreros que nunca habían hablado o representado a la masa en conflicto con la patronal. Se movilizaba así toda una sección para pedir aumento; cuando esa sección volvía, se movilizaba otra; y así sucesivamente. En general las organizaciones del Partido trataron en las luchas que se desarrollaron de plantear a fondo el problema de la
“reorganización de los cuerpos de delegados, entendiendo que lo importante no era simplemente la agitación o la lucha económica en sí, sino que tan importante como eso era garantizar la reorganización del proletariado para los grandes combates que deberá librar hasta lograr el derrocamiento de la dictadura”. (Resolución del Comité Central del 30-10-76).

En esta línea se debió enfrentar la línea colaboracionista del P“C” revisionista que trataba de diluir el problema de la organización de base del movimiento obrero. También la posición divisionista, “izquierdista” de sectores de la pequeña burguesía prosoviética en el movimiento obrero, como es el caso de los Montoneros, que luego de ilusionarse con el golpe, durante los meses inmediatamente posteriores al mismo, pasaron a borrarse masivamente y a plantear el paralelismo y el clandestinismo sindical. Planteaban la organización de cuerpos de delegados y comisiones internas clandestinas adheridas a sindicatos y a una CGT fantasma, designada a dedo por esa organización para “encabezar” la lucha contra la dictadura. Por otro lado, también debió enfrentar la línea conciliadora de sectores peronistas que conciliaban en este problema de los delegados. Por lo tanto, en torno a este punto de los cuerpos de delegados
“se volvió a dar en el movimiento obrero argentino, como sucedió anteriormente, especialmente después del Cordobazo, uno de los puntos fundamentales de debate entre las líneas reformistas, pequeñoburguesas y revolucionarias, en el seno del proletariado”. (Comité Central, 30-10-76).

En este período, en Santa Isabel del SMATA Córdoba, no obstante estar perseguida y detenida la Directiva salamanquista del Sindicato, barridos los cuerpos de delegados, y la tercera o cuarta línea de activistas del movimiento obrero, se desarrolló una lucha por aumento de salarios que fue encabezada por una comisión de 18 obreros. Estos volvieron a tomar las banderas que habían levantado anteriormente los obreros perseguidos y despedidos, y consiguieron aumentos de salarios.
Pero la más importante fue la histórica lucha de los obreros y empleados de Luz y Fuerza, que volvió a demostrar que era posible luchar y también el camino de masas para enfrentar el terror de la dictadura. Esta, para aplastar el movimiento de protesta, secuestró a tres activistas a los que la intensificación del movimiento obligó a hacer aparecer. Posteriormente, secuestró a su secretario general Smith y a varios delegados que hasta el presente están desaparecidos.
La lucha de Luz y Fuerza que se extendió a numerosas ciudades y localidades del interior, se mantuvo durante semanas, pese a los despidos, pese a la represión, pese a las amenazas, pese a los comunicados militares, demostrando el vigor del movimiento obrero. Fue la primera lucha de gran envergadura, en un momento muy difícil en el enfrentamiento a la dictadura, que desenmascaró el carácter antiobrero y antipopular de ésta y la esencia antipopular de la contradicción subversión-antisubversión que planteaba. Los obreros de Luz y Fuerza, con su ejemplo, tonificaron al movimiento obrero. Esto se evidenció en las últimas semanas de noviembre y primeras de diciembre, en las que se desarrollaron diversas luchas por reivindicaciones salariales.
En Peugeot (Bs. As.) se produjo la de mayor trascendencia. Más de 4.000 obreros se concentraron en la fábrica. La policía procedió a detener a seis trabajadores y acto seguido la totalidad de los obreros abandonó la planta y rodeó a las fuerzas represivas. Ante la amenaza de estas, los trabajadores se sentaron, produciéndose desconcierto entre las fuerzas represivas. Ante la orden de tirar contra los obreros solo algunos soldados tiraron al aire. Otros bajaron sus fusiles. Hubo obreros que arengaron a los soldados. Al rato, bajó en helicóptero un jefe del 7o de Infantería. Se sucedió el diálogo. Finalmente se liberaron los detenidos y más tarde los obreros consiguieron aumento salarial.
Otra lucha de importancia fue la de los portuarios. Esta culminó con un éxito parcial, pues si bien no alcanzaron todos sus objetivos y numerosos cuadros sindicales fueron reprimidos, lograron romper el tope salarial que se impuso en marzo de 1976.
A fin de año, también, acosada internacionalmente, la dictadura videlista permitió la entrada al país de la delegación de Amnisty Internacional, aunque tendió un cerco represivo sobre la misma.
En Córdoba, Chola de Salamanca y otros familiares fueron detenidos -y luego liberados- cuando intentaron entrevistarla.
Del mismo modo, en la Capital Federal, fueron perseguidas distintas delegaciones que los entrevistaron. Por la valiente acción del movimiento de familiares de desaparecidos y de detenidos, que comenzaba a desarrollarse, pudo esta delegación tener una visión real de la brutal política represiva, particularmente intensa en dichos momentos, de la dictadura videlista.

El affaire Graiver
En los primeros meses del año se produjo una aguda crisis en las alturas al descubrirse los manejos y negociados financieros de Graiver y la vinculación en ellos de dirigentes montoneros con Lanusse, Gelbard, Broner, etc., y con bancos, capitales y testaferros soviéticos en América Latina, EE.UU., Europa e Israel. Fue éste el primer indicio de que comenzaba a resquebrajarse el frente golpista. El escándalo Graiver conmovió al país por más de dos meses y deterioró seriamente a la dictadura videlista.
Al destaparse los turbios negociados de Graiver se pusieron al desnudo una parte importante de los capitales soviéticos en la Argentina, su modo de operar, su gran incidencia en la política argentina de los últimos años, sus vínculos estrechos con el lanussismo, la instrumentación del terrorismo para sus fines y muchos de sus agentes y relaciones en el país y en el extranjero. Todas estas ramificaciones terminaban en Moscú y en Videla. Nuestro Partido venía denunciando públicamente todo esto desde hacía tiempo. Pero lo nuevo de esta situación residió en que la penetración del socialimperialismo en la Argentina y su estrecha asociación con un sector de terratenientes, así como el hecho de que estos estaban atrás y eran sostén y beneficiarios principales de la política de la dictadura videlista, comenzó a ser conocido por las masas y por las fuerzas políticas, militares y económicas del país. Los principales negociados como Aluar, Soda Solvay, Papel Prensa, etc., fueron puestos en discusión; y si bien el videlismo logró evitar que se fuera a fondo contra ellos, es evidente que no quedaron como asuntos cerrados en la política argentina.
Igualmente, se reactualizaron numerosos hechos de importancia en la reciente historia política del país.
En el período Onganía-Lanusse, por ejemplo, el asesinato de Aramburu y la verdadera historia del golpe de Azul y Olavarría, putch que apoyó Timerman, según sus propias declaraciones. Además las jugosas coimas entregadas a miembros de las FF.AA. para obtener el contrato de Aluar. Esta investigación judicial llevó a la cárcel por unas semanas a Lanusse, Gnavi, Rey, lo que significó un claro golpe para todo el lanusso-videlismo que se aprontaba a colocar, con el lanzamiento del libro Mi Testimonio, nuevamente a Lanusse como el gran candidato del diálogo y de la convergencia cívico-militar. Esto había quedado claro ya cuando instrumentaron políticamente el asesinato en EE.UU. de Bonavena.
En el período del condicionamiento a Perón, surgió a la luz el papel de los Gelbard, Broner y Cía., la verdadera historia de Ezeiza -donde se intentó matar a Perón- y la participación de Moscú a través del satelismo mercenario cubano.
En el período de preparación del golpe institucional y abierto, aparecieron los sutiles vínculos y el dinero que movió a muchos sindicalistas y políticos “peronistas” como Calabró y Casildo Herreras, todos ellos luego colaboracionistas y amigos del Gral. Viola.
De allí que señalara la Resolución del CC del 8 y 9 de mayo:
“Todo esto es muy positivo y nosotros tenemos que introducirnos a fondo en el debate de masas que se ha abierto. Porque en torno a esto pasa hoy principalmente la lucha contra la dictadura y se crean mejores condiciones para patear el tablero desde abajo. Desde este punto de vista adquiere particular importancia el apoyo a la lucha ferroviaria”.

Nuestro Partido aprovechó a fondo esta contradicción en el frente dictatorial y realizó una labor de propaganda muy intensa a escala nacional. Todos los estudios en relación a la penetración del socialimperialismo que se publicaron en Nueva Hora y Teoría y Política, como El otro imperialismo en nuestra patria de C. Echagüe, contribuyeron a esta lucha.
El CC emitió una declaración que por decenas de miles llego a las fábricas, a las organizaciones populares y políticas. Se distribuyeron mano en mano 46.000 declaraciones, de las cuales más de 10.000 en 48 empresas de concentración obrera. En todo el país se tonificó nuestra acción, nuestro prestigio y la práctica de nuestra política de alianzas. Terreno en el que -tanto nacional como zonalmente- hemos avanzado e ido acumulando una mayor experiencia.

Sobre el enemigo principal.
La lucha contra el revisionismo y el programa del Partido.
Plataforma.

Sobre el enemigo principal
El asunto Graiver demostró que el frente imperialista que actuó conjuntamente en el golpe de marzo de 1976, se había resquebrajado seriamente y comenzaba nuevamente a predominar la disputa entre rusos y yanquis por el control del país.
A mediados de 1977, luego del desarrollo de las fisuras en el frente imperialista evidenciadas en el caso Graiver, y producto del análisis del serio avance en el grado de penetración económica del socialimperialismo soviético en nuestro país, de las mayores posiciones alcanzadas por éste en el plano político-militar y estatal, y teniendo en cuenta el conjunto de los elementos de la situación internacional y regional, nuestro Partido definió como enemigo principal al socialimperialismo soviético, a la burguesía intermediaria y a los terratenientes a él asociados.
Fue en un artículo de Nueva Hora Nº 256 del 15 de julio de 1977 donde se desarrolló esta posición. Allí señalamos:
“El Programa de nuestro Partido plantea que ‘la contradicción fundamental que hay que resolver en la actual etapa histórica y que determina el carácter de la revolución argentina es la que opone al imperialismo, la oligarquía terrateniente y el gran capital a ellos asociados, por un lado, y por el otro a la clase obrera, los campesinos pobres y medios, la pequeña burguesía urbana, la mayoría de los estudiantes e intelectuales y los sectores patrióticos y democráticos de la burguesía urbana y rural. De las numerosas contradicciones existentes en la sociedad argentina solo ésta es la principal, la que desempeña el papel determinante.’
“Nuestro Programa define claramente el carácter, los blancos y la perspectiva de la revolución argentina.”

“Dado el carácter de la revolución argentina, es un error ubicar como blanco de la misma a la burguesía nacional, como hicieron las organizaciones de la pequeña burguesía radicalizada durante el gobierno peronista cuando golpearon centralmente primero a Perón y luego a Isabel. Repitieron así el error del P“C” en 1930, en 1945 y en 1955, con lo que favorecieron, objetivamente, a los enemigos de la revolución argentina que preparaban el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
“También es un error golpear al imperialismo y olvidarse de los terratenientes y la burguesía intermediaria. Sin la ayuda de estos, el imperialismo -dado nuestro carácter de país dependiente- no podría oprimirnos.
“Otro error es otorgar a los terratenientes como clase, una independencia que no tienen respecto del imperialismo. Como clase, los terratenientes argentinos han sido y son la principal base social de la dominación del imperialismo.”

“Determinar con exactitud las contradicciones imperialistas y ajustar a la luz de ese análisis la táctica del Partido del proletariado revolucionario es una cuestión actual de nuestra lucha liberadora.”

Y luego:
“Nuestro país es objeto de feroz disputa entre yanquis y rusos. Con la característica de tener hoy el socialimperialismo soviético la hegemonía en la dictadura videlista.
“Es conocido, mundialmente, que el principal apoyo de Videla es el que le da el socialimperialismo soviético. Así sucede en las Naciones Unidas, en la OIT y en otros organismos internacionales. Así lo demuestra Radio Moscú y así lo prueba la línea de la quintacolumna soviética en la Argentina, especialmente la dirección del falso P“C”. Cuanto más golpean a Videla el Vaticano, los gobiernos europeos y Carter, más lo defienden sus amigos soviéticos.
“Sin dejar de hacerle concesiones a los yanquis (obligaciones contraídas con el Fondo Monetario Internacional, devolución de empresas expropiadas por el peronismo, etc.) los rusos son los que principalmente fortalecen sus posiciones en la Argentina. Ahora estos aprovechan el remate por la dictadura de las empresas intervenidas para adueñarse, con pocas monedas, de importantes inversiones.”

“El golpe principal de la lucha democrática y liberadora va hoy contra la dictadura videlista. Esta dictadura expresa al bloque imperialista y de terratenientes y gran burguesía proimperialista que es el enemigo estratégico de la revolución argentina en su actual etapa.
“Como la dictadura videlista expresa fundamentalmente los intereses del socialimperialismo, objetivamente golpeando a esa dictadura estamos golpeando principalmente al socialimperialismo.
“Hay quienes se alían en la práctica con el P“C” y el sector videlista de la dictadura para atacar a un ala antividelista de la misma, so pretexto de atacar al imperialismo yanqui o al ‘fascismo’, como enemigo principal. Hacen lo mismo que hizo la dirección del P“C” en 1946. Se alían con los enemigos reales y abren el camino a la entrega y al fascismo.”

“Esta es nuestra línea frente a la dictadura videlista. Esta línea parte de la realidad y tiene en cuentea la estrategia del Partido. Se basa en la teoría marxista-leninista de la revolución y en su integración concreta con la revolución argentina.”

Esta posición tuvo una gran importancia teórico-política. Contribuyó a desentrañar con mayor claridad el carácter y el rumbo de la política nacional e internacional de la dictadura videlista. A prever el trasfondo guerrerista y aventurero de la campaña que para ese entonces comenzó a desarrollar la dictadura en relación al caso Beagle.
Igualmente, para batir las teorías seudo marxistas-leninistas que ocultaban la penetración del socialimperialismo en la Argentina y en América Latina, embellecían a la oligarquía como una clase nacional independiente del imperialismo y el socialimperialismo y, consiguientemente, consideraban al videlismo como la expresión de un sector nacional que forcejeaba y aprovechaba las contradicciones interimperialistas.
Pero su fundamental trascendencia reside en que definió a partir de la nueva situación creada, un problema clave para el avance de la revolución en nuestro país. Es decir, el blanco principal de ataque, la ubicación del enemigo principal a batir por el pueblo argentino en los actuales momentos, en el camino de la revolución de liberación nacional y social que tiene planteada el pueblo argentino.

La lucha contra el revisionismo y el Programa del Partido
En este período fue publicado en Teoría y Política un importante trabajo de Rosendo Irusta: “Sobre el modo de producción dominante en el Virreinato del Río de la Plata”. Su importancia teórica reside en que desarrolla los fundamentos de la definición del Programa del Partido aprobado en su Tercer Congreso, según la cual en el Virreinato del Río de la Plata las relaciones de producción imperantes, y la superestructura jurídica y política, fueron feudales. Tema alrededor del cual se libra en los últimos años un intenso debate como parte de la polémica y lucha más general -agudizada como resultado de la profunda revisión del marxismo posterior al XX Congreso- entre marxistas-leninistas y revisionistas. Y como tal, se articula con la lucha política diaria.
En esta polémica los revisionistas “impugnan, en su esencia la noción marxista de modo de producción capitalista; y de una manera más totalizadora, las categorías marxistas de formación económico social y modo de producción; la relación entre base y superestructura -principalmente la concepción marxista del Estado- y la relación entre revolución y evolución, negando, de fondo, al marxismo como concepción científica de la historia”. Los revisionistas utilizan actualmente las categorías “capitalismo comercial”, “producción precapitalista de mercancías”, o “producción para el mercado”, para afirmar que las colonias españolas de América Latina han sido capitalistas desde su misma colonización y fundamentan con esto posiciones trotskistas, foquistas, y últimamente de los Partidos “Comunistas” revisionistas luego de la reunión que realizaron en La Habana.
Han sido los revisionistas modernos los autores de la teoría de las “formaciones económico-sociales de transición” con la que polemiza el mencionado trabajo, teoría que fundamenta la teoría de la “liberación nacional en tránsito al socialismo” para la cual ya no son necesarias revoluciones para liberar nuestros países, o a lo sumo las mismas solo legalizan el resultado de un largo proceso evolutivo de transformaciones económicas previas sin ruptura del aparato estatal.
Luego de analizar las características del modo de producción dominante y la organización social general, de las posesiones españolas en América, que definen claramente el predominio del modo de producción feudal en las colonias, el trabajo se detiene particularmente en el problema del modo de producción dominante en la propia zona del Río de la Plata. Es conocido que muchos que reconocen el carácter feudal del modo de producción dominante en las colonias americanas de España, niegan que esto sea aplicable al Río de la Plata, indicando que aquí hubo “un modo de producción diferente”, que aquí “el poblamiento asumió formas capitalistas desde su comienzo”. El mencionado trabajo polemiza con estas teorías demostrando su error.
Respecto de las vaquerías, alrededor de las cuales gira gran parte de la tesis sobre el carácter “capitalista de inicio”, se desnuda la verdadera relación entre propiedad de la tierra, propiedad del ganado y vaquería, y se polemiza con las posiciones -muy difundidas- que ven
“en el derecho de vaquear el 'origen' de la propiedad territorial en el Río de la Plata, y considera sin valor ni importancia a la tierra antes de ellas; que considera a las vaquerías como 'expediciones de captura del ganado cimarrón montadas por capitales comerciales'; y, sin ver la madeja de intereses feudales que se mueve tras la vaquería, menosprecia de hecho el papel de la propiedad territorial en el campo rioplatense desde la misma fundación de la ciudad de Buenos Aires.”

Las posiciones que niegan el carácter feudal predominante en la Colonia en general, o en el Río de la Plata en particular, -se señala- ocultan y disimulan, por lo tanto, el verdadero origen y las características de la conformación de la oligarquía terrateniente argentina, rioplatense en particular.
Poco a poco el revisionismo marxista fue adoptando “el enfoque de los terratenientes, con los que, desde la época de Frondizi, pasando por Lanusse y ahora con Videla, intenta formar una sólida alianza”.
Confluyen así las posiciones -analiza- que niegan que en la Argentina exista un problema campesino, que consideran “leyenda” el origen de la riqueza de la oligarquía porteña en las mercedes de tierra de la época colonial y tienden “un beatífico manto burgués” sobre el mismo; que minimizan la importancia de la propiedad territorial durante la Colonia, que afirman -contradiciendo abrumadores testimonios- que en las zonas de nueva ganadería en el Litoral las tierras eran relativamente accesibles para quienes supieran aprovecharlas.
También en esta polémica, hay hechos de nuestra América Latina que desnudan la verdad: en este caso, la heroica insurrección que dirigió Tupac Amaru. Como señala finalmente el trabajo:
“Aplastada esa insurrección, nada volvió a ser igual que antes en la Colonia. Causas ideológicas y rivalidades internacionales contribuyeron a ella. Pero sus raíces profundas se hunden en las contradicciones generadas por el sistema colonial de tipo feudal de los españoles. Fue una gigantesca rebelión social en la que las masas insurreccionadas atacaron, en tres virreinatos, los pilares de las instituciones feudales a las que nos hemos referido.
“Las masas insurrectas no lucharon contra fantasmas del pasado. Lucharon contra las cadenas que las oprimían. Y por eso sus jefes procuraron aliarlas con todos los oprimidos por la sociedad feudal, de castas, que España implantó junto con la Colonia.”

La plataforma de noviembre
En noviembre, el Comité Central aprobó una nueva plataforma que desarrollaba, de acuerdo a los cambios de la situación política y económica operados en el país, la aprobada el 30 de octubre de 1976, en la que nuestro Partido proponía un plan de emergencia de 10 puntos. En el “Programa de unidad patriótica, democrática y popular, contra la dictadura fascista y vendepatria de Videla” se precisa el golpe contra el enemigo principal en el plano económico en su punto 5, y se desarrolla en su fundamentación la nueva consigna de: Gobierno Provisional Revolucionario, expresión de la unidad de todas las fuerzas antidictatoriales. En ella se señala:
“Solo la insurrección armada de todas las fuerzas populares democráticas y patrióticas, será capaz de barrer a esta dictadura y destruir para siempre el poder de la oligarquía y el imperialismo que ella expresa. Esta insurrección impondrá un Gobierno Provisional Revolucionario, expresión de la unidad de todas las fuerzas antidictatoriales y órgano de esa insurrección, que convoque a elecciones totalmente libres para una Convención Constituyente plenamente soberana, y entretanto aplique un programa de unidad antidictatorial patriótica, democrática”.

Crisis en las alturas. Las fuerzas políticas.
Congreso de la f.a.a.
La huelga nacional ferroviaria de octubre de 1977

Crisis en las alturas
La situación creada por el escándalo Graiver estimuló al conjunto del movimiento obrero y popular. Creció el odio popular contra la dictadura. Esta comenzó a afrontar crecientes dificultades.
Como señaló la Resolución del CC del 12 y 13 de septiembre,
“el empantanamiento de la dictadura obedece, entre otras razones, a que esta tiene que levantar la bandera nacional para realizar una política de entrega, y tiene que predicar objetivos ‘democráticos’ cuando sus objetivos reales son el fascismo y la represión. Es conocido que la democracia burguesa es inseparable del concepto de elecciones más o menos democráticas, como corresponde a este sistema. Pero para ganar las elecciones hay que tener votos. Este es el drama de la dictadura que no puede aspirar, en ninguna forma, a tener apoyo de las masas populares para sus objetivos”.

De allí que el videlismo realizara permanentes esfuerzos para desplazar del radicalismo al balbinismo y sobre todo para desmembrar al peronismo y tratar de que el sector de agentes colaboracionistas como Robledo y Calabró coparan su dirección.
La dictadura comenzó a afrontar en esos meses crecientes contradicciones en su seno. Se prolongaba una situación que había sido calificada de temporaria -la de que el Presidente y el Comandante del Ejército eran una misma persona-, lo que a su vez demoraba la definición de si el Presidente era el primero o cuarto hombre en el esquema de poder. La discusión ponía en cuestión las posiciones del violo-videlismo que retenía tres cargos claves, el de Presidente, el de Comandante y el de jefe del Estado Mayor, y era impulsada por sectores de la Marina y Aeronáutica, y también dentro del Ejército, por sectores que luego de lo de Graiver aumentaron su oposición a los militares prosoviéticos. Según se conoció entonces, durante la crisis de Graiver algunos jefes militares ayudaron a Videla, que estaba en una situación muy difícil, con el compromiso de resolver la cuestión del esquema de poder a fin de año. Posteriormente esta situación se extendió hasta comienzos de 1978, vinculada a la lucha en torno a los ascensos y pases a retiro en el Ejército. Pero fue evidente que los avances que el violo-videlismo había logrado el año anterior con el desplazamiento de los generales Vilas, Mujica, Buasso y otros, y luego con el de Díaz Bessone a través de una burda maniobra, encontraban crecientes dificultades.
Otro hecho de importancia que provocó serias contradicciones en las alturas, fue el ataque por parte de sectores de la Marina a buques pesqueros rusos que violaron provocativamente nuestra soberanía marítima.

Las fuerzas políticas
Por otra parte, en el plano político, mientras el videlismo hablaba de diálogo y de futura convergencia cívico-militar, en estos meses de 1977, distintas fuerzas populares y burguesas comenzaron a empujar una “apertura” negociada. Otras fuerzas burguesas trabajaban activamente por un golpe de Estado que desplazase del poder al grupo hegemónico en la dictadura videlista y lo reemplazara por un grupo cívico-militar de distinta orientación.
Las principales organizaciones de la pequeña burguesía -tanto las de la pequeña burguesía seguidista de la burguesía reformista, como la de la pequeña burguesía radicalizada-, confluyeron con estas posiciones de las fuerzas burguesas. Los Montoneros declararon públicamente su apoyo al sector “aperturista” de la dictadura y el ERP planteó que hay que luchar para colocar “una cuña” en la puerta que amenaza entornarse a fin de “abrirla del todo”.
Pero en todas las fuerzas populares creció la corriente de oposición a la dictadura.
En el caso del peronismo, se fortaleció la dirección de Isabel, y, junto con esto, las posiciones más duras frente a la dictadura. Al mismo tiempo se reorganizó una dirección de las “62” en la que predominaban los sectores opositores al videlismo, planteando una política internacional de tipo tercermundista.
Igualmente creció la corriente opositora en el movimiento católico, representada por una serie de obispos y sacerdotes de orientación tercermundista. Argentina es un país en disputa “entre los dos grandes imperios de la época” declararon, y calificaron a la dictadura como una dictadura “nazifascista”.
En el radicalismo, el ala colaboracionista con la dictadura fue perdiendo fuerzas.
Al mismo tiempo, en todas las fuerzas burguesas se fue evidenciando un sector colaboracionista con la dictadura, representado, fundamentalmente, tanto en el peronismo como en el radicalismo y otras fuerzas, por los sectores afines al socialimperialismo.
Un importante sector peronista y radical osciló entre posiciones de oposición y de conciliación con la dictadura. El sector conciliador en el seno de la Iglesia, también fuerte, no logró sin embargo impedir claros pronunciamientos de ésta contra la política represiva y económica de la misma.
No obstante las condiciones de terror y represión fascista que cobraba víctimas diariamente, el movimiento obrero y popular no dejó de tantear, de buscar y emplear diversas formas de resistencia. Las luchas a nivel de fábrica fueron numerosas y se incrementaron en agosto y septiembre. El movimiento obrero fue arrancando aumentos salariales por encima de los topes impuestos para la congelación salarial. Se desarrollaron luchas en General Motors de Lynch y de Barracas, en Alpargatas de Barracas y en SUPE de La Plata; en Ducilo y Platex, en Ford, en Lozadur (allí la masa de trabajadores, principalmente mujeres, enfrentaron a efectivos del Ejército); en Standard Electric, en bancarios, en Skolnik, en Good Year, en Correo Central, en Squibb, etc. En el gremio de la sanidad una asamblea con 2.000 obreros discutió sus problemas salariales. En Córdoba se desarrollaron quites de colaboración en Santa Isabel, Ilasa y Perdriel.
En Rosario más de 10.000 obreros de 11 empresas de la zona norte protagonizaron una gran lucha, de repercusión nacional, por aumento de salarios; y 82 sindicatos de FATRE realizaron luchas en defensa de sus obras sociales.
Tuvo particular significación en el Gran Buenos Aires, la lucha de los obreros de la fábrica Mercedes Benz. Allí se enfrentó masivamente con un paro a los secuestros de la dictadura, obligando a ésta en determinado momento a hacer aparecer a un obrero de la fábrica secuestrado; y luego millares de trabajadores en asamblea, se mantuvieron firmes ante las tropas del Ejército que ocuparon la fábrica y mantuvieron valientemente ante ellos sus demandas salariales. Esta lucha conquistó un 40% de aumento en salarios y también reivindicaciones en el régimen de trabajo.
En La Plata y en Mendoza se constituyeron comisiones reorganizadoras de la CGT.
La corriente clasista de obreros rurales que se desarrolló nacionalmente en los años anteriores al golpe, fue luego de éste duramente reprimida y debilitada. Muchos de sus dirigentes fueron encarcelados y torturados y los sindicatos que ella dirigía intervenidos. No obstante continuó editando clandestinamente su periódico La Voz del Obrero Rural e impulsando la lucha antidictatorial, la defensa de las reivindicaciones y conquistas del proletariado rural, que fueron prácticamente barridas de un plumazo y la lucha por la libertad de sus dirigentes, por la unidad obrero-campesina y la Reforma Agraria. En este período también nuestro Partido fue comenzando a desarrollar su trabajo entre el campesinado pobre y medio y aquilatando nuevas experiencias.
En estos meses se desarrollaron también brotes de resistencia en el movimiento popular, contra la construcción de las autopistas, contra la erradicación de las villas de emergencia, en los barrios de viviendas ocupadas durante la presidencia de Lanusse, etc.

Congreso de la F.A.A.
Otro hecho de significación fue la realización del 65° Congreso de la F.A.A. a fines de septiembre, en Rosario. Estuvieron representados 416 filiales, 115 centros juveniles y 315 cooperativas asociadas. La dictadura prohibió que el Congreso tratara la parte del temario que abordaba la cuestión gremial y política y la renovación del Consejo Directivo; al tiempo que permitía la realización de la Asamblea General de la Sociedad Rural, desde ya sin ningún tipo de restricciones.
No obstante esa prohibición, el Congreso, que representaba mayoritariamente al campesinado medio de las zonas del Litoral y de la provincia de Buenos Aires y Córdoba, trató los problemas más candentes que les acarreaba la política de la dictadura. Aprobó resoluciones de oposición a la modificación de la Ley 13.246 de arrendamientos y aparcerías rurales, a la disolución del Consejo Agrario Nacional, al impuesto a las cooperativas, a la privatización de los elevadores terminales, al impuesto a la producción -típica medida al servicio de la oligarquía terrateniente y parasitaria-, a la privatización de la CAP, y exigió la implantación del precio sostén en oposición a la política de “precios internacionales”. Y entre los delegados juveniles se debatió el problema de los problemas: el de la tierra. La dirección de la F.A.A. en 1975 fue arrastrada a posiciones y paros golpistas, luego mantuvo una política de conciliación con el videlismo y se ilusionó con las promesas de “estabilidad y beneficio para el campo” del plan económico.
La tónica del Congreso, no obstante las influencias desarrollistas, significó un cambio y reflejó que las masas campesinas comenzaban a ubicarse en la vereda de enfrente de la dictadura.

La huelga nacional ferroviaria de octubre de 1977
Este proceso iba a lograr un salto en su desarrollo con el estallido de la gran huelga nacional ferroviaria de octubre de 1977.
Después de un año y medio de quietud, los obreros ferroviarios, desarmados y desorganizados por la represión, los despidos y por el predominio de la línea colaboracionista de dirigentes traidores, volvieron a la lucha el 26 de octubre. No aguantando más la política de hambre, entrega y represión de la dictadura videlista, ese día los trabajadores ferroviarios comenzaron a parar casi espontáneamente y el ejemplo de los señaleros del ferrocarril Roca se extendió rápidamente a las otras especialidades y demás líneas, hasta alcanzar prácticamente a todo el país.
Hubo numerosas asambleas, como por ejemplo en el San Martín y el Mitre, que al tiempo que proclamaron las luchas por un cien por ciento de aumentos, eligieron comisiones de delegados como representantes de esas asambleas y para la coordinación y el fortalecimiento de las comisiones ejecutivas de cada seccional. Estas asambleas evidenciaron no solo un alto espíritu de lucha, sino también una elevada conciencia de las características organizativas de clandestinidad requeridas para luchar exitosamente contra el fascismo.
Hubo ramales y seccionales en los que se llegó a establecer efectivamente la coordinación entre los trabajadores representados en Unión Ferroviaria, La Fraternidad y Señaleros. Los paros fueron un verdadero éxito en cuanto a la unidad lograda por los trabajadores ferroviarios, quebrándose así el clima de desaliento y división en que lo habían sumido los personeros de la dictadura videlista y el P“C”. Estos, que habían venido boicoteando al gremio desde marzo de 1976, buscaron por todos los medios evitar la extensión del conflicto tratando de atemorizar a la gente. Después que habían sido sobrepasados por la masa y se había obtenido la promesa de un aumento del 43%, que los mismos trabajadores consideraban insuficiente, trataron de montarse en el mismo para menguar su filo antidictatorial.
La huelga culminó exitosamente el 3 de noviembre y significó un duro golpe para la política de la dictadura y un poderoso estímulo para el desarrollo de la lucha del movimiento obrero en todo el país. En el transcurso del paro ferroviario numerosos gremios y fábricas se sumaron a la lucha y algunos lugares como Rosario se bambolearon al borde del paro general. La solidaridad popular con el paro fue también un elemento distintivo de esta lucha.
Nuestro Partido tuvo una participación importante en la preparación de esta gran huelga ferroviaria, y una vez desatada, en su extensión.
Desde febrero, el CC planteó que era el problema ferroviario un eslabón débil en la política de la dictadura y que las contradicciones en este plano se agudizarían inevitablemente. Las agrupaciones “Primero de Mayo” emitieron un documento público que propagandizaron en todas las líneas ferroviarias y que planteaba organizar la lucha nacional. Este documento adquirió una gran importancia y significó un enorme estímulo para muchos dirigentes ferroviarios y obreros de filas, que estaban inactivos y desanimados frente a la ofensiva dictatorial y el papel colaboracionista del P“C”. Nuestro Partido concentró fuerzas en este trabajo en los meses precedentes. Precisamente en torno a la necesidad de esta concentración y su importancia, en torno a las posibilidades de lucha y al aporte que debíamos dar los comunistas revolucionarios y las agrupaciones “Primero de Mayo”, es que se centró la lucha de líneas en el Partido, y se agudizó la lucha contra las llamadas teorías reflujistas. En aquellas organizaciones donde estas predominaban, la lucha ferroviaria sorprendió.

La lucha contra las tesis reflujistas.
El agitativismo en el Partido.

Estas tuvieron mucho peso en las fuerzas revolucionarias pequeñoburguesas y se reflejaron en el Partido. No solo ocultaban el proceso real de las masas, el inicio de la reanimación del movimiento obrero al que desde ya con esas teorías boicoteaban, sino que de hecho facilitaban una política de conciliación con la dictadura videlista en momentos en que ésta comenzaba a enfrentar crecientes dificultades y disputas internas. Quien mejor reflejó estas teorías capitulacionistas que combatían nuestra caracterización de retroceso temporario, y extendían lo que era derrota de la variante camporista, del terrorismo pequeñoburgués prosoviético, al movimiento obrero y popular, fue el P“C” (m-l) (ex Vanguardia Comunista). Este señaló en su periódico No transar del 13-4-77, que el período de ascenso de la marea nacional “se abrió en 1969 y se prolongó de manera zigzagueante hasta 1973. Desde fines de ese año y después de un breve período de estancamiento, se inició el descenso también zigzagueante. Hoy vivimos uno de los períodos más bajos de ese descenso”.
La realización exitosa de la huelga ferroviaria y el avance de la resistencia antidictatorial, crearon mejores condiciones para dar un nuevo impulso a la lucha contra ellas. Tuvo especial relieve en este sentido el editorial de Nueva Hora del 21-11-77 titulado “¿Hay reflujo?”. Allí se señaló:
“Todas las tonalidades políticas burguesas y pequeñoburguesas trazan su táctica a partir de definir el momento político como 'un momento de reflujo del movimiento obrero y popular’ y consiguientemente plantean una línea de ‘consolidación de fuerzas’ (y no de desarrollo y consolidación de fuerzas) y de ‘repliegue general’. Esa línea que analiza solo las apariencias de la situación y no su esencia, se convierte inevitablemente en una línea oportunista con dos posibles derivaciones: 1) concederle tregua a la dictadura y mendigarle mendrugos que el sector prorruso del Ejército (el lanussismo-videlismo) ofrece a las fuerzas populares a cambio de tal tregua y tal actitud; o bien 2) practicar el seguidismo a sectores internos de la dictadura opositores al videlismo.”

Y luego:
“La posición de No Transar es coherente. Esa publicación consideró al golpe de Estado del 24 de marzo como una simple continuación casi cuantitativa de la política del gobierno peronista; política ésta a la que calificó de contrarrevolucionaria y de traición vergonzante, etc. Para los ciegos no hay noche clara. Así, de paso, con un taparrabos ‘teórico’, la dirección del P“C” (m-l) enmascaró el papel de punta de lanza del golpismo prosoviético que cumplió, objetivamente, cualesquiera hayan sido sus intenciones, antes del 24 de marzo de 1976”.

Señaló también que:
“Luego del golpe de Estado de 1976 pese al durísimo golpe recibido por el movimiento obrero y popular, y a la disminución de las luchas, nos negamos a definir la situación política como una situación de reflujo del movimiento obrero y popular. Preferimos la caracterización de retroceso relativo, caracterizando el momento globalmente, atendiendo principalmente a la correlación de fuerzas determinada por el hecho de que el proletariado y las fuerzas antigolpistas, aisladas, debieron retroceder ante el golpe de Estado que organizaron en conjunto las dos superpotencias, los terratenientes, y otros socios nacionales de esas superpotencias”.
Dijimos entonces que de ningún modo la perspectiva política era la de consolidación y estabilidad del frente golpista, si se atendía a la situación económica, política y social y a la situación internacional.
“Hoy ha brotado, poderoso, lo que corría escondido por cauces subterráneos. Se ha evidenciado la gigantesca combatividad actual del movimiento obrero y popular.
“¿Por qué no se ha producido el reflujo pronosticado por No Transar y los teóricos del foquismo y el reformismo pequeñoburgués?
“Han existido para ello diversas razones.
“La primera, y más importante, fue la magnitud del auge posterior a 1969. Auge de luchas que revolvió las entrañas de la sociedad argentina, como nunca había sucedido en lo que va del siglo. Esta convulsión revolucionaria obedeció a necesidades sociales de fondo que no se han resuelto sino que se han agravado. La represión violenta de estas necesidades no hará más que tornarlas más potentes, hasta que hagan saltar las trabas que se le oponen.
“La dictadura no pudo desangrar al movimiento obrero y su partido marxista-leninista. Seguirá tratando de hacerlo pero, en tanto no lo logre (cosa que no depende solo de su voluntad), no podrá agotar la actual combatividad proletaria.
“La segunda razón es el fracaso de la política económica de la dictadura, que no ha logrado sacar al país de la profunda crisis coyuntural en la que ha caído, y no ha logrado ni logrará, un período de consolidación y estabilidad relativa de la economía nacional. La dictadura ha creado así una fuente permanente de rebeldía. Obreros que un mes atrás consiguieron casi un millón y medio de pesos de aumento luchan hoy por un 40% más. Si no se logra ese aumento no se puede sobrevivir. Miles de obreros se incorporan a diario a las filas del combate de su clase. Y al descargar el plan económico las consecuencias de la crisis sobre la inmensa mayoría del pueblo, se esfumaron las ilusiones posteriores al 24 de marzo de 1976 en el campesinado, la burguesía y la pequeña burguesía.
“La tercera razón es la falta de apoyo de masas a la dictadura. La esencia de esta es fascista. Fascista es también la ‘propuesta política’ que prepara para perpetuarse. Pero es un fascismo sin apoyo de masas.
“Y la cuarta razón es que la Argentina es objeto de una feroz disputa entre las dos superpotencias, lo que impide que la situación política se estabilice.”

La lucha contra el agitativismo en el Partido
Pero el editorial de Nueva Hora mencionado cobró significación porque contribuyó, también, a desentrañar las razones de fondo que alimentaban las concepciones putchistas, espontaneistas, en el Partido, y contra las cuales también se venía dando batalla. Estas concepciones hicieron crisis luego del golpe, por cuanto eran totalmente incapaces de aportar al avance del proceso de las masas, en las nuevas condiciones impuestas por la dictadura y de retroceso relativo.
En tal sentido el editorial señaló:
“Existen en la situación actual otros elementos nuevos, diferentes de los que existían hace diez años, que le confieren marcada originalidad.
“El principal elemento nuevo a tener en cuenta es que hace diez años las clases dominantes estaban hegemonizadas por los sectores proyanquis. Durante muchos años se había combatido contra el imperialismo yanqui y este era conocido por las masas. Al mismo tiempo, a inicios de la década del setenta, el imperialismo yanqui sufrió duros golpes a escala mundial y su debilitamiento relativo favoreció la lucha de nuestro pueblo. Lucha que, por rivalidad interimperialista, también fue estimulada por las fuerzas prosoviéticas.
“En cambio, hoy, las clases dominantes argentinas están hegemonizadas por los sectores prosoviéticos. La fuerza económica del sector de testaferros, agentes y quintacolumnistas soviéticos no ha dejado de crecer en los últimos años. Este es un imperialismo agresivo y en expansión. Es un imperialismo todavía desconocido como tal para grandes masas populares que identificaron siempre a la URSS con la causa antiimperialista, democrática y liberadora. Hay que crear opinión pública contra este imperialismo. La fuerza quintacolumnista y colaboracionista con el socialimperialismo es fuerte. Y son muy poderosas en la burguesía, en la pequeña burguesía y en el movimiento obrero, las tendencias conciliadoras con el socialimperialismo.
“Por eso el espontaneísmo y el apresuramiento revolucionario son de tiro corto. En los años posteriores a 1966 ese apresuramiento revolucionario era incapaz de organizar el combate por el poder, tarea que delegaba en las fuerzas burguesas que remataron el combate antiyanqui abriéndole las puertas al socialimperialismo. Hoy ese espontaneísmo, o putchismo, es incapaz de abonar el terreno para el largo, difícil y cruento combate que costará al pueblo argentino liberarse de toda dominación extranjera y de los terratenientes y monopolistas asociados al imperialismo.”

Con la reanimación operada en el movimiento obrero, se replanteó con agudeza la necesidad de dar batalla contra las concepciones reflujistas, muchas veces expresadas a través de un clandestinismo paralizante, pero también contra el aventurerismo y las concepciones agitativistas. Estas, estimuladas por el surgimiento de luchas a poco menos de 6 meses del triunfo golpista y exagerando su significado y desarrollo, no solo impugnaban la anterior caracterización de retroceso temporario sino que entendían que ya se había abierto un período de contraofensiva popular. Con ello se aislaban del proceso real de las masas y al desligarse del mismo facilitaban el golpe represivo del enemigo. Estas posiciones aparentemente “muy combativas”, al no corresponder a las necesidades concretas de la resistencia de ese momento, alimentaban la parálisis y llevaban agua, de hecho, al molino de la presión dominante sobre el Partido, que era la que se sintetizaba en la expresión “no se puede hacer nada” o “allí donde se lucha se pierde”, etc. Se dieron casos también en que sus sostenedores, por la misma razón, pasaron ellos mismos a sustentar posiciones de desánimo y a la parálisis práctica.
Luego del escándalo Graiver se desarrollaron en algunos organismos y compañeros ilusiones de una derrota corta y fácil de la dictadura videlista. Estas ideas se reflejaron luego al impulsar la lucha ferroviaria en posiciones que luchando contra el reflujismo cayeron en el agitativismo y en el exitismo. Al demorarse la lucha, estas posiciones dieron paso posteriormente, en algunos organismos, al desánimo y a la parálisis práctica. Situación que desnudó el estallido de la huelga.
En estos meses tuvo importancia también la precisión de la consigna del paro de 36 hs., que lanzamos en agosto del 76, ubicando a ésta en el camino de señalar con claridad la política de derrocamiento revolucionario de la dictadura.
Las concepciones agitativistas subestimaban el proceso real de tanteos, de conocimiento del enemigo, de búsqueda de nuevas formas de lucha, realizadas prácticamente por la clase obrera. Esta fue, luego del paso atrás, al petitorio y a los reclamos pasivos, para avanzar luego a los reclamos salariales activos y a las huelgas, cuidando a los dirigentes y midiendo sus pasos concienzudamente.
De fondo estas concepciones no comprendían la enseñanza marxista-leninista de que son las masas quienes hacen la historia; que son ellas quienes dan nacimiento a sus vanguardias, como una condición indispensable para su triunfo, en la lucha revolucionaria por el poder; que son ellas quienes a través de su propia experiencia, dolorosa, larga, con éxitos y fracasos, se autoliberan, y, dirigidas por su vanguardia y en condiciones particulares, asaltan el poder y concretan la revolución; que son ellas quienes van encontrando las formas más aptas, en cada momento, para avanzar.
Las concepciones blanquistas y agitativistas en el Partido se han desarrollado históricamente también, relacionadas a una comprensión revolucionarista pequeñoburguesa del proceso de ascenso abierto por el Cordobazo y a la subestimación de la penetración del socialimperialismo en el país.
La nueva situación creada luego del golpe puso de relieve la necesidad de luchar en los dos frentes. En diversas fábricas los obreros reconocieron la justeza de nuestras posiciones y de nuestra labor. Pero también nos hicieron observaciones sobre nuestro estilo de trabajo, que no garantizaba la clandestinidad de la lucha ni los resguardos necesarios para su continuidad. Algunas direcciones zonales del Gran Bs.As. y camaradas de empresa estudiaron en profundidad las nuevas formas de acción y organización que buscaban las masas para luchar, así como también las nuevas formas de acción y organización de nuestros propios camaradas y células en las fábricas, con lo que contribuyeron decisivamente a ir generalizando y sistematizando las mejores experiencias.
Este debate en dos frentes se desarrolló también alrededor de nuestra fragilidad orgánica, de la necesidad de avanzar en la construcción de fuerzas partidarias secretas, mucho más compartimentadas, y sobre todo basadas en fuertes células que impidieran que el enemigo, como era y es su propósito, nos desenraizara de los lugares decisivos de concentración proletaria y popular.
Y posteriormente en torno al debate sobre la concepción de partido. Se planteó así el problema: ser un partido de minorías o de mayorías, un partido que sirva de todo corazón al pueblo, que sea instrumento marxista leninista de su organización para la lucha liberadora y revolucionaria o un partido de selectos inspirados, marginados de los procesos reales de las masas; que no escucha, ni aprende, ni se apoya en ellas y por tanto está imposibilitado de ser vanguardia política real. Y de si este tipo de partido era posible construirlo en las condiciones de fascismo que nos imponía la dictadura.
Estas polémicas unidas luego a la campaña contra el liberalismo, tuvieron gran importancia para comenzar a transformar el estilo de trabajo del partido. Se fueron creando así las condiciones para afirmar a través de nuevas experiencias una práctica partidaria que “entramara”, que organizara con mayor profundidad la lucha de las masas obreras y populares contra la dictadura y avanzara también en el desarrollo de profundas corrientes político-ideológicas en su seno, de agrupaciones clasistas y antidictatoriales, y de fuerzas de partido. Que avanzara en lo que es el problema de los problemas organizativos del Partido: la construcción de fuertes células. Y esto pasaba, y pasa hoy, por transformar, política y orgánicamente, nuestros “puntos rojos” de apoyo en células, a través del reclutamiento de los mejores hijos de la clase obrera y el pueblo. Principalmente en los centros políticos decisivos. Centros de los que en muchas zonas aun estamos lejos.
Las campañas financieras y la realización del mes de la prensa en los años 1976 y 1977, así como la publicación, difusión y cobro de diversos materiales partidarios, además de Nueva Hora y Teoría y Política, se constituyeron -en circunstancias tan difíciles- en hechos de importancia política en la lucha antidictatorial.
Al mismo tiempo, en el plano de la construcción partidaria, se constituyeron en instrumentos prácticos que obligaron a avanzar en el estilo de trabajo y pusieron a prueba la capacidad del Partido de proseguir funcionando clandestinamente, de apoyarse en las masas para superar la acción del enemigo y poder continuar la labor en el seno del pueblo, no obstante el terror fascista impuesto por la dictadura luego de marzo de 1976.

El movimiento de familiares de desaparecidos.
Las Madres de la Plaza de Mayo. Represión al Partido durante 1977

Durante todo 1977 la represión de la dictadura no cesó un solo instante. De acuerdo a lo que había declarado Videla en Montevideo en el año 1975, de que “si es preciso en la Argentina deberán morir todas las personas necesarias para lograr la seguridad del país”, las más crueles torturas, el hacinamiento en campos de concentración, las detenciones, secuestros, y el asesinato sistemático de opositores políticos, alcanzó una dimensión solo comparable a los peores regímenes fascistas que conoció la humanidad.
Todo ello celosamente ocultado por el control total de la prensa, radio y televisión por parte de la dictadura. Nuestro periódico Nueva Hora se constituyó en uno de los pocos periódicos clandestinos que denunció en forma permanente estos crímenes monstruosos. Prácticamente no hubo provincia, ni pueblo, ni fábrica, donde no hubiese “desaparecidos” y detenidos en estos años. Millares de jóvenes fueron asesinados. Las cifras que trascendieron señalan más de 20.000 desaparecidos y una cifra aun mayor en estos años, de detenidos. Con el argumento de que se estaba “en guerra contra el terrorismo”, la dictadura asesinó, torturó y reprimió al pueblo. Particularmente al movimiento sindical fabril y a los delegados de fábrica. Y a toda la oposición política.
La camarilla de Viola-Videla no cesó en sus intentos de liquidar a nuestro Partido. Ejemplo de ello fue la publicitada Conferencia del Gral. Martínez en el Estado Mayor del Ejército -cuyo titular en ese entonces era el Gral. Viola-, donde se pretendió confundir a la opinión pública sobre nuestra política y objetivos.
Nuestro Partido sufrió golpes represivos muy duros. Permanecían detenidos desde 1974 y 1975 por la lucha antigolpista, Roque Romero, Rafael Gigli, Norma Nassif, Horacio Micucci, Julio Kaplán, Carlos Retamoza, Daniel Bircher, Eduardo López, Carlos Cardozo, Guillermo Rivas, Rubén Portas, Camilo Giordano, Carlos Monzón y otros. Fueron secuestrados durante 1976: René Salamanca, César Gody Alvarez, Angel Manfredi, Ana Sosa, Rodolfo Willimberg, Miguel Magnarelli, Raúl Molina y Gabriel Porta. En ese año fueron asesinados en Córdoba María Irazusta; en Mendoza Mario Susso y en Santa Fe Orlando Navarro, apoderado legal del Partido en esa ciudad. Y detenidos nuevos compañeros, entre ellos Francisco Chiabasa, Horacio Ciafardini, Cirila Benítez, Mónica Busto, C. Mongelest, Ana María Espósito, Amadeo Fernández, Teodoro Ulrrich, Wenda Locked, E. Fábregas, Adrián Gall, Mario Risso, R. Gutiérrez, Mario Ríos, Mendizábal, González y muchos otros.
Durante 1977 nuestro Partido sufrió nuevos embates de la represión.
En junio y julio, vinculada a la denuncia del caso Graiver, se desató en Córdoba una ola represiva en la que se detuvo a más de 50 estudiantes, entre ellos a Alberto Colaski. Y en septiembre, vinculada a la reanimación del movimiento obrero cordobés, particularmente de los mecánicos, una segunda y gran oleada represiva en la que son detenidos decenas de compañeros, entre ellos Gerardo Luna que es herido de bala, José Pesce, Julio Cordero, Marta Arguello, Ana María Mascio, Sara de Uranga, Adriana Ranella, Osvaldo Torres, la familia de Daniel Deutsch, Diego Donda, Ramón Llurba y muchos más.
En La Plata, en el mes de julio, en pocos días se producen más de 50 allanamientos y es secuestrado el camarada universitario José Andreani.
En el mes de julio, en Buenos Aires, en relación con la lucha de los obreros de Lozadur, son secuestrados varios obreros, entre ellos la compañera Sofía Cardozo, madre de 5 hijos. Y durante los días de la huelga ferroviaria es secuestrado Manuel Guerra, dirigente nacional de la J.C.R. Todos hasta el presente desaparecidos.
En la provincia de La Pampa son detenidos Rafael Guardia, Adrián Di Santo, Dardo Hernández y otros. En octubre, en Río Negro, Jorge Pellegrini, en Mendoza, Horacio Narvarte y María de Narvarte, y en noviembre, en Corrientes, Nelson Ramírez, V. Benítez, F. Esquivel, M. Lastra, D. Acosta y otros.
En noviembre son secuestrados en Mar del Plata Juan Telmo Ortiz, Hugo Garelik y Américo Eiza. Y más adelante Antonio Satuto y Cristina Muñoz.
Pero no obstante estos crímenes, secuestros y detenciones, no obstante las más feroces torturas a que fueron sometidos nuestros camaradas, nuestro Partido continuó desarrollando su política antidictatorial y mantuvo en alto las banderas del comunismo frente a la dictadura y sus torturadores. Y si bien con grandes dificultades y debilitado, mantuvo sus vínculos con las masas, particularmente en algunas de las grandes empresas de concentración obrera; y continuaron funcionando, en los distintos niveles, sus organizaciones en casi todo el país.
No obstante el silencio total de la propaganda oficial sobre la represión y el respaldo que en plano internacional le brindó la Unión Soviética y sus aliados, el repudio a la política terrorista de la dictadura comenzó a crecer nacional e internacionalmente.

El movimiento de las Madres de la Plaza De Mayo
Un papel heroico desarrolló el movimiento creado por los familiares de desaparecidos. Este movimiento comenzó con unas pocas madres desfilando un día a la semana en Plaza de Mayo, hasta alcanzar a varios centenares. El videlismo se ensañó con ellas y secuestró a varias pero no pudo contenerlo. El movimiento de “las Madres de la Plaza” se fue constituyendo así en el centro de las denuncias de la represión dictatorial y alcanzó a fines de 1977 un gran prestigio. Para fin de año realizaron misas, una con un millar de familiares, y petitorios que entregaron en la Casa Rosada. Y en medio de la lucha fueron haciendo las listas de los desaparecidos y detenidos, que se han ido transformando en verdaderas actas de acusación nacional e internacional contra los crímenes de la dictadura. El movimiento se extendió a La Plata, Rosario, Córdoba, Tucumán y otras ciudades del país. Nuestro Partido desde el inicio ha participado en él, y numerosas madres y compañeras han contribuido con gran valentía y coraje a desarrollar este heroico movimiento. Sin embargo, no todas las organizaciones partidarias y camaradas han estado en este terreno a la altura de la situación, subestimando la atención política, la solidaridad material y la organización permanente de ella, con los familiares de los presos y desaparecidos; y la política de Frente Unico en este punto, que se ha ido transformando crecientemente en uno de los eslabones débiles del videlismo.

III. Ofensiva dictatorial. El problema del Beagle.
La realización del Campeonato Mundial de Fútbol
y la situación política hasta fines de 1978

Ofensiva de la dictadura en el verano 77-78.
El problema del Beagle. Resolución de diciembre

Luego de la huelga nacional ferroviaria y la oleada de luchas que la acompañaron que se extendieron hasta diciembre, mes en el que el movimiento de familiares de desaparecidos y las “Madres de Plaza de Mayo” como referíamos, intensificaron su labor y pasaron a un nivel superior en su abnegada lucha y en la extensión del movimiento, la dictadura desató alrededor del rechazo del laudo arbitral sobre el, una gran ofensiva. Montado el detonante de un posible conflicto con Chile, desarrolló una intensa propaganda belicista y colocó al país en un clima de guerra que recién cedió, en parte, luego de la firma del Acta de Puerto Montt el 20 de febrero. Con ella se postergó momentáneamente el conflicto. Este se iba a agudizar nuevamente, hasta llevar al país al borde de la guerra, a fin de año. Todo 1978 fue teñido por esta ofensiva belicista y chovinista de la dictadura.
El 12 de diciembre nuestro CC fijó ante el problema Beagle una clara posición. En ella se señaló que la dictadura videlista había
“centrado su actividad en las últimas semanas en armar un gran alboroto en torno a la llamada cuestión del Beagle. Pretenden con ello aparecer como defensores de la soberanía nacional y derivar los sentimientos patrióticos de nuestro pueblo hacia un enfrentamiento con el pueblo hermano de Chile.
“Pero no solo se trata de una propaganda mentirosa que busca desviar las tensiones internas. Si fuera así, la cuestión tal vez no pasaría de lo anecdótico. Lo grave es que tras todo el palabrerío insulso en torno al problema del Beagle se está llevando a cabo una verdadera tarea de provocación, preparándose incluso la agresión abierta contra el pueblo chileno. El socialimperialismo soviético aprovechando su relación estrecha con la camarilla videlista-lanussista que hegemoniza la dictadura argentina, trata de instrumentar el problema del Beagle para llevarnos a una guerra que defina a su favor el control del Atlántico Sur. Fueron los socialimperialistas rusos quienes en 1971, Lanusse mediante, empujaron a acordar el compromiso arbitral. Tal vez pensaban entonces que sus posiciones en Chile con el gobierno de la Unidad Popular eran más firmes; o tal vez ya entonces comenzaron a montar una gran provocación que les permitiera avanzar en sus posiciones de control en el Cono Sur de América Latina, pretendiendo con la maniobra distraer de Europa a sus rivales yanquis.”

Para proseguir:
“¿Por qué Lanusse en su momento, y hoy Videla, no demuestran el mismo apuro por resolver la cuestión de las Malvinas? ¿Por qué Videla, que aún no ha dicho una sola palabra de condena contra la intromisión pirata de los pesqueros rusos, precipita esta situación con Chile? ¿Por qué Videla no muestra el mismo celo cuando la British Petroleum incursiona en nuestras aguas, o frente a la expedición soviética que se dirige a instalar aeropuertos para aviones pesados y otras bases en la Antártida?
“Es que ni a Videla ni a Pinochet les importa la soberanía de nuestros países. Lo que quieren es llevarnos a una guerra fratricida en beneficio de sus amos imperialistas. Tras Videla empuja la guerra el socialimperialismo soviético, que también agita la idea de otra ‘guerra del Pacífico’ entre Perú, Chile y Bolivia. Tras Chile, más tarde o más temprano deberá jugar el Pentágono yanqui. La camarilla videlista, responsable directa del asesinato de miles de argentinos, quiere llevar a la masacre a la juventud de nuestra patria, y llevar al país a una aventura que sí puede costarle efectivamente desmembramientos territoriales.
“El litigio del Beagle debe ser resuelto sobre la base de conversaciones bilaterales, sin lesionar nuestra soberanía territorial y marítima, en el marco de una firme política de unidad con los países hermanos de América Latina y con los del Tercer Mundo, contra la política de saqueo y agresión de las dos superpotencias. Esto requiere la unidad revolucionaria de nuestros pueblos para la lucha por derrocar a las dictaduras fascistas proimperialistas que llevan adelante la campaña provocativa; en primer lugar, en lo que a los argentinos respecta, la unidad revolucionaria de nuestro pueblo para derrocar a la dictadura de Videla.”

Esta posición que en ese entonces fue la única en el país que enfrentó la oleada seudo nacionalista impulsada por la dictadura videlista y todo el periodismo prosoviético que la acompaña, provocó a la vez un importante debate en el seno del Partido. Cediendo a la presión dominante se la criticó por “izquierdista”, “doctrinaria” y principalmente por “no contemplar el aspecto nacional”. En realidad se criticaba el hecho señalado en la Resolución del CC del 27-28 de febrero de 1978 de que habíamos
“sabido mantenernos en el terreno de la más firme defensa de los principios marxistas-leninistas en esta cuestión. Y debemos saber hacerlo en el futuro, trabajando intensamente entre las masas. Debemos impedir que se separe la guerra de las condiciones históricas sociales concretas que llevan a ella. Impedir, por ejemplo, que se crea que es la disputa por las tres islas del Sur lo que puede llevar a una guerra con Chile, y no los intereses de las superpotencias, en especial los intereses de la URSS, que son los que realmente empujan esta guerra. Debemos impedir que se separe la guerra de los gobiernos que la conducen, como si fuesen Chile y Argentina quienes irían a la guerra y no las dictaduras de Videla y Pinochet, como en realidad sucede. Debemos ayudar a las masas a ver qué clases sociales empujan la guerra en la que en caso de estallar morirán obreros, campesinos, intelectuales, gente del pueblo, al servicio de intereses espurios.”

Porque no existía más legítima defensa de los intereses nacionales y patrióticos que impedir que se desangrara a nuestro pueblo y a nuestra nación para beneficio de los designios hegemonistas del socialimperialismo. Ni mayor defensa de nuestra soberanía que defender la paz y unidad con nuestros hermanos chilenos, víctimas ellos tanto como nosotros, de la opresión de las dos superpotencias.
La declaración del 12-12-77 tuvo una gran importancia en la lucha abierta por la paz con Chile. En la educación de nuestro Partido en los principios del internacionalismo proletario y en las enseñanzas del marxismo-leninismo, que nos señalan la necesidad de distinguir las guerras justas de los pueblos en defensa de sus intereses de clase, de sus intereses patrióticos, de las guerras injustas, de las guerras de rapiña imperialista provocadas para oprimirlos y explotarlos.
El CC de diciembre debió luchar también contra posiciones conciliadoras muy difundidas entonces que se reflejaban con fuerza en el Partido, que sostenían que la “cuestión Beagle” era un señuelo de la dictadura para distraer al pueblo de los problemas importantes. Y definió con justeza que era alrededor de la lucha por la paz con Chile por donde pasaba en esos momentos el centro de la lucha antidictatorial. El Partido realizó durante el verano una intensa campaña política en torno al Beagle y colocó, mano en mano, más de 12.000 Declaraciones del 12 de diciembre.
A fines de febrero el CC trató nuevamente la situación creada y analizó la historia del conflicto.
Con respecto al Acta del 20 de febrero de Puerto Montt, alertó que
“no debe ilusionar a nadie” (…) “El acuerdo desgraciadamente es solo un acuerdo sobre cómo discutir algunas diferencias” (…) “no habrá acuerdo y sí creciente tensión” y que “la dictadura ha firmado el acuerdo porque está requerida de tiempo para fortalecer un eje belicista con los sectores prorrusos de Bolivia y Perú, hoy inmersos en un proceso electoral que les dificulta, en lo inmediato, sumarse activamente al conflicto y para proseguir con los intentos de neutralización de Brasil.”

Al mismo tiempo señaló que
“Argentina y Chile son parte del Tercer Mundo, son países oprimidos y dependientes. Como tales, son impulsados en la actualidad a una guerra que tiene como objetivo dirimir la hegemonía entre la URSS y EE.UU. en el Atlántico Sur y en la región que controla el paso entre el Océano Atlántico y el Pacífico. Pero esta guerra no es inevitable. Si ambos pueblos se unen y luchan contra los planes guerreristas de sus opresores y dictadores de turno, pueden impedir ser utilizados como carne de cañón en la disputa interimperialista del Cono Sur de América Latina. Esta es una posibilidad concreta y la gran responsabilidad histórica que afrontan en la actualidad ambos pueblos. Existen para ello condiciones favorables, pues yanquis y rusos se encuentran en toda América Latina montados sobre un verdadero volcán.
Y en el caso de que la guerra no pueda ser evitada dar vuelta los fusiles y transformarla en una guerra liberadora contra las dictaduras de Pinochet y Videla que oprimen a nuestros pueblen y sirven al imperialismo”.

También aprobó el CC de febrero la declaración pública “Un grave peligro se cierne sobre nuestra Patria” y resolvió hacer de ella un instrumento central de la propaganda de masas sobre el tema en los meses subsiguientes.
La lucha de líneas y la resistencia en impulsar a fondo la posición de diciembre, iba a continuar en los meses siguientes en muchas zonas y organismos en torno al trabajo con esta declaración y a ubicar como centro de la lucha antidictatoria1 la cuestión del Beagle.

 

Análisis del plan económico de la dictadura.
El plan económico confirmó la caracterización definida en marzo de 1976

Durante los meses de enero y febrero, al imponer un clima de guerra y al existir una gran confusión sobre este problema en las masas, la dictadura logró contener el proceso de reactivación del movimiento obrero y popular. No logró restañar sus heridas pero sí ganar tiempo e impedir que una convergencia de luchas le caldease el verano. En estos meses se agudizó la crisis económica y la dictadura la descargó sin vueltas sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo.
El plan económico fue particularmente analizado en el Comité Central de febrero. Allí se señaló:
“El mundo capitalista aún no ha podido salir de la profunda crisis económica en la que cayó en 1975. Esta crisis no afecta sólo a los países de Occidente. También afecta a la URSS y las naciones sometidas al socialimperialismo del Este europeo, como se evidenció con las protestas obreras en Polonia, y, recientemente, en la República Democrática Alemana, por el alza del costo de la vida. El precio de algunos artículos de consumo popular acaba de aumentar en la URSS entre un 100 y un 400 %, como se ha anunciado oficialmente a fines de febrero.
“Esta crisis mundial va acompañada de un agudo proceso inflacionario, que ha hecho aún más difícil la recuperación. Las dos superpotencias descargan los efectos de la crisis sobre los países del Tercer Mundo y sobre las potencias capitalistas más débiles. El presupuesto de los EE.UU. alcanzará, en 1978-79, un nivel record de endeudamiento. Gracias a la inflación (es decir: gracias a sus aliados) los yanquis, como dicen algunos representantes de otros países capitalistas, han podido pagarse sin impuestos suplementarios la guerra de Vietnam y los viajes espaciales, y ahora tratan de sacarse la crisis de encima. La URSS por otro lado, estruja a los ‘beneficiados’ con su ayuda económica y militar, como lo han denunciado la India y Egipto ‘sacando cuatro cueros a la vaca’. Rusos y yanquis constituyen reservas estratégicas para la guerra, en especial de petróleo, cereales, y materiales críticos y pretenden descargar sobre los países del Tercer Mundo su crisis. El endeudamiento externo de estos países llegaba a fines de de 1974 a la gigantesca suma de 151.400 millones de dólares. Y superó los 170.000 millones de dólares a fines de 1976.
“Por eso la política de la dictadura no puede más que agravar la crisis, como dijimos en 1976. La crisis mundial estremece a la economía argentina porque la Argentina es un país sometido al imperialismo, dependiente del mercado externo por ese sometimiento, y por el atraso que significa la subsistencia del latifundio que impide un desarrollo autosostenido del mercado interno.
“El imperialismo -en especial las dos superpotencias-nos transfiere su crisis para que la paguemos nosotros. Todo el ‘arte de la dictadura’ está en lograr que la crisis la pague el pueblo, y no los responsables de ella, es decir, los terratenientes y grandes capitalistas. A su vez, éstos, especialmente los trenzados con el sector videlista, hegemónico en la dictadura, limpian el mercado de competencia y monopolizan ramas claves la producción.”

Y en agosto el Comité Central señaló:
“Las grandes masas obreras y asalariadas soportan en general sueldos de hambre. La situación sigue siendo desesperante para millones de obreros rurales, textiles, de la industria liviana en general, y para los empleados de comercio, del servicio doméstico, etc. Salvo el aumento del mínimo a seis millones de pesos, no han habido aumentos de salarios. Han aumentado los límites de ‘flexibilidad salarial’, pero esto depende de cada empresa, y como atravesamos una dura crisis, en general no hay aumentos de salarios importantes.
“A los sueldos de hambre se agrega, crecientemente, la desocupación producida por despidos, suspensiones, y reducción de jornadas de trabajo. Solamente con el cierre de la fábrica de automotores de la General Motors se afecta, total o parcialmente, el trabajo de 25.000 asalariados. En la planta de Santa Isabel de la Renault, en Córdoba, donde llegaron a trabajar cerca de 8.000 obreros y trabajaban en diciembre 4.500, hoy trabajan 1.800. Miles de obreros de las fábricas de tractores han sido suspendidos y muchos despedidos. Ha trascendido el posible cierre de la planta de Olivetti. Decenas de miles de ferroviarios y de obreros estatales están en la calle. Las patronales han aprovechado la situación para apretar los torniquetes de la superexplotación, y han arrancado a los trabajadores numerosas conquistas.
“A esto se agrega la aplicación inflexible de la Ley de Alquileres 21.342; el desalojo de miles de inquilinos con la simultánea suba de los alquileres; y el desalojo de villas de emergencia de la Capital Federal.
“En las anteriores reuniones del CC se ha analizado, también en profundidad, la dramática situación por la que atraviesan millares de campesinos pobres y medios, ante una política que, como declaró el presidente de la Federación Agraria, hostiga ‘a los productores chicos, a los que se considera que deben desaparecer como tales’, y menosprecia ‘la opinión de los grupos más modestos que en el campo son, por supuesto, la mayoría (declaraciones a La Nación del 1-7-78). Esto es válido para la agricultura y la ganadería de la Pampa Húmeda, pero lo es, especialmente para los cañeros chicos, acosados por los precios no compensatorios, la amenaza de la falta de cupo, y la maniobra de los ingenios que compran caña para alcohol al precio que ‘libremente se pacte’; y para los pequeños productores de algodón, los viñateros, productores de té, de tung, y de yerba mate, los productores de tomate y horticultores en general, etc.
“Continúa profundizándose el proceso de crisis de la pequeña y mediana empresa nacional. Continúa la emigración de técnicos y profesionales. Se ha estimado en medios oficiales en 400.000 el número de exilados, principalmente intelectuales.
“Se agravan las diferencias regionales: entre el litoral rico y el interior pobre; entre el Gran Buenos Aires y el resto del país; entre la Capital Federal y los partidos del Gran Buenos Aires, etc. Se dilapidaron millones de dólares para el campeonato mundial de fútbol en obras costosas e innecesarias en su inmensa mayoría. Obras que incluso agravaron la crisis crónica del deporte argentino, como sucede con la construcción de estadios cuyo costo de mantenimiento excede en mucho las posibilidades de los clubes, y que sirven, fundamentalmente, no para que las masas juveniles puedan practicar deportes, sino para presenciar como meros espectadores un espectáculo totalmente comercializado. Se planifican costosas autopistas y obras semejantes. Se dilapidan sumas gigantescas en la represión y el armamentismo belicista, al servicio de planes antinacionales. Y mientras tanto regiones enteras del país carecen de lo imprescindible para vivir, por lo que continúa el éxodo permanente de población del interior empobrecido, al litoral. ‘El éxodo anual de los riojanos anda entre los 1.700 y 2.000 habitantes, y prácticamente la mayoría es masculina’ declaró el gobernador de La Rioja, promoviendo un gran ‘escándalo’ porque dijo que, producto de esa situación, el 70% de los nacimientos en el interior de la provincia son extramatrimoniales, de madres solteras. El Mal de Chagas se extiende a todo el país, y la política de erradicación de ranchos, que tanta expectativa había creado en la provincia de Santiago del Estero por las demagógicas promesas oficiales, está parada por falta de fondos.
“Han conmocionado a la opinión pública las declaraciones oficiales sobre el estado sanitario, educacional, y del problema de la vivienda en el Gran Buenos Aires, en donde existen cifras de mortalidad infantil semejantes a la de los países más pobres del Tercer Mundo.
“Continúa la inflación. Somos el país del mundo con más alta tasa inflacionaria, con el 172,9 %, seguido a la distancia por Ghana, según datos oficiales del FMI. Continúa la depresión económica.
“Aparentemente la política de la dictadura procura ‘sanear’ la economía, castigando a las ‘empresas no rentables’ en general. Han dicho los defensores de esa política que: ‘algunas actividades obligadas a pagar tasas de interés reales, amenazadas por la importación y compelidas a pagar impuestos en forma puntual, no son rentables’. Y que en el futuro inmediato se producirá ‘una masiva liquidación de empresas’, ‘cambios irreversibles’.
“Si esto fuera así, simplemente, desde ya que no pueden causar extrañeza los resultados. ¿Qué otros resultados pueden conseguirse con una política de ‘libertad económica’ en plena época de reinado de los monopolios imperialistas?
“Pero ésta es sólo la apariencia de la política dictatorial. Refleja un aspecto parcial de la misma, tal cual la presentan los defensores de esa política. Pero a poco que se analice se verá, como dicen a veces esos propios sirvientes de la tiranía videlista, que ‘este proceso de resignación de recursos, no es ciego, porque ciertos sectores básicos -siderurgia, petroquímica, celulosa- tienen un tratamiento especial’ (Ver La Nueva Provincia, 30-7-78).
“Si a los rubros mencionados, agregamos carnes, energía, aluminio, y pesca, y aclaramos lo que los videlistas no pregonan, es decir, que los beneficiados por esta ‘resignación de recursos’ son, casi exclusivamente, los sectores de la trenza de testaferros y asociados al socialimperialismo soviético, se comprenderá bien cuál es la esencia de la política económica del videlismo y a quién beneficia. Y se entenderá por qué cuando existe una fiebre privatizadora, se expropia la Ítalo, pagando una jugosa indemnización que puede llegar a ser de más de 300 millones de dólares al grupo gelbardiano que la controla; grupo al que está asociado, en esa empresa, Martínez de Hoz. Y se comprenderá por qué sectores proimperialistas como el que representa Álvaro Alsogaray -compartiendo el rumbo 'libre empresista' de Martínez de Hoz- se lamentan a gritos por la política de éste, y exigen que se transfiera al sector privado las ‘grandes inversiones que el Estado intenta realizar en actividades básicas diversas (petróleo, gas, energía eléctrica, comunicaciones, siderurgia, petroquímica, etc.)’ y que se cancelen 'todos los proyectos desarrollistas' que insumen 'altas protecciones aduaneras, créditos y avales del Estado, ventajas impositivas y otros privilegios”. (La Prensa, 6-8-78).

Es particularmente grave en tal sentido la penetración soviética en el Proyecto del Paraná Medio y en áreas de gran importancia del programa energético, eslabón clave éste para el control de nuestra economía.
Y continúa el Comité Central de agosto:
“Agreguemos a las 'transferencias de recursos mencionadas, fabulosos negociados como los descubiertos en los manejos de bancos y financieras de este grupo; el escándalo de Telam y el contrabando de oro; las coimas por transferencias de empresas estatales; y los negociados en YPF y otras empresas estatales que controlan, realizados por la dictadura militar en beneficio de la misma trenza que ya hizo negocios fabulosos en épocas de Gelbard-Madanes, y tendremos un primer objetivo de la política dictatorial.
“El otro objetivo es el de realizar una gradual complementación entre la economía argentina y la de la URSS y sus satélites. Para ello la primer etapa es desamarrar la economía argentina de sus lazos de dependencia con la economía yanqui y europea. A ello apunta la llamada ‘atomización’ de mercados (es decir: la búsqueda de pequeños mercados que compensen la falta de los grandes mercados tradicionales) y la cada vez más estrecha ligazón económica con la URSS de nuestro comercio exterior (luego de tiras y aflojes durante 1977 el comercio con la URSS subió violentamente en 1978, superando los 400 millones de dólares las exportaciones a la URSS en el primer cuatrimestre del año). Esta política, por un lado, tiene aspectos positivos que satisfacen la presión de sectores nacionalistas e incluso tercermundistas, y por otro, prepara el camino para atarnos sólidamente al nuevo amo, lo que exige cambios serios en la estructura de la Argentina (ya que a la URSS le interesa en primer lugar la Patagonia y el control del Atlántico Sur; nuestros recursos pesqueros que ya devasta en la Antártida y según se ha denunciado sin ser desmentido, en zonas de soberanía nacional operando con base en Puerto Stanley en las Malvinas; lanas; cueros; carnes en conserva; provisión de armas; etc.). El otro objetivo vinculado a los planes del socialimperialismo en América del Sur, es el reequipamiento de nuestras FF.AA., con armas rusas. Ha trascendido sin ser desmentido, que se concretó la primera compra de armas a la URSS.
“La política de la dictadura de acumular reservas monetarias, a costa del endeudamiento externo y el hambre del pueblo, política que es uno de los motores de la inflación actual, le permite al videlismo disponer de fondos cuantiosos para grandes compras secretas de armas y equipos, algunas de las cuales ya se han realizado.
“Para todos estos fines antinacionales, entreguistas, y de guerra, la dictadura ha sacado miles de millones de dólares de los bolsillos de los asalariados, campesinos y sectores populares, y los ha traspasado a su presupuesto y a los bolsillos de los monopolios y terratenientes que la apoyan.”

La dolorosa realidad para la mayoría de los argentinos confirmó que estos análisis fueron totalmente justos. La dictadura que en su propaganda contra el gobierno peronista liderado por Isabel Perón manejó como uno de los argumentos centrales el desquicio de la economía y la inflación galopante, mostró con su plan económico su verdadero rostro. El desarrollo de éste durante esos años confirmó igualmente la caracterización que nuestro Partido había hecho de él y de quiénes eran sus principales impulsores y beneficiarios.
En estos años también nuestro Partido avanzó en un mayor conocimiento de la penetración del socialimperialismo ruso en el país. También de las importantes fuerzas del imperialismo inglés y otros, que operan en el país.

El cuarto hombre y el esquema de poder.
La instrumentación videlista del Campeonato Mundial de Fútbol,
el Comité Central de agosto. La lucha de nuestro Partido.
Valiosas enseñanzas. Oleada represiva

En mayo, luego de meses de lucha en las alturas, de rumores y trascendidos, de numerosas reuniones de la Junta Militar y de reuniones “ampliadas” en un clima de abierta deliberación, se definió finalmente que Videla sería el cuarto hombre y no el primero, y que Viola lo sucedería en la Comandancia en jefe del Ejército. Este fue designado con la oposición de varios jefes militares. Se abrió de este modo el recambio previsto de los tres Comandantes en jefe de las tres armas, el de Agosti por Graffigna, el de Massera por Lambruschini. Pero en el Ejército abrió una nueva y decisiva instancia en la lucha por su control. El videlismo, que logró hacer pasar la designación de Viola, se dispuso a desplazar a los opositores con motivo de los pases y ascensos de fin de año. Pero las disputas mostraron, a su vez, que si bien el violo-videlismo tenía la hegemonía, ésta era crecientemente disputada por fuerzas militares heterogéneas en sus posiciones, pero crecientemente preocupadas por los estrechos vínculos de la camarilla de Videla-Viola con los soviéticos y el P“C”.
En estos meses cobra fuerza un movimiento “crítico del proceso” alrededor de la figura de Massera. Este levantó un programa que incluía un cambio en la política económica, la publicación de la lista de los muertos, amnistía gradual, normalización sindical, creación de nuevos partidos políticos y convocatoria a elecciones en dos años como plazo máximo. Y comenzó a realizar viajes al exterior en busca de apoyo, presentándose como un opositor “dentro del Proceso de Reorganización Nacional”.
En abril se constituyó en Buenos Aires la Comisión Nacional de Solidaridad con Isabel Perón, en prisión desde marzo de 1976. Comisión que contó con la solidaridad de nuestro Partido. Y en el radicalismo, el creciente malestar por la política de colaboración y conciliación con la dictadura por parte de muchos de sus dirigentes, y también por los ataques permanentes de aquélla a “los políticos”, llevó a Balbín a declarar: “Yo no hice la venia a los Montoneros en el Operativo Dorrego. No quiero dar nombres, están las fotos”. En este período también se reactualizaron las negociaciones con los dirigentes sindicales con motivo de la reunión anual de la OIT. La ley de Asociaciones Profesionales, la libertad de numerosos dirigentes encarcelados, la normalización sindical y salarios, fueron temas que no pudieron omitirse y tomaron estado público. La presión de los soviéticos que requirieron la concurrencia a la OIT para acrecentar fuerzas en ella y mejorar la imagen de una dictadura a la que respaldaban, fue aprovechada por algunos dirigentes sindicales para avanzar en sus reclamos.

El Campeonato Mundial de Fútbol
Pero el hecho que estuvo en el centro de la situación política nacional fue la realización del Campeonato Mundial de Fútbol que se realizó durante el mes de junio en varias ciudades del país.
El general Merlo sintetizó la opinión de la dictadura antes del Mundial afirmando que era “conveniente políticamente organizarlo”. En ello coincidieron y se unieron nuevamente todas las fuerzas del frente dictatorial. La dictadura se propuso utilizar el Mundial para contrarrestar, la “mala imagen” internacional; distraer la atención de las masas populares de los graves problemas económicos y sociales que la agobian; y, sobre todo, para montar una gran campaña nacionalista que contribuyese a crear el clima necesario para la posible guerra con Chile y otras provocaciones en el Cono Sur. Los éxitos deportivos del Seleccionado fueron, a su vez, instrumentados posteriormente para reforzar tales objetivos.
Como señaló el Comité Central de agosto:
“Objetivamente el torneo se transformó en un instrumento de batalla entre la dictadura y la oposición. Una batalla semejante a la del nazismo y el fascismo, por un lado, y la oposición por otro, frente al Mundial de fútbol en Italia en 1938, y a las Olimpíadas en Alemania en 1936. Cada éxito balanceado por la dictadura era, objetivamente, un golpe a la oposición. Desde este punto de vista, la dictadura obtuvo un éxito frente a la oposición nacional e internacional con la realización del Mundial y los resultados del mismo. ¿Por qué decimos que consiguieron un éxito?:
a)    Primero, porque pudieron realizarlo pese a la campaña internacional contra la participación en el torneo. En la campaña internacional de boicot hay que distinguir a quienes la impulsaron como instrumento de denuncia de la dictadura argentina, y contribuyeron, con ella, a desprestigiar a la dictadura, ayudando así a la clase obrera y al pueblo argentinos que luchan contra esta tiranía, de quienes boicotearon al Mundial de palabra y, en los hechos, durante su realización le dieron tregua a la dictadura, y cuidaron que el boicot no triunfase porque, de hacerlo, se hubiese creado un grave precedente para realizar las próximas Olimpíadas en Moscú.
b)    En segundo lugar, tanto Videla como los otros jerarcas de la dictadura, que desde 1976 no podían pisar una cancha de fútbol, pudieron presenciar cuantos encuentros quisieron ver; ayudados en esto, en forma decisiva, por la composición social predominante en las tribunas pero, sobre todo, por el clima de 'unidad nacional´ que supieron crear.
c)    En tercer lugar lograron instrumentar políticamente la consigna de 'Argentina-Argentina’, como consigna unificadora de la opinión pública, en momentos en que preparan la guerra contra Chile. Los más optimistas, como Cerón en La Opinión balancearon que con el Mundial de Fútbol ‘se cerró la etapa abierta con el Cordobazo’. Desde ya: una conclusión ridícula pero demostrativa de la alegría de los videlistas.
d) Lograron concentrar algunos miles de estudiantes secundarios en la Plaza de Mayo vitoreando a Videla, y lograron confundir, al menos transitoriamente, a sectores juveniles de la pequeña burguesía, en torno a la dictadura.
“El éxito fue relativo porque:
a)    Internacionalmente se aprovechó el Mundial para reforzar la campaña de denuncia de los crímenes del videlismo. En esto jugó un papel fundamental el Movimiento de Familiares de Secuestrados y Detenidos con sus históricas concentraciones en Plaza de Mayo, que fueron demostrativas de la combatividad y el coraje de nuestro pueblo, en especial de sus mujeres.
b)    Las grandes masas populares no confundieron su entusiasmo deportivo con el apoyo a la dictadura. Aunque ésta, objetivamente, pudo instrumentar propagandísticamente, gracias al extraordinario control de los medios públicos de difusión, esas manifestaciones, y confundir momentáneamente a algunos sectores, hubo demostraciones de repudio al videlismo en la Capital y en todo el país en esas mismas concentraciones.
e)    El Mundial pasa y los problemas quedan. Incluso los problemas tremendos que sufre el deporte nacional. A la semana del Mundial numerosas luchas demostraban esto.
“El conjunto de las fuerzas opositoras a la dictadura sufrió un golpe con el Mundial. En general la oposición subestimó al videlismo prosoviético como viene sucediendo desde antes de marzo de 1976. Algunos llegaron a pensar que incluso iban a poder instrumentar contra el videlismo las manifestaciones de alegría por el triunfo del seleccionado nacional, subestimando totalmente el gigantesco aparato publicitario que manejan los sectores prosoviéticos en la Argentina y su enorme influencia sobre la opinión pública. Otros solo vieron el aspecto deportivo del Mundial y despertaron asombrados cuando la dictadura hizo girar la política nacional en torno al evento deportivo. En las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas existe una tendencia permanente a conciliar con el fascismo y el socialimperialismo. Esta tendencia es reforzada por el desconocimiento real de la esencia del socialimperialismo y de su carácter fascista.”

La lucha de nuestro Partido
Nuestro Partido fue denunciando desde el inicio la instrumentación política y los negociados económicos que hizo la dictadura con la preparación del Mundial, al realizar gastos inmensos e innecesarios para beneficiar a una minoría afín a la camarilla videlista.
No nos planteamos la consigna del boicot, porque no correspondía a la correlación de fuerzas en el país; pero sí, aprovechar también el Mundial para que nuestro pueblo manifestase su odio antidictatorial y mostrase ante el mundo la verdadera realidad nacional. Esa línea se expresó en la consigna: “¡Viva la Argentina, abajo la dictadura y su trenza en el fútbol!”. Y luego durante el Mundial en la consigna: “¡Viva Argentina, abajo la dictadura!” A mediados de 1977 hubo un debate en el Partido en torno a este problema.
Existían opiniones que negaban la hegemonía de los sectores prorrusos en el fútbol profesional, importantísimo terreno de lucha por la dirección de las masas y fuente de importantes negocios y capital político. Se dio batalla a esta opinión uniendo la lucha antidictatorial a la lucha contra la trenza prorrusa en el fútbol, y dando así combate, también en este terreno, al enemigo principal.
En determinado momento, a partir de la indudable vinculación de Menotti con las fuerzas videlistas, algunos compañeros unieron la crítica a la trenza prorrusa con opiniones contrarias al estilo de juego impulsado por Menotti, metiéndose en el debate específico sobre el mismo y uniéndolo, esquemáticamente, a la lucha política general. Esto facilitó que, defendiendo ese estilo de juego, muchos compañeros subestimaran la instrumentación del Mundial por la dictadura y la fuerza de su trenza en el fútbol. Esta discusión se resolvió bien con la consigna aprobada entonces, y con el contenido general de la propaganda que unió, al debate coyuntural sobre el Mundial, el debate programático sobre los problemas de fondo del deporte en la Argentina.
La lucha de líneas en el Partido alrededor de la cuestión Beagle que se desarrolló desde el verano, tiñó la lucha de opiniones y de líneas que se exacerbó al inicio del Mundial.
Alrededor de la lucha contra la instrumentación política de éste fue hacia donde se desplazó en esos momentos el centro de la lucha antidictatorial y el centro de la lucha contra los preparativos belicistas en torno a la cuestión del Beagle. Al centrar sólo en lo democrático nuestras denuncias, y no articular un plan general que demostrara los verdaderos designios de la dictadura, que realizó el Mundial para mejorar su imagen, pero sobre todo para impulsar el chovinismo con vistas a la guerra con Chile, y al centrar principalmente nuestra propaganda y trabajo con miras al exterior y no en las grandes masas, se favoreció el surgimiento en el Partido de una tendencia que sólo veía el carácter festivo y deportivo del Mundial. Tendencia que no impulsaba la campaña de denuncias, de agitación y de propaganda planificadas, pretextando atacar errores reales o supuestos de esa campaña, o subrayando diferencias parciales, pero atacando la esencia de la línea del Partido para el Mundial, y cediendo y conciliando con la propaganda de la dictadura que ya comenzaba a influenciar a sectores considerables de la burguesía y la pequeña burguesía.
Todo ello se vio reflejado en el Comité Central del 1 y 2 de junio.
La presión oportunista de derecha creció con fuerza ante la creciente instrumentación de los sentimientos patrióticos de las masas por parte de la dictadura, y llegó a ser predominante.
La difícil situación inicial fue corregida en lucha contra ella y nuestro Partido fue la fuerza política que desarrolló la principal actividad de denuncias en torno al Mundial, impulsando las actividades del movimiento de familiares de desaparecidos y detenidos, realizando varias manifestaciones en esas semanas, contribuyendo a la realización de la conferencia de prensa por la libertad de Isabel Perón, entregando testimonios sobre la represión y la situación argentina a medios periodísticos.
Esto fue así porque sobre la finalización del Mundial, dando batalla a las ideas de conciliación, el Partido logró en algunos zonales derrotarlas y salir a las masas, obteniendo resultados muy favorables que repercutieron positivamente en toda la actividad partidaria. Allí donde se cedió a la presión oportunista de derecha, el Partido quedó paralizado.

Valiosas enseñanzas
La situación vivida por el pueblo en el mes de junio y parte de julio, y la lucha librada, dejaron al Partido valiosas enseñanzas. Entre ellas que la “resolución no totalmente acertada de la denuncia de la dictadura y de su instrumentación del Mundial, en nuestra línea general, estuvo determinada por la subestimación de la dictadura y de sus posibilidades de crear un movimiento socialfascista de apoyo, aprovechando, para ello, el control del aparato estatal, el monopolio de los medios de difusión, y el apoyo internacional y nacional del socialimperialismo.”
En el Comité Central de agosto se batieron las posiciones que se resistían a determinar con claridad que éste era un gran objetivo del videlismo. Era tras el seudo nacionalismo, y tras levantar hipócritamente la bandera de la soberanía, que la dictadura buscaba articular dicha corriente de apoyo.
Otra enseñanza fue que: “La subestimación de la dictadura y sus posibilidades de instrumentación de masas dificultó la lucha, durante el Mundial, contra la principal desviación en el Partido: la que sobreestima táctica y estratégicamente al videlismo, desconfía de la capacidad revolucionaria de las masas, cae en el pesimismo e incluso en la deserción frente a la dura, difícil y cruenta lucha antidictatorial. Una desviación alimenta a la otra. Pero la más grave, la predominante, especialmente por ser predominante en las capas medias y presionar desde allí al Partido, es la que cediendo a la propaganda dictatorial cae en el pesimismo histórico respecto de la revolución y el comunismo.”
Igualmente, que la dictadura iba a tratar de repetir lo acontecido en esas semanas en los meses subsiguientes en relación al conflicto con Chile.
La experiencia demostró también que los golpes represivos al Partido y las difíciles condiciones en que debía actuar, habían debilitado sus vínculos con el proletariado industrial y rural. Esto se reflejaba en el crecimiento en sus filas de la presión política conciliadora, propia de la inestabilidad y de las vacilaciones de la pequeña burguesía en momentos difíciles.

Oleada represiva contra nuestro Partido. Zona Oeste y La Plata
En relación a la realización del Mundial, la dictadura desató en estos meses una nueva oleada represiva contra nuestro Partido en el Gran Buenos Aires y La Plata.
En los primeros meses del año se reactivó en el Complejo 17 la lucha en defensa de las viviendas ocupadas en el período de la dictadura de Lanusse. Y por la reorganización y dirección del Cuerpo de Delegados y la Comisión Vecinal. No obstante la represión de sus más destacados dirigentes, los habitantes del Complejo dieron batalla contra los intentos de imponer una dirección colaboracionista en los mismos, y unieron esa lucha al desarrollo de la movilización popular por la libertad de Cirila Araujo, detenida desde marzo de 1976, y en contra de su expulsión del país decretada por la dictadura el 7-3-78. A fines de marzo los vecinos organizaron una misa en la Catedral de San Justo a la que asistieron 800 personas. Posteriormente a ella se desató una brutal represión. Son secuestrados Norberto Liwski, Aureliano Araujo y decenas de compañeros. Torturados bestialmente durante semanas, la movilización logró hacerlos aparecer en una comisaría del Gran Buenos Aires. Posteriormente se decretó la expulsión de Aureliano Araujo del país.
En agosto se desató también una oleada represiva en La Plata con motivo de la acción política de nuestro Partido con respecto a la instrumentación videlista del Mundial. Son allanados decenas de domicilios y secuestrados: Rodolfo Tiscornia y Diego Barreda. Estos luego de torturas brutales, fueron también reconocidos como detenidos.
En septiembre son secuestrados en Buenos Aires los universitarios Miguel Ángel Spinella y Daniel Bendersky y hasta el momento se carece de noticias sobre ellos.
En este período también se desarrollaron numerosos golpes represivos que nuestro Partido logró superar, pero la situación de represión tornó mucho más difícil su labor en el seno de las masas.
Toda esta situación se vio reflejada en la realización de la 10a. Campaña Financiera. Esta cumplió los objetivos trazados aunque no alcanzó el número de aportistas planificados. Y también en la dificultad por llevar adelante los planes de crecimiento orgánico planteados.
En estos meses, nuestras organizaciones realizaron una intensa discusión del Balance de trabajo realizado sobre la base de las resoluciones aprobadas por la Comisión Política del 15-7-78 y del Comité Central de agosto. Esta discusión adquirió una gran importancia porque permitió cohesionar al Partido, y unificarlo en un grado superior, para enfrentar la campaña belicista que desató la dictadura y que desde entonces ocupó el centro de la situación política nacional. Al mismo tiempo puso de relieve la persistencia en el Comité Central de criterios liberales que dificultaron y demoraron el necesario debate.
En todo este período se avanzó también en la mayoría de nuestras organizaciones en la campaña de estudio de las principales obras filosóficas de Mao Tsetung.

Sobre el décimo aniversario de nuestro Partido
Durante todo el año 1978, nuestro Partido realizó actividades conmemorativas del 10° Aniversario de su fundación, el 6 de enero de 1968.
Con tal motivo se publicó en Teoría y Política en el mes de junio, un trabajo de Rosendo Irusta sobre el tema, que sintetizó la experiencia revolucionaria del conjunto del Partido en estos diez años de lucha.
En él se analiza:
*    Cuál era la situación internacional y nacional durante el período en que se fue gestando la corriente opuesta a la camarilla revisionista dirigente del P“C” y la FJC (1962-67) y en el momento en que esa camarilla impide la discusión y expulsa a miles de militantes, originándose así el proceso que conduce a la constitución del PCR el 6 de enero de 1968.
*    El proceso por el cual nuestro PCR nació luchando contra la dictadura proyanqui de Onganía y ocupó un destacado puesto de combate en la primera fila de la lucha antidictatorial durante todos esos años (1968-1973). La táctica política y participación de nuestro Partido en el proceso político de nuestro país desde entonces hasta nuestros días.
*    Analiza brevemente la historia del movimiento obrero argentino y de sus corrientes, en especial la historia del PC.
*    Sobre los hitos principales de estos diez años de lucha por ir dominando el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung, en lucha contra el revisionismo, y por ir integrándolo con la práctica de la revolución argentina, señala:
“El proceso de estos diez años ha sido complejo. Difícil. Debido principalmente, al hecho de que los cuadros que integramos el grupo dirigente del Partido estábamos lejos de dominar el marxismo-leninismo, y arrastrábamos el fardo de fuertes concepciones revisionistas en lo político, lo ideológico, y lo orgánico. Por lo tanto cometimos errores oportunistas de ‘izquierda’ y de derecha.
“Durante mucho tiempo no comprendimos la justeza de la definición del camarada Mao Tsetung, en 1964, cuando caracterizó a la URSS como socialimperialista. Y, aún cuando más tarde definimos al socialimperialismo como tal, tardamos mucho tiempo en comprender su esencia. Este fue el motivo de fondo de nuestros errores ‘izquierdistas’, porque nos impedía ver con claridad quiénes son los enemigos de la revolución, y quiénes los amigos, nos empujaba al trotskismo en la polémica con el P“C” y con el terrorismo pequeñoburgués, y nos impedía tener una correcta política de unidad con la burguesía nacional que resiste la penetración socialimperialista.
“Entre los mojones de desarrollo de la línea del Partido creo que se pueden mencionar:
*    “El Primer Congreso. Este definió la clase social a la que pertenecería el Partido: el proletariado. En polémica con el trotskismo se guió por una 'definición esencialmente correcta’ del tipo de revolución que había sido formulada en sus Tesis previas, como señaló el informe al Congreso (en contradicción y polémica con otras resoluciones del propio Congreso). Adoptó una definición esencialmente correcta del tipo de partido y del camino de la revolución argentina. Hizo un análisis fundamentalmente correcto de las grandes luchas obreras y populares de 1969. Todo esto en el fragor de una dura lucha de líneas. El Congreso derrotó la línea que pretendía transformar al Partido en una organización foquista de la pequeña burguesía, y a la línea que concebía a la revolución como el acto final de un largo proceso, a cuenta gotas, que combina economismo y pedagogismo doctrinario. Ese Congreso fue iluminado por el análisis de las más grandes luchas de masas que conoció la Argentina en lo que va del siglo, lucha en la que el proletariado jugó el rol principal. Por ello una línea en lo fundamental correcta pudo triunfar en ese Congreso.
    “Antes del Primer Congreso, el entonces llamado Comité Nacional del Partido, a partir del análisis de la situación internacional caracterizada por grandes luchas de masas, entre las que se pueden mencionar la resistencia del pueblo vietnamita, la Gran Revolución Cultural Proletaria, el Mayo Francés; las luchas estudiantiles en Brasil, Méjico y otros países; las luchas del pueblo negro en los EE.UU., etc., y analizando la situación política nacional en su perspectiva de desarrollo, aprobó el llamado “Informe de Noviembre”, del año 1968, informe que jugo un papel importante en la ubicación política del Partido en las grandes luchas que sobrevinieron al poco tiempo.
    “También es importante mencionar la posición del Partido de repudio a la invasión soviética a Checoslovaquia. A partir de ella rompimos amarras con la URSS.
*    “Otro mojón importante fue la reunión de la Conferencia Permanente del 15 y 16 de agosto de 1970. Esta Conferencia fue precedida por la ocupación de fábrica de los obreros de Perdriel, en Córdoba, que abrió el proceso más avanzado del proletariado argentino en los últimos años. Como señaló entonces una publicación burguesa, la caída del jerarca sindical Torres: ‘comienza cuando el 12 de mayo los militantes de la agrupación 1° de Mayo (izquierdistas) ocupan Perdriel, la matricería de IKA-Renault’.
    “La mencionada reunión de la Conferencia Permanente dio polémica exitosa contra el terrorismo pequeño burgués, que había comenzado a actuar con acciones de gran repercusión, y contra la corriente que lo apoyaba en el seno del Partido.
    “Esa polémica ya se había iniciado antes del Primer Congreso, en lucha contra el grupo provocador, prosoviético, de Zárate. El análisis de luchas como el Cordobazo, Rosariazo, la lucha de Perdriel, etc, facilitó esa polémica. Hasta ese momento el poderío de los jerarcas sindicales propatronales, que llevaban al proletariado de derrota en derrota, y de claudicación en claudicación, parecía inconmovible, y la creación y desarrollo de una corriente proletaria comunista, que fuese la columna vertebral de la liberación nacional y social, aparecía como una utopía. El camino insurreccional de masas también aparecía como utópico antes de esas grandes luchas que bocetaron el camino de la revolución argentina.
    “El Segundo Congreso. Por un lado estuvo impregnado de concepciones ‘izquierdistas’, sectarias, y de un análisis incorrecto de la esencia del lanussismo, al que considero proyanqui. Por otro lado definió a la URSS como socialimperialista, y adoptó una posición muy cercana a las posiciones del PC de China, posiciones, éstas, que facilitaron, posteriormente, el avance del Partido en una dirección correcta. Desde poco antes del Primer Congreso se venían creando las condiciones para esto a través de un análisis más ajustado del período de Stalin y de una valoración positiva de la Revolución Cultural Proletaria. El Segundo Congreso analizó las experiencias del Chocón, Banco Nación, Talleres Municipales, Perdriel, y especialmente la del SITRAC-SITRAM de FIAT (Córdoba), valorando el rol de los cuerpos de delegados en el proceso de democratización del movimiento obrero y su posible transformación en órganos de doble poder en momentos de crisis revolucionaria.
    “También trazo la táctica de los movimientos de recuperación sindicales, que triunfaría poco después entre los mecánicos cordobeses.
    “El triunfo del MRS en las elecciones del SMATA Córdoba colocó al Partido a la cabeza del frente único sindical del destacamento más avanzado del proletariado argentino. Se inició así un proceso de democratización sindical no conocido anteriormente en el país (con permanente consulta a las masas, con un elevado papel de los cuerpos de delegados, con rotación de los dirigentes sindicales en sus puestos de trabajo, con una línea de unidad obrera y de unidad con el campesinado pobre, y el pueblo, etc.). Este proceso permitió al Partido dar un gran paso adelante en su vinculación con las masas obreras en todo el país.
    “Delegación a China en 1972. Allí se reconoció al PCR como partido hermano, marxista-leninista, del PC de China. La rica experiencia de los comunistas chinos nos ayudó a repensar nuestra propia experiencia, así como los aportes del PC de China en la lucha antirrevisionista nos ayudaron a desprendernos de muchas concepciones erradas.
    “Luego del regreso de esa delegación se abrió la polémica contra la teoría del capitalismo dependiente -que era el principal yugo teórico que nos obligaba a recorrer aún caminos que prefijaba el socialimperialismo- y contra concepciones filosóficas, históricas, artísticas, de tipo revisionista.
    “Estas experiencias, y el hecho de la creciente resistencia al Gran Acuerdo Nacional, llevaron al Partido a movilizarse junto a las masas peronistas, el 17 de noviembre de 1972, al regresar al país el Gral. Perón.
    “La posición de voto en blanco en las elecciones de marzo de 1973, como ratificación de una línea revolucionaria para el derrocamiento de una dictadura que se bamboleó ante un posible Argentinazo hasta poco antes de entregar el gobierno. El voto en blanco tal y como fue planteado por el CC del Partido, unido a una línea de unidad con las masas peronistas, con las que estuvimos de nuevo juntos en las calles el 11 de marzo a la noche, fue una lucha en dos frentes: contra el extraparlamentarismo izquierdista, que era muy fuerte en el Partido y hacia el que nos presionaba además el acuerdo con Vanguardia Comunista en el F.R.A. y contra el seguidismo a la burguesía.
    “El Tercer Congreso, que adoptó el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung como base ideológica del Partido, y un programa esencialmente correcto; y la posición antigolpista del Partido desde fines de 1974, hitos ambos que son analizados extensamente en el “Balance del trabajo del Partido luego del Tercer Congreso”.

Y luego de fundamentar la validez de las enseñanzas marxistas-leninistas-pensamiento Mao Tsetung sobre el papel de la teoría, del partido, sobre el internacionalismo proletario y la experiencia en la lucha contra el socialimperialismo y sus agentes, en relación a las enseñanzas más generales de la experiencia recorrida por el Partido, puntualiza:
*    Practicar y defender el marxismo-leninismo. Sin esta guía el Partido es como un barco sin timón.
*    Tener siempre presentes los intereses del proletariado.
*    Practicar una justa política de Frente Único y no claudicar en la lucha por la insurrección liberadora.
*    En cada momento táctico tratar de analizar el conjunto de la situación, no solo nacional sino también internacional.
*    Practicar la línea de masas y buscar la verdad en los hechos.
*    Practicar los tres sí y los tres no a los que hemos hecho referencia anteriormente.
*    Educar al Partido en el principio de lucha dura y vida sencilla, forjando cuadros cuyo objetivo supremo en la vida sea el triunfo de la revolución y el comunismo.

La situación luego del Mundial.
El movimiento sindical. Crisis en el gabinete.
La ofensiva belicista de la dictadura. Momento muy difícil

Posteriormente a junio, la abierta instrumentación del Mundial por el videlismo estimuló la actividad de la oposición.
Con motivo del 4° Aniversario de la muerte del general Perón, el movimiento peronista realizó una concentración en la Chacarita con la participación de más de 10.000 personas. Nuestro Partido, invitado especialmente por la comisión organizadora, participó con una delegación central y delegaciones de zonas. Los actos celebratorios mostraron al peronismo unido en torno a la dirección de Isabel Perón. Y el fracaso, luego de más de dos años, de los intentos de la dictadura por dividirlo, y también la firmeza de Isabel Perón, quien no obstante la cárcel y todo tipo de maniobras contra su liderazgo, impulsó al peronismo a la lucha antidictatorial.
En este período adquirieron también amplia difusión nacional e internacional las actividades de la Comisión Nacional de Lucha por su libertad, comisión a la que adhirió desde su fundación nuestro Partido.
En el movimiento obrero se fortaleció la “Comisión de los 25” luego de su presencia en Ginebra, en donde hizo un discurso opositor y combativo. La dictadura, para no agravar su aislamiento internacional, tuvo que permitir que esa delegación viajara a Ginebra, pero posteriormente, cuando se constituyó un Movimiento Sindical Peronista y exigió diversas reivindicaciones económicas y políticas, el videlismo apuró su maniobra de división del movimiento sindical, utilizando para ello los servicios de un viejo infiltrado del P“C” en el peronismo -Diz Rey-, y de conocidos hombres del frigerismo como Triaca a los que se sumó Guerrero de la UOM. Constituyeron la “Comisión de Gestión y Trabajo” e impulsados por Viola empujaron la división sindical. Estos pasos tendientes a crear una estructura sindical sumisa a sus planes de convergencia cívico-militar, crearon una grave situación. Ya a mediados de 1976 impulsaron la “Comisión de Enlace” a través de Otto Calace. Pero naufragó cuando en un plenario de 60 organizaciones, a la propuesta de Calace de “abrir un diálogo constructivo con el interventor a la CGT coronel Pita”, la mayoría de los sindicatos opusieron un programa de cinco puntos: Aumento de salarios, derogación de la Ley de prescindibilidad, libertad a detenidos sin causa ni proceso, defensa de la Ley de Asociaciones Profesionales y normalización de los sindicatos intervenidos.
A fines de 1976 apareció nuevamente una propuesta colaboracionista a través de la “Comisión de los 7”, constituida por un representante de cada una de las 7 comisiones que organizaron los interventores de la CGT. Esto provocó, como respuesta, el documento de los “62 gremios” que refirmó los 5 puntos anteriores y la solidaridad con Luz y Fuerza.
En 1977, en un plenario de secretarios generales, los “25” se constituyeron como conducción del movimiento obrero, y rápidamente fueron reconocidos internacionalmente. Los “25” levantaron un programa que desarrolló los 5 puntos antedichos, y ante los condicionamientos de la dictadura decidieron en 1977 no concurrir a Ginebra a la asamblea anual de la OIT. Esto significó un traspié para la camarilla de Videla-Viola. En 1978 no pudieron impedir que ese programa se conociera internacionalmente en la OIT pero, a través de ir copando posiciones, sobre todo en la UOM, lograron dar un serio impulso a sus planes de división y de colaboracionismo traidor.
La huelga nacional ferroviaria
En esos meses posteriores a junio, no obstante la represión, los interventores militares en los sindicatos, los dirigentes colaboracionistas y la desorganización de gran parte de los cuerpos de delegados, se produjeron nuevas e importantes luchas del movimiento obrero. La reanimación operada a fines de 1976 y su avance durante 1977, que fue contenido en parte por la ofensiva desatada en verano y por la instrumentación del Mundial, volvió a manifestarse en la segunda mitad del año y nuevos paros por mejoras salariales se desarrollaron en Mercedes Benz, Good Year, contratistas de Acindar en Villa Constitución, en Santa Isabel en Córdoba, en el Swift de La Plata, en Rosario, etc. Los portuarios con el apoyo solidario del personal contratado y con los capataces de estibadores, luego de 50 días de lucha consiguieron un 40% de aumento sobre el básico, y un triunfo que estimuló a todo el movimiento obrero. Decenas de fábricas lucharon y consiguieron mejoras salariales, y sobre el final de noviembre nuevamente el gremio ferroviario desató una huelga nacional que golpeó frontalmente al colaboracionismo y a la dictadura. Iniciada espontáneamente, adquirió una masividad extraordinaria. El paro se inició en Plaza Constitución y se extendió rápidamente al San Martín y a la línea Tigre del Ferrocarril Mitre. El ambiente de lucha se generalizó a todo el gremio, realizándose en ese día reuniones, discusiones e improvisadas asambleas en todas las líneas. Pasando por sobre la dirección, numerosas seccionales de La Fraternidad decidieron parar para el día siguiente 22 de noviembre. A partir de ese momento, el paro se extendió a las 6 líneas, a los talleres, y cubrió todo el país. Más de 130.000 trabajadores ferroviarios, frente a sus salarios de hambre que oscilaban entre 7 y 15 millones, frente a la política de liquidación de la empresa nacional de ferrocarriles, se unificaron nuevamente en una huelga que conmovió al país. La dictadura acusó el golpe y buscó por todos los medios que se levantara el paro. La unanimidad de éste, la simpatía del pueblo y el apoyo de fuerzas políticas populares, en momentos en que el videlismo estaba concentrado en lograr la “unidad nacional” para la guerra con Chile, y se aprestaba a recibir al Rey de España, la colocaron ante un serio problema político. Las amenazas con la ley fascista 21.400, los despidos sin indemnización, las detenciones de dirigentes, no surtieron ningún efecto; al contrario, a partir de ello, la masividad fue mayor. En esta situación, la dictadura tuvo que liberar a dirigentes de la Asociación de Señaleros ferroviarios y negociar. Se logró así un acuerdo en torno a: 1) Cese de detenciones y cesantías de huelguistas. 2) Libertad de los detenidos. 3) Reincorporación de los despedidos. 4) Constitución de una Comisión con representación gremial para acordar un aumento salarial. Se lograron así parcialmente los objetivos en lo económico, pero políticamente significó un triunfo contra la dictadura. Esto reflejó Videla, quien declaró el 23 de noviembre que las medidas de lucha adoptadas por los ferroviarios “afectaron el bienestar de la comunidad, implican un desafío a la paz que este gobierno desea firmemente consolidar y pueden atentar en estos particulares momentos contra la seguridad nacional”.

La organización de las agrupaciones clasistas y antidictatoriales
En este proceso de lucha se puso de relieve que nuestro Partido había comenzado a dominar mejor las formas de acción bajo el fascismo, pugnando por ser vanguardia en la lucha y derrotando el erróneo criterio de “encabezar” las luchas. En estas circunstancias las masas llevaban a “encabezar” a quienes querían probar, y sobre todo a quienes, por carecer de antecedentes gremiales y políticos, le era al enemigo de clase más difícil reprimir. Igualmente, a construir fuerza clandestina, a que lo conocido sirviera a lo fundamental, es decir a lo secreto, derrotando las concepciones reformistas que conciben la clandestinidad como un período de transición y de lucha por ser “legales”; de tal forma que en las luchas, siempre se construye una fuerza que termina estando al alcance del golpe represivo del enemigo en el momento en que éste lo crea posible y oportuno. Y sobre todo puso de relieve, como se había señalado en el Comité Central de febrero, que es una cuestión clave para poder realizar un eficiente trabajo de masas en las condiciones del terror fascista, la organización de agrupaciones clasistas y antidictatoriales amplias. Son claves para que “los sindicatos, cuerpos de delegados, sean instrumentos de las masas para la lucha por sus reivindicaciones, para organizar el combate contra la dictadura y avanzar en su derrocamiento revolucionario”. Esto se desarrolló en el Partido contra concepciones que tendían a diluir erróneamente nuestras agrupaciones en nombre de “la unidad” con el peronismo, o con sectores del peronismo. Sin observar que, como señaló René Salamanca en su “Carta a los compañeros trabajadores”, de agosto de 1975: “El verdadero clasismo no diluye la política detrás de la ‘unidad’ ni de las ‘reivindicaciones’, pelea en cambio por los objetivos concretos del proletariado a la cabeza del combate por la liberación”. Y que el fortalecimiento de las agrupaciones antidictatoriales en las secciones, fábricas, y gremios, el desarrollo de una vida política y sindical propia, de su propaganda, finanzas y organización, es un elemento decisivo para la lucha por esa unidad y para la política de frente único en la clase obrera. Igualmente, un decisivo instrumento de educación política e ideológica clasista de los obreros más combativos, de vinculación de nuestras células con las masas, y para la construcción de células. Es por esta cuestión por donde pasó y pasa aún una comprensión profunda o no de nuestra línea política y nuestra estrategia revolucionaria. Esta polémica permitió avanzar al Partido, pero iba a continuar hasta el presente.

Crisis en el gabinete
En este período también se produjo una grave crisis en las alturas, una crisis en el Gabinete que expresó “la división existente en las FF.AA. en la hora más difícil de la nación histórica, cuando menos durante el siglo XX”. (La Nueva Provincia, 5-11).
El Gobernador de Misiones se subordinó al jefe de su arma y no al Presidente, el Ministro de Relaciones Exteriores quedó marginado de las negociaciones con Chile y renunció; con estos hechos se desató la grave crisis en las alturas que continuó en un nuevo plano las disputas en torno a la preparación de la guerra con Chile, al esquema de poder y al futuro “plan político” de la dictadura. El trasfondo de la crisis fue la gravísima situación nacional a la que había sido conducido el país. “Hay que buscar hombres que saquen a la nación de la crisis internacional más grave desde las luchas por la independencia” reclamaba el 1-11 un componente del frente dictatorial como es el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, alarmado por “el detonante fracaso de nuestra diplomacia ante Brasil” y el “alejamiento de Bolivia respecto de Buenos Aires”. Y aunque fuese celosamente ocultado por el videlismo, por el aislamiento general en el plano internacional en que se encontraba la dictadura, por su política de represión y provocación belicista. El trasfondo de la crisis de gabinete estuvo determinado, aunque con mucha confusión en torno a los preparativos belicistas, por la creciente resistencia popular a su política de hambre y represión, hecho que agudizaba las contradicciones interimperialistas y las disputas en el seno de la dictadura. La crisis se resolvió sobre la base de un gabinete “duro” que reflejó el delicado equilibrio de fuerzas que componían el frente dictatorial con la hegemonía de la camarilla de Videla-Viola. Principalmente sobre la base de proseguir con la política belicista. Este objetivo utilizado por la dictadura para postergar sus crecientes dificultades y agrietamientos y reforzar toda su política antipopular.

La ofensiva belicista de la dictadura. Momento muy difícil
Pero lo que tiñó toda la situación política nacional luego de junio fue la ofensiva belicista de la dictadura alrededor de la cuestión del Beagle. Particularmente luego del fracaso de las negociaciones, cumplido el plazo de 6 meses que Videla y Pinochet habían acordado en febrero. La dictadura, estimulada por sus logros políticos durante el Mundial, comenzó a enfilar todos sus esfuerzos en torno al problema limítrofe con Chile. Desato así una intensísima campaña de propaganda belicista, so pretexto de defender la “soberanía nacional”. Y comenzó a tomar medidas concretas. Adquirió armamento en una proporción desconocida hasta el presente, comenzó a incorporar a filas a varias clases, movilizó tropas en gran escala hacia el sur, generalizó ejercicios de oscurecimiento y la preparación civil para la guerra en todo el país. Impuso la más severa censura en la prensa, la radio y TV, inundó las escuelas con su propaganda, desató verdaderos progroms contra residentes chilenos y fue creando hacia fines de año un clima bélico desconocido en el país hasta entonces.
El movimiento popular atravesó así un momento muy difícil. Igualmente nuestro Partido. Relativamente aislado por las vacilaciones de las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas frente a la campaña seudo nacionalista del videlismo, en una situación de mucha confusión en las masas, sobre todo juveniles, reprimido en el Gran Buenos Aires y La Plata y debilitado en sus vínculos con el movimiento obrero por tres años de dura represión. En esta situación, nuestro Partido se dio a la tarea de mantener firmemente la bandera antiimperialista y antidictatorial de paz y unidad con el pueblo chileno. La discusión del balance del Mundial significó un valioso instrumento para ello y para avanzar en su cohesión interna; y el Mes de la prensa reflejó un notorio avance en su trabajo.
Al igual que en estos tres años de dictadura fascista, Nueva Hora, que fue y es el único periódico antidictatorial nacional que circula clandestinamente en el país, desempeñó un papel decisivo en lo político-ideológico, así como en la construcción organizativa. Al mismo tiempo, su aparición regular, así como la publicación de numerosos materiales, puso a prueba una vez más, la firmeza y abnegación de los camaradas que garantizaron su impresión, difusión y cobro.

La lucha por la paz con el hermano pueblo de Chile
Revés de la dictadura

El repudio a la guerra comenzó en las masas en los meses de agosto-septiembre, en las capas más explotadas del proletariado. Comenzó a expresarse a través de comentarios opositores en las fábricas, en plataformas del movimiento sindical, como la de los obreros ferroviarios en varias seccionales, y en pronunciamientos de sindicatos. A esto contribuyó en forma apreciable la labor de nuestro Partido. Tuvo particular importancia la Declaración de los 14 puntos del Movimiento Nacional Ferroviario.
Posteriormente, al tomar posición a favor de la paz destacados intelectuales argentinos y chilenos y principalmente debido a la firme posición pacifista de la Iglesia Católica, grandes masas se pronunciaron y movilizaron por la paz en todo el país, protagonizando el más grande movimiento de masas populares desde el 24 de marzo de 1976.
El punto de viraje se produjo con motivo de la procesión a Luján. Esta adquirió las características de una gigantesca expresión pacifista, en particular de la juventud, en momentos en que más arreciaba la campaña belicista y chovinista de la dictadura. Banderas argentinas y chilenas simbolizaron el profundo sentimiento de nuestros pueblos. La dictadura sintió el golpe y debió readecuar su propaganda, pero no pudo impedir que el movimiento pacifista se extendiera. Este abarcó a grandes sectores obreros, a gran parte de la juventud y las mujeres, y contó con el apoyo de grandes masas campesinas. Nuestro Partido participó en él en forma destacada y en las primeras filas de combate. En particular, nuestras compañeras. También la Juventud, el sector universitario y de intelectuales.
Jugaron un papel importante contra la guerra en gestación, la posición de los gobiernos de diversos países latinoamericanos junto a la presión pacifista de numerosos países del Tercer Mundo.
También presionaron los países del Mercado Común Europeo que emitieron -en el momento de mayor tensión- una declaración conjunta. La contradicción entre las dos superpotencias pudo ser aprovechada a favor de una salida negociada y pacífica del diferendo. Al estar los EE.UU. interesado en impedir una guerra local en el Cono Sur que lo distraería de otros puntos de enfrentamiento con la URSS, en especial de Europa, presionó por todos los medios sobre Argentina y Chile para evitar un conflicto armado.
Todos estos factores confluyeron para impedir el estallido de la guerra cuando esta, a fines de diciembre, estaba a punto de estallar. La dictadura decidió así aceptar a regañadientes la resolución de mediación papal promovida por el enviado de Juan Pablo II, el cardenal Samoré. Dicha resolución -lograda en la primera semana de enero-, el desmontaje de los aprestos bélicos en los dos países, y el compromiso de no agresión entre ambos, en tanto dure la mediación, fueron un gran triunfo de las fuerzas patrióticas y pacifistas de Argentina y Chile.
Este logro demostró la justeza de
“la línea de no temer a la política agresiva de las superpotencias, en especial a la de la URSS, denunciarla y enfrentarla, tratando de impedir los conflictos parciales, en la perspectiva de demorar el estallido de la Tercera Guerra Mundial”. (Comité Central de enero de 1979).

La dictadura videlista sufrió un duro revés.

Crecientes dificultades con los países limítrofes
El videlismo venía preparando la guerra en forma febril y desde hacía mucho tiempo. Contaba con la complicidad de los elementos prosoviéticos en Perú y Bolivia para realizar una acción militar coordinada contra Chile.
Procuraron, a costa de grandes concesiones, la neutralidad brasileña. Esperaban que la neutralidad de Brasil frenase a Paraguay, y maniobraron para impedir que un conflicto simultáneo ecuatoriano-peruano dificultase sus planes.
Pero las luchas populares y el proceso político electoral en Bolivia y Perú, dificultaron enormemente sus objetivos. Brasil declaró su neutralidad, condicionada a que no intervinieran terceros países, y previno que no reconocería soberanía sobre territorios ocupados por la guerra. Paraguay intentó lograr la mediación yanqui en caso de fracasar la del Papa. Y en decisión unilateral con Brasil resolvieron instalar 20 turbinas en Itaipú, lo que significó un duro revés para la diplomacia argentina. Fue creciendo así el aislamiento internacional de la dictadura. Esta debió retroceder. Lo hizo aparentando hipócritamente deseos de paz. Pero sus planes belicistas sufrieron un fracaso parcial y en su conjunto la dictadura sufrió un serio desgaste nacional e internacional.

Fracaso relativo
Claro que su fracaso fue relativo, porque mientras el país concentraba la atención en el problema Beagle, la dictadura prosiguió con sus actos de entrega del patrimonio nacional. Testaferros de los soviéticos se apropiaron por monedas del frigorífico Swift, con lo que pasaron a controlar en forma totalmente hegemónica la producción de carnes en el país. Adjudicaron a la URSS por un simple decreto el proyecto del Paraná Medio, y compraron también a la Unión Soviética las turbinas para la usina de Bahía Blanca. Medidas éstas que otorgaron a la URSS posiciones privilegiadas en el control de la energía argentina. Lograron la absolución de Lanusse, Gnavi y Rey y sus cómplices en el negociado de Aluar. Realizaron compras de armas en el área soviética, de magnitud hasta hoy desconocida. Realizaron grandes negociados, especialmente en el sector financiero, incrementando así en forma importante la acumulación de capital de la trenza prorrusa que hegemoniza la dictadura.
Además lograron confundir parcialmente a un sector amplio de las masas populares, en especial a algunas capas juveniles, con su propaganda belicista falseadora de la historia nacional y latinoamericana.
Nuestro Partido fue denunciando permanentemente la penetración del socialimperialismo soviético en el país a través de Nueva Hora, Teoría y Polí-tica y el conjunto de su propaganda. Igualmente se esforzó por analizar y clarificar ante las masas la historia de los conflictos limítrofes, sus orígenes, causas, y una política que los resolviera teniendo en cuenta los intereses patrióticos y de unidad tercermundista. Por esclarecer su instrumentación por parte de la dictadura y las superpotencias, y las consecuencias nefastas que ello acarreaba para nuestra soberanía, para nuestro pueblo y nuestra juventud.
La lucha pacifista puso al desnudo “la esencia más profunda, más íntima, de la dictadura videlista: la de la subordinación al socialimperialismo de su grupo hegemónico encabezado por Videla-Viola, ahijados del tristemente célebre Lanusse”. (Comité Central de enero de 1979).
Por eso que el movimiento que se desarrolló nacionalmente sobre fines de 1978 golpeó el corazón de la dictadura y significó un gran avance del proceso antiimperialista argentino.
Nuestro Partido, que contribuyó en forma importante al mismo, extrajo a su vez valiosas enseñanzas. Principalmente la de saber mantener con firmeza la política marxista-leninista en cuestiones de principio, no obstante la ofensiva, la prepotencia y la represión criminal de la dictadura y de los sectores prosoviéticos. Y la de saber aprender y fusionarse con las masas que, en las particulares condiciones de ofensiva fascista, y principalmente a través de formas religiosas, ganaron las calles, enfrentaron la política belicista, y lograron un importante triunfo antidictatorial y patriótico: impedir en ese momento el estallido de la guerra, y presionar por una solución pacífica del diferendo con Chile. Esa fue la experiencia de nuestras compañeras en Rosario.

Difícil situación en la JCR
A fines de 1978, en la dirección de la JCR comenzó una lucha para derrotar concepciones liberales que deterioraron seriamente su actividad política y su organización.
La base de esta difícil situación fue el desarrollo del pesimismo revolucionario y la debilidad de su actividad antidictatorial, unidos al desarrollo de un método subjetivo y de intrigas que puso el centro en la lucha de opiniones al margen de las masas y de los organismos de la JCR.
Esta situación tuvo sus raíces en el período anterior al golpe de Estado. En lucha contra las presiones izquierdistas frente al peronismo liderado por Isabel Perón pero conciliadoras con la política de los sectores prosoviéticos, se fue desarrollando en la juventud una línea que diluyó la independencia de clase frente a la burguesía nacional y subestimó la fuerza del frente golpista, en particular, del sector afín al socialimperialismo y su influencia en las masas juveniles.
De allí que ya frente al golpe se sobreestimara la posibilidad de detenerlo o derrotarlo.
La desviación antedicha, así como la idea de lucha corta y fácil y enemigo débil, que venían del período anterior, fueron haciendo crisis, chocando contra la realidad. La falta de una respuesta correcta, la presión de la situación de retroceso en las masas juveniles, la debilidad ideológica y los golpes represivos del enemigo a importantes organizaciones y cuadros obreros de la J.C.R., hicieron que una parte de los efectivos de la Juventud abandonaran la lucha, que en el seno de la organización fuese predominante el pesimismo revolucionario y avanzaran expresiones de vacilación pequeñoburguesa ajenas al marxismo-leninismo.
Esto se agudizó durante el Mundial de Fútbol al lograr la dictadura desplegar su quintacolumna en la juventud, instrumentando los sentimientos patrióticos y deportivos de amplias masas juveniles, sobre todo del estudiantado secundario.
El gran movimiento por la paz de fines de 1978 inició una nueva situación en las masas juveniles. Creció la participación en la resistencia antidictatorial de la juventud obrera, avanzó en cierto grado la reorganización de la juventud campesina en la Pampa Húmeda y comenzó la reorganización del estudiantado.
Estos hechos hicieron entrar en crisis la línea predominante en la JCR de desconfianza en la potencialidad combativa de la mayoría de la juventud y de pasividad frente a la necesidad de dirigir, sintetizar, y generalizar las nuevas formas de resistencia juvenil antidictatorial que fueron desarrollándose en las masas.
Al abrir la lucha contra el liberalismo en la dirección de la JCR y en algunas zonas, se crearon mejores condiciones para reencauzar su actividad con una línea correcta, y también para superar el atraso en la discusión de su balance de trabajo.
En cuanto a la situación universitaria y el proceso de masas en la Universidad y en el terreno intelectual y cultural en estos últimos años, y sobre las experiencias de nuestro trabajo en ellos, el CC está discutiendo junto a los compañeros de ambos sectores, un informe en particular. Culminado éste, las principales conclusiones serán incorporadas a este Balance para su discusión general.

José Ratzer
El 18 de noviembre, víctima de una larga y grave enfermedad, falleció José Ratzer (Lucas Figari), miembro del Comité Central y destacado dirigente de nuestro Partido. La muerte de José Ratzer golpeó dolorosamente las filas del proletariado revolucionario y a nuestro Partido, a los que había entregado toda su vida. José Ratzer militó desde muy joven en las filas comunistas. Primero en la FJC del PC y luego, desde 1967, en el PCR, del que fue uno de sus principales fundadores luego de combatir a la camarilla revisionista que dirigía el PC.
Fue miembro de su Comité Nacional, y luego del Primer Congreso hasta su muerte, miembro de su Comité Central. Fue responsable del trabajo nacional de Propaganda, primer director de Nueva Hora, y posteriormente fundó y dirigió, durante varios años, nuestra revista Teoría y Política.
Durante toda su militancia realizó una activa labor de periodista y publicista comunista. Su libro Los marxistas del 90 sentó las bases para una historia científica, marxista-leninista, del movimiento obrero y comunista en la Argentina. La muerte lo sorprendió cuando escribía una historia del movimiento comunista de nuestro país. Toda esta labor la realizó simultáneamente con su militancia partidaria diaria, en la que no decayó, pese a su enfermedad y a las dificultades que ésta crecientemente le imponía.
Su valioso aporte, su consecuente militancia marxista-leninista, su espíritu de investigación riguroso y su vida comunista, estarán siempre presente en nosotros. Y su recuerdo marchará en las filas de la clase obrera y el pueblo en el día final de la victoria, en el día del triunfo de la dictadura del proletariado y el socialismo y el comunismo.

Cambios en la situación política internacional
Entre los hechos que determinaron en esos meses cambios de importancia en la situación internacional, merecen destacarse: la creciente lucha del pueblo iraní que sacudía en sus cimientos al régimen lacayo y corrupto del Sha; el desarrollo del alzamiento armado del pueblo de Nicaragua que enfrentaba al igual que el iraní, varias décadas de una dictadura proyanqui entreguista y asesina: la de los Somoza; la lucha guerrillera de los pueblos africanos en Namibia, Zimbahwe, Eritrea, Angola y Ogaden; el notable ascenso revolucionario de Bolivia, Perú y Brasil; las grandes luchas obreras en EE.UU., Inglaterra, España, Italia, y otros países capitalistas avanzados.
En otro orden, la visita de Hua Kuofeng a Corea, Rumania y Yugoslavia; los acuerdos de la República Popular China con el Mercado Común Europeo; el Tratado de paz chino-japonés; y el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y los Estados Unidos. Estos dos últimos acuerdos fueron acompañados de una cláusula antihegemonista que representó un triunfo para los pueblos y un duro golpe a la política hegemonista y expansionista del socialimperialismo soviético. Otros hechos de importancia fueron: la negativa rumana a obedecer las imposiciones de Moscú en el Pacto de Varsovia, la firme actitud egipcia ante las presiones soviéticas en el Medio Oriente; el debilitamiento parcial de las posiciones conciliadoras en Europa y los EEUU. Estos acontecimientos contribuyeron a la lucha de los pueblos por derrotar las agresiones y conflictos parciales provocados por las superpotencias, en especial la URSS, y por postergar el estallido de la tercera guerra mundial.
Desde ya que los hechos mencionados no anularon las ambiciones expansionistas de la URSS, ni la política aventurera destinada a favorecerlas. Así lo demostraron los golpes de Estado en Yemen del Sur y Afganistán, la continuación de su política agresiva en África, el apoyo al terrorismo en Italia, España y otros países europeos, su política destinada a encender un conflicto fratricida en el Cono Sur y, principalmente, la bárbara agresión vietnamita a Camboya y sus provocaciones a China, vinculadas ambas al pacto militar que disfrazado de tratado de “amistad y cooperación” firmaron Vietnam y la URSS. Vietnam se transformó en la Cuba de Asia, y la invasión recibió el rechazo de todos los pueblos de Asia y del mundo. Esto se reflejó en el aislamiento en que quedaron tanto Vietnam como la URSS al tratarse el tema en la O.N.U. Por otra parte, contrariamente a lo que previeron, la caída de Pnom-Penh no fue el fin de la guerra camboyana sino solo su comienzo. Al igual que en Angola, Etiopía y Afganistán, los mercenarios de la URSS enfrentan una larga guerra popular que va prefigurando cómo será el pantano en el que se hundirán, a la larga, los expansionistas socialimperialistas que preparan la tercera guerra mundial.


Nueva fase en la resistencia antidictatorial
Todos los hechos analizados anteriormente: triunfo parcial del pueblo en su lucha por impedir una guerra fratricida contra el pueblo chileno; avances en la generalización de los movimientos de resistencia obreros, campesinos y populares; fortalecimiento del movimiento por la aparición de los secuestrados y por la libertad de los detenidos que unió su renovada acción a fin de año a la lucha por la paz; crecientes actitudes críticas manifestadas por diferentes fuerzas burguesas y terratenientes, perjudicadas por la política de la dictadura y el notorio resquebrajamiento del frente dictatorial -evidenciado en diversas oportunidades desde el caso Graiver en adelante-, permitieron afirmar al Comité Central de enero de 1979 que la resistencia antidictatorial había entrado
“en una nueva fase, en la que se generalizará y profundizará, aún más, se intensificará, y se irán creando mejores condiciones para que las fuerzas populares a través de un proceso zigzagueante puedan pasar a la contraofensiva”.

La intensificación de la lucha antidictatorial en la nueva fase de la resistencia al videlismo no significa -se señaló-:
“que esta lucha perderá su carácter de lucha de resistencia; y tampoco significa que la ofensiva dejará de estar en manos de la dictadura, y mucho menos aún que la lucha será menos cruenta y menos dura. El movimiento obrero y popular deberá enfrentar, con seguridad, pruebas difíciles, tanto en la lucha por la paz como en la lucha reivindicativa, antiimperialista y democrática. Pero los cambios cuantitativos producidos ya en la lucha democrática, por la paz, reivindicativa, del movimiento popular aunque precarios y reversibles, implican un cambio cualitativo parcial en la resistencia antidictatorial. Esta es más masiva, más amplia y mejor organizada. Las lavas de odio antidictatorial acumuladas en estos tres años surgirán en forma más intensa y visible en el futuro, y el Partido sólo podrá estar a la altura de su responsabilidad si tiene esto en claro, para impulsar con más fuerza la lucha contra el socialimperialismo soviético y la dictadura videlista que le sirve.”

Nuestro Partido se dispuso así a afrontar el cuarto año de dictadura fascista.
En los tres años transcurridos desde marzo de 1976, el Partido atravesó la situación represiva más difícil desde su fundación. El secuestro de nuestros queridos y entrañables camaradas César Gody Alvarez, René Salamanca, Ángel Manfredi, Manuel Guerra y otros, así como la prolongada detención de numerosos compañeros, significó un durísimo golpe. El Partido logró mantener, en lo fundamental, sus vínculos con las masas, su práctica revolucionaria y lo principal de su organización a escala nacional. Lo que ha sido un gran mérito. Pero sufrió serias pérdidas, se debilitaron sus vínculos con el movimiento obrero, en especial en las grandes empresas y en los centros políticos decisivos. Decreció la composición proletaria de sus filas y el funcionamiento celular.
En estos tres años, a su vez, se fueron retemplando y forjando en la heroica y abnegada militancia cotidiana, en las cárceles y frente a las más feroces torturas, viejos y nuevos cuadros comunistas. Y se fueron aquilatando, también, valiosas experiencias que le permitieron a nuestro Partido avanzar en el dominio de la teoría marxista-leninista-maoísta, y en un mayor conocimiento de nuestra realidad nacional, en el desarrollo de su línea general, de su política de alianzas, así como en la práctica de la línea de masas y de un correcto estilo de trabajo.
La dictadura fracasó en sus intentos de liquidar a nuestro Partido. En estos tres años el PCR no solo pudo superar en el país la más criminal represión, sino que se fue templando como partido marxista-leninista.